El capitán de la policía Ignacio Corzo se empinó para ver el cuerpo de aquel hombre calcinado, convertido en una gran pila de carbón humeante, que sus oficiales y los peritos difícilmente trataban de sacar del auto estrellado en el barranco. Se había achicharrado por completo y estaba irreconocible.
-Sin documentos, sin dinero, sin nada, masculló enfadado el teniente Marcos Tudela. Tardaremos muchos días en saber quién demonios era este pobre sujeto-
Corzo se sentó en una piedra y contempló la marca de las ruedas derrapando al vacío. -Venía a gran velocidad, seguro a 200 kilómetros por hora, intentó frenar y se fue de narices al abismo. Se estrelló luego entre las rocas y el auto se incendió y el tipo quedó totalmente chamuscado. No es cosa del otro mundo-, especuló el capitán.
-El auto tenía una placa adulterada, seguía molesto Tudela, lo robaron y le cambiaron la placa-
-Clásico-, no más dijo, Corzo. Ordenó a los forenses lo llamen de inmediato, cuando reconozcan el cuerpo, para saber a ciencia cierta quién era el pobre diablo calcinado como carne en parrillada.
Horas después, Corzo recibió, al fin, la llamada del médico forense.
-No lo vas a creer. Le sacaron todos los dientes. No hay manera de identificarlo-, dijo el galeno desconcertado.
Corzo suspiró sin inmutarse. -El tercero en este año. Todos los sin muelas se están muriendo achicharrados-, dijo irónico. Luego colgó.
El capitán miró a Tudela que estaba tratando de escribir el informe del cuerpo encontrado en el barranco.
-Sin documentos, sin dientes, en un auto robado, y completamente calcinado-, exhaló con desánimo.
-Igual que los otros dos, el que encontramos en la subida a San Mateo y en el camino que iba a Oyón-, recordó Tudela.
-Es todo un modus operandi-, especuló el capitán.
Tudela asintió y siguió escribiendo. Corzo llamó a uno de sus subordinados. -Chauca ¿Reportes de desaparecidos?-
-Ninguno con las características de los sujetos calcinados, capitán-, se apuró a contestar el oficial.
Corzo colgó. -Agrega esto: sin familia. A nadie les importa que esos tipos hayan quedado como pollo a la brasa de carretilla-, dijo y los dos rieron de mala gana, sabiéndose estar refundidos en un callejón sin salida.
*****
-A ese Marcio sí que lo desplumamos. Y vaya que tenía plumas-
Telma Ruiz estalló en risas, buen rato, divirtiéndose con el el reloj que Gisela le incautó al sujeto antes de matarlo.
-Esta vez ha sido una buena presa-, sonrió Gisela.
-Sí, un buen golpe-, se contagió de su risa Telma Ruiz. Se recostó en su silla giratoria, cruzó las piernas muy sensual, lanzó sus pelos al aire, movió los hombres coqueta y satisfecha y volvió a ensanchar su sonrisa en forma maquiavélica. -Llama a las chicas. Debemos buscar otro pez gordo-, dijo. Gisela salió y Telma quedó mirando el candelabro que se mecía suavemente por el viento sutil que se colaba por las persianas entreabiertas. Siguió riendo emocionada, contenta por el éxito.
-Necesitamos desplumar a otro gallo-, bromeó para sí misma y estalló a reír a carcajadas sintiéndose la mujer más sexy del mundo.
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