Los días en Velmont no eran normales. O, al menos, no lo eran para Elías.
Desde su llegada, no había visto ni un solo paciente cruzar las puertas del puesto de salud. Lo que sí había visto —y sentido— era otra cosa: una tensión constante, como si el aire mismo estuviera contaminado con algo invisible. Algo que lo observaba.
La doctora Soledad apenas hablaba. Solo se dirigía a él para tareas básicas: limpiar el consultorio, revisar el stock de medicamentos, ordenar expedientes viejos. No le explicaba nada, no daba contexto. Parecía moverse con la precisión de alguien que estaba cumpliendo una condena en lugar de ejercer su vocación.
Una tarde, mientras organizaba una caja polvorienta de papeles médicos, encontró un sobre con membrete del antiguo hospital. El sello estaba roto, como si alguien lo hubiera leído antes y luego se arrepintiera de haberlo hecho. Antes de que pudiera abrirlo, la voz de Soledad lo interrumpió desde la puerta:
—No leas eso aquí.
—¿Por qué? —preguntó Elías, sosteniéndolo entre los dedos.
—Porque hay cosas que es mejor conocer poco a poco. Velmont no es como otros lugares.
Le entregó otro sobre, más reciente.
—Toma. Esto te servirá más. Son registros de pacientes antiguos, pero aún puedes aprender algo del pueblo con ellos.
Elías tomó el sobre sin entender del todo. Al abrirlo, descubrió nombres, diagnósticos, observaciones... y un patrón: la mayoría de los pacientes habían sido internados por trastornos disociativos, delirios y alucinaciones visuales. Muchos eran adolescentes o adultos jóvenes. Casi todos desaparecieron sin dejar rastro.
Esa noche, Elías salió a caminar por el borde del pueblo. No había bares, plazas ni tiendas abiertas. Solo casas con persianas cerradas, faroles que parpadeaban y un silencio que casi dolía.
Fue ahí cuando lo vio por primera vez: un joven de unos trece o catorce años, sentado en un columpio oxidado que colgaba de un árbol muerto. Lo miraba fijamente, sin moverse.
—¿Hola? —saludó Elías.
El chico no respondió. Solo giró el columpio lentamente con el pie, haciendo crujir la cuerda. Tenía la cabeza ladeada, como si estudiara cada movimiento del médico.
—¿Estás perdido?
Silencio.
Entonces, una mujer mayor que barría frente a una casa cercana alzó la voz sin mirarlos:
—No le hable. Ese niño no habla. Y si lo hace… mejor que no lo escuche.
Elías volvió al puesto con un escalofrío que no supo explicar.
A las 3:11 a.m., despertó empapado en sudor. No sabía si había tenido una pesadilla, pero su corazón latía como si hubiera corrido kilómetros.
Volvió a escuchar los murmullos.
Venían del hospital.
Esta vez, no lo dudó.
Salió sin linterna, cruzó la calle y se acercó a la entrada principal. Cerrada, claro. Rodeó el edificio, pisando ramas húmedas hasta encontrar una puerta trasera. No recordaba haberla visto antes.
Estaba entreabierta.
Dentro, el olor era insoportable: humedad, óxido, algo más... como desinfectante vencido y carne podrida. Elías se tapó la nariz con la manga del abrigo y avanzó.
Las paredes estaban cubiertas de moho, pero algunas áreas parecían recientemente limpias. En el suelo, huellas mojadas iban en distintas direcciones. El pasillo se extendía hacia un quirófano con la puerta entornada. Y allí, en el centro de la sala, estaba.
Una camilla metálica.
Oxidada. Inclinada. Con correas colgando a los costados.
Encima, una carpeta.
Su nombre escrito en tinta roja:
MEDINA, ELÍAS — Paciente 12B — Fecha de ingreso: 13/04/1997
Elías retrocedió. No era posible. Ese no era su expediente. ¿Una broma? ¿Una coincidencia? Pero lo que lo paralizó no fue el nombre.
Fue la última línea escrita en la hoja:
“Paciente reincidente. Recuerda más de lo permitido.”
La luz parpadeó.
Y luego, todo se apagó.
Despertó en su cama. Otra vez.
El amanecer entraba débilmente por la ventana, y los ruidos del exterior eran los mismos de siempre: ninguno. Se sentó, intentando razonar lo sucedido. “Fue un sueño. Solo un sueño.”
Hasta que vio la carpeta.
Tirada al pie de su cama.
Mojada.
Real.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 27 Episodes
Comments