Capítulo 13

La semana paso rápido, Diana se acoplaba cada día más, era sábado por la mañana y Rosario le dijo a Diana qué mañana era su día libre qué si quería ella podía por la tarde ir a visitar a sus padres y pasar la noche allá, que podía volver el lunes por la mañana, ya que la finca los fines de semana se quedaba más sola que de costumbre. Puesto que solo uno que otro ranchero trabajaba.

Rosario le dijo - si necesitas algo me puede buscar en mi casa ya sabe donde vivo, aunque es día de descanso mi esposo o yo estamos al pendiente por cualquier cosa que se ofrezca.

Diana sabía que Rosario vivía en una casa en la parte de atrás de la finca no muy lejos de allí.

Eran casi las doce, cuando le llego un mensaje a Diana, ella lo miro, era la notificación del banco qué había recibido un depósito por seis mil pesos. Se sintió melancólica, ya que le había recordado que su matrimonio era una farsa y ella no tenía a donde ir, pues prefería pasarla allí Sola a ir con sus padres.

El lunes todo volvió a la normalidad, él descansó había terminado, pero Diana aún estaba preocupada por vender o rentar las tierras.

Rosario se dio cuenta de que algo le pasaba y sin pensarlo le pregunto, Diana le contó pues con alguien tenía que desahogarse.

Rosario le aconsejo qué le pidiera ayuda a Mateo, pero Diana se negó rotundamente, ya que no quería involucrarse más con él, ni deberle nada pues tenía que pasar un año para poder pagarle por haber pasado la noche con él, se imaginó que si le pedía todo el dinero que ocupaba la vida no le alcanzaría para pagarle y sería una cautiva de por vida.

Diana iba de una llamada en otra ofreciendo las tierras, pero no lograba conseguir nada.

Diana salió para despejarse un poco pensó en tomar una cuatrimoto para ir un poco más lejos, pero termino agarrando una bicicleta qué hallo un poco empolvada la sacudió y checo qué funcionará bien, enseguida se montó y salió, había caminos que te llevaba de un lado a otro y todos en muy buen estado, estaban

 asfaltados así que era cómodo manejar la bici.

Diana escuchó ruido de caballos así que se dirigió asía allá, Al llegar se encontró con, con un joven apuesto de tés moreno alto y con un cuerpo de tentación.

Él se acercó a Diana y se presentó.

- Hola señorita Diana, soy el ingeniero Manuel García hijo de Rosario y Felipe. En que puedo servirle.

- Hola Manuel, que gusto conocerte Rosario me ha hablado mucho de ti. Escuche ruido de caballos así que me acerque a ver de donde provenía.

- ¿Le gustaría conocerlos?, le pregunto entusiasmado Manuel.

- ¡Si me encantaría!, Diana se emocionó mucho.

Manuel la guio hasta donde estaban, y mostrándole un caballo negro que brillaba con él Sol, le dijo - este es relámpago es el caballo de Mateo, aunque tiene muchos caballos, aquí solo tiene a relámpago y a coqueta y ahora también a princesa es la cría de la coqueta y de relámpago.

Mateo adora estos animales son una de sus posesiones más valiosas tanto sentimental como económicamente.

Mira esta yegua blanca es la coqueta y la que biene allá es la princesa.

Diana estaba encantada con los caballos, acercándose metió la mano para acariciar a relámpago el caballo se dejaba alisar encantado lo que le sorprendió mucho a Manuel, ya que relámpago era huraño no se dejaba agarrar por cualquiera incluso a él qué siempre lo había cuidado le costaba trabajo acercársele.

Diana se sentía feliz de ver tan hermosos animales. Manuel le contó a Diana qué él se encargaba de las huertas de Mateo y que trabajaba con más agricultores, pero que también era el encargado del cuidado de esos caballos qué él a diario pasaba a checar que los alimentaran correctamente y ver que todo estuviera bien.

Los días pasaban rápidamente Diana le pidió a Manuel qué le permitiera ayudarle con el cuidado de los caballos, aunque Manuel dudó un poco, término aceptando Diana le pidió que no la llamará señorita qué simplemente le dijera Diana, ambos se habían vuelto buenos amigos.

Se les podía ver platicar y reír mientras Manuel le enseñaba como alimentarlos.

Finalmente, Diana ya no se sentía tan sola, ella se levantaba y ayudaba a Rosario a asear la casa después se dirigía a las caballerizas a visitar a relámpago a coqueta y a princesa.

Rápidamente, había pasado otra semana, el sábado por la mañana habia más movimiento, ya por la tarde todo lucia más tranquilo, Diana se sentía sola en esa grande casa así que saco una pequeña bocina qué tenía, aunque estaba pequeña se escuchaba muy recio, y puso música de la que a ella le gustaba y mientras tarareaba las canciones se puso a cambiar algunas cortinas para darle más luz, a la casa después de casi remodelar todo hecho un vistazo se sentía satisfecha con los cambios.

Enseguida tomo todas las cortinas que había quitado y se dirigió al cuarto donde se lavaba la ropa y las puso a lavar.

Al terminar Diana necesitaba un baño así que se dirigió a su recámara con la bocina en su mano y mientras se bañaba cantaba las canciones que se reproducían, Diana se arregló y bajo. Le gustaba más estar en la sala, aun escuchando música saco su computadora y se puso a buscar contactos de personas que les pudieran interesar las tierras.

Mientras con la vista seguía las letras en su computadora, Diana cantaba apasionadamente las canciones que iban saliendo, como estaba sola no tenía que cohibirse y, por otra parte, la música le hacía sentirse menos sola.

Después de un buen rato en la misma posición Diana se enderezó un poco para relajar sus músculos. Casi pego un grito cuando vio a Mateo parado a unos metros de distancia, se sorprendió al verlo ahí y de inmediato se ruborizó al recordar que ella estaba cantando.

Y un poco avergonzada le pregunto si tenia mucho rato de haber llegado.

Mateo sonriendo le dijo, - el suficiente para deleitarme con tu voz.

- O que pena, no pensé qué fueras a llegar.

- No te preocupes cantas muy bien.

Al llegar Mateo se sorprendió al ver a Diana allí pues él le había dado la orden de que le dijeran que saliera y no se quedara todo el fin de semana sola en la finca.

Diana estaba tan concentrada cantando qué no se dio cuenta de que Mateo había llegado así que él solo la observó deleitándose con su voz mientras la miraba dulcemente.

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