Los días se sienten como siglos, y las noches, como eternidades donde ni las estrellas se atreven a mirar. Y en medio de ese silencio perpetuo, Gabriel permanecía como una llama atrapada en cristal: viva, pero lejana.
Pasaban los días sin que pronunciara palabra más allá de lo necesario. Observaba. Caminaba por los pasillos como una sombra prestada. Rechazaba con cortesía. Respondía sin emoción. Pero nunca huía.
Eso fascinaba a Atther más que cualquier otra cosa.
Gabriel
💭: que aburrimiento estar aquí…. *me dirigí al balcón*
Gabriel salió al balcón del palacio, un abismo abierto donde las almas flotaban como luciérnagas perdidas. El aire era denso, pero él ya se había acostumbrado al sabor amargo del inframundo.
Atther
*iba pasando y lo vi, decidí acercarme* No duermes…
Gabriel
*vi a Atther* tu tampoco
Atther
Los sueños no me visitan desde hace siglos.
Gabriel
Tal vez saben que aquí no hay nada que soñar.
Silencio. Uno de tantos entre ellos, pero nunca vacío.
Atther
*lo mire fijamente me acerqué un paso, sin atreverme a más* Gabriel… hay un jardín que florece solo bajo el llanto de los muertos. No muchos lo conocen. Quisiera mostrártelo.
Gabriel
*lo mire a los ojos, sus oscuros ojos tenían la dureza de una promesa no cumplida* ¿Para qué? ¿Para intentar otra vez que me encante esta prisión disfrazada de palacio?
Atther
*su comentario me tomó por sorpresa, pero sin alterarme contesté* No espero que te encante. Solo… quiero verte sentir algo más que rabia.
Gabriel
*en un tono bastante seco contesté* No confundas mi silencio con sumisión, Atther.
Atther
*en un tono bajo* Jamás lo he hecho.
A la mañana siguiente —si es que esa palabra aún significaba algo allí—, Atther lo esperó frente al comedor. Gabriel no acudió. No comía mucho desde su llegada, como si quisiera demostrar que no necesitaba nada de ese mundo.
Atther
*suspira*
Alissa
Señor, gusta que vaya a buscar al joven Gabriel?
Atther
No, gracias Alissa, iré yo
Atther
*me acerque a la puerta de los aposentos de Gabriel y sin pensar toque*
Gabriel
*sin abrir, por dentro dije* No tengo hambre.
Atther
No vine por eso…
*hubo un silencio leve*
Atther
He preparado una sala con luz artificial… es torpe, pero se parece un poco al cielo. Pensé… que quizás…
La puerta se entreabrió, solo un poco. Lo suficiente para que Gabriel pudiera mirarlo con esos ojos que decían más que mil palabras no pronunciadas.
Gabriel
¿Por qué te esfuerzas tanto?
Atther
…
Atther bajó la mirada. Por primera vez, sus palabras fueron casi humanas.
Atther
Porque cuando llegaste… vi algo en ti que me recordó a lo que alguna vez fui. Y porque me gustaría… que este lugar no te devore como lo hizo conmigo.
Gabriel
*estoico* No necesito que me salves.
Atther
Lo sé. Solo quiero que sepas que… si un día decides mirar este mundo sin odio, estaré esperándote allí. *dicho eso, me fui, sin esperar respuesta, no la esperaba aun*
Aquella noche, Gabriel se asomó a la sala que Atther había preparado.
Era imperfecta. La luz era fría, artificial, como un recuerdo roto del sol… pero había esfuerzo. Había un cielo pintado a mano en los muros, con pinceladas torpes pero sinceras. En el centro, un campo de lirios hechos con tela oscura y polvo de cristal.
Gabriel cerró la puerta tras de sí.
Se acercó a una de las flores.
Gabriel
*en voz baja, así inaudible* Estás más solo de lo que aparentas, Atther…
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