—¿Qué crees que haces? —
susurra una voz detrás de mí, provocando que diera un salto
—Nada, solo me pareció ver algo...
El temor de ser reprendida desapareció en un instante, limite el subir de mi comisura, no podía permitirme reír en una situación seria.
La imagen que tenía frente, no era lo que me esperaba.
La tosca y autoritaria figura de la mujer de hace unos instantes, había sido sustituida por la de un chico joven —como de unos veinte años— sin problemas, podía considerarlo como un hermano menor, aunque sus brillantes ojos verdes, no paraban de reprochar severamente mi actitud, casi podía considerarlo una ternura, aunque no sabía cómo explicarlo, su mirada tiene una fuerza particular, poco común para alguien de su edad.
El gafete sobre su bata resalta la leyenda «acceso ilimitado»
—¿Qué haces aquí?
—Perdona, solo busco el área de comedores.
Este chisto, claramente, no me había creído ni una sola palabra.
—Esta al final del pasillo, sala Oeste —dijo el chico con desinterés, dando un sorbo a su bebida
—Gracias —respondo desconcertada, tratando de suponer de qué lado estaría dicha sala
—Al final del pasillo a la izquierda —apresura el chico simplificando sus palabras con impaciencia
—Gracias, ¿sabes quién es el Sargento RSV0001587? —pregunto temiendo fastidiar
Para mi sorpresa, la mirada del chico se ilumino al escuchar el código.
—Sargento RSV0001587 —repite entre risas como si fuera el chiste más gracioso del mundo— Si, sé quién es ¿tú vas a ser su compañera? te va a fascinar, es el mejor de los instructores.
—En realidad, creo qué solo si paso la prueba. —comento avergonzada
El chico no podía contener la risa, no había tardado en captar el sarcasmo para nada camuflajeado en su comentario, terminó su bebida de un sorbo con una gran sonrisa en sus labios, tanto, que desapareció por completo su inicial mal humor.
—Sígueme, te llevó con él —indica encestando la lata en el contenedor de basura, se comportaba con mucha seguridad, parece tener ya un tiempo en el área
—Si señor —respondo recordando el respeto que debía tener a los superiores
Si gafete dice «acceso ilimitado» creo que eso, es suficiente para considerarlo más arriba de mi puesto actual.
Él chico alza una ceja al escucharme.
—Vansua, Silvestre Vansua.... —corrige
Su apellido me resultaba conocido, pero no podía recordar... «¿de dónde?»
—Carrie, mi nombre es Carrie Jones.
—Bueno, supongo que es un placer conocerte, Jones.
Atravesamos un par de multitudes, sin distracciones, aunque noto que las miradas nos siguen, llegamos a la sala oeste sin problemas.
—Muy bien, Jones. El proceso es sencillo.
Se aseguro que escuchara antes de continuar.
—En unas horas vas a tener que pasar una serie de pruebas para ver si continuas con el proceso de selección, la asignación esta encargada para vigilar a lo largo del trayecto. Él va a calificar tu desempeño en cada una de las pruebas y dará los resultados. Una vez calificados, los que hayan pasado la prueba entrarán en calidad de soldados y podrán continuar con el entrenamiento rutinario, el resto, serán regresados a sus hogares y no sé les permitirá intentarlo hasta el próximo reclutamiento —explica demostrando su conocimiento del tema— En este caso, tú asignación es el Sargento RSV0001587, las asignaciones dependen del nivel, rango y habilidades que poseas.
—Pareces saber mucho del tema, no me dijeron nada de eso al entrar —menciono echando algunas miradas curiosas alrededor, el comedor estaba a tan solo unos pasos
—No se menciona ninguna de las pruebas. Es para que todos tengan la misma oportunidad, tampoco puedo decirte cuáles son, eso me metería en muchos problemas con mi superior... solo diré que estaré al tanto de tus resultados, antes que nadie.
El chico se dirige al centro del área de comedores, volteando a su alrededor, mientras busca a alguien con la mirada.
—Ahí estas... —dice Silvestre para sí mismo, caminando hacia su objetivo
Las mesas estaban repletas de soldados, todos bromeaban entre ellos, sin importarles que sus pláticas fueran escuchadas por el resto; algunos saludan a Silvestre como si estuviesen impresionados de encontrarlo en ese lugar. Él corresponde a los saludos, muy animado, hasta el momento parecía ser la segunda persona más amable después de Bárbara, la chica del camión.
El chico «acceso ilimitado» se apresura, colándose hábilmente entre las mareas de gente, dejándome detrás, observando cómo se dirige a una de las mesas más apartadas de todo el comedor —en una esquina— llego sin adelantarme, permaneciendo a su lado.
En la mesa se encontraba una persona leyendo un libro, por alguna razón, apartado del resto de soldados del comedor, ajeno al escándalo que se había formado.
Silvestre se detiene enfrente de él.
—Planeta llamando a Rick.... Responde Rick —bromea dando un par de golpecitos a la mesa para llamar su atención
—¿Qué quieres? Estoy ocupado. —responde irritado, sin levantar la mirada del libro— No deberías estar en el área de pruebas, te recuerdo que aún estás en servicio.
—Que genio... —rezonga Silvestre— En un momento regreso al laboratorio, estoy tomando un descanso —se quejó Silvestre pasando por alto su actitud— Además, vengo a traerte un encargo, ella es Jones, tu asignación, la encontré merodeando en el área de pruebas.
Solo en ese momento, sus desinteresados y marrones ojos me miraron, de cabeza a pies, repitiendo el ritual como si algo en él no le cuadrara, aún no decía nada, pero se veía claramente decepcionado de lo que veía.
—¿Ella?... —una sonrisa forzada se formó en sus labios— ¿Estás bromeando, verdad? Eso fue muy pesado, hasta para ti.
Su mirada regresa nuevamente a la lectura.
—No seas grosero Rick, Jones está muy emocionada por la oportunidad, se amable... —regaña Silvestre bajando el libro hasta que tocó la mesa
—¿Y desde cuándo te han importado los de nuevo reclutamiento? —cuestiona marcando la página, luego, sin disimular ni un gramo de su molestia, entrelaza los dedos, reposando las manos sobre el libro y fijando la mirada en el chico y luego, en la mía
—Digamos que ya tengo mis probabilidades de la situación... —susurra Silvestre y hace una seña con la mano como si sostuviera un gran fajo de billetes
—Eso imagine, no prometo nada. —bufa el Sargento
—Los números no mienten —finaliza Silvestre cantando un poco sus palabras, dándome una última palmada como si no acabará de escuchar que aposto sobre mis resultados— Suerte, probablemente nos veamos pronto.
Silvestre finalmente se despide, regresando a su área, dejándome frente al Sargento con un silencio incómodo que rápidamente se apodero de la atmósfera, por lo que tuve que tomar la iniciativa.
—Carrie Jones Bayer, es un placer conocerlo Sargento —estrecho la mano amistosamente, pero él no la toma, solo la mira
—¿Puedo sentarme? —pregunto aún más incomoda con la situación
—¿Necesitas que te ordene cuando hacerlo?
«Oh, Vaya...»
Era un tipo difícil, solo le había bastado un minuto para decidir que no le agradaba.
Me siento frente a él, observándolo, obligando a cada fibra de mi cuerpo a no dejarme llevar por las primeras impresiones, no me agradaba la actitud del Sargento, eso lo sé, pero tampoco me daba la impresión de qué su actitud fuera algo exclusivo mío: solo era estricto y muy malhumorado.
Aún así, ya daba por perdida esa apuesta.
Resultaba casi imposible, por no omitir casi, que superara las pruebas con un inspector como él, su temple me lo decía a gritos, me descartaría al primer error que cometiera.
Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, segundos que decidí utilizar para llamar nuevamente su atención.
Esbozo una sonrisa de cortesía, pero él solo regresó a su lectura, descartando nuevamente mi presencia.
—Entonces eres Rick... —comento tratando de entablar una conversación
El sargento cierra su libro, suspirando profundamente, para luego pintar una fresca sonrisa en los labios.
—Sargento Rick Vansua.... Bienvenida a la SSMH soldado, yo seré su supervisor y tengo como obligación medir su desempeño durante la prueba, no será un picnic, así que le sugiero alimentarte cómo es debido y pensar con exactitud como logrará pasar con excelencia, si no tiene ni la mínima experiencia necesaria para ello
Prosigue con indiferencia, no parece si quiera pensar que tendré una oportunidad.
—Por consiguiente, trate de no compensar su ineptitud con esa actitud ridícula que mantiene desde que nos presentaron. No estamos en un jardín de niños, no venimos a ser amigos, venimos a prepararnos para la guerra y si no puede entender eso... agradecería que tomé sus pertenencias y regresé al mundo de hadas del que la hayan sacado.
«Hijo de puta...»
Es personal, definitivamente esto es personal.
—Auch... ¿siempre es hiriente? o simplemente no le agradó —indago herida por la fría bienvenida
—No tienes por qué agradarme, no sé por qué te asignaron conmigo.
Recalca dejando notar el origen de su molestia.
—Supongo, que tiene un nivel mayor que el resto de los reclutas. Así qué, lo único que debe interesarle es pasar las pruebas, no llevarla bien...porque te recuerdo, soy tu superior. Y soy estricto, así que no espere que regalé el puntaje. —finaliza dando un bocado a su manzana, antes de continuar— Estos comentarios los va a escuchar todo el tiempo, así qué, si siente que no está emocionalmente estable para recibir críticas, ni malos tratos, ¿le presento la salida?
«Respira, Carrie. Por el amor de dios, respira profundamente»
Es tu superior, no puedes hacer nada.
—Si, señor. —finalizo levantándome de la mesa, necesito algo de come, necesito alejarme de él
Con el cerebro aún en shock, seguía sin comprender lo que acababa de pasar, nunca, nunca me habían tratado tan mal en la vida, «¿¡que le sucede, tiene mi edad, es igual de joven y así se atreve a criticarme por cada uno de mis movimientos?!»
Solo un milagro me ayudaría a pasar las pruebas con un supervisor como él.
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