Con el primer fragmento del Orbe de los Destinos en su poder, Kaito y Hana se adentraron en el Bosque de los Ecos, un lugar donde el pasado y el presente se entrelazaban en las melodías del viento. Un bosque conocido por sus árboles milenarios, cuyas cortezas estaban inscritas con runas antiguas que contaban las historias de Sylvarant. Estos árboles eran gigantes venerables, con troncos robustos que se elevaban al cielo como pilares de un templo natural.
"Este lugar... se siente vivo," murmuró Kaito, tocando la corteza de un árbol. Las runas brillaron bajo su tacto, y una voz suave, como el susurro de las hojas, llenó el aire.
"¿Qué secretos guardan estos símbolos?” preguntó Kaito, su dedo trazando las líneas místicas.
“Son las crónicas de Sylvarant, cada una un testimonio de la vida y el legado de este mundo,” respondió Hana, su mirada perdida en la profundidad de los relatos. Las voces de aquellos que una vez caminaron por estos bosques."
Mientras avanzaban, los ecos les revelaron secretos de Sylvarant: cómo había sido un mundo de paz hasta que la Reina de Espinas corrompió su corazón con el deseo de poder. Los árboles les mostraron visiones de guerras pasadas y de héroes caídos, de amores perdidos y de esperanzas que aún ardían.
A medida que avanzaban, el bosque cobraba vida con criaturas que parecían nacidas de la misma esencia del lugar. Los Zorros de Musgo se deslizaban entre los árboles, sus pelajes verdes se mezclaban con el entorno, dejando solo el destello de sus ojos curiosos. Las Mariposas Runa revoloteaban, sus alas transparentes reflejaban las inscripciones de los árboles, como si llevaran consigo los fragmentos de historias pasadas.
Fue entonces cuando se encontraron con los Espíritus del Bosque, seres etéreos que protegían los secretos del bosque. Eran criaturas majestuosas, con formas que recordaban a los árboles más antiguos del bosque. Sus cuerpos eran de madera viva, con barbas de musgo y líquenes que colgaban como sabios pensamientos hechos materia. Sus ojos, profundos y serenos, reflejaban la luz de las estrellas y la sabiduría de las eras.
"Buscamos el siguiente fragmento del Orbe," dijo Hana, su voz resonando con la fuerza de su voluntad.
Uno de los Espíritus se adelantó. "El fragmento que buscan está custodiado por el Cervatillo de Estrellas, una criatura de luz pura. Pero para llegar a él, deben demostrar que su corazón es digno."
Al aceptar, los Espíritus les condujeron a un claro iluminado por la luna. Allí, encontraron al Cervatillo de Estrellas, una visión de inocencia y belleza. Su pelaje era de un blanco resplandeciente, y sus cuernos, ramificados como los árboles del bosque, brillaban con la luz de constelaciones desconocidas.
"Somos los elegidos de la profecía," comenzó Kaito, "y nuestro corazón late por la justicia y la verdad."
"Para alcanzar el fragmento, deben cruzar el Laberinto de Ecos,” anunció el Guardián, señalando hacia un sendero oculto entre los árboles.
El Laberinto era un entramado de caminos entretejidos con magia y misterio. Cada elección que tomaban resonaba con un eco del pasado, guiándolos o desviándolos de su destino. “Escuchen los susurros, ellos guiarán sus pasos,” aconsejó el Guardián mientras se desvanecía en la bruma nocturna.
Con cada paso cauteloso, Kaito y Hana sentían cómo los ecos del bosque les hablaban, compartiendo consejos y advertencias. “Este camino lleva a la perdición,” murmuraba una voz cuando se desviaban, mientras otra susurraba, “La verdad se encuentra adelante,” al encontrar la ruta correcta.
Finalmente, tras superar las pruebas del Laberinto, llegaron ante el Cervatillo de Estrellas. “Hemos atravesado el Laberinto de Ecos, nuestro corazón y nuestra intención son claros,” declaró Hana con convicción.
El Cervatillo se acercó, su luz estelar bañando a los viajeros en una calidez reconfortante. “Han demostrado ser dignos,” dijo, y frente a ellos el segundo fragmento del Orbe se materializó, un tesoro de luz y esperanza.
Los Espíritus del Bosque, testigos de su valentía, decidieron otorgar a Hana un regalo. “Hana de corazón valiente, acepta esta espada forjada en la luz de la luna y las estrellas de Sylvarant." De entre las sombras danzantes, una espada de hoja brillante como la misma luz del sol, con una empuñadura de plata emergió, flotando hacia ella. “La Espada de la Aurora te ha elegido”.
Hana extendió su mano y la espada se acomodó en su agarre como si hubiera sido hecha para ella. La hoja emitía un suave resplandor, reflejando los colores del amanecer. “Con esto,” dijo Hana, “me siento preparada para enfrentar lo que nos espera.”
Con dos fragmentos en su poder, Kaito y Hana se sintieron más cerca de su objetivo. Pero sabían que la Reina de Espinas no se quedaría de brazos cruzados, y que cada paso hacia adelante los acercaba más a la confrontación final, en un camino sembrado de maravillas y peligros.
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Comments
Shina Laules
me está gustando muchoo
2025-10-26
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