Dudas

Mariana frunció el ceño, no entendía a Rosse y Constanza ambas querían ir de compras a París, usando de pretexto la boda.

— No es algo que me interese, mi vestido lo harán aquí siguiendo nuestras tradiciones, mañana vendrán las costureras exclamó Mariana.

— No seas así Mariana, iremos solo las tres nunca hemos realizado ningún viaje de hermanas respondió Rosse.

— Además, podrás comprar el ajuar, para la noche de bodas que mejor que París dijo Constanza.

— No es algo que me interese exclamó Mariana algo en la idea de sus hermanas no le gustaba.

— Mariana si tú no aceptas, papa no me dejará ir porque tienes que ser tan egoísta exclamó Rosse.

Mariana miró a su hermana, era típico de Rosse deslindar culpas en terceras personas.— Sí yo le dijera a papá que voy a ir sola a París, el me dejaría ¿porque crees que es?.

— Porque eres su consentida exclamó Rosse.

— Pues lo siento, pero no puedo, tengo demasiadas obligaciones aquí, tengo que dar clases y me comprometí a ayudar en la campaña de vacunación. Compraré mi ajuar aquí o lo haré traer es lo mismo.

— Mira si me aceptas un consejo empieza a delegar tu trabajo, tu esposo te va a querer en la casa, Kamal no me quitaba las manos de encima cuando nos casamos.

— Los hombres quieren una mujer bonita, y la belleza lleva su tiempo exclamó Rosse.

— No iré a París exclamó Mariana poniéndose de pie y dando por terminado el asunto.

Rosse miró a Constanza mientras Mariana abandonaba la sala sus planes caían en picada.– Tal vez sea mejor, si lo piensas Mariana es demasiado estructurada, no nos va a facilitar las cosas, lo mejor es intentarlo con mamá, tal vez lo mejor sea Londres exclamó Constanza.

— ¡En Londres esta Rashad!, exclamó Rosse.

—Mejor aún dirás que quieres visitarlo, después de todo papá lo tiene en estima.

Mariana sonrió, al ver las flores que le había enviado Nasser, lo amaba con locura y pronto sería su esposa, estaba feliz.

Mariana se encontraba en el desierto ayudando en la campaña de vacunación junto a Kamal.

— ¿ Es extraño verte trabajar aquí?, dijo Kamal.

— Puedo dejar la medicina, pero la medicina no me deja a mí exclamó Mariana. En cierta forma extrañaba ejercer su profesión. Adoraba enseñar los niños la hacían sentir querida, siempre había jurado que cuidaría de los niños y mujeres de Raleigh se lo debía a su abuela Zulema.

El ajetreo en el enorme campamento era incesante. Fiel a la tradición Mariana había llevado comida de sobra para su pueblo.

—Deberán preparar comida para todos, la mercancía que sobre sera entregada a los habitantes ordenó Mariana.

Nasser había decido visitar el campamento, le gustaba pasar tiempo con Mariana.Apoyarla en sus proyectos, Mariana era una mujer demasiado activa, siempre estaba iniciando un proyecto e involucrandose con diferentes causas.

Ella sonrió al ver llegar a Nasser, la saludó con una inclinación de cabeza, era lo máximo que podían hacer en público, en cuanto a estar solos, ellos no solían estar solos, siempre había una empleada mujer mayor acompañándola durante sus visitas, pero era mejor así.

En sus salidas en Londres, Nasser había demostrado ser muy apasionado, pero esa pasión debía esperar hasta después del matrimonio.

Después de la comida, varias de las mujeres se levantaron y desaparecieron en una de las tiendas. Unos cuantos hombres se fueron hacia los camellos.

Mariana se dispuso a levantarse también, pero una chica se acercó, se arrodilló frente a ella y le ofreció un precioso collar esmaltado verde y rojo que eran los colores asociados a la fertilidad, el verde era un color sagrado se asociaba a la fertilidad, la prosperidad y la vida, en cuanto al rojo se asocia a la pasión y la fertilidad, se creía que atraía energía y vitalidad.–. Mariana lo miró y luego miró a Nasser. —¿No te parece una belleza?. Murmuró ella. Besó a la chica en ambas mejilla y aceptó efusivamente el collar, que Nasser procedió a deslizárselo en el cuello.

Después de darles las gracias a todos, se puso de pie y comenzó a caminar por el campamento junto a Nasser manteniendo una distancia prudencial.

—Son gente maravillosa. ¿Los niños van a la escuela?, pregunto Nasser.

—Sí. Asisten durante varios meses seguidos y luego vuelven con sus familias. Somos afortunados de poder permitirnos buenas escuelas que contaba con alojamiento y profesores.

— ¿Ya vendrán por ti?, pregunto Nasser.

— Me quedare aqui, todos los médicos lo haran.

— No creo que sea seguro exclamó Nasser.

— Mi cuñado se quedará y muchos guardias dijo Mariana viendo a Karem.— Y soldados, dormiré en la carpa de las mujeres mayores ya me han aceptado. Si quieres quedarte puedes hacerlo en la carpa de los guardias o médicos.

— Me sorprende que tu padre lo permita.

— El desierto es mi vida, creo que lejos de aquí moriría de tristeza. Aun hoy sigo haciendo viajes con papá al desierto, mis hermanas prefieren ir a un spa del desierto.

— Creo que me quedaré dijo Nasser se dijo que era para compartir con ella, no porque le molestaran los rumores qué había escuchado sobre ella y su cuñado. Aunque el tenia sus dudas, solo había que verlos juntos era como si sus mentes estuvieran conectadas, estaban tan bien sintonizados cuando atendían a sus pacientes.— Nasser levantó la vista y se topó con la fría mirada de Karem el guardia, eso era otra cosa que no le gustaba. Era como si se creyera con derecho sobre Mariana, en cuanto se casaran le pediría a su suegro que cambiaran al guardia.— Mis padres quieren obsequiarnos nuestra casa, si estás de acuerdo podríamos elegirla juntos. ¿A no ser que quieras vivir en el palacio?.

— Adoro la idea de que tengamos nuestra casa dijo ella. — Hasta podré cocinar para ti lo hago muy bien. Mariana sonrió y sus ojos brillaban intensamente.

Nasser sonrió, Mariana era preciosa.— Me encanta la idea. Elegiremos una casa.

Mariana sonrió mientras cerraba los ojos en la tienda recostada entre las mujeres, era tan feliz.

Tres días después Mariana caminaba junto a su futuro esposo y sus suegros por la casa que les obsequiarían.

— Es preciosa dijo Mariana.– Les estamos muy agradecidos por su obsequio...

Y finalmente Constanza y Rosse se fueron a Londres, llevaban tres días ahí cuando la noticia sacudió a la familia, Rosse había escapado con ayuda de Constanza.

Khalil estaba furioso, le había ordenado a los guardias que la buscarán.

— Iré personalmente a Londres dijo Jalil.

— No lo harás tienes obligaciones aquí, Malek se ocupará exclamó su padre.– Khalil miró a su esposa.— Ordénale a Constanza qué regrese, la quiero aquí.

Amira asintió por horas había llamado a Rosse y no respondió sus llamadas. No podía creer que su hija fuera tan inconsciente. Habían pasado cuatro días.

Constanza ingresó al palacio, sabía que sus padres estaban muy enojados.

— Eres una irresponsable, ¿como has podido dejar que Rosse hiciera semejante locura?, exclamó Amira.

— Rosse quiere vivir su vida, exclamó Constanza...

Mariana le tomo la presión a su padre.— Debe calmarse

—¿ Cómo quieres que me calme?, no puedo creer lo que han hecho tus hermanas exclamó Khalil.

— Papá entiendo que esté enojado y preocupado, pero si no se calma le hará daño. Le daré una pastilla dijo Mariana.

Mariana salió de la habitación de su padre y se dirigió a la sala.— Miró a Constanza.– Papá quiere verte, intenta que no se altere.– Amira fue detrás de su hija, Khalil nunca había sido un padre violento, pero sus hijas habían cruzado todo límite razonable.

Y la bomba estalló para familia Rosse había participado en un desfile en París en el cual había desfilado para una marca de trajes de baño y la noticia conmociono al pueblo de Raleigh, quienes comenzaron a cuestionar a la familia real.

Mariana frunció el ceño faltaban tres días para su boda.– Tal vez lo mejor sea suspender la boda.

— Por supuesto que no exclamó Khalil.– ¿ Tu prometido quiere suspenderla?, pregunto.

— No papá, pero no creo que sea momento para festejo.

— Te casarás el día acordado exclamó Khalil.

Días antes de su boda, Mariana se sumergió en los preparativos tradicionales que marcarían el inicio de su nueva vida. El primer paso fue un baño, acompañada por sus familiares y amigas más cercanas. Este baño no solo simbolizaba la purificación física, sino también la espiritual, preparándola para el matrimonio. Entre risas y canciones, las mujeres compartieron consejos y bendiciones, fortaleciendo los lazos.

Mientras tanto, la familia del novio preparaba la dote que sería entregada a Mariana. Este gesto, más allá de su valor material, representaba el compromiso y la responsabilidad de Nasser hacia su futura esposa. La dote incluía joyas, telas finas y otros obsequios cuidadosamente seleccionados como la casa.

A medida que se acercaba el día de la boda, la emoción y el bullicio llenaron el Palacio todos estaban felices por Mariana.

Era la noche previa a la boda y se llevó a cabo la ceremonia de la henna. Vestida con un atuendo tradicional de vivos colores, se sentó en el centro de la sala mientras una artista aplicaba intrincados diseños de henna en sus manos y pies. Estos patrones, cargados de simbolismo, buscaban atraer la felicidad y proteger contra el mal de ojo. Las mujeres presentes entonaban canciones ancestrales, celebrando la transición de Mariana hacia su nueva etapa de vida.

Y el gran día llegó Mariana sonrió al verse en el espejo estaba feliz.

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