Recogí la maleta del suelo, la había dejado caer del miedo y por el haber tratado de huir. Me asomé por la puerta y lo vi a lo lejos, se encontraba sentado en el borde del yate, con un micrófono conectado a su teléfono. No había otro yate, aparte del que él estaba sentado. Debo llamar a mis padres para que me ayuden. Tengo que salir de este lugar, ese hombre da miedo. Su expresión de hace un momento era aterradora. No lucía en nada, al hombre que me estaba esperando en el altar. Lo más probable si ese hombre se entera de que no soy una mujer, sería capaz de lastimarme. Tengo que salir de aquí.
Subí las escaleras, las cuales me llevaron a varias habitaciones y entré a la primera que encontré. No era una habitación común, era más bien un sauna. Todo era en cristal por dentro, incluso parte de las paredes. Se podía apreciar a través de las ventanas todo por fuera, desde el azul cielo, hasta el mar. ¿En esta casa no hay nada de privacidad? ¿No hay un solo lugar donde pueda ocultarme?
Salí de ese lugar y busqué otra habitación, fue donde pude ver el cuarto de baño y entré sin pensarlo. Solté mi maleta en el suelo y me arrodillé frente a ella para buscar mi teléfono.
—Aquí estás — lo sujeté y encendí la pantalla, pero para mí sorpresa, no tenía nada de señal—. ¿Por qué demonios no funciona? Ese hombre estaba hablando por teléfono, ¿Cómo es que él tiene señal y yo no? — el chillido de la puerta del baño me alertó y me levanté de inmediato.
—No sabía que habías subido. Al menos debiste esperarme para el baño— al ver mi teléfono sonrió, y lo llevé a mi espalda tarde. Del miedo que sentí, mi primera reacción fue retroceder.
—¿Así que se trata de eso? No lo había comentado, querida esposa, pero en este lugar no se pueden hacer llamada. Es nuestra luna de miel, por lo que mandé a desconectar todo lo que pudiera interrumpirnos. Bueno, en realidad solo fue tu teléfono.
—¿Por qué hizo eso? ¿Qué es lo que quiere?
—¿Quieres escuchar una verdad o una mentira? — retomó su seriedad y arqueó una ceja.
—La verdad.
—A veces las verdades no son lo que uno espera escuchar— se acercó lentamente y seguí retrocediendo—. ¿Aún así estás dispuesta a escucharla?
—No sé acerque más, por favor.
—¿No vas a cumplir con tu papel de esposa? ¿No tienes temor de que tú familia se quede en la calle por tu culpa? Que hija tan ingrata tienen.
—¿Cómo se atreve amenazarme con mi familia? ¿Por qué hace todo esto?
—Hagamos las cosas más simples. ¿Cuánto quieres por pasar la noche conmigo? ¿Eso suena más interesante para tus oídos, palomita?
—¿A ti qué te sucede, desgraciado? No me trates como una cualquiera, porque no lo soy.
—Todos tienen un precio. Incluso tú también lo tienes. Ahora repito; ¿Cuánto dinero quieres?
—¡Yo no quiero tu sucio dinero! ¡Puedes comértelo si quieres! Si acostumbras a acostarte con pura cualquiera, ese es tu problema, pero yo no soy como ellas.
—Tremendo discurso, ¿Ya acabaste? — sonrió malicioso—. Esta noche te quiero en mi habitación y solo vistiendo esa prenda que te regalé. Si realmente valoras a tu mediocre familia, más no quieres que venga personalmente por ti, será mejor que seas una buena y dulce ovejita, y hagas lo que te ordeno— me encaró repentinamente y lo miré tembloroso—. ¿He sido claro?
—Sí, señor— bajé la cabeza, y me despeinó.
—Bien hecho, mi querida esposa — salió del cuarto de baño, y caí de rodillas.
¿Qué hice para merecer esto? Si ese tipo logra verme desnudo, no sé lo que haga. Nada más de pensar en ello, siento pánico y mi cuerpo se vuelve un manojo de nervios. Debo escapar de este lugar o ese monstruo va a acabar conmigo.
Cerré la puerta con seguro y me asomé por la ventana que estaba justo arriba del inodoro. Estoy en un segundo piso, si me tiro desde aquí, lo más probable me lastime; además de que no sé a dónde puedo ir. Si no tengo las llaves del yate, no podré salir de aquí. Estamos en una isla, donde aún si me voy nadando, no llegaré a ninguna parte y lo más probable termine ahogado o comido por tiburones. Falta muy poco para que vaya cayendo la noche y ese tipo estará esperándome. No tengo muchas opciones.
Entré a bañarme y no dejaba de mirar la puerta del baño. Temía a que ese ser se apareciera y me viera desnudo. Tenía que matar el tiempo y que llegara la noche, para así poder salir sin ser visto. Ahora de día y con esas vitrinas que hay en la mayor parte de la casa, será imposible salir sin ser visto por él. Aparte de que necesito buscar la llave del yate.
Me coloqué la lencería roja que mi mamá escogió para mí. Prefiero que me vea así, a que sea sin nada. No debe haber forma de que me descubra, a no ser que vea mis genitales. Salí del baño en puntillas, rezando en no tropezarme con él. No sé escuchaba sonido alguno en toda la casa y eso lo hacía más escalofriante y terrorífico.
Abrí la puerta del cuarto y me asomé despacio, tratando de hacer el más mínimo ruido posible y fui en dirección a las escaleras. Al bajarlas, escuché un sonido que provenía del segundo piso. Eso hizo que me moviera rápidamente al área de la cocina, ya que era el lugar más cerca que tenía. Busqué en las gavetas esperando encontrar un cuchillo o algo que me ayudara a defenderme, pero por desgracia, no había nada de utensilios. Esto es peor que una cárcel. Este tipo está loco.
Busqué en toda la planta baja, pero no encontré ni las llaves, ni algo que pudiera ayudarme a defenderme. Mi última opción al ver que estaba anocheciendo, fue salir por la puerta principal. Miraba a todas partes mientras corría en dirección al yate. Tan pronto subí, fui buscando a ver si la llave estaba pegada, pero no lo estaba.
—¡Maldita sea!— le di un golpe al cristal, cuando escuché un sonido extraño detrás de mí. Me giré lentamente y con miedo hacia Damián, quien estaba recostado de la pared del yate.
—¿Ya terminaste de explorar o de encontrar lo que buscabas?— le dio un mordisco a la manzana que llevaba consigo en la mano, y alcancé a ver qué del borde de su pantalón sobresalía la base de un cuchillo—. ¿Necesitas ayuda, amor, o te comieron la lengua los ratones? — por la expresión pude notar su molestia, y claramente su sarcasmo.
—Yo no quería...— las palabras no me salían, el terror era tanto, que mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho.
Damián caminó lentamente hacia mí, y me quedé quieto al no tener hacía donde ir. Al estar a centímetros de mí, sacó ligeramente la cuchilla y la llevó a mi cuello. Al sentir la frialdad de ella y ver la sonrisa que se ensanchó de sus labios, las lágrimas no tardaron en aparecer.
—Me gusta la expresión que haces al llorar, pero de alguna manera también me irrita. ¿No te gusta jugar así?— la acercó más a mi cuello.
—No— dije temblorosa.
—Para mi es divertido. Mi esposa no debería estar tan expuesta de esta manera. Si llega la ayuda por la que tanto has estado rogando, podrían verte así vestida. Mi mujer no puede estar exhibiéndose, y menos cuando ni yo he podido contemplarla— miró el escote con descaro y suspiró—. Estás tentándome con ese cuerpo tan divino. Luces como toda una reina— descendió el filo del cuchillo por entremedio de mis senos—. ¿Por dónde debería comenzar a comerte? — mordió sus labios con malicia, y me miró—. ¿Alguna sugerencia, ovejita?
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Comments
rubi salgado
que locos esos padres
2024-11-22
0
mariposa 🦋
que inocencia al pensar que esos desgraciados la van ayudar!!!!!!!
2023-12-30
1
Sonia de la Torre
No sé qué pensar, o bien le han engañado o bien sabe que es un hombre y está más que feliz con eso 🤔🤔🤔🤔
2022-12-25
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