Al llegar a casa, un lugar que sentía más como un templo que como un hogar, vi a Frixi sentada en el pasillo. Su expresión era preocupante, algo que no pasaba desapercibido para mí. Decidí acercarme. —¿Frixi, todo bien? —pregunté con suavidad.
—No he cocinado nada hoy —respondió, con una voz que traía consigo un aire de culpa—. Pensé que te iba a regañar.
Sin pensarlo, la abracé, deseando que se sintiera mejor. —No te preocupes, Frixi. No tienes que cocinar para mí. La limpieza del templo es suficiente. Tu presencia aquí es lo más importante —le dije, tratando de aliviar su ansiedad.
Ella sonrió, aliviada por mis palabras. En un acto espontáneo, decidí que necesitábamos un momento juntos. —¿Qué te parece si nos damos un baño juntos? —sugerí, sintiendo una chispa de cercanía.
Frixi me miró sorprendida, pero pronto su expresión cambió a una de diversión. Antes de que pudiera pensar más en ello, la cargué en mis brazos y la llevé a la ducha. Una vez allí, el agua caliente y la intimidad nos llevaron a una conversación más profunda. Hablamos de recuerdos, de los momentos felices que habíamos compartido y de cómo deseábamos que el futuro fuera aún mejor. Para mí, esos momentos eran importantes y significativos.
Tras un tiempo, decidí que era hora de separarnos. Me vestí rápidamente, ya que tenía que salir a hacer algunas compras, tanto para mí como para Frixi. Al salir del templo, decidí tomar un atajo por un portal que conducía a la ciudad. Sin embargo, mientras descendía por las largas escaleras, me topé con Mía y sus amigos, un grupo que siempre se comportaba con aires de superioridad. Les saludé, pero no me detuve; tenía otros planes en mente.
Aunque había disfrutado el tiempo con Frixi, ahora estaba sintiéndome un poco aburrido. “Ser normal en la ciudad es más difícil de lo que parece”, pensé mientras buscaba algo que hacer. Entré a una tienda de ropa, que también tenía una pequeña cafetería. Mientras contemplaba algunas prendas, el aroma del café me atrajo, y decidí pedir un café con leche.
Mientras estaba allí, Mía apareció de nuevo con sus amigos. Ella se acercó y, con una sonrisa, me preguntó si podía invitarla a un café. Pero antes de que pudiera responder, uno de sus amigos, un chico arrogante, se interpuso. —No creo que puedas invitarla, ¿verdad? Ni siquiera tienes dinero para ropa —dijo, riendo despectivamente.
Sus palabras fueron como un pinchazo, pero no me dejé afectar. Simplemente respondí: —Está bien, Mía. Pero solo si tus amigos se van.
Para mi sorpresa, Mía aceptó sin dudarlo. Sin embargo, el mismo chico continuó con sus insultos, y finalmente no pude soportarlo más. —¡Cállate! —grité, sintiendo cómo la ira crecía dentro de mí. Cuando el chico no hizo caso y, en un acto de arrogancia, insultó a Mía, perdí el control. Le di una cachetada, y la fuerza detrás de mi golpe le sorprendió, dejándolo atónito.
En cuestión de segundos, el seguridad de la tienda llegó, y preguntó qué pasaba. —No es nada, solo un malentendido —respondí, sin darle más importancia. Miré a Mía, quien parecía molesta, y le dije que había tenido un día difícil y necesitaba comprar algo de ropa. Ella, aún un poco temerosa, aceptó acompañarme.
Mientras caminábamos, la noche se acercaba, y comenzó a llover suavemente. Mía se despidió de mí, con una expresión de emoción en su rostro. —Voy a un concierto esta noche, y me encantaría que me recogieras después —dijo, antes de darme la hora: las 10 PM.
Mi mente estaba en marcha. Tenía que impresionar a Mía, así que decidí que era hora de comprar un coche deportivo. Al llegar a la tienda de autos, me quedé maravillado por los numerosos modelos y precios. Después de un rato buscando, encontré el coche perfecto, uno que se ajustaba a mi deseo de tener algo especial. Compré el auto por 41,000,000 de wons, una suma que me hizo sentir eufórico, aunque aún no terminaba de asimilarlo.
El tiempo pasó rápidamente mientras esperaba que hicieran los papeles. Cuando finalmente recibí las llaves del coche, miré el reloj y vi que ya eran casi las 10. Tenía que apurarme para no hacer esperar a Mía. Salí disparado hacia su casa, ansioso y emocionado.
Al llegar, la vi vestida de forma impresionante, radiante como nunca antes. Justo antes de llegar, saqué la carta que me había dado Mía y la leí nuevamente. Sus palabras eran sinceras y estaban llenas de emoción; había expresado sus sentimientos hacia mí de una manera que me hizo sonreír.
—¡Hola! —saludé mientras me acercaba, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba. Sin pensarlo, la abracé y la besé. El beso fue natural, como si siempre hubiéramos estado destinados a hacerlo.
La conexión que sentí en ese momento era palpable. Ambos sabíamos que había algo especial entre nosotros, algo que iba más allá de las palabras. La carta había sido el primer paso, y ahora estábamos construyendo algo juntos.
—Gracias por venir —me dijo Mía, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Ambos compartimos un instante en el que supimos que habíamos dado un gran paso en nuestra relación, dejando atrás cualquier duda y nerviosismo.
---
**Palabras: 1,050**
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 38 Episodes
Comments