Capitulo 13

Después que Edith rompiera el silencio con su saludo. Sus padres y su hermano la miraron con sorpresa, pero sus expresiones parecían más desconcertadas que emocionadas por el reencuentro. ¿No eran esas miradas un poco incongruentes con lo que esperaba?

Edith se sintió incómoda bajo la mirada de sus familiares y, anticipando alguna reacción por parte de la marquesa, decidió actuar. Se levantó de su asiento con elegancia y realizó una reverencia, como era costumbre en la etiqueta de la alta sociedad.

La marquesa, que había abierto un poco la boca para hablar, se quedó en silencio ante el gesto de Edith.

Después de la sorpresa inicial de sus familiares, Dalton irrumpió en la escena con pasos apresurados, manifestando su arrogancia característica. Se acercó a Edith y se inclinó hacia ella con un tono desafiante.

- Dalton: ¿Qué haces aquí sin avisar, hermanita?

Mientras Dalton insistía con sus preguntas, Edith se mantenía en silencio, enfrentando las miradas inquisitivas de su familia. La marquesa estaba a punto de intervenir cuando la voz autoritaria del Marqués resonó en el lugar.

- Marqués Everglen: Dalton, compórtate. Edith, hablaremos después. Acabamos de llegar.

El Marqués se disponía a subir las escaleras cuando, sorprendentemente, fue interrumpido por Edith.

- Edith: No, padre, es ahora que necesitamos hablar.

El Marqués se detuvo, sorprendido por la inusual rebeldía de Edith. La marquesa estaba a punto de reprocharle a Edith por lo que consideró un comportamiento grosero, pero el Marqués levantó una mano para detener a su esposa y miró a Edith con intriga. Edith sintió la poderosa mirada de su padre, lo que le envió escalofríos, pero a pesar del miedo, habló fuerte y claro.

- Edith: He roto mi compromiso con el Duque Beaumont.

Las palabras resonaron en la sala, creando un silencio tenso. Los rostros de sus padres reflejaban una mezcla de sorpresa, desconcierto y, en el caso de Dalton, una chispa de interés malicioso. Edith se mantuvo firme, enfrentando las consecuencias de su revelación con determinación.

Después de la revelación de Edith, Dalton no perdió tiempo en desatar su arrogancia y burla. Se acercó a Edith, mofándose de la situación.

- Dalton: Seguro fue el Duque quien te dejó, ¿verdad? Debió considerarte insuficiente y por eso te botó.

Edith, temblando y conteniendo las lágrimas, se preparó para las burlas de su hermano. Mientras tanto, el Marqués permanecía serio, sin emitir sonido ni pestañear. La marquesa también compartía una expresión imperturbable.

Sin embargo, cuando Dalton estaba a punto de continuar con sus burlas, la marquesa, en un acceso de furia, se dirigió a Edith. Esta última cerró los ojos, esperando el impacto de una bofetada inminente. La marquesa apartó a Dalton de su camino mientras se preparaba para golpear a Edith.

- Marquesa: ¡Niña, tú!

El golpe parecía inminente, pero la voz autoritaria del Marqués resonó con una clara orden.

- Marqués Everglen: Detente, Bibian. ¿Qué clase de vulgar comportamiento es este?

La marquesa se detuvo en seco, incrédula de que su esposo la hubiera detenido. Con una mirada fría, el Marqués la reprendió, y la marquesa, frustrada, se retiró un paso de Edith. Esta última no podía creer que su padre hubiera intervenido de esa manera y lo agradeció internamente.

El Marqués habló de nuevo.

- Marqués Everglen: Como dije, hablaremos más tarde, Edith.

Edith hizo una reverencia mientras veía a su padre subir las escaleras. Dalton chasqueó la lengua y se retiró también, pero la marquesa seguía mirando a Edith de manera aterradora. Después de un momento de tensión, incluso ella se retiró. Edith tomó una bocanada de aire, como si hubiera estado conteniendo la respiración todo el tiempo que la estuvieron mirando, y sintió un extraño alivio.

Tras la intensa confrontación en la sala principal, Edith se retiró rápidamente a su habitación. Al cerrar la puerta, se recostó contra ella, sintiendo sus manos temblar sin control. Observó impotente el temblor de sus manos, una manifestación física de la tormenta emocional que la embargaba.

En silencio, Edith reflexionó sobre las reacciones de su familia. Las respuestas de su madre y su hermano eran predecibles, pero la sorprendente intervención de su padre la desconcertó. Aunque se ilusionó brevemente con la idea de que él estuviera de su lado, rápidamente se recordó a sí misma que era mejor no esperar demasiado.

Mientras tanto, en la habitación principal de la mansión el Marqués ingresó con una expresión dura. La marquesa lo siguió, buscando explicaciones sobre por qué no se le informó a Edith. Sin embargo, el Marqués la detuvo con firmeza, rechazando cualquier discusión en ese momento. La marquesa frunció el ceño y abandonó la habitación, dejando al Marqués solo con sus pensamientos.

Mirando hacia algún lugar vacío, el Marqués no podía apartar de su mente la imagen de Edith en el salón. Sus palabras resonaban en su cabeza, y la vulnerabilidad que mostró lo afectaba profundamente.

- Marqués Everglen: [Estaba temblando y ocultó sus manos tras ella, creyendo que tuvo éxito en que no lo notara... Su voz se quebraba, pero contuvo sus lágrimas. Realmente, esa niña reunió todo el valor del mundo para pararse frente a nosotros y decir lo que dijo]

Reflexionó el Marqués en un momento de silencio.

Dejó sus pensamientos en blanco por un instante, pero luego llegó a una conclusión impactante.

- Marqués Everglen: [Edith nunca había desafiado una sola palabra mía ni de su madre. Edith realmente amaba al duque, entonces... para que haya hecho todo lo que hizo significa que ha llegado a su límite.]

Después de un par de horas de silencio tenso en la mansión, el Marqués decidió llamar a Edith a su oficina. Edith, ansiosa y con el corazón latiendo con fuerza, se apresuró a responder al llamado de su padre. Tan absorta estaba en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que se estaba mordiendo el labio hasta que sintió el sabor metálico de la sangre en su boca.

Al llegar a la oficina del Marqués, Edith tocó tímidamente la puerta y entró con cautela. Su padre la miraba con una expresión seria pero no hostil. Edith se sintió aún más nerviosa ante su mirada penetrante.

El Marqués, sentado detrás de su imponente escritorio, levantó la mirada cuando Edith entró. La habitación estaba cargada de tensión, y Edith podía sentir la poderosa presencia de su padre. Se detuvo frente al escritorio, con la mirada fija en el suelo.

- Marqués Everglen: Edith, siéntate.

Edith obedeció, tomando asiento frente a su padre, pero sus ojos reflejaban la ansiedad y la incertidumbre. El Marqués la observó con seriedad antes de romper el silencio.

- Marqués Everglen: ¿Por qué has roto tu compromiso con el Duque Beaumont?

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Comments

Rosita

Rosita

se fuerte y n te dejes manipular

2024-04-28

0

Mildred Álvarez

Mildred Álvarez

Parece que es el único que la quiere en esa familia de hipócritas.

2024-04-27

2

ljp

ljp

ojalá este señor la apoye 😔

2024-04-14

4

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