El día había llegado, gracias a mí anunció de rendición hacia Estoico y mi comportamiento ejemplar, como presa al matadero me dejaron pasar mi última noche en Berk en mi casa, en la comodidad de mi cama, bajo el calor de mi techo, claro con un grupo de vigilantes fuera de ella toda la noche, hasta que por fin, la mañana llegó... fría y lluviosa... como se siente ahora mi corazón.
Me levantaron un grupo de damas mayores al amanecer, prepararon tina con aceites esenciales, un baño digno de Freya y no de una futura esclava, pero como una mercancía a vender, tenía que mostrar el mejor aspecto de mi, fui determinante en bañarme en soledad, sin ayuda de nadie como aquellas pretendían, al menos pude aspirar al privilegio de intimidad.
Al salir me ofrecieron un hermoso vestido blanco, una tela delgada y vaporosa, con la espalda cubierta que hizo clara su intención de mostrar lo máximo posible de mi piel, Gothiz la curandera se auto designó para ayudarme a vestir, cosa que agradecía infinitamente, al terminar de vestirme el resto de las damas llegaron, arreglaron mi cabello rubio que pasaba un poco más debajo de mis senos, ondulado naturalmente, o por el constante uso de mi trenza, sustituyeron mi habitual Kransen por uno adornado con piedras y diamantes, tomé el collar que tenía en una caja de madera en mi mesa de noche, lo puse en mi cuello, terminaron de arreglar mi cara y los últimos detalles.
X: El maestro dragón estará muy complacido.
Escuché murmurar a una de ellas orgullosa, mordí mis labios mientras veía mi reflejo, ya no era la Doncella del Escudo, ni la mejor guerrera de Berk... solo era la mejor ofrenda del pueblo al que amé con mi vida.
Finalmente salieron, me quedé sola con Gothi, necesitaba que ella también se fuera, pero insistía en quedarse ahí, a mi lado... junto a mí, el silencio continuó, Gothi nunca fue la mejor conversando, solo miraba la niebla de la mañana, al viento mover los arboles y la brisa matinal mojando el paisaje, finalmente escuché dos golpes que me hicieron volver hacia la puerta, por la rendija Dels uelo y vi las sombras de los encargados de vigilar mi entrada derrumbarse... dos vikingos caídos era la señal...
Patán.
Dulzuuuura hora de irnos.
Astrid.
Nunca en mi vida creí alegrarme tanto de verte Patán.
Le dije conteniendo una sonrisa, odio alegrarme tanto de verlo, enserio...
Brutacio.
¿Y que hay del armario más mortal de la aldea?
Astrid.
Gracias.
Es todo lo que pude decir cayendo notamos que uno de los guardias comenzaba a recuperar el conocimiento, casi de inmediato, un bastón lo golpeó regresandolo a su estado anterior, la pequeña mujer se acercó a mí, ordenando me a ponerme a su altura, obedecí y tomó mi frente haciendo la forma de la runa de protección con sus dedos y mirándome una última vez.
Astrid.
Gracias Gothi... por todo.
Me despedí de ella.
Al salir vi una silueta moviendo los pies, casi bailando de angustia.
Astrid.
¡Patapez!
Di un grito en forma de susurro.
Patapez.
¡Astrid! Al fin llegan. Es hora de irnos.
Los cuatro seguimos corriendo, aunque nos resulta sencillo con mi nueva vestimenta, nos las arreglamos para llevar a la embarcación, a lo lejos alcanzó a ver a Heather quitando las amarras, gracias a Thor... esperen.
Astrid.
¿Donde está Brutilda?
Dagur.
Justo detrás de ti.
Mi respiración se detuvo antes de escuchar una risa maníaca detrás, me volteé y mayor temor se confirmó, era Dagur sosteniendo una daga en el cuello de Brutilda.
Dagur.
Te dije que no intentaras nada estúpida.
No pude evitar tragar saliva mientras este desviaba su mirada hacia la embarcación.
Dagur.
Hermana, eres una decepción para los Berserkers.
Heather.
Haría lo mismo por ti querido hermano.
Dagur.
Ahora todos vosotros, bajen, entreguense y eviten que mi mano se deslice.
No estaba dispuesta a rendirme, ya no era por mí, era por ellos, pero antes de avanzar, un grupo grande de Berserkers se aproximó a nosotros.
Patapez.
Bueno, las probabilidades de sobrevivir ahora, son casi nulas.
Dijo Patapez mientras nos rodeaban y empezaban a sujetar a mis aliados... entonces tuve que comprenderlo, se había acabado.
Caminamos hacia el centro del pueblo, quería zafarme del agarre de mis captores, pero bajo las amenazas afiladas hacia mis amigos, ceder era mi única alternativa.
conforme nos acercábamos podíamos ver a todos los jefes y personas alrededor esperando al Maestro Dragón, no era broma la atención que Estoico pondría a la seguridad.
Dagur.
Estoico.
Lo llamó Dagur llamando la atención de todos.
Dagur.
Mira lo que tenemos aquí.
Estoico.
¿Qué es todo esto?
Dagur.
¿No es obvio?, trataban de escapar con nuestra ofrenda.
Estoico nos miró, repasó a cada uno con la mirada deteniéndose en Patán.
Estoico.
Patán, ¿cómo pudiste?, eras mi heredero, ¿cómo pudiste traicionarnos?
Patán.
Como querría dirigir a un pueblo que vende a una propia.
Dice alto y seguro mientras vienen directamente a su padre pasando de Estoico completamente.
Patán.
Enviarás a nuestra doncella del escudo, a que sea probablemente asesinada, violada o esclavizada, en ese caso, prefiero ser un traidor.
Finalizó antes de que Spitelout, asintiera en aprobacion.
Y si los matamos de una vez y nos ahorramos todo esto.
Heather.
¿Matarías a tu propia hermana?
Dagur.
Dejaste de ser mi hermana cuando elegiste su lado.
Bocón.
Bueno, bueno. Creo que eso de asesinar está sobrevalorado
Dagur.
Claro que no, son traidores.
Estoico.
Basta. No tenemos tiempo para eso, aten a Astrid y llévenla al Gran Salón hasta que llegue el Maestro Dragón.
Ordenó acercándose a mí.
Estoico.
Confíe en ti y me has decepcionado hasta el fondo.
Astrid.
Entonces estamos a mano.
NARRADOR:
Cuando las puertas del Gran Salón se cerraron, tras golpe causante de un eco... el silencio se hizo presente, todos miraban a Estoico dudosos de la decisión que tomaría para los traidores, a punto de hablar... un silbido muy bien conocido irrumpió el ambiente.
Estoico.
Furia Nocturna, ¡cúbranse!
Todos los vikingos se agacharon instintivamente, mientras el dragón negro se hacía notar, Astrid tras las puertas del Gran Salón escuchó aquel sonido y supo finalmente que su destino había llegado.
Gracias a la ausencia de la explosión todos miraron hacia arriba y vieron un grupo de dragones volando en círculos y en el centro, justo en el centro... un dragón negro con enormes alas de murciélago y un lado de la cola roja, en él, montando con maestría, un jinete vestido en una armadura de cuero y una máscara.
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