Tormenta en el palacio.

El rugido de la tormenta aún resonaba en los muros del palacio, pero no era nada comparado con la furia de Khalil.

El rey caminaba de un lado a otro en el gran salón, sus manos apretadas en puños, su pecho subiendo y bajando con respiraciones pesadas. Sus consejeros lo observaban en silencio, sin atreverse a interrumpir su furia.

—¡Mi hija ha sido atacada en las calles de mi propia nación! —bramó, golpeando la mesa con el puño—. ¿Es que mi pueblo se ha vuelto loco?

Nadie respondió. ¿Qué podían decir? Mariana, había sido apedreada como una criminal. Era un insulto no solo para la familia real, sino para el mismo Khalil.

Malek, que había permanecido en silencio hasta ahora, habló con frialdad.

—Los rumores la han condenado antes de que pudiera defenderse. Nasser la devolvió la gente cree que ha cometido un pecado imperdonable.

—¡Nasser! —escupió Khalil el nombre con desprecio. – Acepte que me devolvieran a mi hija solo para protegerla de esos animales.

Su furia era tan feroz que los sirvientes evitaban entrar a la sala.

—Debemos hacer algo, padre —dijo Jalil con firmeza—. Si permitimos que esto continúe, Mariana nunca podrá caminar con la cabeza en alto otra vez.

El rey respiró hondo, tratando de controlar su ira.

—Convocaré al consejo. Y quiero a los culpables de llevar semejante acto acabo en la carcel de inmediato. Tendrá que dar explicaciones y serán castigados. Serán azotados en el mismo lugar donde agredieron a mi hija. En sus años como rey nunca había aplicado semejante castigo, pero lo que le habían hecho a Mariana no tenía perdón.

La decisión estaba tomada. No permitiría que la deshonra cayera sobre su hija, y mucho menos que su pueblo creyera que podían desafiar a la familia real sin consecuencias.

— Mucho me temo, que esta es la oportunidad perfecta de sus enemigos para golpearlo a usted, como su consejero es mi deber advertirle que incluso su imagen está siendo arrastrada por este escándalo. Al no dar la espalda a sus hijos en cierta forma el pueblo cree que usted aprueba su mal proceder.

— No voy a repudiar a mi hija, porque fue mi decisión aceptar que sea devuelta. Repudiarla sería aceptar que es culpable.

— Es mi consejo que de momento nadie de la familia vuelva a aparecer públicamente exclamó otro consejero. – Podría enviar a la Princesa al extranjero.

—¿ Exilio?, murmuró Amira.– Khalil negó con la cabeza jamás condenaria a su hija al exilio.

— Otra posibilidad es casar a la princesa, un matrimonio político. Tal vez alguno de los príncipes de la región. –Amira miró a Khalil.

Omar irrumpio en la sala. Las imágenes de la agresión a Mariana estaban en todos los canales de noticias.— Mi señor, la tienen exclamó Omar tendiéndole el teléfono.

— Póngala al teléfono bramo Khalil.

— ¡Papá!, exclamó Rosse.

— ¡Papá!, tu hipocresía me deja asombrado, tú ganas Rosse. Pero ten presente que el camino que has tomado no tiene retorno, aquí no regresas exclamó Khalil.— Le entregó el teléfono a Omar, diles que la liberen, dejala sin protección, a partir de hoy esta no es su familia.

Amira miró sorprendido a su esposo.— ¿Como puedes ser tan cruel con nuestra hija?.

Khalil le hizo señas a los empleados para que abandonaran la sala se acercó a Amira la tomó del brazo y la plantó delante de la pantalla.— Sí no fuera por los guardias habrían lapidado a nuestra hija y Rosse es la única responsable, es egoísta siempre lo ha sido pero se terminó. Si tú solapas a Rosse me divorciaré de ti le advirtió Khalil...

Mariana no pudo soportarlo más. El dolor, la humillación, los susurros constantes a su alrededor… Cada rincón del palacio se había convertido en una prisión de vergüenza, la habían llevado al palacio que se encontraba en la frontera con Durham.

Había intentado mantenerse firme, había tratado de enfrentar a quienes la señalaban, pero la realidad era cruel: a los ojos del pueblo habia perdido su honor, y en su mundo, eso era una condena peor que la muerte.

La habían exiliado al palacio en la frontera por seguridad, era la vergüenza de la familia, esa noche, sin avisar a nadie, se cubrió con un velo y se marchó del palacio.

Su destino era **Al-Zawiya Al-Jannah**, el templo en el corazón del desierto, un lugar de oración y recogimiento donde solo eran aceptadas las almas puras, aquellas que jamás habían sido tocadas por el pecado.

Sabía que no sería fácil llegar. La travesía era peligrosa, y una vez en el templo, tendría que demostrar que era digna de ser recibida. Pero en su desesperación, solo pensaba en alejarse de todo y encontrar paz en la única certeza que le quedaba: su propia fe.

Era media mañana cuando la empleada se dirigió a la habitación de Mariana y encontró la nota, corrio a buscar al guardia quien aviso a la reina.

Amira pidió por Omar, quería que fueran por su hija era un peligro que estuviera sola en el desierto.

Cabalgó durante toda la noche, cruzando las interminables dunas, soportando el frío implacable de la noche y el sol abrasador del medio dia. Solo tenía un propósito, y eso la mantenía en pie.

Finalmente, cuando creyó que no podría dar un paso más, divisó las torres del templo elevándose entre las arenas. Era un lugar sagrado, intocable, ajeno a los conflictos del mundo exterior.

Mariana desmontó de su caballo y avanzó con pasos temblorosos hasta las puertas del santuario. Allí, la esperaban las guardianas del templo, vestidas de túnicas inmaculadas, con sus rostros serenos pero firmes.

—¿Quién eres? —preguntó una de ellas.

Mariana inhaló hondo.—Soy Mariana Hazbun —respondió—. Vengo en busca de refugio.

Las mujeres intercambiaron miradas.Sabian que era la hija del rey .—Aquí solo aceptamos a quienes son puras de cuerpo y alma.

Mariana sostuvo la mirada de la mujer y, con la voz más firme que pudo encontrar, dijo:

—Entonces, sométanme a la prueba. La mujeres se miraron y asintieron.

— Siganos.

Mariana obedeció en silencio, dejando que las mujeres la guiaran a través de los rituales de purificación.

El baño fue largo y meticuloso. Le dieron agua perfumada con hierbas sagradas y la obligaron a lavarse cada parte del cuerpo con extremo cuidado, asegurándose de que no quedara ni un rastro de su vida anterior. El agua se llevó el polvo del desierto, la sangre seca de sus heridas y, en cierto modo, la última conexión con el mundo que había dejado atrás.

Cuando terminó, una de las mujeres le entregó una túnica negra y un velo del mismo color. Solo sus ojos quedarían visibles.

—A partir de ahora, serás una sombra entre nosotras —le advirtió la mujer—. Aquí, el ego y el pasado no existen. Solo la devoción.

Mariana asintió, sintiendo cómo la tela envolvía su cuerpo, ligera.

La guiaron a otra habitación, una pequeña estancia iluminada solo por lámparas de aceite. En el centro, una cama sencilla.

—Acuéstate —ordenó una de las mujeres.

Mariana tragó saliva, pero no discutió. Sabía que este momento llegaría. Si quería quedarse, debía demostrar su pureza.

Se despojó de la parte inferior de su túnica y se recostó sobre la cama, con las piernas separadas, sintiendo el frío del aire sobre su piel expuesta. Su corazón latía con fuerza, pero no protestó.

Una anciana, vestida de blanco, se acercó con manos firmes pero cuidadosas. Sin decir una palabra, comenzó el examen. Mariana sintió los dedos fríos de la mujer tocándola, inspeccionándola.

El silencio en la habitación era absoluto.

Tras unos minutos que se sintieron eternos, la anciana se retiró y asintió.

—Eres pura. Puedes quedarte.

Las demás mujeres inclinaron la cabeza en señal de aceptación.

Mariana cerró los ojos con fuerza, sintiendo una mezcla de alivio. Había pasado la prueba...

Mariana asintió en silencio, aceptando las reglas de su nuevo hogar. Había dejado atrás su identidad, su linaje, su pasado. Ahí no era la hija del rey, no era una princesa caída en desgracia. Era solo una más.

Las mujeres la guiaron hasta una habitación austera pero limpia, con un pequeño catre, una alfombra de oración y una lámpara de aceite. No había espejos, ni adornos, nada que alimentara el ego o recordara el mundo exterior.

—Aquí dormirás —dijo una de las mujeres—. A partir de mañana, rezarás y trabajarás como todas nosotras. La oración comienza al amanecer, y después ayudarás en las tareas del templo. Algunas cuidan los huertos, otras preparan la comida o atienden a los peregrinos. Encontraremos un lugar para ti.

Mariana respiró hondo.—Haré lo que me pidan.

—Eso esperamos —respondió la mujer con severidad—. Puedes descubrirte el rostro solo dentro del templo. Pero cuando salgas, debes permanecer cubierta. Aquí, no somos individuos, somos parte de algo más grande y recuerda estas aqui para siempre. Con esas palabras, la dejaron sola.

Mariana se sentó en el catre, mirando la tenue luz de la lámpara parpadeando en la pared. Por primera vez en mucho tiempo, nadie la señalaba, nadie susurraba su nombre con desprecio. Aquí, era solo una sombra entre sombras.

La noticia recorrió Raleigh como un relámpago en medio de la tormenta.

<>

El impacto fue inmediato. Aquel templo sagrado, donde solo entraban almas puras y vírgenes, no abría sus puertas a cualquiera. Ni siquiera el rey tenía autoridad sobre ese lugar. Si las guardianas del templo la habían acogido, significaba solo una cosa: Mariana no había cometido ningún pecado.

Entonces, la pregunta que nadie se había atrevido a formular en voz alta se volvió imposible de ignorar: Si la princesa era pura… ¿por qué había sido devuelta?.

Las calles se llenaron de murmullos. Lo que antes era un escándalo contra Mariana, ahora se volvía una incógnita que ponía en duda la versión de la familia Al-Sabah.

—Si realmente hubiera traicionado a su esposo, jamás la habrían aceptado en el templo —decía un anciano en el mercado.

—Nos precipitamos al juzgarla —susurraban algunas mujeres—. La humillamos sin pruebas…

—¿Y si todo fue una mentira? —preguntó un joven con el ceño fruncido—. ¿Y si el culpable nunca fue la princesa?

El rumor creció como una llama en un campo seco. Las miradas que antes la despreciaban ahora se llenaban de duda, incluso de culpa. Los que habían lanzado piedras comenzaron a evitar el tema. Los que habían guardado silencio ahora sentían el peso de su complicidad.

Finalmente Omar logró localizar a los culpables de arrojar piedras a la amada princesa y en el mismo lugar fueron azotados con treinta latigazos cada uno. Las personas observaban el atroz castigo del rey, nunca habian visto tal crueldad departe del rey Hazbun, ni de su padre.

Dias después un juez de la corte de justicia pidió ser recibido por el rey.

Khalil acepto verlo. — Excelencia como bien sabe luego de lo sucedido en casa de su hija y que el príncipe golpeara a Nasser Al-Sabah este fue llevado al hospital, parece que le aplicaron una medicina contraproducente y tuvo una crisis respiratoria, dado este problema, realizaron los estudios pertinentes , encontraron que había una sustancia ilegal en su sistema avisaron a la policía y en una inspección se encontró la sustancia en la casa, suponen que Nasser Al-Sabah la trajo de contrabando, fue detenido esta mañana.

Khalil lo miró sorprendido, ¿con qué clase de hombre había casado a su hija?.

— Qué se haga pública la noticia, exclamó Khalil.

— El juicio se llevará a cabo la próxima semana exclamó el juez.

— Muy bien que me informen de la sentencia exclamó Khalil.

Malek miró a su padre .— Sí es culpable lo condenarán a muerte...

...****************...

Gracias a todas por su apoyo 🤣 No se olviden de poner me gusta al final del capítulo ¿ si es que le gusta?🤣🤣

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Comments

PATUBELA

PATUBELA

Cruel? Cruel es que Mariana haya sido maltratada por su esposo, desprestigiada socialmente y apedreada en la calle como si hubiera cometido un crimen, mientras Rosse se exhibe y llena su familia de vergüenza, su hermana está cargando con el castigo injustamente

2025-02-25

18

PATUBELA

PATUBELA

esto es como un monasterio? me parece muy drástico, pero es su elección

2025-02-25

11

PATUBELA

PATUBELA

Que triste, tampoco es justo, mientras el culpable sigue tan campante como si nada 🤬🤬🤬

2025-02-25

12

Total
Capítulos
1 La Princesa y El Rey de Wall Street
2 Enseñanzas del desierto
3 La niña de sus ojos
4 La doctora Hazbun
5 ¿Destino ?
6 No lo quiso el destino
7 <<El corazón no entiende de sensatez >>
8 Ángel
9 La paciencia reúne las piedras dispersas
10 ¿ Nace un amor?
11 Dudas
12 Boda
13 Furia
14 La furia de un Hazbun.
15 Deshonra
16 Tormenta en el palacio.
17 Lecho de Muerte.
18 Nadie me amara como tu
19 Castigo
20 La Princesa Rechazada
21 Ultimátum
22 La furia de Khalil
23 El ultimátum para Ásher
24 La indicada.
25 Negócios
26 Las dudas de un padre
27 Juego sucio
28 Control
29 La disciplina del desierto
30 Trampa al tramposo
31 El fiel Karem.
32 Engaño
33 Inevitable
34 Contra las cuerdas
35 Venenosos.
36 Musulmana
37 Reclamo
38 Seducción
39 El amor menos pensado.
40 Dos días
41 Mujeres
42 Matrimonio Real
43 Bandidos
44 Noche de bodas de terror
45 La amante
46 Tiempo
47 Amor
48 Educando al mujeriego
49 Familia Real
50 Miedo
51 Un Beaumont jugando
52 Trampa
53 Disciplina
54 Hechizo.
55 Las estrategias de un esposo
56 Respeto
57 Obsesión
58 Celos
59 Atrapado
60 Fugitiva
61 Las dudas de Ásher
62 Complejo.
63 Revelaciones
64 Fechorías
65 Madre
66 Verdades a medias.
67 El deber de una madre
68 ¿ El final de una dinastía ?
69 Instinto de madre
70 Decisiones
71 Esposa
72 Deseo
73 Dulce sueños
74 Que necesitas
75 Fallas
76 Asher descubre la verdad
77 Revelaciones II
78 Esperanza
79 Había una vez...
80 Los sueños de Asher
81 Agonía
82 Familia
83 La Otra
84 Inocencia
85 Ella
86 La Reina de Asher
87 Posesivo
88 Planes
89 Tentaciones
90 Obsesión real.
91 Acusaciones
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1
La Princesa y El Rey de Wall Street
2
Enseñanzas del desierto
3
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La doctora Hazbun
5
¿Destino ?
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No lo quiso el destino
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<<El corazón no entiende de sensatez >>
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Ángel
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La paciencia reúne las piedras dispersas
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¿ Nace un amor?
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Dudas
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La furia de un Hazbun.
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Tormenta en el palacio.
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