La luz del amanecer se filtraba a través de las hojas, bañando el campamento en tonos dorados y verdes. Kaito despertó al sonido de Hana hablando en voz baja con Hope. Se unió a ellos, frotándose los ojos, aún no acostumbrado a la idea de que su nueva realidad incluía conversaciones con seres mágicos.
“¿Qué está pasando?” preguntó Kaito.
“Hay un guardián en las Montañas Ardientes que puede ayudarnos,” explicó Hana, su tono era sereno pero sus ojos reflejaban la urgencia de su misión. “Pero llegar hasta él no será fácil.”
Mientras se preparaban para partir, Hope les advirtió: "En las Montañas Ardientes, encontrarán criaturas forjadas por el fuego y la piedra. Seres que nunca han visto la luz del sol y que se alimentan de las llamas y el azufre."
Kaito y Hana escucharon atentamente las palabras de Hope, conscientes de la gravedad de su próxima travesía.
"Esto ayudará," dijo Hope, revelando dos misteriosos brazaletes. "Brazaletes de Magma Fría, forjados en las profundidades de Sylvarant. Los protegerán de las altas temperaturas. Les deseo suerte."
Despidiendose de Hope, con gratitud, se adentraron en Las Montañas Ardientes, un nombre que evocaba imágenes de picos escarpados y cielos teñidos de rojo por la lava que fluía sin cesar. Eran conocidas por sus volcanes activos y ríos de lava, un terreno que ponía a prueba incluso a los aventureros más valientes. Sin embargo, la promesa de encontrar un aliado en su misión les dio a Kaito y Hana la determinación necesaria para enfrentar el peligro.
Con cautela, Kaito y Hana comenzaron su ascenso. No tardaron en encontrarse con las Salamandras de Lava, reptiles cuyas escamas parecían hechas de magma solidificado. Se deslizaban entre las rocas, dejando tras de sí un rastro de calor abrasador.
Más arriba, un grupo de Aves Piroclásticas sobrevoló el cielo, sus plumas eran como chispas voladoras que encendían pequeños fuegos donde caían. Estas aves raramente tocaban el suelo; su hogar era el aire caliente que ascendía de las entrañas de la tierra.
Al acercarse a la cima, se toparon con los Gatos de Obsidiana, felinos elegantes con ojos que reflejaban el resplandor de la lava. Estos gatos eran conocidos por su agilidad y su habilidad para navegar por los campos de lava sin dañarse.
El viaje fue arduo. El suelo bajo sus pies era inestable, traicionero, y el aire estaba lleno de ceniza y humo que quemaba los pulmones y empañaba la vista. A medida que ascendían, la vegetación daba paso a la roca y al fuego, y el calor se volvía casi insoportable.
Finalmente, llegaron a una meseta donde el calor parecía emanar de cada grieta en la tierra, como si la montaña misma respirara fuego. Frente a ellos se alzaba una figura imponente, un dragón cuyas escamas brillaban como el carbón encendido, un ser de poder antiguo y temible. Era el Guardián de las Llamas, y su presencia era tan abrumadora que Kaito y Hana no pudieron evitar sentirse pequeños ante él.
“Venimos en busca de tu sabiduría y tu fuerza,” dijo Hana, su voz firme a pesar del temor que sentía.
El dragón los observó, sus ojos como dos brasas que podían ver a través del alma, escudriñando sus intenciones y valor. “¿Por qué debería ayudarlos, humanos?” preguntó con una voz que resonaba como el trueno, un sonido que sacudía la tierra y llenaba el aire con la promesa de destrucción.
Kaito dio un paso adelante, su determinación era un faro en la tormenta. “Porque si no detenemos a la Reina de Espinas, no solo Sylvarant caerá, sino también nuestro mundo. Y no estamos dispuestos a dejar que eso suceda,” declaró con una convicción que sorprendió incluso a los vientos que susurraban entre las rocas.
"¿Y qué los hace dignos de mi ayuda? ¿Qué los diferencia de aquellos que han venido antes y han fallado?" desafió el Guardián, su voz era un rugido bajo que vibraba en el aire caliente.
"Nuestra determinación," respondió Hana, sin vacilar. "No buscamos poder ni gloria. Solo queremos salvar a aquellos que no pueden luchar por sí mismos."
El dragón pareció considerar sus palabras, y luego, con un movimiento de sus enormes alas, la meseta se transformó. La roca se partió, revelando un camino que descendía hacia el corazón de la montaña, un sendero oculto que solo los dignos podían ver.
“En las profundidades de estas montañas, encontrarán lo que buscan,” dijo el dragón, su voz ahora contenía un matiz de respeto. “Pero tened cuidado, pues el fuego no es el único peligro que acecha en la oscuridad.”
Con un agradecimiento que no necesitaba palabras, Kaito y Hana se adentraron en la montaña, siguiendo el camino que el Guardián de las Llamas había revelado. Lo que encontrarían allí, solo el tiempo lo diría, pero estaban listos para enfrentar cualquier desafío, juntos.
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Comments
magiadict
Ufff me atrapó 😬
2024-06-03
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Sebastian
muy interesante por el momento
2024-06-02
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