Era una tarde gris, y la nieve golpeaba los ventanales con fuerza. Ilya había decidido dar un paseo por los jardines traseros, cubiertos de blanco, con una bufanda demasiado grande rodeándole el cuello. La mansión parecía menos intimidante últimamente. Se sentía en casa, aunque el dueño del lugar siguiera siendo un hombre de pocas palabras y demasiadas sombras.
Mientras caminaba, Ilya se encontró con uno de los hombres de seguridad. Un tipo fornido, alto, con mirada intensa. No lo había visto antes.
guardias
¿Eres el chico del jefe?
*preguntó con una sonrisa torcida.*
Ilya morózov
¿Del jefe? Soy Ilya. Vivo aquí… por ahora.
El hombre se acercó un poco más. Su presencia lo incomodó.
guardias
No pareces de este mundo. Tan limpio… tan suave. ¿Cómo es que el Diablo tiene a un dulcecito como tú aquí?
Ilya retrocedió un paso.
Ilya morózov
Disculpa, tengo que volver a
El hombre lo tomó del brazo con brusquedad.
guardias
Tranquilo. Solo quiero hablar. O… tocar un poco. Seguro él ni lo notará, ¿no?
Ilya intentó soltarse, pero la mano del guardia era fuerte. Su corazón empezó a latir con fuerza, no por el frío… sino por el miedo.
Ilya morózov
Suéltame
*dijo, con la voz temblorosa.*
Pero no hizo falta repetirlo.
Una sombra se abalanzó desde el otro extremo del jardín. En segundos, el guardia fue derribado de espaldas sobre la nieve. Un puño se estrelló contra su rostro, una, dos, tres veces… hasta que la sangre manchó el blanco puro.
Ilya morózov
¡MIKHAIL!
*gritó Ilya, horrorizado*
Pero Mikhail no se detuvo. Sus ojos eran fuego puro. Lo tenía contra el suelo, rodilla sobre su pecho, apuntándole a la cabeza con su pistola personal.
Mikhail volkov
¿Te atreves a ponerle una mano encima a lo que me pertenece?
guardias
¡Perdón, jefe! ¡Yo no sabía! ¡Pensé que era un juguete nuevo!
*balbuceó el guardia entre la sangre y los dientes rotos.*
Click.
Ilya se tapó la boca. El sonido del seguro del arma al desactivarse era suficiente para helar la sangre.
Ilya morózov
Mikhail… basta
*susurró.*
El Diablo no se movió.
Mikhail volkov
Ilya, entra a la casa.
Ilya morózov
No.
Mikhail giró el rostro, sorprendido. Era la primera vez que Ilya le llevaba la contraria.
Ilya morózov
No quiero que mates por mí.
Mikhail volkov
Él te tocó.
Ilya morózov
Y tú llegaste a tiempo. Estoy bien. Pero si lo matas ahora… no serás mejor que él.
La mirada de Mikhail titubeó.
Silencio. El viento rugía entre los árboles.
Finalmente, se levantó sin decir palabra. Guardó el arma. El guardia quedó tirado sobre la nieve, inconsciente, temblando.
Mikhail se acercó a Ilya. El chico lo miraba con ojos grandes, sin miedo… solo una mezcla de gratitud y tristeza.
Mikhail volkov
Nunca más
*dijo el mafioso, en voz baja.* Si alguien te toca, no habrá advertencia. Lo juro.
Ilya bajó la mirada. No sabía si sentirse protegido o asustado. Pero cuando Mikhail pasó su abrigo por encima de sus hombros, algo dentro de él se calmó.
Mikhail volkov
Vamos adentro.
Caminaron en silencio. El abrigo era grande y olía a pólvora… pero también a seguridad. A algo que Ilya no sabía cómo describir.
Esa noche, Mikhail pidió que todos los hombres fueran reemplazados.
Solo los de su círculo más cercano podrían estar cerca del gama a partir de ahora.
Y mientras Ilya dormía, arropado en la cama, el Diablo se quedó de pie en la puerta, observándolo.
No entendía lo que sentía. No sabía si era deseo, ternura, rabia o todas juntas.
Lo único que tenía claro… era que nadie tocaría a Ilya sin pagar con sangre.
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