— Synera —
El mundo cambió tantas veces que dejé de contarlas. Yo, en cambio, permanecí intacta: un eco sin dueño, una sombra arrastrada por los siglos. No tengo un lugar al cual pertenecer, ni un nombre que pese más que el silencio que me habita. Solo avanzo… porque detenerme sería aceptar que nunca debí existir.
Nuevamente, el tiempo se deslizó en silencio. Cinco siglos han pasado desde que inicié mi camino. El tiempo… ya no existe para mí.
No lo mido. No lo observo. Solo lo siento acumularse en mi pecho: pesado, helado, como una piedra que amenaza con arrastrarme al fondo.
Y, aun así… sigo.
Sigo porque no conozco otra forma de existir.
Sigo porque detenerme sería olvidarme de mí misma, aunque no sepa quién soy.
Hasta que… cometí un error.
Me confié.
Creí que lo tenía todo bajo control.
Creí que era intocable.
Creí que la eternidad me pertenecía.
Creí… que era poderosa.
Pero fui estúpida.
Y esa confianza… me devoró.
Un susurro en la oscuridad.
Un movimiento imperceptible.
Un instante que cambió todo.
No escuché la amenaza llegar.
No la vi aproximarse entre las sombras.
Y cuando lo hice… ya era tarde.
El aire se volvió pesado, cargado de un frío que no pertenecía al mundo.
La magia que siempre había fluido a mi alrededor… se quebró.
Un estremecimiento recorrió mis huesos.
Una sensación que no había sentido en siglos: vulnerabilidad.
Y entonces entendí… que incluso yo, creada para el servicio y la guerra, podía caer.
Que la eternidad no es un escudo.
Que la sombra también puede ser atrapada por la luz… o por la oscuridad que nunca vio venir.
Mi error no sería solo mío.
Tocaría todo lo que aún estaba vivo.
Todo lo que aún importaba.
Y la cuenta atrás… ya había comenzado.
Cegada por la arrogancia, olvidé que incluso el acero más afilado puede romperse.
Me enfrenté a un demonio.
No una bestia. No un monstruo salvaje.
Era astuta. Inteligente. Hermosa.
Una criatura forjada por este nuevo mundo, hecha de veneno y elegancia.
Ya no son como antes… los demonios han cambiado.
Evolucionaron.
Aprendieron a jugar con debilidades que ni siquiera sabía que tenía.
Ella me arrebató lo más valioso.
Mi báculo.
No era solo un arma.
Era mi ancla.
Mi vínculo con la magia directa de la Suprema.
Mi esencia.
Mi identidad.
Y cuando lo perdí… sentí cómo el mundo se partía en dos.
Mi magia permaneció, pero algo dentro de mí… sí se rompió.
Algo se quebró para siempre.
Ya no soy invencible.
Ya no soy lo que era.
Aquel descuido selló mi destino.
La demonio me entregó al Capitolio como si fuera una presa herida.
Humillada.
Rota.
Encerrada en una prisión diseñada para devorar lo que soy.
Un lugar donde la magia de las brujas se marchita, se disuelve, se muere.
Estaba indefensa.
Sin poder.
Sin voz.
Cien años.
Un siglo de dolor.
Me rompieron. Una y otra vez.
Sin pausa. Sin piedad.
No tengo alma… pero juro que lloré.
Grité en silencio hasta que mi garganta se secó.
Mi cuerpo resistía lo que mi mente ya no podía soportar.
Me odiaron por lo que era.
Por lo que representaba.
Y yo… yo también empecé a odiarme.
Me obligaron.
A luchar.
A matar.
A sobrevivir.
No por honor, no por voluntad.
Por instinto. Por odio.
Fui usada. Una vez más.
Odié a Aetherion.
La odié por hacerme así.
Por no advertirme. Por no salvarme.
Por haberme creado para sufrir.
Y aunque mi odio era personal… no podía odiarla del todo.
Ese era el castigo más cruel.
Pero el odio…
el odio que una vez fue suyo,
empezó a ser mío.
Latía con fuerza en mi pecho vacío.
Me sostuvo cuando nada más lo hacía.
No me quebré.
No del todo.
Escapé.
Sobreviví.
Pero algo se quedó entre esos muros.
Fragmentos de mí.
Pedazos que nunca volverán.
Olvidé cosas importantes:
mi nombre por un tiempo,
mi primer despertar,
mi propósito.
Todo se volvió neblina.
Gris.
Silenciosa.
Densa.
Y desde entonces…
cada paso que doy no me acerca a quien fui…
sino a lo que estoy destinada a ser.
A lo que debo convertirme.
Ya no soy la Synera de antes. Pero sigo aquí. Sigo siendo ella… y odiándome en lo más profundo de mi creación. Hay días en que no reconozco mi reflejo, pero sé que aún camino con su sombra sobre mi espalda.
La magia de Aetherion todavía fluye por mis venas, tenue como un eco, lejana como una plegaria olvidada. Ya no me permite alzar grandes hechizos, ni desgarrar el cielo como solía hacer. Pero me da lo justo para seguir en pie, para arrastrar mis pasos por este mundo que ya no me pertenece. Y eso, por ahora, es todo lo que tengo.
Logré escapar de aquella oscuridad que quiso devorarme por completo.
A lo largo de esos años de encierro, soledad y deambular entre ruinas y mentiras, algo comenzó a despertar en mí: curiosidad, hambre de libertad, deseo de comprender… de ser más.
Así, entre largas horas de estudio y los secretos más oscuros de la magia prohibida, aprendí a construir aquello que ninguna bruja debería poseer: un alma artificial.
Una que me permitiera caminar por este mundo con un propósito.
Fue un hechizo poderoso, imperfecto, efímero… una aberración.
Pero me otorgó lo que jamás había tenido: emociones. Sentimientos. Dolor.
Por primera vez soñé. Por primera vez sentí tristeza, esperanza, ternura.
Y entonces comprendí lo que siempre me había sido negado.
Lo que me arrancaron desde el principio.
Pero era solo una ilusión… una en la que me gusta creer.
Un alma construida con magia. Algo que, tarde o temprano, se desvanecerá, como todo lo que no es real.
Nada de esto me pertenece. Ni siquiera ahora.
Y, aun así… por primera vez, pude mirar al mundo y comprenderlo.
Pude mirarla a ella, a Aetherion, y no limitarme a obedecer… sino sentir.
Me volví más sola. Más vacía. Más consciente de mí misma, sí… pero aun así, sigo sola.
No hay nadie a quien pueda llamar amigo. Ningún hogar donde refugiarme. Ninguna historia que pueda reclamar como mía.
Soy solo una sombra errante en un mundo que ni siquiera nota mi existencia.
Si muero mañana… nadie lo sabrá. Nadie llorará por mí. Nadie recordará que alguna vez respiré.
Y, aun así, sigo adelante. Porque mi misión… es lo único que me queda.
Pero incluso esa luz, la última que me sostiene, comienza a titilar, a perder fuerza. El sentido se vuelve borroso, y el propósito se desgasta, se desvanece.
Hasta hoy.
Hoy, en la quietud del aire, percibí algo. Una energía antigua. Familiar. Como si el destino, cansado de esperar, finalmente hubiera vuelto su mirada hacia mí. Como si algo —o alguien— me llamara desde la oscuridad.
Quizás no todo esté perdido.
Quizás mi viaje… aún no ha terminado.
Tal vez… apenas esté comenzando.
Soy Synera. No soy humana. No soy bruja. No soy demonio. Soy apenas un eco de poder… una voluntad que desafía al mundo.
Pero no permitiré que este mundo me olvide. No dejaré que mi existencia se disuelva en el silencio.
Lucharé para reclamar un lugar que pueda llamar mío, para restaurar la magia y el tiempo que han sido rotos.
Y cuando llegue ese momento, cuando todo vuelva a su curso…
me fundiré con ella —con Aetherion— para convertirme en algo más que una sombra.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 44 Episodes
Comments