Capítulo 5

Llegamos al restaurante, el individuo encargado de las reservaciones nos pidió nuestros nombres y luego nos condujo a la mesa donde Jarry estaba sentado. Estaba solo, al menos eso parecía.

Con apenas veinte años, Jarry había estado involucrado en la mafia por más tiempo que yo. Estaba cubierto de tatuajes, con el cabello negro peinado hacia atrás, aunque algunos mechones rebeldes se asomaban por su frente. Siendo blanco, sus tatuajes resaltaban aún más. Tenía un físico bien trabajado, resultaba muy atractivo, pero era un idiota. No éramos enemigos, pero tampoco amigos; acudí a él cuando empecé en este mundo.

Le pedí a Diego que se encargara un momento de Octavio y, si sucedía algo, me llamaría. Le entregué la pañalera y él se fue al parque con el pequeño.

Me dirigí a la mesa donde Jarry estaba a punto de beber cuando se detuvo al verme, se levantó y me ofreció el asiento, me senté y él acercó la silla de nuevo.

—Te ves hermosa. ¿Cómo estás? —dijo, tomando un trago de su copa.

—Estoy bien —respondí simplemente—. Ahora cuéntame, ¿de qué quieres hablar o qué necesitas?

Él rió cínicamente y yo solo lo observé.

—Cariño, ¿crees que necesito algo de ti? Te equivocas. ¿Tienes hambre? Yo invito.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? Habla o me marcho —me levanté, cumpliendo mi advertencia.

—Espera un momento —Finalmente—. Anthony me llamó ayer de madrugada, dice que necesita nuestros servicios para hacer desaparecer a un rival que le debe dinero por el Black Jack.

Dios. Va a acabar muerto si alguno de sus enemigos descubre que está eliminando personas para quedarse con su dinero.

Continuó.

—En una sola noche ha ganado trescientos mil dólares. El individuo al que debemos eliminar tiene tres millones en su cuenta, por lo que tú y yo recibiríamos novecientos mil.

Pedí una copa de vino y, en cuanto me la sirvieron, la bebí de un sorbo. Le indiqué al camarero que dejara la botella y volví a servirme para llenar nuevamente la copa.

—Anthony sabe que ya no dependo de él y que no estoy implicado en sus planes.

—No tienes otra alternativa, cariño, recuérdalo. Además, no deberías beber tan temprano. Me han informado que ya te has graduado y comenzaste a trabajar—Hizo una pausa—En serio.

—Dame su número—suspiré resignada—Sabes que me involucré en todo eso para poder estudiar, pagar el apartamento, cubrir los gastos de hospital de Lujan y mantenerla después de que el desgraciado que la dejó embarazada no asumió la responsabilidad, además de pagar los medicamentos de mi madre, así que no entiendo por qué te sorprende.

—Lo sé, y sabes... añoro algo—Me miró y sonrió.

—¿Qué es?—Ya había consumido media botella de vino, pero estaba demasiado tensa.

—Tu cuerpo—La sonrisa en sus labios se amplió.

—Idiota—Me aparté de la mesa y me fui furiosa.

—¡TE AMO!—Gritó a lo lejos.

Llamé a Diego y cuando lo encontré en el estacionamiento, sostenía a Octavio dormido en su pecho. En el trayecto hacia el supermercado, le conté lo que Jarry me había dicho. Al llegar a mi apartamento, lo invité a pasar y descubrí a Lujan comiendo helado de galleta mientras veía una película romántica; justo en ese momento, estaba llorando en una escena en la que el hombre le prometía todo a la mujer y escapaban juntos.

—¿Lujan?—Preguntó Diego.

—Oh, hola—Lujan se secó las lágrimas con la parte trasera de la mano y se acercó rápidamente hacia nosotros.

Llevaba puestos unos shorts y una camiseta grande, demasiado amplia para su delgado cuerpo, y el cabello recogido en un moño.

Se acercó directamente a Octavio, quien seguía profundamente dormido, lo tomó en brazos y lo llevó a su cama, asegurándose de cambiarlo antes.

Es realmente una excelente madre, pensé para mis adentros.

Dejé las compras sobre la mesa del comedor y fui a mi habitación en busca de un vestido azul marino ceñido al cuerpo y unas zapatillas blancas para el día siguiente, ya que hoy me quedaría en la casa/mansión de Diego.

—Sabri, ¿A dónde te diriges? Mañana todavía es jueves, y tendrás que ir a trabajar.

—Lujan, me quedaré con Diego, surgió un contratiempo—Ella entendió a qué me refería con "contratiempo"—. Prometo ser puntual y pasar por Octavio, además estaré contigo el resto del día.

—Entendido, pero asegúrate de ser puntual.

—Ya lo sé—Le respondí con ternura.

—Tranquila, iré a buscarla, así que no te preocupes—Afirmó Diego.

Recolecté mis pertenencias y salí, con Diego siguiéndome.

—¡Usen protección!—Escuchamos y soltamos una risa.

Una vez en la mansión de Diego, cenamos hamburguesas y discutimos cómo abordar la situación, decidiendo qué personas debíamos mantener a distancia para evitar correr riesgos.

En ese instante recordé a Thiago, tengo una cita con él...

—Diego—Lo miré con seriedad—Tengo que ir con Thiago. Él quería hablar conmigo y yo también tengo algo que decirle—Él asintió y me entregó las llaves del Ferrari.

Durante la conversación en el camino con Thiago, acordamos encontrarnos en su casa para abordar lo que debíamos discutir. No quería prolongar la inevitable conversación, lo cual parecía mutuo.

—Bienvenida, Sabrina.

—Gracias, Thiago—Su casa era realmente hermosa, hay que admitirlo.

Me dirigí hacia la sala y vi una pizza en el centro de la mesa, junto con un par de refrescos, mientras en la televisión se proyectaba un documental sobre autos. Thiago me invitó a sentarme y él hizo lo mismo. En un momento incómodo, pasó un brazo alrededor de mi cuello.

—Sabri—Comenzó—He sido aceptado—Se notaba que se había esforzado mucho por ingresar al ejército. Por un instante me alegré por él, pero esa alegría desapareció rápidamente.

—Eso es maravilloso, Thiago—La tensión entre nosotros era palpable. Al menos no tendría que verlo durante un tiempo, o quizás nunca más—Respondí a su pregunta...

—¿Sí?—Intentó tomar mis manos, pero las aparté, rechazándolo.

—Ya no siento lo mismo por ti, como lo hacía al principio, Thiago.

—¿Puedes ser más clara? No, no, no entiendo lo que estás diciendo.

—Lo siento, Thiago, pero hemos terminado—Se apartó de mí.

POV MATÍAS:

Era otro día en la oficina, pero hoy no tenía a una empleada sumamente competente. Lo mejor es que parecía nerviosa cuando hablaba conmigo. Yo también sentía cierta ansiedad, pero intentaba ocultarla (al menos eso creía), aunque no debía sentirme así.

Ella sería solo una más en mi lista de conquistas.

Al llegar, vi a Sabrina contestando llamadas y haciendo anotaciones en la agenda. Nuestros ojos se encontraron, y ella se ruborizó, mostrando una ternura contagiosa. Observé su reacción, y ella apartó la mirada.

Entré en mi despacho y me encontré con Jhojan allí.

—¿Qué estás haciendo aquí?—Fue lo primero que se me ocurrió al verlo tan relajado en mi sillón viendo un partido de baloncesto.

—¿No puedo visitar a mi mejor amigo?

—Bueno, al menos podrías haber avisado. Tengo teléfono por si lo olvidaste.

—Tranquilo, hombre—Hizo una pausa al notar que estaba perdido en mis pensamientos, imaginando la textura de los labios de Sabrina—Últimamente has estado bastante extraño. ¿En qué estabas pensando?

—¿Yo? Estoy bien. Tú eres quien ha estado actuando de forma extraña—coloqué mi maletín sobre el escritorio y guardé mi computadora portátil—Jhojan... Cuando empezamos a trabajar juntos...—Me detuve. Sabía que este tema no le gustaba a Jhojan; cada vez que lo mencionaba, se entristecía profundamente.

Me miró seriamente, y no estaba seguro si quería escuchar la respuesta.

—Continúa—Insistió.

Tomé aire.

—Cuando dejaste embarazada a esa chica... ¿No la has vuelto a buscar?

Él palideció, como si acabara de presenciar una tragedia.

—No... Fui un completo idiota. Ella era hermosa y me dio lo más preciado que tenía. Probablemente ni siquiera quiera verme ahora. Además, no quiero arruinar lo que tengo con Lucía. No quiero ser el mismo tonto impulsivo de antes. Aunque... Lujan era el amor de mi vida. Haría cualquier cosa por volver a estar con ella. Tal vez haya abortado, pero ella es demasiado buena para hacerlo. Jamás me perdonará. Matías, tú sabes lo arrepentido que estoy en detalle.

Era cierto, había cambiado drásticamente. No recordaba mucho sobre Lujan, pero sabía que Jhojan estaba profundamente enamorado de ella.

Tenía que cambiar de tema rápidamente antes de que se pusiera a llorar. Así que le mencioné acerca de mi nueva empleada, Sabrina.

—Jhojan, ¿Recuerdas a la nueva empleada de la que te hablé?

—Por supuesto, espera—Señaló con el dedo índice. Ahora sé lo que te sucede.

Lo miré con sorpresa—¿En serio?

—Sí, pero te dejaré hablar.

—No vengas a darme lecciones de moral sabiendo lo mujeriego que eres, Matías. Aunque me sorprende que aún no hayas intentado nada con la chica.

—A mí también. Es muy amable y sumisa, además de ser muy guapa.

—Un consejo, trátala con respeto.

—Eso haré.

Jhojan pasó una hora viendo la televisión en la pantalla de plasma, y yo continué con mi trabajo, pero la idea de invitar a Sabrina a cenar rondaba constantemente en mi mente.

Al dar las tres de la tarde, sabía que tenía que llevar a su ¿sobrino? a la guardería, así que sin demora bajé y me dirigí a su dirección. Cuando estuvo a punto de cruzar la puerta del edificio, la tomé del brazo y ella se giró, sus largas pestañas subieron y bajaron rápidamente al percatarse de que era yo.

Al llegar a la guardería, entró y regresó con el pequeño. Luego subió de nuevo al auto y observé detenidamente al bebé, que se parecía demasiado a... Jhojan.

Le pregunté a dónde quería que la llevara, y ella me dio la dirección de su apartamento. Para que aceptara cenar conmigo, quería conocerla un poco más, al menos.

—¿Y tu novio?

¿Realmente dije eso? Idiota.

—Oh... Thiago y yo terminamos anoche—Mis labios se curvaron, aunque no era suficiente; quería gritar de alegría—. ¿Y tú, estás en pareja?

—No, de hecho solo he tenido dos novias en toda mi vida—Sonreí orgulloso, por supuesto, no mencionaré mi historial amoroso—. Cuéntame, ¿cómo ha sido tu vida?

Ella reflexionó seriamente, como si estuviera considerando qué decir.

—Actualmente vivo con mi mejor amiga y su pequeño hijo de 19 años, aunque creo que ya lo sabías. Mi padre falleció dos semanas antes de que ingresara a la universidad, mi madre murió de cáncer, no tengo hermanos. Empecé a trabajar justo después de la muerte de mi padre, ya que cancelaron la pensión de mi madre. Cuando era niña, vivía en un pueblo lejano, donde ayudaba a mis abuelos a cuidar animales, y eso es básicamente mi historia—Sonrió, y verla sonreír me llenaba de alegría.

Mientras escuchaba su relato, llegamos a su apartamento.

Sabrina se despidió de mí y me deseó una tarde agradable.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play