Lana luchaba tenazmente para liberar su boca de lo que se empeñaba en no reconocer como algo agradable.
— ¿No tienes hambre? — preguntó la mujer con una mirada de preocupación.
— ¡Es tan terca! — comentó el hombre.
Lana libraba una batalla titánica, pero era en vano. El hambre ganaba su lucha contra el orgullo, dejándola sentirse increíblemente débil ante los gruñidos de su estómago.
"¡Dios nos alimenta de una manera tan extraña!" — pensó Lana.
— ¡Por fin cediste, Atália! — comentó la mujer con una sonrisa radiante mientras miraba a Lana.
"¿Pero mi nombre no es ese? Si este lugar es el cielo, ¿no deberían saber mi nombre?" — se cuestionó Lana, perpleja.
Mientras se alimentaba y disfrutaba de un momento de tranquilidad, Lana finalmente tuvo la oportunidad de observar el ambiente a su alrededor. Por primera vez, notó la atmósfera rústica de la casa de madera, con sus muebles antiguos y acabados simples. El hombre que la acompañaba vestía trajes que recordaban a los de un campesino, aunque su postura y presencia irradiaban la nobleza de la realeza.
"Umm, todo parece extraño. Estoy en un lugar desconocido, mi libertad está limitada, parecen no entenderme, y... espera, esta mujer me está amamantando..." — finalmente Lana se dio cuenta de lo que había sucedido.
"¡¡HE REENCARNADO!!" — exclamó Lana, su mente finalmente comprendiendo la verdad.
"¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Quizás la desesperación me cegó para algo que siempre quise en la adolescencia! Entonces, ¿de hecho, morí... justo cuando todo estaba a punto de salir bien en mi vida? ¡Qué ironía! ¿No podría haber esperado un poco para disfrutar de la vida de lujo?" — Lana se sintió incómoda por no poder disfrutar de la vida como rica, y ahora estaba reencarnada visiblemente como una pobre.
"Al menos mis padres son hermosos, ¡así que debo poseer una belleza igualmente extraordinaria!" Lana pensó para sí misma, dejando escapar una sonrisa reconfortante. "Y reconozco el rostro de este hombre de algún lugar, pero ¿de dónde?" Con estos pensamientos reconfortantes, Lana se entregó al sueño una vez más, dejando las preguntas sobre su nueva vida para otro momento.
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— ¡Oye Lana! O mejor dicho, ¡ahora Atalia, despierta! — Una voz familiar la llamaba.
Atalia sintió una suave brisa acariciar su piel y el delicado aroma de las flores envolver su rostro. Abrió los ojos lentamente, creyendo aún estar soñando, y vio un gato naranja flotando sobre ella.
— Por favor, Leo, solo cinco minutos más — murmuró Atalia somnolienta, volteándose en busca del confort del sueño. Pero cuando finalmente la realidad la golpeó, fue despertada de su ensueño.
Recuerdos confusos de su recién descubierto padre y del travieso gato naranja llamado Leo inundaron su mente.
— ¡LEO! — exclamó Atalia, levantándose rápidamente con una mezcla de indignación y sorpresa. — ¡Tú, gato presumido! ¡Me encerraste dentro de ese juego! ¡No tienes idea de lo que pasé! — hizo un intento torpe de agarrar la cola del felino, pero él se deslizó hábilmente fuera de su alcance, dejando a Atalia con una expresión de frustración.
— ¡Tranquilízate! No fue mi culpa. No debías regresar. Hubo una interferencia... — intentó explicar el gato, su voz sonando como un suave susurro.
— ¿Interferencia? ¡Entenderás lo que es interferencia cuando arranque estos bigotes de tu cara! ¡Intenté volver innumerables veces para demostrarles a todos que no estaba delirando, pero tú simplemente desapareciste! — Atalia reclamó, llena de indignación.
— ¡Porque no era hora de que regresaras! De hecho, ni siquiera ahora, pero eres muy imprudente. ¡Bebes un litro de vino en medio de la nada y luego regresas a casa sola a pie! — Leo reprendió a Atalia por su falta de precaución.
— Pero... pero ¡muchas personas lo hacen! — intentó defenderse, sintiéndose avergonzada.
— ¡Y mucha gente muere por eso, incluyéndote a ti! ¿Sabes lo difícil que fue traer tu alma aquí? ¡Ya que aún no era tu hora! — Leo, el gato, parecía indignado con la situación.
Atalia se sintió avergonzada, pero pronto el recuerdo de lo que había pasado al salir del juego volvió a su memoria, haciéndola sentir irritada de nuevo.
— Oh, no vengas con eso... ¿Acaso es mi culpa que no haya funcionado la primera vez? No hiciste bien tu trabajo, no explicaste nada y simplemente desapareciste. Quien debería estar indignada aquí soy yo. Debería estar disfrutando de una vida de lujo y reencarno como una campesina. ¡Tú, insolente, llévame de vuelta a mi vida anterior! — Atalia intentó atrapar a Leo nuevamente, pero él escapó de ella, flotando alto, fuera de su alcance.
— ¡Baja ahora mismo y enfréntame si eres hombre! — desafió Atalia, apuntando a Leo con determinación.
— ¡No soy un hombre, soy un gato! ¡Así que no bajaré hasta que te calmes! — respondió Leo con un aire de sarcasmo, manteniéndose en lo alto.
— Tonto... sabes cuánto luché para que mi vida finalmente empezara a mejorar? ¿Por qué no me trajiste cuando estaba pasando por dificultades? El mundo fue tan cruel conmigo... y ahora ni siquiera pude despedirme de la única persona que realmente se preocupaba por mí... ¿por qué todo tiene que salir mal para mí? — Atalia hablaba mientras lágrimas corrían de sus ojos, expresando todo el dolor y la frustración que llevaba dentro.
Al ver la tristeza en los ojos de la chica, Leo bajó hasta ella e intentó consolarla.
— Lo siento mucho...
— ¡Te tengo, gato travieso! Ahora me vas a pagar... — Atalia agarró al gato, dejando de llorar y mostrando una mirada y una sonrisa siniestras.
— ¡Un demonio! ¡Auxilio! — gritaba Leo mientras Atalia lo apretaba, presionando sus pequeñas y delicadas patitas.
— ¡Cállate! No soy un demonio. ¡Solo estoy molesta por lo que ha pasado! — respondió la chica, soltando a Leo de sus brazos.
— ¡Cobarde, me hiciste sentir lástima por ti! — gruñó Leo, masajeando sus doloridas patitas.
— ¿Te gustó mi actuación? Tomé algunas clases de teatro, aunque lo que dije es verdad. Pero... realmente morí por imprudencia. — admitió Atalia, con una sonrisa traviesa.
— ¡Finalmente te diste cuenta! — respondió Leo con un tono de alivio.
— ¿Entonces por qué me trajiste de vuelta a este juego? — preguntó Atalia, curiosa.
— Ahora esto será tu vida real, deja de pensar en este lugar como un juego, si mueres aquí, morirás de verdad. Te estamos dando una nueva oportunidad. ¡Ya que fuiste la única que hizo clic en todas las alternativas al elegir tu "personaje" y el "sistema" lo aceptó! — explicó Leo, tratando de transmitir la seriedad de la situación.
— ¿Sistema? ¿Qué sistema? ¿Cómo es que está pasando todo esto? — Atalia preguntó, confundida y perpleja por las revelaciones de Leo.
— No tengo mucho tiempo para explicar, el nuestro es corto, ¡así que presta mucha atención! ¡Eres la única que puede salvar este mundo! Pronto conocerás a alguien que... — la voz de Leo fue interrumpida por un chisporroteo, similar al que se producía cuando la chica estaba siendo desconectada del "juego".
— ¡Alguien qué?! — preguntó Atalia, ansiosa por más información, pero frustrada por la interrupción abrupta.
Leo no volvió a repetir la frase, simplemente continuó con lo que estaba diciendo, sus palabras cargadas de significado: — ... Pronto reconocerás y... — Una vez más, la voz de Leo fue interrumpida, como si el destino conspirara contra su mensaje. — ... Recuerda... — Otra interferencia ocurrió, pero El gato persistió: — ... el amor que olvidaste algún día. — Finalmente, el gato pronunció la última palabra y comenzó a elevarse hacia el cielo.
— ¡Eh! ¿Te veré de nuevo? — preguntó Atalia, con una mezcla de esperanza e incertidumbre.
Leo sonrió, transmitiendo una sensación de tranquilidad, y respondió: — Quizás... — y luego todo se volvió oscuro nuevamente, dejando a Atalia en un torbellino de emociones.
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Comments
F.S.Slash
Gusto en conocerte Atalia
2024-05-31
1
Mitsuki G
Así que murió antes de tiempo por eso apenas logró llevar ahí su alma pero creo que solita perdió su oportunidad de saber que quería decirle si no hubiera hecho mucho drama ya que por andar apachurrando perdió tiempo jaja en verdad si es divertida a ver qué tiene que hacer ya que perdió toda la información
2024-03-29
2