Capítulo 1: El día en que todo comenzó

«12 de noviembre del 2000»

Esta tan oscuro que apretó los ojos, los froto tantas veces, quiero, necesito verlo... pero ni siquiera así puedo distinguir nada... solo deslumbro... su esbelta figura, la comisura que se eleva en su brillante y macabra sonrisa...

Ahogo un grito, mis manos están tan rojas, pero se lo que pasara si no me quedo callada. Lo que sucederá si me aventuro sin un arma en mano, no soy fuerte —mis piernas tiemblan— se doblan cual cervatillo recién nacido, nunca, en serio nunca... había creído que esto sucedería, no a ti.

«Lo siento...»

El lamento que me acompañara para toda la vida.

La siniestra sombra viste uno de esos uniformes de los que tanto me advertiste, papá. Son más aterradores que en las historias, sigo oculta de ellos —justo como me enseñaste— hasta que por fin desaparece, hasta que me permite acercarme... ya no hay nada que hacer, los dos lo sabemos muy bien.

Tu mano aún esta cálida, al igual que mis lágrimas, ese llanto incontrolable que provoca tú última sonrisa, esa expresión realista, ambos sabíamos que esto pasaría... no importa si es en este frio pavimento, en la brillante ciudad o en la batalla más honorable...

Nadie escuchara nuestros lamentos... 

Nadie vera nuestro sufrimiento...

Así es vivir en la oscuridad...

«Gracias a dios, es solo una pesadilla»

En un abrir de ojos regreso a la realidad.

«Washington, al parecer no he logrado olvidarte» los recurrentes y para nada tranquilizantes sueños son un buen recordatorio de ello.

El equipaje ha conseguido dormirme las piernas y eso que aún tengo un largo camino por delante; por algo, las organizaciones están tan guardadas de la civilización, siempre construidas en medio de la nada.

Me imagino el conflicto que se provocaría, si un cuartel con miles de soldados con poderes estuviera a la vista de todo el mundo.

Lo sé, sé qué puede ser intimidante.

Por lo que, no me sorprendería que me coloquen un saco en la cabeza, para que no memorice la ruta, en fin, tampoco puedo negar que me emociona la idea, no la del saco, sino la de ver a la mismísima SSMH con mis propios ojos.

No es fácil ser aceptado y no es por presumir, pero yo lo he conseguido.

Hasta mi dialogo interno se siente realizado de haberlo conseguido. 

Las sirenas de las patrullas me sacan de la ilusión, dentro de ellas, se ven claramente varias personas -esposadas y custodiadas- al parecer otra protesta más, hay cosas que no cambian, no importa cuánto pasen los años. 

 «Bienvenida al mundo del caos»

 La mejor descripción grafica, de lo qué sé había convertido la vida en los últimos años. 

Me resulta curioso lo contagioso que puede resultar el pesimismo en estas situaciones, estoy segura, qué no es algo que diría alguien en sus apenas veinte y tantos «¿pero que puedo decir?» desgraciadamente los tiempos se han tornado bastante oscuros para nosotros «los fenómenos» vaya, triste y miserable existencia...

«Mi bellísimo país, tranquilo, aún queda un puñado que en verdad queremos verte en paz...» 

Calles llenas del energético y atareado aire matutino, disfrazando casi a la perfección ese filoso peligro al que nos enfrentamos los escondidos «¿En qué momento cambiaron las cosas?» supongo que esa, solo será una de las muchas preguntas sin respuesta, no importa, disfruto encontrarlas, aún no ha aparecido alguna que no consiga responder por mis manos.

El aire se siente nostálgico, impregnado de tantas cosas familiares... de momentos tan personales «Bueno, Carrie. Que te andas saliendo de línea, este no es momento de deprimirse, no has venido de vacaciones, eso lo sabes muy bien» en fin, despabilo la pegajosa nostalgia que reposaba sobre mí, es hora de enfocar la mente, después de todo, esas respuestas no llegaran solas y las preparaciones no se realizan sin un poco de esfuerzo.

Las puertas del nuevo transporte me esperan, junto con varios ojos inspeccionando de pies a cabeza, lo sé, no soy la imagen que nadie se esperaría de un soldado, soy consciente de ello, aunque es mejor, porque en el fondo sé qué... 

 «Soy mucho más de lo que ellos esperan»

Y el sentimiento es mutuo

Las palabras se quedan cortas, desconocía el lugar al que me dirigía, no era que negará el trabajo que me había costado investigar sobre ello, pero el papel siempre quedaba corto de la realidad.  

El autobús se tambalea bruscamente al cruzar por el camino, en medio de la nada, la mejor descripción posible para el lugar al que todos nos dirigíamos. Admito que no es cómodo estar golpeándose contra los asientos mientras intento comprender las imágenes que pasan por mis ojos, pero me siento aliviada de encontrarme al fin en este lugar.

Los árboles se elevaban hasta tocar el cielo, los veo —de raíz a copa— y sigo preguntándome «¿en qué parte de todo ese espectáculo se encontrará la base?» a pesar de eso, sigue siendo muy hermoso, espeso y enigmático, dando esa indescriptible sensación de pasar una y otra vez por el mismo sitio, el mismo pasar de escena por horas. 

«Magnifico»

En la vida había presenciado algo parecido.

No se tienen demasiadas zonas cómo está en Illinois, a decir verdad, no existe nada comparable, además de rascacielos y la indomable selva de concreto, llena de gente que siempre parece estar ocupada e hipnotizada por la sinfonía de cláxones de cada mañana.

El recuerdo es sustituido sutilmente por el olor de la humedad y madera, tierra fresca, inundando en cuestión de segundos el aire, tan agradable.

Dentro, se podía sentir la emoción de la primera vez del resto de novatos, ese cosquilleo que te revuelve el estómago, esa tonta sonrisa que no se borra fácilmente de la boca.  Después de todo, éramos personas listas para los retos, y vaya que el reto era grande, a unas cuantas millas nos esperaba una de las mejores milicias de los estados unidos o al menos, la mejor para personas como nosotros, por no decir la única en su especie, en la que pudieras unirte sin preocuparte por los inconvenientes que traen los poderes.

Al pensarlo detenidamente, la situación resultaba bastante irónica, el gobierno reprimía a la población con habilidades por ser peligrosas y el mismo gobierno creaba a la SSMH para utilizarlos para proteger al estado. 

Bueno, el chiste se cuenta solo, el ser humano actuando como un ser humano, temiendo a lo que no puede controlar, a pesar de eso, la mayoría se adaptaba perfectamente a ese estilo de vida, en las sombras, camuflajeados como ciudadanos comunes y corrientes, muriendo en guerras en las que tampoco eran percibidos como iguales.

Por alguna extraña razón, la delicadeza de nuestra condición parece causar que todos nos volvamos un poco más perceptivos, como la madre que sabe lo que le pasa a su hijo sin que este lo sepa, nadie había afirmado su poder en voz alta, pero «sabía que así era y ellos sabían que sabía que así era», confuso, pero al final de cuentas una realidad, solo un tonto se uniría a una división poderes sin tener si quiera uno de ellos.

Aun así, había algo que importaba más que las habilidades, eso eran, por supuesto, las reglas.

Como toda institución, la SSMH las tenía muy claras; la primera de ellas, tener habilidades o poderes fuera de la media o altos, el último siendo un requisito esencial para la unidad de fuerzas especiales, y vaya que ser aceptado en esta, era la mejor de las hazañas.

La segunda era la más sencilla y temida de todas, una vez dentro no hay salida, no existen arrepentimientos, ni cuestiones personales, ni el repentino temor a morir en batalla, sin excepciones, una estadía indefinida a menos que se te indique lo contrario.

Ignorando ciertas partes, como el repentino miedo a morir, la sola idea era estupenda «¿quién podía negarse a una residencia con todos los gastos pagados?» estaba claro que en mi condición actual me caía como anillo al dedo, la verdad es que a pesar de haber vivido en Washington una gran parte de mi vida, no tenía absolutamente nada, ni siquiera un trabajo, no me encontraba en posición de regresar a Illinois, ni siquiera como una vil turista, ya había perdido lo que me ataba años atrás. 

—¿Disfrutas del paisaje? —pregunta una chica de sonrisa amistosa, extendiendo rápidamente su mano

La miré y correspondí al saludo con una gran sonrisa.

—Soy Bárbara Brown —se presenta tomando asiento a mi lado, tratando de ocultar lo desaliñado de su uniforme

—Carrie Jones y si, disfruto del paisaje, es fantástico —respondo sin poder evitar contagiarme de su felicidad, no siempre se tenía el placer de conocer a alguien tan amigable

—¡Vaya! sí debes ser una amante de la naturaleza, yo solo regresé por el hospedaje y las comidas gratis —bromea Bárbara con un juguetón codazo— ¿Tú porque llegaste aquí?

—¿Yo? supongo... que solamente no tenía a donde ir, era eso o la calle.

—Sí que eres positiva. —responde comprensiva, a pesar de la imagen ruda que aparenta— Tranquila, la mayoría que vino aquí está en las mismas, sino es que peores.

—¿Eres de nuevo reclutamiento? —indago temiendo a ofender, la verdad, es que me resultaba difícil adivinar su edad

—¡Que considerada! Claro que no, solo no tenía otra forma de llegar aquí, solo los riquillos tienen transporte privado para llegar por su cuenta... ¡nosotros los mortales, tomamos el autobús! —expresa divertida, su mirada se perdió por un momento, como si intentara recordar algo— Tengo como cuatro años aquí, si no me equivoco. Puedo decir muy bien, que ya estoy acostumbrada a esto, pero tú, ¡bueno, vaya que lo vas a sufrir! los primeros días son los peores.

—¿Como que los peores? —repito deseando que fuera otra broma

—¿Has estado en la armada? ¿la marina? O qué sé yo, ¿en servicio?—pregunta Bárbara dando un gran sorbo de agua de su cantimplora

—No, no y no. Jamás he tenido la oportunidad. —respondo encogiéndome de hombros

Bárbara suelta un gran escupitajo, la mejor descripción para lo que pensaba.

—¡¿Y cómo pasaste la prueba de aptitudes?! ¡¿Si no tienes experiencia?! —dice sorprendida, parecía dudar de la veracidad de mis palabras

—Hice una prueba y he hecho el servicio... —respondo empezando a preocuparme por la situación

—Todos lo hemos hecho, pero no había escuchado que alguien fuera aceptado de esa forma, a menos que... —expresa tratando de encontrar la lógica— Ah, perdona. 

—¿Perdonar qué? —repito extrañada de su repentina disculpa

—Debo de estar enfrente de un Rango A —responde como si me hubiera faltado al respeto

—¡Rango A! No para nada, soy Sub de hecho —corregí aún más sorprendida que ella, en la vida me habían confundido con un rango superior

«Sub» era el intermedio entre las personas con poderes normales y las fuertes

Los grados o rangos A: eran las personas con las estadísticas más altas de peligrosidad, únicas, prodigios, los dioses como decía mi padre.

Aunque lo deseara, nunca formaré parte de ese grupo, mis habilidades no superaban el nivel 7, era alto, pero no lo suficiente para ser considerada algún día un Rango A.

—Uff, que alivio me da que me digas eso, pero aun así ¡Mírate! ¡Sub es un rango muy bueno! —celebra Bárbara dándome otras palmaditas amistosas, agradecí que así fuera, porque si sus palmadas amistosas robaban el aire, no quería imaginar como sería en batalla

El autobús se detuvo de repente, Bárbara puso su mano en el asiento delantero deteniendo el brusco movimiento de su cuerpo, en cambio yo, tontamente acababa de conseguir mi primer golpe antes de llegar siquiera al campo de batalla, un terrible dolor en la nariz se unía a mis preocupaciones habituales.

—Baja novata y limpia esa sangre...no querrás verte como la más débil del grupo, o te comerán viva, ¡suerte, espero verte luego! —aconseja Bárbara siguiendo a uno de los uniformados, lo saludo eufórica y desapareció entre la multitud

—¡Dos filas en el centro del campo! ¡Mujeres de izquierda! ¡Hombres a la derecha! ¡Muévase, no querrán que lo repita! —ordena una voz a gritos, muy intimidante, sin dejarme tiempo de asimilar nada

Bajo rápidamente del autobús detrás del grupo, todos parecen conocer la rutina, a buen ritmo y sin chistar, se organizan en secciones, es imposible disimular mi falta de experiencia frente a ellos, esquivando pisadas, apenas consiguiendo formarme en el primer espacio vacío que tuve la vista. 

 Era difícil distinguir la fila de hombres de la de mujeres, ese uniforme hacía que todos nos viéramos exactamente iguales, era asfixiante, más estresante de lo que había imaginado, por lo menos en el campo éramos cuatrocientas personas «¡vaya!» todos son novatos, no sé cómo voy a resaltar entre tantos, a simple vista, parecen mucho mejor preparados que yo, no sé por cuanto tiempo consiga mantener la confianza dentro de mi cuerpo.

El campo es enorme, una explanada de varias millas a la redonda, sin vegetación, solo un enorme espacio vacío rodeado por la espesa maleza del bosque, hacia el contraste con el resto del terreno «¿Cómo podían tener un terreno al aire libre de esa forma en un lugar secreto?» cómo si formara parte de la respuesta, un ave se eleva de uno de los árboles, pero al entrar en la visibilidad de la zona del campo, desapareció como por arte de magia. ahora lo sabía, debían tener alguna especie de campo que los ocultaba del exterior...

 «¿Cómo era posible?» 

No lo sé, no soy tan lista como para responderme eso.

—Sorprendente... —nunca había visto algo parecido «¿de dónde sacan esa tecnología?»

—Nombre completo, edad, poderes, rango y Nivel. —ordeno alguien tomándome por sorpresa

—Carrie Jones Bayer, veintitrés años, Cambio de forma en animales, rango Superior, nivel siete—recite tratando de disimular la falta de atención

La facción robusta de la mujer se torció en una fea mueca, esas expresiones que normalmente intentarías disimular, al no agradar alguien, a ella no le importaba eso. 

—Sus documentos dicen que no tiene la suficiente experiencia, pero su control de su habilidad es extraordinario —dicta la mujer con voz neutra, pero fuerte

—Gracias.

—No es un cumplido. Eso es una basura en el campo de batalla, sin conocimientos en defensa personal, está muerta —replica la mujer escupiendo un poco mientras hablaba

—Ah, ya veo... —respondo sin quejas, «¿qué podía decir?» aunque no me gustará la respuesta sabía que tenía razón

—¡SI SEÑORA! ¡SI SEÑOR! —corrige la mujer recordándome de una manera poco sutil, la manera en la que debería responder a partir de ahora

—¡Si señora! —respondo reconsiderando mi fantástica idea de unirme al ejército

—A partir de ahora estas a cargo del Sargento RSV0001587, si superas la prueba, te quedas, si no, te largas. Reporta en los comedores y espera instrucciones. ¡Camine, soldado Jones! —impone la mujer clavando un gafete con código a mi uniforme, casi pude sentir el alfiler atravesando mi pecho, no hubo replicas, pues había desaparecido al final del intercambio 

«¡Y por supuesto, que la sonrisa que traía en el camino desapareció!» acababa de ser devorada por la acidez de la disciplina, por el carácter fuerte que caracterizaba a cualquier colaborador de gobierno. Esos puestos en verdad le succionaban el alma a cualquiera, solo se necesitaba ver el contraste que existía entre la inocente camaradería de los primerizos y la tosca personalidad de los mayores.

Al parecer, las cosas no serían tan sencillas como imaginaba. 

La mujer se perdió al instante, en menos de nada, dando un par de zancadas, como si hablar conmigo fuera una pérdida de tiempo «Supongo que tendré que acostumbrarme» dejando lo personal de lado, de qué serviría estar en este lugar, si no eres capaz de soportar un par de gritos, sé que en la batalla nadie será amable, pero que digo, no me gusta que me traten como tapete.

Continuo, hacia la primera entrada visible de la base, dejándome guiar por el mar de gente que entraba al complejo.

Los imponentes techos de la base te hacen sentir insignificante, no importaba la cantidad de historias que escuches sobre ello, era algo que se debía experimentar por cuenta propia.

Es simplemente inexplicable la sensación qué da estar en el sitio, ver a los uniformados con armas largas, el unísono de las botas que resuena como tambores por el pasillo; la cantidad exagerada de científicos de blancas e impecables batas y por supuesto, los recintos de domos iluminados. 

Era imposible ignorar la curiosidad que despertaba, era muy diferente a las bases habituales de las que había escuchado, aunque, no podía esperar menos de un lugar lleno de personas con habilidades extraordinarias, en condiciones catastróficas, supongo que las estructuras tradicionales simplemente se desplomaron.  

Pasó de puntillas por los recintos de entrenamiento —ahogo la emoción— tratando de no permanecer demasiado tiempo en un solo sitio, no quiero recibir más reprimendas, no me gustaría que crean que soy un problema.

Algunas de las salas tenían códigos o la leyenda «acceso restringido» las habitaciones parecían clínicas bastante equipadas, pero no sabía mucho del tema como para opinar al respecto, solo podía curiosear desde las ventanas.

Continue con el paseo, hasta que una de las salas me llamo la atención. 

Me acerqué comprobando que nadie me veía, me dispuse a leer la placa metálica de la entrada.

«Área de pruebas»

Leo, intentando pensar en lo que se haría en ese laboratorio

Capítulos
1 Prólogo
2 Capítulo 1: El día en que todo comenzó
3 Capítulo 2: El joven científico
4 Capítulo 3: Supervisor estrella
5 Capítulo 4: Misterios del bosque
6 Capítulo 5: ¿Te gustan las rosas?
7 Capítulo 6: ¡¿El Sargento tiene miedo?!
8 Capítulo 7: Mi nombre es Carrie Jones
9 Capítulo 8: Carta de Jena McCarthy
10 Capítulo 9: ¿Misión cumplida?
11 Capítulo 10: Nueva oportunidad parte I
12 Capítulo 11: Nueva oportunidad parte II
13 Capítulo 12: De vuelta en la acción
14 Capítulo 13: De vuelta en la acción II
15 Capitulo 14: Días de café
16 Capítulo 15: De vuelta en la acción III
17 Capítulo 16: De vuelta en la acción IV
18 Capítulo 17: Phil Davids
19 Capítulo 18: Investigar desde las sombras
20 Capítulo 19: La hipótesis del sandwich
21 Capítulo 20: Investigar desde las sombras II
22 Capítulo 21: Investigar desde las sombras III
23 Capítulo 22: Llámame Shadow
24 Capítulo 23: Doble A
25 Capítulo 24: La vida no es un cómic
26 Capítulo 25: Danza mortal
27 Capítulo 26: Lenin Fischer
28 Capítulo 27: Lenin Fischer II
29 Capítulo 28: Un viejo amigo, que también es un buen consejero.
30 Capítulo 29: Encuentro inesperado
31 Capítulo 30: ¿Qué recuerdo de papá?
32 Capítulo 31: No bajes la guardia
33 Capítulo 32: ¿No confías en mí?
34 Capítulo 33: ¡Hoy es el dia!
35 Capítulo 34: Oh, Lenin. No puedo decirlo, sino dejara de ser un secreto.
36 Capítulo 35: Hola, Dr. Phil Davids.
37 Capítulo 36: Silvestre Vansua
38 Capítulo 37: Silvestre Vansua II
39 Capítulo 38: Silvestre Vansua III
40 Capítulo 39: Silvestre Vansua IV
41 Capítulo 40: Silvestre Vansua V
42 Capítulo 41: La verdad duele
43 Capítulo 42: Juega su juego
44 Capítulo 43: Gracias, Jena.
45 Capítulo 44: Solo un chico enamorado
46 Capítulo 45: Nos volvemos a encontrar
47 Capítulo 46: Frente a frente
48 Capítulo 47: ¿Bárbara?
49 Capítulo 48: Vecinos
Capítulos

Updated 49 Episodes

1
Prólogo
2
Capítulo 1: El día en que todo comenzó
3
Capítulo 2: El joven científico
4
Capítulo 3: Supervisor estrella
5
Capítulo 4: Misterios del bosque
6
Capítulo 5: ¿Te gustan las rosas?
7
Capítulo 6: ¡¿El Sargento tiene miedo?!
8
Capítulo 7: Mi nombre es Carrie Jones
9
Capítulo 8: Carta de Jena McCarthy
10
Capítulo 9: ¿Misión cumplida?
11
Capítulo 10: Nueva oportunidad parte I
12
Capítulo 11: Nueva oportunidad parte II
13
Capítulo 12: De vuelta en la acción
14
Capítulo 13: De vuelta en la acción II
15
Capitulo 14: Días de café
16
Capítulo 15: De vuelta en la acción III
17
Capítulo 16: De vuelta en la acción IV
18
Capítulo 17: Phil Davids
19
Capítulo 18: Investigar desde las sombras
20
Capítulo 19: La hipótesis del sandwich
21
Capítulo 20: Investigar desde las sombras II
22
Capítulo 21: Investigar desde las sombras III
23
Capítulo 22: Llámame Shadow
24
Capítulo 23: Doble A
25
Capítulo 24: La vida no es un cómic
26
Capítulo 25: Danza mortal
27
Capítulo 26: Lenin Fischer
28
Capítulo 27: Lenin Fischer II
29
Capítulo 28: Un viejo amigo, que también es un buen consejero.
30
Capítulo 29: Encuentro inesperado
31
Capítulo 30: ¿Qué recuerdo de papá?
32
Capítulo 31: No bajes la guardia
33
Capítulo 32: ¿No confías en mí?
34
Capítulo 33: ¡Hoy es el dia!
35
Capítulo 34: Oh, Lenin. No puedo decirlo, sino dejara de ser un secreto.
36
Capítulo 35: Hola, Dr. Phil Davids.
37
Capítulo 36: Silvestre Vansua
38
Capítulo 37: Silvestre Vansua II
39
Capítulo 38: Silvestre Vansua III
40
Capítulo 39: Silvestre Vansua IV
41
Capítulo 40: Silvestre Vansua V
42
Capítulo 41: La verdad duele
43
Capítulo 42: Juega su juego
44
Capítulo 43: Gracias, Jena.
45
Capítulo 44: Solo un chico enamorado
46
Capítulo 45: Nos volvemos a encontrar
47
Capítulo 46: Frente a frente
48
Capítulo 47: ¿Bárbara?
49
Capítulo 48: Vecinos

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