CAPÍTULO 4 El rey y su reina

CAPÍTULO 4

El rey y su reina

Muchos celebraban el embarazo de la nueva reina y enviaron sus felicitaciones al rey, quien solo agradecía aquellos buenos deseos.

Poco a poco el rey le enviaba a la reina las mejores carnes que su «proveedor extranjero» traía, lo cual ella agradecía al falsamente creer que él se preocupaba un poco por ella, por lo que sentía pena al engañarlo de esta manera. Sin embargo, muchos mantenían la duda de cómo luciría aquel «proveedor extranjero», quien siempre entraba sin que nadie lo detectara o fuera visto en algún sitio.

Posteriormente, comenzaron a llegar noticias de algunos campesinos desaparecidos y, aunque esto podría no ser relevante para el rey, para su pueblo si era importante, por lo tanto, el rey notificó que enviaría a algunos guardias de confianza a investigar el paradero de aquellos campesinos y que si en tres meses seguían sin tener alguna pista, solo podrían tomarlo como que habían sido atacados por animales salvajes y, por ellos, haber perdido la vida o posiblemente habrían tomado un viaje a tierras lejanas sin notificarlo a sus familiares y allegados.

Con aquello, el pueblo estuvo más tranquilo porque sabían que su rey era diferente y estaba escuchando todo lo que su pueblo estaba sufriendo. Por otro lado, algunas lobas, al enterarse que la reina no podría cumplir sus deberes de cama con el rey, se ofrecieron gratamente para cuidar de él en su lugar.

El consejo de ancianos, cuando escuchó la proposición de las lobas, no dudaron un momento en aceptar, pues sabían perfectamente que todo hombre tenía necesidades físicas, por lo cual aprobaron que las más hermosas y talentosas lobas fueran a entretener al rey. Fabio, por su parte, al escuchar aquella noticia, lamentó comprobar lo débil que es la mente de los hombres al pensar que solamente una mujer podría satisfacer sus necesidades. Sin embargo, se dejó llevar por el consejo de ancianos fingiendo que no conocía su plan.

Así, rápidamente, muchas bellezas empezaron a llegar a la alberca del palacio, luciendo diminutos trajes que dejaban muy poco a la imaginación. Unas cantaban, otras actuaban, algunas interpretaban algunos poemas, pero todas con el común denominador de tratar de ganarse los favores y el cariño del rey sin saber que Fabio lo único que tenía en mente era saber cómo se verían sus cuerpos decorando los salones como alfombras del castillo.

Las lobas se esforzaban profundamente llevando su arte hasta el máximo que podía dar un artista, mientras que el rey solo aplaudía casi sin mirarlas, ya que él solamente esperaba que ellas se cansaran de hacer el ridículo frente a él y se marcharan.

No obstante, a pesar de todo, Fabio las fue examinando intensamente, constatando que tenían bonitos cuerpos, pero sus cerebros eran como nidos de pájaro en invierno, es decir, totalmente vacíos, lo cual le llevó a preguntarse a sí mismo si alguna vez estas mujeres dejarían de auto humillarse para, en vez de ello, tener una voz propia. Pero entonces la voz de la mentalidad le dijo que ellas solamente representaban sexo y diversión, aunque jamás podría verlas como su enemigo o su común porque eran débiles e inofensivas ante la carne.

Al cabo de unas horas, Fabio les pidió que se retiraran, pues él tenía asuntos de gobierno importantes que atender. Las felicitó porque eran artistas fieles y devotas a sus principios y, por ello, las recompensó con algunas joyas y pidiéndoles que si él no las mandaba a llamar, ellas no vinieran, pues realmente estaba un poco angustiado y ocupado con asuntos de estado y el tiempo que les dedicaba a ellas, era un tiempo precioso para el reino. Ellas entendieron, asintieron y recibieron los regalos del rey marchándose sin más. Sin embargo, él estaba enfadado con el consejo de ancianos por creerlo débil ante la carne y pensar que con algunas pequeñas lobas podrían dominarlo y así hacer tratos bajo cuerda sin avisarle. Por ello, apenas logró quitarse el olor a perfume de loba, fue silenciosamente a ver la tesorería del reino, donde para su sorpresa, encontró a cuatro ancianos robando piedras preciosas, documentos y tratados importantes de aquel lugar privado. Así que, al ver que no lo seguía nadie, cerró la puerta, desenvainó la espada y los asesinó a todos, cortándolos en cuadritos a cada uno sin atender a sus ruegos de piedad y perdón, pero Fabio se reía y solo aumentaba el ritmo con el cual los iba rebanando lentamente hasta dejarlo lleno de emoción y sin aliento al ver como el brillo de los ojos de sus víctimas iba desapareciendo junto a sus vidas. Así fueron pasando horas de tortura para aquellos ancianos, el rey disfrutaba quitándoles la vida a cada uno de ellos y, una vez que la perdieron, los instintos animales de Fabio salieron a flote. Mientras mordía cada trozo de carne humana cruda, se masturbaba fieramente de una manera tal que le producía un éxtasis tremendo. Saboreaba golosamente la carne y la sangre fresca que chorreaba al masticarla y que se mezclaba con los flujos y jugos de los órganos que iba picando, mientras, su mano apretaba, subía y bajaba de su pene aumentando frenéticamente el ritmo de sus movimientos hasta que por fin logró saciar por completo sus bajos instintos. Cuando culminó bebió su propio semen.

Posteriormente retiró toda la carne de los huesos y guardó estos últimos en un cuarto secreto que nadie conocía de la tesorería; empaquetó la carne para un uso que más tarde decidiría. Sin embargo, después de haberse cambiado la ropa, se dirigió a la cocina y ordenó que, con parte de la carne empaquetada, prepararan los alimentos de la reina, no sin antes esparcir sanguijuelas por el piso de la tesorería para que consumieran los restos de sangre esparcidos y dejar bajo llave aquel lugar.

En la noche se dirigió sigilosamente por un pasadizo secreto hasta la tesorería y tomó los huesos y la ropa ensangrentada para llevarlo todo a su chimenea y usarlo como calefacción en su habitación hasta que fuera reducido a cenizas, así no quedaría prueba alguna de sus horrorosos crímenes. Después retiró las sanguijuelas y las liberó en el bosque de las lágrimas perdidas, donde nadie se atrevía a aventurarse.

«¡La justicia nunca antes había tenido un sabor tan agradable y tan jugoso!».

Al día siguiente, algunos ancianos del consejo desaparecieron y sus colegas le hicieron saber al rey su inquietud por tan inusual hecho, pues familiares y amigos no los habían visto regresar a casa desde el día anterior. Entonces el rey sarcásticamente les preguntó: «¿Acaso esconden algo de lo que no estoy enterado? ¿O de casualidad no tienen algo que confesar?».

Todos esos ancianos estaban pálidos y muy fríos, algunos pensaban que Fabio los había descubierto y, por ello, simplemente alegaban que no escondían ningún secreto ante su rey, pero como Fabio sabía que todos eran cómplices, simplemente les dijo: ««Cada quien recoge lo que siembra», es decir, que si ustedes siembran mentiras, recogerán mentiras; si siembran dudas, recogerán intrigas; pero sí siembran verdades, obtendrán verdades. La pregunta aquí sería: ¿qué sembraron ustedes?».

Todos contestaron de inmediato:

—Nosotros sembramos la verdad, la justicia y el poder social, ante el rey, ante la reina, ante el pueblo y ante Dios, por eso, estamos libres de todo tipo de culpa y de pecado.

Entonces Fabio les contestó:

—Sí están libres de culpa y de pecado y son fieles a sus principios ante la iglesia, el reino, el pueblo y ante Dios, los acompañaré a buscar en los rincones del castillo, del reino y hasta en las fronteras a quienes el día de hoy faltaron a sus obligaciones.

Así algunos ancianos comentaron que había que comenzar la búsqueda por la casa de las lobas, ya que probablemente habrían pasado una noche entretenida con aquellas artistas; otros comentaron que lo mejor era dejar que pasaran las horas y los días, pues era posible que hubieran decidido iniciar un retiro espiritual sagrado, como era común entre los hombres de su edad.

Fabio analizaba las respuestas de aquellos ancianos, esperando que alguno de ellos se delatara sin darse cuenta. Entonces uno de los ancianos dijo que había que visitar los molinos de café, pues algunos de ellos tenían ciertos negocios con comerciantes que producían dichos granos; entonces los menos ancianos dijeron que debían revisar muy bien todo el castillo, incluyendo la sede de la tesorería y las habitaciones de la reina para asegurarse que aquellos compañeros no pasaron la noche en alguna habitación con varias de las criadas que cuidaban aquellos lugares. Sin negarse, Fabio se acomodó el traje, los miró a todos y les dijo que fueran a revisar primeramente los molinos de café y siguió diciendo: «Luego iremos por los embarcaderos del reino, después visitaremos la casa de las Lobas y, por último, iremos a visitar a mi amada esposa. No descansaremos hasta averiguar en cuál lugar se encuentran nuestros aliados y amigos, vamos a ver y a conocer la verdad, señores y el que tenga algo que temer es mejor que se encomiende ante Dios y tenga a su favor grandes acciones en su vida para poder pagar su entrada al cielo.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play