La carrera de los aspirantes había terminado y con ella la hospitalidad de los hermanos.
Regresamos nuevamente al campo donde las filas de rostros orgullosos se desfilaban, cada uno detrás de su auditor, frente de todos ellos, la misma teniente gruñona recolectando los resultados de las pruebas.
Con el nerviosismo aun en flor de piel, permanecía en espera de la decisión final.
Habían sido días de emociones intensas, y aunque el corazón aún me dolía, no podía permitirme caer. Tenía que levantarme, seguir adelante y no rendirme, especialmente ahora que estaba a punto de finalizar un proyecto de años, el esfuerzo de muchas personas, el legado de Jena.
Era difícil de asimilar, pero así era, lo había conseguido, una enorme sonrisa apareció al instante en mis labios, sentía la tensión que se había formado en mi rostro, el sudor y temblor de mis manos. Aunque del Sargento no daba señales de vida, con temple de piedra observaba los apuntes que acababa de realizar en el reporte, en espera de la pregunta final, de la decisión que tomaría sobre mí.
Uno, dos, tres, diez, quince, y más, los reclutados daban media vuelta de regreso al recinto, la teniente me miraba de arriba a abajo, rememorando la misma decepción que había demostrado al verme por primera vez.
—¿Y bien, Sargento? —dijo a secas, cargando las palabras desde dentro antes de expulsarlas
—El resultado fue satisfactorio, más de lo esperado, la novata Jones ha superado las expectativas de la prueba.
La teniente no parecía creer las palabras que salían del Sargento Vansua, su boca se revelaba contra ella —torciéndose y apretujándose— a cada palabra, incapaz de contradecir alguna de esas anotaciones y a nada de tener que dar el visto bueno, con el sello rozando el reporte, con mis expectativas casi aseguradas, algo dentro de mi quería gritar, llorar, reír, estaba a unos simples pasos de conseguir el avance que, por tantos años, y muchos intentos, nadie había logrado.
—Aun así, no es suficiente. —la emoción fue cortada de tajo
—¿Que? —en ese momento, la teniente y yo habíamos olvidado las formalidades del régimen
—El resultado fue mejor, después de todo, consiguió terminar la prueba en tiempo récord. Aun así, siento que Jones necesita más que un buen tiempo, necesita habilidades, aprender a seguir órdenes y puede trabajar en ello, pero no será aquí, ni ahora.
—Disculpe la intromisión, Sargento. En el reporte menciona un desempeño de excelencia, ha terminado la prueba como los demás, incluso llego antes al objetivo, indica que auxilio y resolvió los conflictos que se presentaron en el camino y es un, ¿no?
Ahora era mi propio rostro el que se rebelaba contra mí, se retorcía y contorsionaba, al borde del colapso «¡No podía creerlo!» tanto esfuerzo para nada, «¡Le había salvado la vida!» «¿fue por el desmayo?» «¿por lo de Jena?» no encontraba ni una sola respuesta que justificara lo que acababa de pasar, el continuaba explicándose con una tranquilidad que mataba, la teniente tampoco parecía entenderlo, a pesar de no agradarle, la decisión seguía pareciéndole injusta, lo sabía por su tono, pero algo me decía, que ni siquiera ella podía intervenir en la decisión final, después de todo el Sargento tenía más influencia de la que ella o yo tendríamos en la vida.
Quería vomitar.
De repente el peso de mi cuerpo ya era demasiado. Las piernas temblaban, se doblaban debajo mío y para cuando me di cuenta, estaba nuevamente en el sueño, observando los rostros de la teniente y el Sargento Vansua desvanecerse, desaparecer en la misma oscuridad que me había consumido en ese horrible bosque.
—Lo observa Teniente, es demasiado inestable. —expreso Rick regresando a su papel de superior, para rematar la escena, una reacción desproporcionada como si yo no acabara de presenciar la muerte misma
El actuar del hermano científico, el reaccionar de los acostumbrados a matar y callar.
La teniente doblo mi expediente y yo cerré los ojos.
Todo había terminado.
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