Capítulo 5

Diana estaba tan molesta de pensar que terminaría casada con Roberto que era un sinvergüenza, y sentía tanta repulsión sólo de imaginar que tendría que estar con él y que terminara consiguiendo de ella lo que tanto había deseado, Diana sabía muy bien y el mismo Roberto se lo había dicho en alguna ocasión, que él y nadie más tendría que ser el dueño de su virginidad y aunque Diana se negaba él era paciente pues sabía que tarde o temprano terminaría cediendo.

Fuera por las buenas o a la mala, a Diana le molestaba mucho porque Roberto no la dejaba hacer su vida era casi cómo si Diana ya fuera de su propiedad.

Porque aunque no fueran novios él no dejaba de acosarla no podía salir porque siempre casualmente aparecía Roberto e incluso apenas alguien sé le acercaba él se encargaba de auyentarlos Desde que Diana había terminado con Roberto no había podido relacionarse con nadie más no se cómo le hacía, pero siempre le asustaba a todos sus pretendientes y fue por eso que en un momento de coraje y desesperación, pensó que si ella perdía su virginidad Roberto ya no se interesaría en ella.

Y de seguir con la idea de casarse con ella por lo menos tendría la satisfacción de saber que él no sería el primero en tocar su cuerpo, no le daría el gusto de lograr lo que él tanto quería.

Pero sin saberlo Ahora Diana estaba metida en otro lío aún más grande, ella nunca se imaginó que eso pasaría, pues había escuchado pláticas de sus compañeras de trabajo de como, salían de fiesta y si algún desconocido les gustaba simplemente se acostaban con él y al otro día como si nada, cada quien seguía su vida sin cambiar nada en absoluto.

Diana creyó que sería así de fácil, pero ahora se lamentaba y se recriminaba por ser tan ingenua y haberse metido en semejante lío.

Pero aun así ya no había marcha atrás así que respirando profundo agarro valor para enfrentarlo y finalmente preguntarle qué era lo que quería de ella.

- Bueno déjate de estupideces y dime de una vez por todas qué es lo que quieres.

- Pues mira, como puedes ver dinero no ocupo así que solo hay dos formas de que podamos arreglar esto, quiero estar una vez más contigo dado qué ya no eres señorita sería como estar con cualquier otra y ya no me deberías nada, por el contrario, tú puedes poner la cantidad que deses recibir a cambio, no importa el monto lo que pidas te daré.

Como puedes ver soy una persona muy generosa. Le dijo sonriendo.

Sin embargo, a pesar de que sonreía Diana pudo notar qué no era sincero y no sabia que, pero había algo más siniestro detras de todo eso.

- Estás loco, por quien me tomas. Acaso crees que soy una de tantas con las que te diviertes.

Eso es algo inaudito, nunca volveré a estar contigo.

Al ver la reacción de Diana el extrañó se molestó bastante, acaso había sido la peor noche de su vida, acaso no era lo suficientemente bueno en la cama, con esos pensamientos sintió herido su orgullo.

Como es que esa chiquilla se atrevía a despreciarlo. Molesto empezó a vestirse mientras le decía.

-¿Acaso no soy lo suficientemente bueno en la cama?, anoche eras tan apasionada qué pensé que te gustaría una segunda vez.

Diana se puso roja como un tomate, no sabía que decir así que optó por quedarse callada.

- Piénsalo, en lo que piensas mejor, te puedo invitar a desayunar, con hambre no se puede pensar bien.

- No tengo nada que pensar, y no me interesa desayunar contigo.

- Bueno te puedo dar una segunda opción, ya que no te interesa pasar una noche más conmigo, puedes trabajar para mí durante un año. Tienes una semana para pensarlo, solo espero que no estés pensando en huir de mí, créeme donde te escondas allí te encontraré.

A y por último tienes que acompañarme a desayunar, así que dime que deseas, prefieres té o café o talvez jugo, quieres huevos revueltos, a la mexicana o estrellados o prefieres unos chilaquiles, verdes o rojos pueden ser con pollo o con huevo estrellado, o simplemente pan tostado con mermelada. Si deseas algo solo debes pedirlo.

Diana hizo una mueca de desagrado, mientras pensaba, es un idiota.

Como Diana no dijo nada, él se ofreció a elegir por ella.

- Tomando en cuenta la cruda que traes creo te caerían mejor unos chilaquiles rojos, para que no te irrite el estómago y prefieres café o jugo.

- Jugo, Diana dijo en un tono molesto.

- Bueno esta bien en este momento ordenó que preparen él desayuno.

El extraño, le hablo a Rosario su ama de llaves y le dio indicaciones, ella se quedó sorprendida al ver que estaba acompañado, ya que su patrón nunca llevaba a mujeres a la finca es más ella nunca lo había visto con ninguna chica, y más le sorprendió al ver que la había invitado a desayunar, aun así ella solo asintió y se dispuso a preparar todo con ayuda de otras de las empleadas de la finca.

Diana seguía allí parada sin pronunciar ni una sola palabra, ella estaba perdida en sus pensamientos cuando el extrañó se le acercó y estirando la mano para saludarla le dijo.

- Después de la gran noche qué pasamos y en vista qué desayunaremos juntos, creo que debo presentarme, mi nombre Es Mateo Covarrubias.

Le dijo con una agradable sonrisa en su rostro; sin embargo, por parte de Diana no hubo respuesta solo lo miro con desprecio, le molestaba lo sínico que era después de todo ahora se presentaba amablemente como si nada pasara.

Al ver que la chica no reaccionaba a su cortés saludo Mateo se molestó y apretando los dientes para contener su ira que poco a poco crecía le dijo no te atrevas a dejarme con la mano estirada sin responder mi saludo, Diana al notar lo molesto qué estaba pensó que sería mejor responder a su saludo y llebando la mano asia la de él le dijo.

- Mi nombre es Diana Hernández.

Mateo la tomó de la mano y aunque Diana quiso retirarla de inmediato Mateo la agarro más fuerte para impedir que retirara su mano, Diana molesta jalando su mano con fuerza le dijo.

- Ya puedes soltar mi mano.

Mateo la miraba fijamente lo cual ponía muy nerviosa a Diana. Y después de un unos segundos la soltó.

Diana dando unos pasos para retirarse y suspirando en señal de rendición, le dijo es mejor, que nos demos prisa a desayunar o de lo contrario no llegaré a mi trabajo.

Mateo echó un vistazo a su reloj, mientras casualmente le pregunto.- ¿Dónde trabajas?

- Trabajo en el bufete jurídico Heredia & asociados, en las oficinas del centro de la ciudad y mi hora de entrada es a las nueve.

Mateo se sorprendió al oírla, y esbozando una pequeña sonrisa casi imperceptible dijo.

 Ya son las 8 y tomando en cuenta el lugar donde estamos, es muy difícil que puedas llegar, es mejor que te relajes. Hoy ya no llegaras, ni aunque salieras ahorita mismo la finca es muy grande tendrías que caminar para poder salir a la carretera y tomar un microbús el cual desde aquí y tomando en cuenta las paradas que irá haciendo, por lo menos se haría una hora y media.

A Diana le cambio el semblante se notaba muy preocupada, mientras decía.

- No puede ser yo no puedo faltar a trabajar, no puedo arriesgarme a perder él trabajo, no ahora que tanto lo necesito dijo casi en un murmullo.

Pero fue suficiente para que Mateo la escuchara, le dio pena al verla tan afligida no se explicaba por qué le preocupaba tanto perder un trabajo y tomando su celular mando un mensaje que decía. "Investiga todo a cerca de Diana Hernández." El mensaje fue leído sin haber respuesta alguna.

Mateo se acercó a Diana y le dijo puedes avisar, que no llegaras no creo que tengas problemas soló por faltar un día.

Y si tuvieras problemas siempre puedes aceptar estar conmigo, de ti depende que tanto quieras conseguir.

A Diana le molesto sobremanera la forma tan cínica en que la trataba y enojada le dijo.

- ¡Por quien me tomas, acaso piensas que soy una cualquiera para estar contigo por dinero!.

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