Cuatro años después.
Dejo un puño en su mejilla derecha y mientras siento los brazos de Henry en mi cintura alejándome de Steven, sonrío maliciosa. Lo veo en el piso y sé que aún no fue suficiente dolor.
Veo como hay algunos muchachos que trabajan para los Mattaro alrededor y decido ignorarlos, aunque por suerte, verlos siempre me llena de rabia.
— Melissa..— murmura mi mejor amigo enojado en mi espalda. Haciendo toda la fuerza posible para que no escape de sus brazos.
— ¡Dilo de nuevo! — le grito al idiota en frente mío, totalmente preparada para salir corriendo con mis puños en dirección a su rostro.
Mientras pataleo y casi lucho contra mi enorme mejor amigo para librarme de su agarre, mi navaja dorada viene a mi cabeza, el saber que está en mi bolso, hace que me tiente a usarla otra vez.
Sigo intentando de que Henry me suelte, pero trato de tranqulizarme un poco. Trato de contener mis impulsos, como hago siempre. Respiro profundo tratando de dejar atrás los impulsos que Los Diablos inculcaron en mí. Los impulsos que Harrison me enseñó.
La estúpida frase que Harrison solía decirme mientras me entrenaba no deja de retumbar en mi cabeza. Trato de alejarla, pero me es imposible.
Y eso no está bien, porque cada que actúo como Diablo...
Pasan cosas muy malas.
Aunque trato de tranquilizarme por completo, no lo consigo. Y sigo forcejeando con Henry, para que me suelte y así pueda romper la cara del idiota una vez por todas. Veo a Steven levantándose y mirándome con una maldita sonrisa, casi victoriosa.
— Oh, mierda, lo mataré — susurro para mí misma, pero sé que Henry pudo oírme, porque acomodó sus manos en mi abdomen y ya no tengo posibilidad de librarme de su agarre.
No sin golpearlo.
— ¡Oye marica... — mira a mi mejor amigo y puedo sentir la ira subiendo por todo mi cuerpo hacia mi cara, mi cara, por supuesto, completamente roja —... Ponle un maldito bozal a tu perra!
¿En serio acaba de decirme perra? ¿Y otra vez se atrevió a decirle marica a Henry?
— Oh, Henry, maldita sea, voy a romper su estúpida cara — vuelvo a tratar de que me suelte. Pero es como lo pensé, no me soltará... a menos que lo obligue a hacerlo — Lo siento —susurro y frunzo mi ceño.
Jamás había golpeado a mi mejor amigo.
Pero dejo un fuerte codazo en su estómago y logro por fin estar fuera de sus brazos, Steven ya está de espaldas, a unos cuantos pasos de donde lo dejé tirado de un solo golpe... sí, solo con un derechazo, ¿Qué creen que soy, una aficionada?
— ¿Ya te vas? — hablo sonriente cuando estoy detrás de él. Se da vuelta y antes de impactar mi puño derecho en su mejilla, otra vez la frase de Harrison vino a mi mente, y esta vez... no la ignoré.
"Busca las debilidades; y ataca".
En una milésima de segundo veo un vendaje en su hombro izquierdo, por debajo de su remera y sin pensarlo dos veces, con mi izquierda, dejo un puño plantado justo ahí. Sonrío un poco al oír su grito. Le dolió el doble.
Tambalea un poco y cae al piso.
Apenas lo veo en el suelo, me siento sobre su torso y comienzo a repartir golpes en su cara. No logro desmayarlo, y realmente me frustra.
Cuando estaba con Los Diablos, con solo dos o tres golpes desmayaba a tipos el doble de grandes que Steven. Había perdido práctica, había perdido experiencia y estrategia. Era débil de golpe.
Comienzan a querer quitarme de encima de él, entonces empiezo a repartir codazos, y cabezasos, no quiero que nadie me toque. No es suficiente aún. Quiero ver sangre salir de su cara, que sufra, que llore curando sus heridas. Quiero que sufra como Henry lo hace cada vez que alguien lo molesta de esa forma...
Pero peor.
— ¡Vamos!, ¡Dilo otra vez! — grito y estampo un par de puñetazos más — ¡Atrévete a llamar marica a mi hermano!
Su cara tiembla debajo de mis manos, y aunque con sus enormes manos me empuja desde mi abdómen para que me baje de él; no lo logra, ni tampoco lo lograría en un futuro cercano.
Luego de unos segundos, mis manos duelen y sonrío al imaginar el dolor que siente en su cara.
— ¡Atrévete a decirle marica!, ¡No te oigo!
Comienzo a tranquilizarme luego de sacar toda la rabia que llevaba dentro, aún dejando puñetazos en su cara... pero de la nada, recuerdo que sus amigos también suelen llamar así a Henry.
Y quizás esto sirva para que ya no lo hagan.
Mientras las heridas que logré abrir en su cara, salpican la mía de sangre, otra vez mi navaja pasa por mi mente y en un ataque de rabia lo golpeo más fuerte.
Sus acciones me dan ganas de torturarlo, de cortarlo, de hacerlo sufrir... y yo ya no soy así.
¿No es cierto?
Mientras sigo golpeando su cara, trato de pensar solo en vengar las lágrimas de Henry, en que solo con unos puñetazos Steven no volverá a hacerlo.... Pero algo en mí me dice que unos puñetazos no son suficientes... que debería acabar con su vida en este mismo instante; porque jamás cambiará. Que no debería darle una segunda oportunidad.
Malditos Diablos.
De la nada, siento que me abrazan por la cintura, veo dos manos en mi estómago entrelazadas, grandes y con las venas marcadas. Con algunos anillos en sus dedos. Me alarmo cuando noto que esta persona ni siquiera siente mis codazos, y al parecer no le molestan mis movimientos bruscos de hombros. Trato de darle cabezasos para que me baje, pero mi cabeza no golpea la suya, si no que golpea su pecho.
El tipo es enorme, nada sirve para que me suelte.
— Tranquila, fiera — suelta... ¿gracioso?
No puedo ignorar su acento extraño, ni su voz tan firme e imponente. Casi hizo que se me erizaran los vellos de la nuca. Fruncí mi ceño e ignoré el hecho de que ninguno de mis golpes lo afectó.
— ¡Déjame romperle algo, maldito! — pataleo en sus brazos, pero no hay caso. Con solo mirar al suelo y ver sus manos, puedo fácilmente suponer que es más alto y grande que yo. Todo el mundo nos mira hipnotizados — ¡Eso! — señalo a Steve en el piso, al parecer desmayado — ¡Eso es lo que les pasará a todos y cada uno de ustedes si vuelven a atreverse a siquiera mirar mal a Henry! — grito mientras el hombre me aleja unos metros de Steve.
Sé que quizás no es como me hubiese gustado terminar esta pequeña lección; pero debo hacerle saber a todos que no toleraré ni un insulto más hacia Henry.
Aunque pierdo un poco el interés por golpear a Steven, vuelvo a tratar de que me suelte... sin ningún resultado, claramente.
— Joder... — murmuro.
— Déjeme a mí — susurró en mi espalda.
Por fin me deja en el suelo. Pero mi confusión es tanta que no sé siquiera como reaccionar. Volteo, lo miro de arriba a abajo mientras se adelanta unos pasos hacia los impresionados chicos.
No logro ver su cara, pero no dudo ni por un segundo que sus gestos han de ser igual de intimidantes que su gran espalda, sus brazos y su voz gruesa.
Siento los brazos de mi mejor amigo en mi cintura otra vez, pero esta vez atrayéndome a él para abrazarme.
— Algún día deberás dejar de reaccionar así —susurra en mi hombro, muy enojado. Pero no tarda en soltar — ¿Cómo estás?
— Mejor que él, seguro — respondo algo aturdida, notando con mis manos en la espalda de mi mejor amigo, que están llenas de sangre.
Vuelvo a mirar la confusa escena en la que un hombre completamente desconocido es temido por toda mi universidad y mi mejor amigo me da un pañuelo para limpiar mis ensangrentadas manos.
— ¿Pasé mucho tiempo golpeándolo?
— Hizo que te detengas cuando se desmayó.
Suspiro, algo arrepentida mientras Henry limpia las gotitas de sangre que hay en mí cara. Me hace querer sonreír un poco, Henry siempre está ahí para arreglar el desastre que yo causo. Siempre.
— Podría haberlo... — murmuré, mirando mis manos — Henry, oh por dios.
— Sh... Todo irá bien — acarició mi rostro un poco y sonrió.
Y siempre está ahí también para decirme que todo irá bien.
Sé que Steve insultó a Henry y que lo hirió, pero, ¿Qué pasaría si yo lo hubiese matado?
No sería la primera vez, pero juré que hubo un último asesinato cometido; y que la próxima vez que cometa un asesinato, va a ser Paul Mattaro quien muera.
Además, ya no está mi pandilla, los Diablos, para respaldarme con ningún policía.
Desvío mis pensamientos y pongo toda mi atención en el caliente extranjero que habla con los idiotas amigos de Steven. Todos lo miran, sin decir ni una palabra, siquiera sin mirar a Steven que estaba aún en el piso pero ya retomó la conciencia, por cierto.
Esos zapatos, pantalones negros y esa camisa blanca con las mangas arremangadas, lo hacen realmente... wow. Sin hablar de su postura, su físico, sus brazos repletos de tatuajes y su realmente imponente y firme voz.
— Arriba.
Pronuncia firme, como si tuviera algún tipo de autoridad sobre ellos, mientras estira su manga izquierda para abrocharla y los chicos le hacen caso, sin siquiera pensarlo.
Ayudan al idiota a mantenerse de pie mientras ellos lo sostienen, solo porque ese hombre lo dijo. ¿Quién es?
— Míreme a los ojos — obliga a Steven y comienza a hacer lo mismo con su otra manga.
Me acomodo más en los brazos de mi amigo, sonriendo grande. Wow. ¿Quién es?
— Quiero que esta sea la última vez, ¿Oyó? —respira profundo y parece que todos tiemblan junto con su suspiro — No volverá a insultar a ese muchacho — me lanza una mirada rápida y cómplice, oh mierda... — Ni mucho menos a la señorita.
¿Realmente es posible enamorarse en veinte segundos?
Veo a Steven asentir, muy débil.
— ¿Oyó o no?
En serio, ¿Quién mierda es este hombre?
— S- sí.
— Sí, ¿Qué?
Wow.
— No sabes quién es, ¿Verdad? — susurra Henry a mi lado, sonriente.
— Ni puta idea.
Sonrío sin quitar mi mirada del muy caliente superhéroe que intercambia palabras, algo amenazantes, con los idiotas del pueblo.
Suspiro al darme cuenta que es la única persona en este pueblo medieval asqueroso que se ha parado a defender a Henry... y la primera que me ha defendido a mí, aún sin conocernos. Muerdo mi labio cuando pone sus manos en su cintura y adopta una pose de "Vamos, mocoso insolente, dime lo que quiero oír". Steve hace todas sus fuerzas para hablar.
— Él es...
— Sí, señor Mattaro. Lo oí. Y no volverá a ocurrir — oigo salir de la boca del idiota y mi cara cambia por completo — Lo siento — finaliza Steven mirándonos a Henry y a mi.
El aire que entra por mi agitada nariz, cambia, y se torna más pesado aún.
Es un Mattaro.
— Alessandro Mattaro — finaliza Henry.
El aire se vuelve pesado y todo el mundo voltea a mirarnos. Incluso el Mattaro. Frunzo mi ceño y me da una mirada confusa.
Siento como se va mi sonrisa, mis mejillas caen y mi indudable alegría se convierte en una ira profunda. Me invade un vacío en el pecho y sé que debo salir corriendo de aquí.
¿En serio?, ¿Envías a un Mattaro amable con Henry? Estás matándome, querido universo.
Muerdo mi labio, sintiendo que debería haber previsto que es un Mattaro. Casi odiando a mi cabeza por no advertir cual es su apellido... quizás sea algo ilógico, lo sé.
Pero es tan obvio... el miedo en la mirada de los chicos, el respeto, la maldita autoridad que cree tener sobre todos.
En cuanto voltea otra vez hacia la aún sangrante cara de Steven, comienzo a irme rápifamente, sin siquiera saludar a Henry. Trago fuerte y camino rápido y nerviosa, jugando con los dedos de mis manos, pero luego de unos cuantos pasos, decido caminar lento... Fingiendo que su sola presencia no me pone en estado de alerta...
Aunque creo que nunca vi a Alessandro Mattaro, el solo saber que es un Mattaro, que tiene una mafia, que está relacionado con Paul, que tiene ese apellido y ese poder... me hace estremecer.
No puedo evitar que Paul haga su aparición en mi mente... si este hombre es un Mattaro, nada bueno puede pasar a su alrededor. Ellos lo arruinan todo.
Siempre.
Sin excepciones.
Oigo pasos detrás y los ignoro, si es Henry me llamará. La piel se me pone de gallina y Paul Mattaro no se va de mi cabeza. Mierda.
Un nudo se forma en mi garganta, haciendo que me cueste respirar y que mi pecho sienta presión. Hace tiempo no pensaba en Paul...
Hago mis manos puños para que se detenga el leve temblequeo en ellas mientras continúo caminando. Oigo un suspiro muy cerca mío y me invade un fuerte olor a cigarro. Respiro profundo y toman mi antebrazo con firmeza.
En una milésima de segundo, volteo con mi puño cerrado, directo a la cara de quien sea que me esté tocando, deseando muy en el fondo que mi puño impacte en la cara de algún Mattaro...
Apenas volteo, con mi puño delante de mi cara y mucho más rápido que mi vista, lo toman con solo una mano. Abro grande los ojos, impresionada por los reflejos de... el maldito Mattaro. Frunzo mi ceño y aunque todo mi cuerpo grita "sal de ahí", mis piernas flaquean sin reaccionar.
— Tranquila... — murmura con gestos suaves, parecidos a una sonrisa, y con su cigarrillo en la boca, logrando que todo mi cuerpo se tense — Venía a... devolverle esto — estira mi reloj con su otra mano.
Noto tatuajes escapando del cuello de la camisa y una barba algo creciente. Trago fuerte cuando no suelta mi mano. Miro el reloj de mi abuela en su mano y me paralizo. Un Mattaro tiene el reloj de mi abuela en sus manos, es raro que la imagen me paralice, lo sé; pero ese pequeño reloj es lo más importante que tengo, y el ver que un asqueroso Mattaro lo tiene, me hace poner nerviosa.
— Eh...
— Solo trate de no matar a nadie la próxima vez que la vea.
Miro sus relajados y algo cansados ojos y, son de un verde tan fuerte que... me hace pensar en un... paisaje.
Un campo quizás, con... el césped algo crecido y con un cielo sin casi ninguna nube. Un sol brillante justo arriba y un árbol para hacer sombra a alguien sentado. El paisaje perfecto para inspirarse...
Me doy cuenta que estuve unos segundos en silencio mirando sus ojos y me alarmo, levanto mis cejas y trato de que no note mi respiración agitada.
Tomo mi reloj y quito mi puño de su mano, lo suelta suavemente, no hay ni una pizca de nervios en todo su cuerpo.
Muerdo mi labio y sin poder quitar la vista de sus ojos verdes paisaje, me quedo expectante, ¿Dirá algo más? Él tampoco deja de mirar los míos ni intenta irse, mierda, ¿Qué digo?, ¿Acaso espera un gracias por separarme de Steve?
— ¿Crees que te debo algo, o algo por el estilo?
Genial. Yo y mi maldita boca.
— Con un gracias es más que suficiente — levanta una ceja, confundido, y comienza a evitar mi mirada, mira hacia mi derecha y yo miro de reojo, los muchachos que trabajan para los Mattaro están ahí.
Que bien.
Me pongo más en estado de alerta, tratando de oír todo lo que pasa a mi alrededor mientras hablo con el Mattaro.
Suelta el humo del cigarro, pero mueve su cabeza para no tirarlo a mi cara, noto que ruedo mis ojos y retengo un suspiro cuando me doy cuenta que ese gesto lo hace todavía más amable.
No puede ser real, es casi imposible que exista un Mattaro amable. Todos los Mattaro son una mierda, incapaces de empatizar, incapaces de querer, incapaces de amar...
— ¿Por quitarme de encima de ese imbécil?
Vuelve a mis ojos, me mira confuso, como si fuese la jodida primera vez que alguien le habla así en su vida... lo cual debe ser cierto. Frunce su ceño levemente y su mirada se pierde en mi cara por unos segundos, como si estuviese analizándome.
Sonrío cínica un poco, niego y trato de ponerme mi reloj otra vez, acción que obviamente no logro por mis temblorosas manos. Puede que no lo conozca, que nunca haya oído de él ni haya visto su cara; pero es un Mattaro.
Ellos arruinan todo a su paso.
Y estar cerca de los señores Mattaros me llena de rabia, me paraliza, me da ganas de gritar y de salir corriendo del lugar.
— Permítame — deja el cigarro en su boca y sin esperar una respuesta mía, toma mi reloj y estira mi muñeca más cerca de él, lo que me hace acercarme un poco — El hecho fue, que no le permití matar a ese imbécil.
Contengo las palabrotas y trato de formular una oración decente para decirle "No soy idiota. Siempre sé cuando detenerme... Maldito Mattaro".
Me quedo callada unos milisegundos, oliendo su perfume mezclado con olor a cigarro. Viendo su muy marcada mandíbula y notando sus pestañas muy largas... mierda, Melissa, ¿Podrías parar?
— No soy idiota. Siempre sé cuando detenerme... — vuelvo a morder mi labio rápido, porque de no hacerlo, sin dudas hubiese soltado el "Maldito Mattaro".
Porque mi ingenio, mi boca y yo, no tenemos una una buena relación... para nada.
— No parecía que iba a detenerse.
Mira mis ojos, serio, mientras aún sostiene mi muñeca en sus manos, que desprenden calor. No puedo evitar pensar que odiaría darle la razón en voz alta, pero quizás tiene razón. Si no me hubiese separado de Steven, probablemente no iba a detenerme.
Suelta mi muñeca y hace un gesto con la cabeza, despidiéndose.
— Es un lindo reloj, no lo descuide.
Miré mi muñeca y sus ojos.
— La veré pronto...
Dudo si saludarlo o no, y antes de decir algo o solo irme, ya está subiendo a su auto.
¿La veré pronto?, ¿Es eso un saludo o es algo que realmente pasará pronto?
— Por mi salud mental, espero que no — susurro mientras camino hacia mi auto.
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Mafe✨🌟💫🌷🌷
👏👏🤗
2020-10-12
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