Capítulo 4

POV Mariza

Al mirar a mi derecha, noté que William estaba algo nervioso. En cuanto vi que Gabriel se alejaba un poco, me acerqué a él y, acomodándole el cuello de la camisa, le susurré con una sonrisa:

— Conserva la calma, estoy preparada para esto. Confía en mi trabajo, por favor.

— Eso espero... Mi madre puede ser muy certera cuando quiere, y estará estudiando todos tus movimientos.

— Tranquilo. Leíste mis anotaciones. Apégate al plan y estaremos bien. Ahora sonríe, que estás a punto de presentarle tu prometida a tu familia.

William no dijo nada más. Asintió, tomó mi mano, y juntos nos encaminamos hacia la entrada.

Al ingresar a la mansión, un mayordomo tomó nuestros abrigos y fuimos guiados al salón, donde los familiares de William y Gabriel ya convivían. Pronto, todas las miradas se dirigieron hacia nosotros. Aunque no era la primera vez que estaba en el centro de atención, me sentí algo incómoda al notar tantas miradas posadas sobre mí. Entonces, una voz aguda rompió el ambiente.

— ¡Wil...!

Como si fuera una ráfaga, una joven de cabello rubio se lanzó a los brazos de William, quien la abrazó con fuerza. Sonreí al notar que su relación era muy similar a la que tengo con mi hermano. La chica se separó y dijo, entusiasmada:

— Hermano, te extrañé mucho... ¿Cuándo llegaste?

— Anoche, pero ya era muy tarde para venir a verte. Te ves hermosa, Maia.

— Gracias... —La mirada de la chica se posó en mí, y con una sonrisa preguntó—: ¿Es ella?

William asintió, y yo me acerqué para saludarla. Sin esperarlo, me abrazó efusivamente. Sorprendida, sonreí y le devolví el gesto.

— Oh... encantada de conocerte al fin, Maia. Tu hermano me ha hablado mucho de ti. Ya quería conocerte.

Maia se separó, aún sonriendo.

— Lo siento, es solo que ya quería conocerte. Mi hermano no ha querido contarnos nada de ti en todo este tiempo. Y aunque intenté extorsionarlo, no soltó ni una palabra. ¡Tengo tantas preguntas!

— Maia, respira... Ya tendrás tiempo de conocerla mejor —intervino William, mirándola con cariño. El tipo parecía ser alguien distinto cuando estaba con ella.

— Estaremos aquí dos semanas, ya tendremos tiempo para ponernos al día —dije, guiñándole un ojo. Ella asintió, emocionada.

— Ven, tienes que conocer a mamá. Ella también estaba ansiosa por conocerte.

Sin más, Maia tomó mi mano y me guió por el salón hasta una mujer muy elegante, que charlaba con otras damas de su edad.

— Madre —dijo Maia con una gran sonrisa—, mira, mi hermano sí cumplió. ¡Por fin conoceremos a su novia!

La mujer cambió su expresión a una más aguda y, con una sonrisa algo rígida, dijo:

— Ya veo. Señoras, si me disculpan...

Se apartó de su grupo y se acercó a nosotras.

— Gusto en conocerla, señorita.

— El gusto es mío, señora Friedman.

La mujer me examinaba sin disimulo. Así que adopté su misma postura. No pensaba dejarme intimidar.

— Por fin pudo venir a conocer a la familia de su prometido.

— Sí. Me disculpo por ello, pero mi empresa entró en fusión y no he podido desocupar mi agenda. Lamento si eso la hizo sentir incómoda, pero como comprenderá, los negocios son prioridad por ahora.

— Ya veo... Espero que eso cambie en el futuro.

William, que había permanecido en silencio, se acercó a mí y me rodeó la cintura, cortando la tensión.

— Madre, por favor, no incomodes a mi prometida.

— Yo no estoy haciendo nada... Salúdame primero antes de levantarme falsos.

William sonrió y la abrazó.

— Hola, madre...

Después de eso, fuimos con los demás invitados. Uno a uno se presentaron conmigo y saludaron a William. La hora del almuerzo se acercaba, cuando una mujer de cabello negro lacio llegó y saludó efusivamente a Gabriel y Maia.

— Hermana, qué bueno que pudiste llegar —dijo Gabriel sonriendo.

Antes de poder preguntar por ella, la mujer se acercó a nosotros e ignoró por completo mi presencia. Saludó a William de manera muy íntima. En ese instante entendí quién era... y cuáles eran sus intenciones.

Noté cómo todas las miradas se posaban sobre nosotros. Pero con mi mejor sonrisa, esperé a que William me presentara.

William se apartó apenas sintió cómo ella besaba su mejilla, muy cerca de los labios. Frunció el ceño.

— ¿Qué crees que haces, Estefanía?

La mujer, sin perder su sonrisa, se separó un poco.

— ¿Qué? Solo te estoy saludando, cariño. Hace mucho que no nos veíamos... Te extrañaba.

Sonreí con cortesía, y al ver la molestia en el rostro de William, decidí intervenir:

— Cariño, ¿quién es ella?

Por fin la mujer me miró. Sus ojos destilaban veneno, lo que me hizo sonreír aún más amablemente.

— Hola, gusto en conocerte. Soy Mariza, la prometida de Wil. ¿Y tú eres?

William, aún furioso, me abrazó por la cintura y contestó:

— Es la hermana del prometido de mi hermana...

— ¿Wil, por qué lo dices así? Nos haces sonar como un par de extraños... —La mujer extendió su mano hacia mí, sonriendo con malicia—. Mi nombre es Estefanía Colman, y soy su exnovia.

Apreté su mano con la misma cortesía.

— Ya veo. Gusto en conocerte, Estefanía. Espero que podamos tratarnos más durante estos días, ya que estaré aquí hasta la boda de Gabriel y Maia.

Volteé hacia William, notando que el labial de la mujer había quedado en su mejilla. Saqué un pañuelo de mi bolso y, con delicadeza, limpié la mancha.

— Parece que alguna de esas señoras dejó su labial en tu rostro... pero ya te quité la marca.

William sonrió, y sin previo aviso, me acercó más a él y besó suavemente mis labios.

— Gracias, cariño.

Luego, mirando a Estefanía, añadió con firmeza:

— Nos veremos luego. Si nos disculpas, vamos al comedor.

Me dejé guiar por él, mientras notaba todas las miradas sobre nosotros, en especial la de su madre, quien parecía claramente molesta por la escena. No quería hacerme ideas raras, pero algo me decía que ella había sido quien organizó ese incómodo encuentro.

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Comments

Helen Luzardow

Helen Luzardow

ja ja ja, el día de su presentación y la "suegra " ya tirando su ponzoña

2024-12-02

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