Hoy estoy... ¡¿qué?! ¿Qué hora es? Ya es tarde, ¿qué tenía que hacer? ¡Ya sé! Me acordé que hoy es el día en que tengo que ir a una cita. Comencé a arreglarme y me puse el mejor vestido que me encontré, maquillé mi rostro, pero después fui recordando que sólo era una cita de amistad, entonces me quité el vestido y usé ropa casual con un maquillaje ligero. Nos encontramos en el zócalo y nos fuimos juntos a ver una película. Yo me sentía muy feliz el ver una nueva película de terror, pero a la vez me sentía un poco incomoda sentía que algo faltaba. Siempre que iba al cine era para estar acompañada con un novio, nos tomábamos de las manos y me gustaba sentir su hombro, pero la película siempre era una romántica. Me sentía aburrida, pero a la vez me agradaba sentirme querida por mis novios.
Pero en el caso de él es muy extraño, es muy amable conmigo y sólo quiere ser mi amigo. Entiende lo que me gusta, pero siento que me gustaría mucho si él tomara mi mano. Él está muy distraído en la película pareciera que la está gozando como un niño. Dejé de mirarlo y seguí viendo la película. Al salir del cine, entonces se le ocurrió invitarme a comprar una nieve. Esto se estaba volviendo muy extraño, en serio diría que es una cita. Me preguntó que sabor me gustaría le pedí una nieve de chocolate con coco. Lo esperé en un asiento, llegó y me entregó la nieve. Los dos íbamos caminando en camino a casa mientras comíamos una nieve, pero de pronto se detuvo cercas de un lugar donde vendían diferentes tipos de plantas. Él se compró una orquídea, estaba muy feliz llevándola en sus manos.
– ¿Por qué compraste una orquídea?
–Es para mi colección.
– ¿Colección?
–Tengo un gran jardín de muchas clases de flores. Lo tengo porque me ayuda a diseñar nuevos vestidos de novia e incluso me atraen diferentes especies de mariposa.
–No sabía que utilizabas las flores para diseñar vestidos.
–Ese truco me lo enseño el diseñador.
Él iba muy feliz, no dejaba de cargar su orquídea. Al llegar a su casa yo me despedí pero él me pidió que me quedara a comer. Yo me negaba, no quería quedarme ya que él pagó las entradas y el helado. Él siguió insistiéndome hasta que me convenció, ayudé a cocinar aunque no sabía cómo. Él fue guiándome, dando instrucciones sencillas hasta que se logró hacer la comida. Yo me sentía muy feliz porque era la primera vez que lograba cocinar algo más complicado que sólo huevos fritos. Yo comía muy feliz saboreando el sabor de la comida y bebiendo agua de jamaica. Estaba muy rico me recordaba la comida de... No importa, esta comida es muy deliciosa. Él también estaba comiendo.
– ¿Dónde aprendiste a cocinar?
–Me enseñó el dueño de la tienda.
–Cocinas muy bien y eres muy bueno explicando.
–Gracias pero a la vez esto no es muy complicado.
–Pues a mí sí. Nunca había cocinado esto. Sólo sé asar y freír, pero no se mezclar varios ingredientes.
– ¿Nunca habías cocinado algo como esto?
–No. Mi mamá era la que cocinaba. Cuando llegaba, la comida siempre estaba en la mesa sin ningún retraso.
–Tu mamá era muy atenta, ¿nunca te invitó a cocinar?
–Sí pero no salió bien la comida. Tenía un sabor feo. Desde ese día mi madre ya no me dejó entrar a la cocina.
–Entiendo Jajaja –escondió su risa.
– ¡No te rías!
–No me estoy riendo.
–Claro que sí.
–Jajaja está bien, si me estoy riendo. Fue gracioso.
–Ahora que te veo detenidamente, ¿cuántas novias has tenido? Yo he salido como con 20 chicos.
Él casi se ahogaba cuando le pregunté eso. Tomó un poco de agua.
–Me sorprende que no te has embarazado, ¿nunca te has acostado con ellos?
–Si. Lo hecho con 8 de ellos.
–Me sorprendes mucho.
–Obvio que para hacerlo siempre lo hago con protección y llevó un calendario para poder acostarme con un novio.
–Eso explica todo. No eres una mujer de cabeza hueca.
– ¡¿Qué?!
–Eres muy inteligente en cuidarte.
–Ah. ¿Con cuántas mujeres has salido?
–Aún sigues con eso ¿en serio quieres saber?
–Si.
–Sólo salí con seis mujeres.
– ¿Estoy ciega o me estas mintiendo?
–Pues sólo he salido con seis mujeres. Dejé de salir con mujeres una vez que pasé por un horrible problema.
– ¿Te traumastes por convivir con los gays?
–No me refiero a eso. Me refiero sobre cuando era un vagabundo.
–Entiendo. ¿Y nunca te ha interesado salir de nuevo con una mujer?
–A veces. Quisiera volver a encontrarme con la mujer que amé y pedirle regresar conmigo. Pero eso es imposible.
– ¿Por qué es imposible?
–Le hice mucho daño.
–Entonces no te ha interesado salir de nuevo con una mujer, una mujer como yo.
–Jajaja eso es muy gracioso. En serio da risa tu propuesta de amor, ¿en serio te gusto? Nunca creí que una niña se me iba a declarar.
– ¿Por qué me dices niña?
–Porque aún eres muy joven, te falta muchos años en lograr madurar
– ¿Y tú? ¿Te crees muy maduro?
–Pues sí. Ya no soy un vago y trabajo por mi cuenta sin ningún problema. Tengo más experiencia que tú.
–Sólo lo dices porque sí, pero aún debes de poseer algo de tu inmadurez.
–Tienes razón Jajaja. Aún soy un poco inmaduro.
– ¿Y entonces?
– ¿De qué?
–Lo que te propuse.
–No me gustas.
– ¿Tan fea soy para ti?
–En realidad eres muy hermosa pero no creo que funcione. Eres muy niña para mí. Jajaja aún no puedo creer que me lo hayas propuesto, pero si mis amigos estuvieran aquí en serio se morirían de la envidia y te aceptarían sin dudar.
– ¿Entonces por qué tú no?
–Hice mucho daño a la última mujer que amé y no me gustaría repetir lo que hice.
– ¿Tan mal fue su relación?
–Si hubieras estado en su lugar, entonces me estarías odiando por siempre.
– ¿Y si lo intentamos?
–¿Tanto te gustaría que yo fuera tu novio?
–Pues viendo tu rostro, veo que eres muy guapo y tenemos gustos similares. Pienso que podría funcionar.
–Entonces es un no. Sólo seré tu amigo. Puedes tener cualquier novio que quieras pero no me elijas a mí.
– ¿Por qué no puedo elegirte?
–Eres una niña para mí y siempre lo serás.
– Y si te demuestro que puedo ser alguien maduro, ¿entonces aceptarías ser mi novio?
–Jajaja Nunca sería tu novio aunque intentaras ser alguien maduro.
Yo dejé de molestarlo, sentía un nudo en la garganta, ya no soportaba la tensión y decidí salir de su casa. Cerré fuerte la puerta y caminé rápidamente. Llegué a mi departamento, entré y me acosté, cubrí mis ojos con mi brazo y dejé salir mis lágrimas. No entendía el por qué me rechazó, cuando con todos los que yo salí nunca me rechazaron cuando se los propuse. Mis novios me aceptaban con una sonrisa de felicidad, mientras él me rechaza con una sonrisa burlesca como si fuera graciosa mi declaración. No entiendo el por qué me rechazó, no lo entiendo. Siempre he sido alguien muy hermosa y nadie me había rechazado hasta hoy. No me agradó aguantar ese nudo en mi garganta, siento como sus palabras me crearon heridas dentro de mí. Duele, es el primer hombre que me ha rechazado cuando tenemos gustos similares. Hubiera querido que me hubiera dicho un sí, y con el tiempo hacer que nuestra relación se hubiera desvanecido como la relación que tuve con mis exnovios.
Recuerdo que al otro día abrí los ojos, aún me sentía mal pero decidí superarlo, me levanté y se me ocurrió limpiar mi habitación y limpiar la cocina. Preparé algo para desayunar y me dormí otro rato. En la tarde fui a trabajar y vi que el hombre del paraguas fue de nuevo a comer, pedí a alguien cambiar de lugar donde yo me fui atender otro cliente. Ya las horas fueron pasando y se terminó la jornada. Regrese a casa. Me sentía muy cansada. Día tras día fui a trabajar, él seguí viniendo a comer en el restaurante. Se sentía extraño el ambiente, sentía como si él me estuviera observando pero aun así lo seguí ignorando.
Pasó como un mes en que lo seguí ignorando, él seguía viniendo, pero un día mi compañera de trabajo me pasó la gripa junto con la fiebre. No pude ir a trabajar por tres días con un fuerte moqueo. Me quedé en casa, o sea que me quedé en mi departamento, acostada en mi cama. Mi amiga pasó a verme y me dejó un poco de comida, se sentía culpable de mi gripa con calentura. Yo se la acepté pero le dije que no era necesario traerme de comer, ya que sólo era una gripa y podía cocinar. Al tercer día alguien tocó la puerta, era él, le cerré la puerta. Él se fue y me dejó una bolsa con varios medicamentos para tratar la gripa. No entendía el cómo él sabía mi dirección. Al otro día regresó, regresó temprano, yo ya me sentía mejor y le volví a cerrar la puerta. A través de la puerta escuché que traía comida y postres deliciosos pero no quise abrirle, no se me antojaba nada por esta gripa que seguía molestando mis narices. ¡Odio esta gripa! Pensé a grito mientras desayunaba sin poder saborear un rico pan tostado con un vaso de leche.
Abrí la puerta para sacar la basura pero al parecer aún seguía afuera de la puerta, me sentía muy mal. Él se acercó a mí y me quitó la bolsa de basura, la fue a tirar en mi lugar, él regresó, lo dejé entrar. Se sentó en el sillón mientras yo me senté en una silla. Me entregó lo que había traído, pero se lo negué porque no me sabía la comida por la gripa. Le dije que se lo podía llevar. Parecía que estaba muy triste pero a la vez intentaba sonreír.
– ¿Cómo te sientes hoy?
–Mejor que hace tres días.
– ¿Cómo es que te enfermaste?
–Mi amiga tiene gripa.
–Veo que te dió muy fuerte.
–Eso parece.
– ¿No te gustaría hacer algo?
–No tengo ganas de hacer algo.
–Ya veo.
– ¿Cómo supiste mi dirección?
–Me lo dijo tu amiga.
–Se lo preguntaste ¿verdad?
–Si. Noté que no habías ido a trabajar, entonces se me ocurrió preguntar por ti.
–No era necesario, hoy voy a regresar a trabajar.
– ¿Es en serio?
–Sí, ya no tengo fiebre y el moqueo disminuyó.
– ¿En serio estarás bien?
–Sólo es una gripa. No es gran cosa. Estas actuando extraño, ¿por qué?
–Por nada.
–Te veo diferente, como si... No importa.
– ¿Diferente en que forma?
–Sólo te ves diferente, parecieras que tú fueras el enfermo y no yo. Te ves un poco pálido.
–Ya veo.
– ¿Te sientes bien?
–No me pasa nada. Mejor preocúpate de tu gripa.
–Voy a dormir un poco en mi habitación. Cuando te vayas sólo cierra la puerta.
–Está bien.
Yo fui a mi habitación y me acosté a dormir unas horas más, la alarma se escuchaba entonces me levanté y fui a cambiarme de ropa. Embolsé mi uniforme en la mochila y salí de la habitación para irme a trabajar. Él estaba cocinando y no se dió cuenta de que me había ido. Yo tampoco me había dado cuenta de que él aún estaba. Al regresar vi que él se había dormido en mi sillón y a lado de él había comida sobre la mesita. Yo pensé que él había entrado a mi casa por la fuerza, entonces lo desperté y lo saqué de mi departamento, le lancé la comida y le grité ya no volviera a entrar sin mi permiso. Él tenía un rostro impactado, parecía que una lágrima salió de su ojo mientras le cerré la puerta. Estaba muy enojada, no comprendía el por qué estaba durmiendo en mi departamento cuando al salir no vi a nadie adentro. Me fui acostar en mi cama. Al otro día me levanté de la cama y salí a comprar algunas cosas. Él seguía cercas de la puerta, cuando la abrí él se levantó rápidamente y se hizo a un lado. No me miró.
– ¿Aun sigues aquí? Vete a casa y ya no vuelvas aquí.
– ¿Por qué no quieres que vuelva? ¿Por qué me sacaste de repente?
– ¿No te han dicho que está prohibido entrar cuando nadie está?
–Yo nunca entre si tu permiso.
–Entonces por qué estabas adentro. Cuando me fui nadie estaba adentro.
–Yo me quedé adentro y no podía salir porque cerraste la puerta con llave. Yo estaba en la cocina.
–No te creo. Vete y no vuelvas.
–Está bien. Me iré.
Él se fue, no quería créele, sentí que era muy raro de que él estaba dentro. Sentí que algo tramaba hacia a mí y por eso se hacía el inocente, sus palabras parecían mentirás. No quise creerle, sólo miré el cómo se alejaba de mí.
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