La Maldición Detrás Del Trono; La Leyenda De Cipriano VI. Tercera Novela De La Maldición Del Trono.

Capítulo 3. El sol es más brillante

Capítulo 3.

El sol es más brillante.

Ana llevó a Eva a una casona en donde dejó su caballo en el establo y le dijo: no sé cuál sea tu situación, pero espero que comprendas que estando aquí no tendrás buena reputación al ser mi hermana, entonces Eva le dijo no sé a qué te refieres pues no tiene nada de malo ser tu hermana, pero Ana le dijo: soy una ramera, este lugar donde estás hoy, es donde trabajo, las casas en dónde las mujeres olvidadas y educadas venden sus servicios y la casona tiene reglas las cuales son:

Leales siempre, traidoras nunca.

Jamás enamorarse de un cliente.

Respetarse unas a otras.

Ayudarnos siempre que la situación lo amerite.

Actuar rápidamente si se ve que se está cometiendo una injusticia contra un inocente.

Cuidar y enseñar a los niños durante el día.

Recordar nuestro lugar en la sociedad.

Independientemente, si una mujer o una pareja está huyendo o escapando de algún lugar, prestarle un techo donde vivir y el pan para vivir hasta que pueda ser libre y seguir su camino.

Todo aquel recién llegado a la casona debe ser acogido por alguna de nosotras, como miembro de su familia.

Una vez familia siempre serás familia, no importa donde estés.

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¿Entiendes las reglas?, ella contestó: comprendo la situación, ahora entiendo por qué me ayudaste y estoy tan agradecida por ello hermana, entonces Ana le preguntó: ¿cuál es tu nombre?, y ella le contestó: me llamo Eva, ese es mi nombre y el niño se llama Cipriano, pero prefiero llamarlo Nari… Ana le dijo: verás Eva, ahora que eres mi hermana no puedes llamarte Eva, tienes que tener otro nombre y el niño si nadie conoce como tú lo llamas, entonces se llamará Nari en este lugar, y casi lo olvido, mi nombre es Ana.

Después de un rato, Ana había ubicado a Eva en una habitación mediana que tenía puerta de madera y se cerraba con seguro por dentro de la habitación con un clavo de hierro, pero tenía unos ventanales muy bonitos que daban hacia una laguna, viendo la cama de arcilla y las cobijas de lana, podía notar que el aire no estaba tenso a pesar de ser un lugar de alta tensión sexual en el que se encontraba viviendo a partir de ahora…que ya estaba increíblemente tranquila, a tal punto, que se acostó en la cama, abrazó al niño que estaba dormido y en solo un parpadeo quedó rendida, Ana, que venía entrando, al verla a dormir suspiró y dijo no sé de dónde vengas, pero parece que es la primera vez en mucho tiempo que puedes dormir con tranquilidad; seguidamente puso por los bordes de la cama en donde estaba acostada Eva, almohadones de invierno para evitar que el niño se cayera en algún momento de la noche, y antes de marcharse puso en el piso una lámpara de kerosene que les alumbraría esa noche, luego cerró la puerta con cuidado, fue a la cocina y le dijo a una de las madamas más viejas llamada Lucero: mi hermana ha venido desde muy lejos con un recién nacido y un caballo y están profundamente dormidos en la habitación mediana frente a la laguna y como el viaje fue largo y cansón, ella está agotada, y por cierto, ella no vende el amor como nosotras. Entonces Lucero le dijo: entiendo la situación…y si es tu hermana, es mi nieta y si ella es mi nieta, el recién nacido es mi consentido, así que ve a prepararte, que en unas horas comienzan a llegar los clientes, no dejaré que nadie se acerque a esa habitación…en la mañana cuando se prepare el desayuno para todas, nos presentaremos formalmente.

Ana se sintió aliviada y se fue a preparar perfumándose y maquillándose y al igual que todas las demás, estirando la tela en su ropa que la hacía a lucir más deseable, mientras que Lucero calentó un poco de sopa de pollo que había quedado del almuerzo y lo acompañó con una jarra de naranja y pancitos dulces de los que el panadero siempre les traía cada mañana, para luego dirigirse a la habitación de la laguna, tocó a la puerta y al no escuchar respuesta alguna, entró, y una vez dentro, cerró la puerta y pasó seguro porque los clientes comenzaban a llegar, pues sus voces y la música empezaban a sonar, así que sentándose en una de las sillas de madera que había en la habitación, se dio cuenta de que el niño estaba despierto jugando con el cabello de su mamá, ambos eran como una pintura, su belleza era magnífica, su juventud y el rojo en sus labios daban a entender que venía de un estatus muy alto, pero su cabello era como el de una furia, las cuales le hacían recordar que eran tres las diosas de la venganza que castigaban a los hombres por delitos contra el orden natural. Estaban particularmente preocupadas por el homicidio, la conducta no filial, las ofensas contra los dioses y el perjurio, pero no solamente se les podía llamar furias sino también Erinias; y según se tenía un vago conocimiento, tenían una Súper Fuerza muy superior a la de un mortal.

La secreción de humo; La capacidad de producir humo, capaces de matar… Si es inhalado por una bruja buena, la bruja se convertirá en una furia: Inmunidad, Las Furias eran inmunes a los poderes de las brujas.

Y Lucero hacía mucho tiempo que podía reconocer a través de la belleza de una persona sí esta venía de un linaje mágico o quizás su destino era encontrarse con la magia y lo sobrenatural, el niño le sonreía y se reía con la anciana y ella le decía: tienes la cara de tu mamá, tu cabello es blanco y tus ojos son joyas preciosas, definitivamente eres la divinidad en persona, nunca había visto un infante tan precioso como un diamante.

Cuando Eva despertó a mitad de la noche, lo primero que notó fue que Nari no estaba a su lado y se levantó apresurada, para ver a una mujer mayor cargando a su hijo y jugando con sus deditos, entonces carraspeó un poco para hacer notar su presencia, por lo que Lucero le dijo: vaya, al fin despertaste, tuvo que haber sido un viaje tan agotador para dormir de esa manera… Eva le dijo que llevaba planeando escapar desde hacía mucho, supongo que nunca es tarde para hacerlo, a lo que Lucero afirmó que así era y le dijo: no te recomiendo salir, aún es de noche, los músicos están tocando y las habitaciones están llenas, hay hombres vagando cerca de la zona, para no desaprovechar el momento en que una habitación se desocupe; Eva comprendió la situación, suspiró y tomó al niño en sus brazos para comenzar a amamantarlo.

Lucero entonces le dijo: espero que no te moleste que esté aquí, hoy he preparado un poco de sopa con pancitos dulces y una jarra de naranja para que te alimentes bien niña, Eva agradeció por la comida y con su mano libre mordió un poco de pan lo mojó en la sopa que aún se mantenía tibia al haber estado al lado de la lámpara de kerosene, todo esto mientras Lucero se sentaba a su lado y notaba que el niño en su pecho se quedaba dormido para decirle: déjalo en el medio de la cama para que puedas comer mejor ya que está completamente dormido…Eva al darse cuenta hizo caso, acostó al niño, se acomodó la ropa y entonces regresó y pudo comer libremente; de pronto, Lucero le preguntó su nombre, Eva pensó rápidamente y le dijo me llamo Luna, Lucero preguntó ¿ese es tu nombre real o el nombre que estás adoptando para estar aquí?, Eva contestó diciendo: a partir de ahora es mi nombre real pues ya no voy a recordar mi antiguo yo, ya que entonces estaría ansiando regresar al lugar del que tanto me costó escapar.

Lucero le dedicó una sonrisa y le dijo, bueno hermosa Luna, la noche es joven, supongo que no es lo mismo desvelarse con este cuerpo mío que ya está desgastado y va en salida, que hacerlo con la maravilla de monumento que tienes como cuerpo, por lo tanto, espero que no te moleste, pero voy a tomar el mismo rumbo que el bebé y también voy a dormir.

Eva no tardó en darse cuenta de que la anciana estaba a punto de quedarse dormida y le preguntó cuál era su nombre y esta última le contestó, mi nombre es Lucero.

La noche pasó con tranquilidad y la mañana les dio la bienvenida con los rayos del sol entrando por la ventana, las dos mujeres completamente dormidas y el bebé completamente despierto y jugando…