Vista desde la perspectiva de Matías:
Qué mujer, ¿Cómo se llamaba? Rápidamente revisé entre las carpetas: Sabrina. Al verla salir de mi despacho de esa forma, provocó una reacción física instantánea en mí.
Su figura era impecable, con piernas tonificadas y una cadera ligeramente amplia que destacaba unos glúteos y pechos impresionantes. Poseía una cintura esbelta, brazos delicados y una altura de alrededor de 1.75 metros. Sus grandes ojos cafés y su cabello negro como la noche la convertían en la mujer ideal.
¿𝘈𝘭 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘥𝘳í𝘢 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳𝘮𝘦 𝘴𝘪 𝘮𝘦 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘳á?
La pregunta me molestó en el fondo.
Por supuesto que la llamaría, después de todo, ahora es mi empleada.
Cuando conoces a fondo a las personas, resulta sencillo manipularlas, y en su caso, desconocía ese truco. Sin embargo, sí era evidente que tenía una personalidad fuerte; era una de las pocas personas que no desviaba la mirada cuando la observaba detenidamente, lo cual resultaba admirable. Tenía la sensación de que conseguía lo que quería.
Al exhalar, me percaté de que había dejado de respirar por un momento.
Realicé algunas gestiones con mis empleados; la próxima semana llevaría a cabo una evaluación exhaustiva con ellos. Quería que todo se desarrollara según mis deseos y fluyera sin contratiempos. No me resultaría agradable despedir a aquel personal que no cumplía con las normas o con su trabajo.
Una vez finalicé, organicé lo indispensable en mi maletín para poder hacer papeleo en casa, en ese instante, mi teléfono sonó para notificarme que había recibido un mensaje.
𝘈 𝘔𝘢𝘵í𝘢𝘴:
𝘔𝘢𝘵í𝘢𝘴, 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳é 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘶 𝘤𝘢𝘴𝘢 𝘮á𝘴 𝘵𝘢𝘳𝘥𝘦, 𝘱𝘳𝘦𝘱á𝘳𝘢𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘷𝘦𝘯𝘤𝘪𝘥𝘰 ;)
𝘗𝘰𝘳 𝘴𝘶𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰, 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘲𝘶é 𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢, 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘧𝘳𝘰𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘢. 𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢𝘥𝘰𝘴. 𝘙𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥í.
𝘋𝘦𝘴𝘵𝘪𝘯𝘢𝘵𝘢𝘳𝘪𝘰: 𝘑𝘩𝘰𝘫𝘢𝘯
𝘜𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘪𝘦𝘯𝘤𝘦, 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘪é𝘯 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘥𝘰𝘳. 𝘉𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘴𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦.
Guardé mi teléfono en el bolsillo de mi saco y me dirigí directamente a casa.
Durante el trayecto, disfruto escuchando música, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que pusiera el álbum "Wipe out" de The Neighbourhood.
Una vez de regreso en mi lugar de descanso, todo estaba ordenado pero yo tenía hambre, así que reuní los ingredientes para prepararme un sándwich.
A pocos minutos de la llegada de mi amigo, me senté en el sofá y me dispuse a ver televisión.
Contaba hasta seis cua... antes de pronunciar el último número, mi teléfono sonó para indicarme que Jhojan ya estaba esperándome abajo. Sin más demora, tomé el ascensor para evitar bajar los diecinueve pisos a pie en ese momento.
Al salir, vi su auto estacionado frente a la entrada.
—"Te voy a vencer sin piedad", dijo con una sonrisa de satisfacción.
—"¿Has perdido tanto que necesitas acumular asfalto?" respondí con sarcasmo.
—"Sabes a lo que me refiero."
Finalmente, nos dirigimos a un lugar con muchos árboles y colinas, iluminado, que a simple vista parecía acogedor ya que Jhojan era bien conocido allí.
—"Joel, jugaremos 3 rondas", anunció el hombre de cuarenta años.
—"De acuerdo, y dime quién es tu amigo", dijo, sosteniendo las municiones que se suponía debíamos comprar.
Antes de que Jhojan hiciera una presentación poco elaborada, tomé la delantera.
—Me llamo Matías Blackwell, tengo 23 años y soy el director de mi propia empresa —dije, notando cómo Jhojan rodaba los ojos, lo cual me divirtió.
—Interesante —respondió Joel—. Espero que, al igual que con los números, sepas cómo moverte. Vayan con su equipo, Jhojan te explicará en qué consiste esto y luego Thiago les proporcionará las armas y lo que necesitan. —Nos miró a ambos y luego a Jhojan. Era una especie de tienda, con una estructura externa que simulaba una montaña de plástico con los colores habituales de los uniformes de soldados, y sobre el toldo se leía "BIENVENIDOS A PAIN WARS".
Detrás de nosotros, había hombres y algunas mujeres conversando sobre temas triviales. Entre ellos, una persona en particular captó mi atención: ¿Sabrina?
Sin dudarlo, me acerqué a donde ella se encontraba, pero fui detenido por Jhojan, quien puso su mano en mi hombro.
—Eh, aún debo explicarte el juego y las reglas, ¿A dónde crees que vas? —Miré hacia donde estaba Sabrina, pero ya no estaba allí, por lo que decidí quedarme para escuchar las instrucciones.
Suspiré.
—Estoy atento —mencioné, recordando que la buscaría más tarde.
—Aquí no hay banderas, simplemente debes sobrevivir. No puedes agredir a nadie y debes evitar moverte constantemente si no quieres ser eliminado rápidamente. La cabeza y el cuerpo deben mantenerse unidos. Seremos divididos en dos equipos, rojo y azul, siendo enemigos. El equipo con al menos un miembro de su color que sobreviva será el ganador —explicó, esbozando una sonrisa—. Eso es todo.
Thiago se aproximó con las armas de pintura y las municiones correspondientes a los colores de nuestros equipos.
Me dirigí hacia mi equipo y, al volver a encontrarme con la hermosa chica, me detuve repentinamente. ¿Qué me estaba sucediendo? No podía permitirme mostrar cobardía.
—"Señorita Scott, qué agradable sorpresa" —le dije, observando cómo su cuerpo se tensaba al detener su conversación con sus compañeras de juego para dirigirme la mirada.
Sus ojos cafés brillaban con diversión y astucia.
—"Dime Sabrina, Matías está bien" —su conjunto se ajustaba a su silueta de forma destacada.
—"Llámame Matías" —la miré. Aun no tenía sus municiones ni su arma, pero en un abrir y cerrar de ojos, Thiago apareció.
Él se acercó a ella y la besó antes de entregarle su arma y un paño rojo. Sabrina rompió el silencio.
—"Thiago, él es Matías, mi nuevo jefe. Matías, él es mi novio, Thiago".
—"Ya veo. ¿Así que tiene novio? No durará mucho... ¡No! ¿Qué estoy diciendo?" —en un arranque de consciencia—"En un minuto comenzamos, sería mejor que planifiquen su estrategia" —me giré sonriendo, y luego dirigí mi atención a Sabrina—"Buena suerte, cariño" —le di un rápido beso y me alejé.
Sentía una quemazón en cuerpo y mente, deseaba deshacerme de él a toda costa. Sin embargo, mis pensamientos perturbadores fueron interrumpidos por su voz melodiosa.
—"Oh, sí... idiota, cálmate. A ella le resulta entretenido. Claro, no es la primera. ¿Por qué reacciono así?"
Sabrina asintió pensativa, y sonó un claxon que indicaba que el juego había comenzado, aunque en ese momento olvidé recargar mis municiones.
Junto a otros participantes, vi a Sabrina trotar con la misma compostura que exhibió al salir de mi oficina. Mi amigo deseaba estar junto a ella, pero no quería mostrar un comportamiento inapropiado, por lo que se mantuvo a distancia.
Erré en mi dirección, perdí de vista a mi equipo entre los árboles. La oscuridad empezaba a cernirse sobre el lugar, y mientras la mayoría tenía experiencia en este tipo de situaciones, yo me sentía completamente perdido. Hacía tiempo que no me encontraba en un entorno como este.
Un sentimiento de ser observado me invadió, pero no lograba detectar la presencia de ningún ser vivo. Al volver la vista al frente, me topé con Jhojan. Su repentina aparición me sobresaltó.
—¡Demonios! ¡Casi me das un infarto!
—Lo sé, y aunque no esté en tu equipo, podría acabar contigo, pero no lo haré. Todavía eres un novato en esto. Sigue adelante —asentí y empecé a alejarme, pero Jhojan volvió a hablar—. Matías, ¿la chica de cabello negro es tuya?
—Es mi nueva empleada. ¿Por qué la pregunta? ¿La conoces?
—Solo preguntaba.
Después de un rato de caminar, me reencontré con Sabrina. Me acerqué a ella luego de observar sus movimientos cuidadosamente. La vi manejando el rifle con destreza, agachándose con sigilo. Era verdaderamente hábil... tanto en el juego como en la realidad.
Al finalizar la actividad, nos reunimos y se anunció que el equipo rojo había ganado. Fue sorprendente ver cómo Sabrina derrotó a Jhojan. Ellos eran los últimos en pie. Como era costumbre, se estrecharon las manos para acordar una revancha, pero en ese momento, se detuvieron de repente. Se miraron el uno al otro con una intensidad cargada de... ¿odio?
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