Alessandro.
— No será vista, señor Mattaro — responde Henry con una sonrisa y ella lanza una mirada casi asesina a su amigo. Lo que me causa cierta gracia — Gracias.
Asiento y dándole una última mirada a ella, me doy la vuelta, comienzo a caminar y oigo de fondo "Joder, yo haré lo que quiera".
Y una voz masculina enojada "Elena Melissa Edén..."
Una pequeña sonrisa escapa inadvertidamente de mis labios, ni siquiera sé por qué.. Quizás por su terquedad. O porque no le tiene miedo a nada ni nadie.
Elena, lindo nombre.
— Oigan todos — reúno a mi gente — Quiero dos afuera, a cada lado de la puerta — dos de los muchachos salen asintiendo, con sus 9mm guardadas en las cinturas de sus pantalones — Ustedes dos sentados a mis lados — señalo a mis primos y obedecen, acomodándose a mis lados — Y quiero tres arriba, vigilando cada movimiento... ¡Asegúrense de que todos los hombres de Carnovale sepan que están ahí!
Los últimos tres chicos asienten obedientes y buscan la manera de subir, Henry se acerca y deja tres tragos, para mí y mis primos.
Me cuesta dejar de pensar en los ojos de esa chica, pero rápidamente miro hacia mi lado y sonrío de costado cuando noto la muy evidente mirada que mi primo Dante le echa a Henry.
— Espero que tus ganas de comértelo no afecten este trato — sonrío gracioso y mi primo Vincenzo suelta una carcajada.
— ¿Por qué siempre negociamos con chicos que le gustan a Dante cerca, eh? — pregunta Vincenzo — ¿Por qué no hay mujeres aquí, carajo?
Los tres reímos un poco.
— Tranquilo, ptimo, mis ganas de comérmelo no afectarán en absoluto a este trato — Dante toma un trago de whisky con una sonrisa maliciosa en su cara, mientras mira hacia la barra unos segundos.
Ruedo los ojos; es imposible para mis primos NO encontrar a alguien que les guste en cada viaje que hacemos. Siempre hay alguien, hoy es un mesero, mañana quizás una stripper, quizás la semana entrante la hija de algún socio, o alguna chica que trabaje para algún socio. Siempre encontramos a alguien con quien divertirnos.
Al final del día, eso es lo que hacemos... o lo que los medios creen que hacemos. Ser niños millonarios que salen de fiesta en fiesta, divirtiéndose cada día y ocupándose de los negocios también. Mis primos y yo somos algo así como los "Solteros estrella".
No es que sea algo que me agrade, pero mantiene al márgen a reporteros curiosos y contadores chismosos. Digo, somos los Mattaro, es extraño que no nos conozcan... más extraño aún que no nos deseen locamente.
— ¿En serio confías en los chicos que vigilan afuera?
— Solo traje a los más antiguos, que viven en la casa Mattaro de aquí cerca. Nos cuidarán bien si saben lo que les conviene — respondo a Vin mientras tomo el whisky y dejo fuerte el vaso en la mesa.
Mientras me preparo mentalmente para ver al señor Carnovale, suspiro. La chica de la barra - y sus ojos - no sale de mi mente. Esta mañana cuando la vi... luego en la tarde, lo valiente que fue. Ni un solo cabello se le movió cuando me acerqué a ella. Trago fuerte cuando recuerdo como le habló el idiota de Harrison.
Cazzo.
¿Qué tiene de diferente?
Creo que solo debería follármela, si, seguro de esa manera se me pase... quiero decir, he estado encaprichado con alguna que otra mujer. Siempre se me pasa; y si no se me pasa, me alejo y ya.
Es fácil.
Oigo un pequeño alboroto detrás nuestro y mis primos y yo volteamos rápido, como solemos hacer... siempre estamos alerta. Notamos a la chica, siendo empujada por Henry hasta una de las puertas, la cual cierra desde afuera con una llave.
— Es realmente terca, ¿Verdad?
Apenas conocía su nombre, pero tenía bien en claro que era terriblemente terca.
— Lo es, señor Mattaro —suelta Henry con una sonrisa — Pero Melissa es mi familia — sonríe un poco más, volviendo a caminar a la cocina.
— Que linda es — sonríe Vin y asiento.
Tiene una belleza extraña... pero innegable. Sus ojos avellanas hacen una aparición fugaz por mi mente y bajo mi mirada al suelo lentamente, harto y confundido.
Qué extraño que en vez de su buen trasero, sus ojos sean los que pasan por mi mente una y otra vez.
— Que lindo es — murmura Dante a mi lado y escondo una sonrisa hasta que Henry vuelve a la cocina.
Asiento un poco, con una sonrisa, y mi primo ríe por lo bajo.
— La verdad es que sí — murmuro con una sonrisa — Siempre tuviste buen gusto en hombres, primo.
— Supongo que no nos iremos a ningún lado hasta que consigas su número — suelta Vin, sonriendo.
— No podrías estar más en lo cierto.
Luego de más o menos una hora y de un par de tragos. Uno de los muchachos se asoma y avisa que el señor Carnovale está bajando de su auto. Respiro profundo, me siento derecho, pido más tragos y acomodo mi camisa y mi saco.
Relajo mis hombros un poco y me levanto apenas veo que Carnovale abre la puerta.
— Señor Carnovale — sonrío un poco y al levantarme acomodo mi saco.
El señor Carnovale es conocido por ser uno de los hijos de putas más grande de toda Italia. Anciano decrépito, homofóbico, machista y millonario. Era literalmente un viejo heterosexual, blanco y millonario. Y era distinguidamente grosero. Me he acostado con chicas que han sido pagadas por él, y por lo que ellas dicen, es asquerosamente irrespetuoso.
Jamás pagué por sexo. Creo que es algo que... no va conmigo. Y me sentiría sucio haciéndolo, pero claramente a Carnovale no le interesa en lo más mínimo.
— ¿Cómo se encuentra la señora Carnovale? — sonrío y estrecho su mano.
Volviendo a la realidad y alejando mis pensamientos junto con sus ojos... Melissa... Mientras noto cuatro hombres de Carnovale parados frente a su auto, mirando fijo a los dos míos.
— En casa, gastando mi dinero — sonrío ante el estúpido chiste de mal gusto, y mis primos se levantan sonriendo para también estrechar su mano — Lindo lugar, me gusta — sonríe al sentarse.
Dante no lo soportaba, y Vin quería romper su cara en cada ocasión. Pero no nos conviene, y lo saben. Si hacemos negocios con él, tendremos Sicilia por fin en nuestras manos; y de esa manera, podríamos vivir tranquilos para siempre. Muchísimo dinero entra desde ahí.
— Si — aclaro mi garganta y pienso en algo qué acotar —... lo compraré.
¿Por qué dije eso? Miro a mis primos disimuladamente y realmente ninguno de los tres entendemos por qué acabo de decir eso, no estaba en mis planes comprar este bar.
Dante hace un gesto con los labios para no reír y yo relamo mis labios arrepintiéndome instantáneamente de ese estúpido comentario.
— Harás una buena inversión, niño, tiene potencial... además está cerca de los Diablos. Nunca está mal molestar a esos bastardos — toma el vaso de whisky — Pensar que solo son una pandilla de aquí, y son conocidos por toda Italia... hay que controlar eso, sin dudas...— mira un poco hacia todos lados y bebe de su trago — Bien, negocios.
— A lo que venimos... — tomo mi trago hasta el fondo y Henry se acerca a servir más alcohol en todos.
Noto la mirada de Dante y relamo mis labios para no sonreír.
— Dijo que la oferta de dinero por los cuatro hoteles y los cinco bares en Sicilia está bien... entonces, ¿Por qué no la acepta?
Suspira, se acomoda el traje y se apoya en la mesa.
— Sabes que esos hoteles, y esos bares... son el logro de mi vida, ¿Verdad? — asiento con la cabeza para que prosiga — Bien, no puedo dejar el logro de mi vida en manos de un soltero codicioso y fiestero, que va de trasero en trasero cada fin de semana...
Relamo mis labios y una ira sube desde mi estómago a mi cara. ¿Por qué mi vida sexual afecta en este trato? Este maldito anciano le paga a chicas para que acepten tener sexo con él, y de pronto mi vida sexual es de suma importancia y preocupación.
Entrlazo mis manos, cruzo mi pierna y las pongo sobre mi regazo. Trato de no levantar las cejas ni de sentirme herido.. después de todo eso es lo que soy, ¿No?, ¿Un soltero codicioso y fiestero?, y sí voy de trasero en trasero cada fin de semana.
— No entiendo a dónde quiere llegar con eso, señor Carnovale.
— Sabes a qué me refiero. No dejaré toda mi vida en manos de un chico solitario, ni mucho menos casado con una... — hace gestos con la mano — con una ¡Stripper!
Recuerdo a mi ex prometida, Riley. Literalmente una stripper que quería gastar todo mi dinero en ella. Traté de que mi ira bajara, porque toda mi relación fue pública, todos menos yo hablaban sobre cuánto ella iba a disfrutar estar casada conmigo por mi dinero -y por mi cuerpo, según las revistas- y cuánto más iba a disfrutar divorciarse de mi y huír con la mitad de todo lo que tengo.
— Podría llegar al punto... — murmuro.
— Digo que, no venderé hasta que vea que estás en un feliz matrimonio — mi boca se abre sin que me de cuenta — Quiero que me presentes a la muchacha, y que yo sepa que vale la pena. Y que no gastará todo tu dinero, ni te quitará la mitad de mis hoteles en un divorcio idiota...
Me quedo en blanco, no sé qué hacer. Casarme está muy lejos de mis planes, realmente muy lejos. ¿Quiero casarme? Oh por dios, ¿Qué hago? Sonrío a Carnovale, pero apenas volteo y miro a Vin, lo miro con mis ojos espantados. Él sonríe enorme y yo cierro mi boca.
Tiene un plan.
Más vale que sea bueno, primo.
— Quiero que los tengas tú, niño, solo tú. Haz demostrado ser muy capaz — toma un trago de su vaso — Pero en buenas condiciones. No quiero que de aquí a veinte años lo pierdas todo, y yo no esté aquí para arreglarlo.
— Primo... — comienza Vin y yo respiro profundo, aún con miedo — ¿Acaso no le dijiste al señor Carnovale sobre tu compromiso? — Vin aprieta mi mano debajo de la mesa — Eso de mantenerlo en secreto ya pasó de moda, vamos — me alienta y vuelvo a quedarme sin palabras, solo puedo sonreír forzadamente y mirar raro a mi primo.
Abro mi boca unas cuantas veces, y la cierro. Aún sin saber qué decir.
— ¡Sí! Vamos, Alec, cuéntale al señor Carnovale sobre tu realmente hermosa prometida.
El señor Carnovale sonríe un poco y se acomoda en su asiento. Miro a mis amigos y comienzo a pensar en mujeres, ¿Alessia? No... ¿Donna? Tampoco. ¿Gina? Oh, cazzo, ella es literalmente una stripper. No puedo nombrar a Riley, no después de que dijo todas esas cosas sobre mi por televisión y dio esas exlusivas a las revistas.
No es que me importe; claro que no. Eso hizo que las chicas deseen la idea de "chico malo" que tienen de mí aún más...
De la nada... la señorita Edén vino a mi mente y quizás es ella. Chica de pueblo, parece humilde y tiene esa mirada... que te da ganas de sonreír.
— Supongo que es momento de sacar todo a la luz...
Sonrío de costado y me relajo en mi asiento y agradezco porque Henry se encuentra en la cocina con algo de música.
— Su nombre es Elena Melissa Edén... es de aquí — trato de no golpearme a mí mismo cuando me doy cuenta que dije su nombre completo.
— Oh ¿En serio?, ¿Cómo se conocieron?
Mi primo Vin sonrió cuando Carnovale se veía claramente impresionado, no desconfiaba de mi, después de todo, la primera vez que me comprometí lo mantuve en secreto por todo un mes... claramente mi idea, si fuese por Riley, me habría tomado una foto cuando le dije "Quizás deberíamos estar comprometidos".
Lo sé. Nada romántico. Soy un idiota.
Pero en fin, luego la prensa se enteró, y días después acabé con ese compromiso.
— Oh... hace algunos años vine y... la conocí, eh... aquí — sonrío grande, actuando.
— Por eso piensa comprar este mismo bar donde se vieron por primera vez, para pedirle matrimonio... — finaliza Dante asintiendo con una sonrisa.
Miro a mi primo asintiendo, esa jugada fue realmente buena.
— ¿Tienes por seguro que va a aceptar?, hace casi dos años te vi en las noticias con la stripper de Lujuria.
Dante tosió para disimular una pequeña risa. Conoce de memoria el nombre del bar donde trabajaba mi ex prometida.
— Claro que sí, señor — sonreí un poco, tratando de no reír — La conocí mucho antes que a Riley — aclaré su nombre — Cuando terminé mi compromiso, hace dos años, volví aquí... y nos volvimos a encontrar. Supongo que fue el destino.
— Aceptará — aporta Vincenzo — Se aman mucho. Y no puede decir que no cuando mi primo es tan romántico, ¿Verdad? — codea mi brazo un poco, bromeando.
Quien diría que mis primos son tan buenos actuando.
— Eres un romántico, niño — sonríe y toma mi mano — Ahora tengo que volver a Sicilia. Pero luego de su compromiso, cuando vayan a tu casa en Calabria... Por que vivirán allí, ¿Cierto? Digo, no puedo dejarte mis hoteles si vives aquí... tan lejos... ni tan rodeado de estos Diablos di merda.
— Sí, señor iremos a Catanzaro a vivir juntos... Aunque no sé si querrá irse, ya sabe, su familia vive aquí y...
Sonrío, tratando de buscar algún atajo para que no sea tan complicado todo.
— ¿No querrá mudarse con su prometido? Ja! Si así es ella...
Mierda. Maldito anciano.
— Aún no se lo he preguntado, pero ella haría lo que fuera por mí... — relamo mi labio y trato de no fruncir mi ceño.
— Ah, relaciones a distancia — suspira — Yo me casé con mi amada María por cartas, ¿Sabes? Nuestras familias nos querían juntos y... supongo que resultó bien. Cincuenta y dos años de casados y contando... La primera vez que la vi, cuando fui a buscarla al barco en el que vino de Argentina, yo, no pude siquiera respirar...
Solo dejo de oírlo, veo sus labios moverse y sus gestos, pero no consigo oírlo. Compromiso y matrimonio, o no podré agrandar el imperio Mattaro. ¿Renunciar a mi vida normal y divertida por un jodido matrimonio?
No puedo no hacerlo, ¿Verdad? Ese era el sueño de Nicholas.
No puedo fallarle.
No a él.
¿Cómo podría casarme?
¿No cumpliré el sueño de mi hermano, quien dio todo por mi?, ahora tendré a este anciano siguiendo mi culo hasta que me vea casado.
O peor.
Apenas salga de aquí, vigilará a la Elena Melissa Edén que vive en este pueblo.
¿Como pude haber sido tan idiota y brindarle nombre y apellido?
Peor.
¿Cómo convenceré a Melissa de que se case conmigo?
Pero lo más terrible de todo esto.
¿Cómo le diré a Paul que el señor Carnovale dejará todo a mi nombre, y no al de los dos?, ¿Dónde puedo encontrarlo?
Algo de todo esto, terminará mal.
O quizás todo terminará mal.
Mi corazón empieza a latir con fuerza y me acomodo mejor en el asiento.
— Bien, niño. Tengo algunas cosas que hacer, pero cuando se asienten en Catanzaro... arreglaremos comer un domingo en familia. ¿Bien? Estoy seguro de que mi mucama hará algo rico.
— Eh... sí, señor Carnovale. Lo arreglaremos. Por supuesto — estrecho su mano y suspiro.
Se acerca un poco a mí.
— Recuerda lo que hablamos, niño. En el contrato dirá estrictamente que no quiero el nombre "Paul Mattaro" en la lista de dueños, ¿Quedó claro?
— Sí, señor Carnovale. Quedó claro.
Relamo mis labios y lo veo irse. Mis primos me miran incrédulos mientras espero oír la puerta de su auto para descargar mi ira.
— ¡Cazzo! — exclamo y golpeo la mesa con toda mi fuerza — ¿Qué haré ahora?
— Yo pensé que solo describirías físicamente a alguna mujer al azar a la cual luego le pagaríamos por fingir ser tu esposa algún tiempo y ya. ¡No que dirías un maldito nombre!
— Merda, Alessandro ¿Crees que no la está investigando ya? — pregunta Vin, pensante.
Tomo mi cabeza con mis dos manos y respiro profundo. Tranquilo Alessandro. Retoma la postura y piensa.
— Bien — tomo todo mi trago y suspiro — Supongo que deberé convencer a la señorita Edén de alguna manera de que se case conmigo.
Hice un gesto que siquiera yo logro descifrar. ¿Cómo convencerla para que se case conmigo? Podría ofrecerle dinero, o sexo, o joyas. ¿Pero quiero esas cosas para casarme?, ¿Es eso suficiente para mi?
— ¿Vas a casarte? — pregunta un sonriente Dante y lo miro mal — Quiero decir... ¿Cómo hará...
— Podrías contratarla — ambos callamos y miramos a Vin — Que finja ser tu esposa hasta que firmes los papeles. Luego habrá un muy silencioso divorcio en el que no dividirás nada por un contrato pre-nupcial del que ella "no sabía" — Dante y yo sonreímos radiantemente.
— Estás teniendo muy buenas ideas para ser un idiota.
Reímos todos y mientras pienso en contratos, sueldo y como convencerla de que trabaje para mí, tomamos los tragos en silencio.
— Luego de comprar el bar — sonríe Dante y yo tomo mi frente mientras niego.
Creo que es lo único bueno que saco de todo esto, una inversión Mattaro en un pueblo en Francia cerca de Italia, no lastimará a nadie. Nos quedamos en silencio cuando Henry se acercó a servirnos tragos, nadie fuera de los Mattaros necesita saber nada.
— Lo peor de todo esto, es que creo que no me soporta. Y, cazzo, no hay chance de cualquier otra mujer, debe ser ella.
— Es dinero, Alec — suelta Vin — Hay muy pocas mujeres en el mundo que no te aceptarían, imagina con mucho dinero de por medio.
— Sí, a la mayoría de las chicas a las que les gustas, les gustan esas cosas — Dante hace gestos con las manos — Ya sabes, joyas, dinero, ropa cara... cosas como esas.
Asiento, sin tomarlo como un insulto hacia las chicas que me desean, es la realidad. A la mayoría de ellas solo les llama la atención ese tipo de cosas.
Suspiro y realmente deseo que la tierra me trague. Vuelvo a sentarme derecho y respiro profundo nuevamente. Tranquilo, Alessandro, siempre sabes por dónde ir y cómo convencer a una mujer.
Repito eso en mi mente una y otra vez unos cuantos minutos mientras mis primos planean arreglos en el jodido bar que al parecer compraré.
— Señor Mattaro, lo siento mucho. Pero debo irme ahora mismo, es la boda de mi hermana y... ¡Mierda! — mira su teléfono.
Corre hacia la puerta donde dejó a Melissa y sale con unas llaves.
— Ya viene Melissa, ustedes solo salgan cuando deban. Ella, eh... ella cerrará luego.
— Nos vemos pronto — suelta Dante y Henry le sonríe también antes de salir — ¿Ven? Les dije que soy irresistible.
Todos reímos un poco, suspiro y pienso que quizás esta es una oportunidad de caerle bien a la señorita Edén y que acepte el empleo.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 56 Episodes
Comments
Ilva Rangel
se va a armar la trifulca con Paul Mattaro
2022-10-09
1