Pesadillas

Esa noche.

Cuando el reloj marcó las 12 de la noche, los ojos de Alexander se abrieron con sorpresa, el muchacho se incorporó al sentir una aguda punzada en la cabeza que lo obligó a despertarse.

Alexander: De nuevo…ese insoportable dolor…

El muchacho caminó hacia el escritorio en busca de sus medicamentos, pero cuando trató de abrir el cajón el dolor se agudizó como un rayo partiéndole la cabeza que lo hizo perder el conocimiento.

Cuando recuperó la consciencia, sintió el cuerpo muy pesado, entumecido y con una sudoración excesiva, él estaba asustado.

Pasó un tiempo hasta que sintió que su cuerpo le pertenecía de nuevo y lejos de querer regresar a la cama, el miedo que invadió su mente tras el ataque lo obligó a mantenerse despierto.

Salió de su habitación, desorientado, no sabía hacia dónde ir, no veía una salida de todo esto.

Alexander: De verdad… ¿me estoy muriendo...?

...

Al día siguiente, Alexander visitó nuevamente el hospital.

La Doctora notó las bolsas negras debajo de sus ojos, podía darse una idea de la cantidad de horas que durmió anoche con solo verlo.

Francisca: Alexander, ¿cuál es tu decisión?

Alexander: ¿Sí se realiza la cirugía, podré vivir?

Francisca: Si la cirugía es un éxito, no tendrás mayor problema en el futuro, podrás llevar una vida normal. No obstante, debido a la localización del tumor existen demasiados riesgos durante la operación y es mi deber decirlo, al ser un procedimiento delicado, en el peor de los casos, podrías no salir vivo.

Alexander: Solo podría rezarle a Dios que la operación sea un éxito, ¿eso es lo que quiere decir?

Francisca: Si aún no lo has hecho será mejor que lo platiques con tu familia antes de tomar una decisión.

Alexander: Mi familia está...

El rostro de Beatriz invadió su mente y lo hizo dudar. Había olvidado que había una persona que aún dependía de él.

Alexander: ...No se preocupe, ya lo he decidido.

Francisca: ¿Por qué no me dices en qué conclusión has llegado?

Alexander: Lamentablemente no creo en Dios. En lugar de apostar todo en una operación que ni siquiera es seguro, prefiero seguir con mi vida sabiendo que aún tengo un par de años. Después de todo, aún hay cosas que tengo que arreglar para la persona que se quedará atrás.

La Doctora arrugó el entrecejo, su preocupación por el muchacho se acumuló en ese lugar vistoso.

Francisca: Entiendo. Te estaré dando tratamiento para mitigar algunos síntomas hasta donde sea posible. No obstante, si algún día cambias de opinión con respecto a la cirugía, por favor dímelo de inmediato, pero recuerda que mientras más tiempo pase, las probabilidades de supervivencia se irán reduciendo.

Alexander: Gracias.

Alexander dejó el consultorio con una aparente sonrisa de trazos suaves, pero no podía engañarse a sí mismo, no estaba tranquilo y su cuerpo simplemente se sentía exhausto.

Esa misma noche.

Sin poder dormir nuevamente, Alexander bajó las escaleras, caminó hacia la cocina donde se sirvió un vaso de agua para calmar la resequedad de la boca.

Tenía muchas cosas que pensar y muchas cosas que hacer con una fecha límite de un año, ahora más que nunca estaría terriblemente ocupado.

Alexander: ...Beatriz.

La imagen de la chica apareció en su mente como el fuego de una vela disipando la oscuridad, si aún no había perdido la cabeza era debido a ella.

¿Cómo debería decirle? El vaso de cristal se resbaló de su mano y justo en ese momento, la luz de la cocina lo iluminó, haciendo que su corazón se agitara como el de un ladrón que ha sido reflejado. 

Beatriz se había despertado de un mal sueño y bajó a la cocina por un vaso de agua, pero entonces en el camino escuchó un ruido extraño y se asustó.

Beatriz: ¿Quién está allí?

Beatriz apareció con la mano sosteniendo su pecho, su visión no era buena ya que se había quitado los lentes de contacto que utilizaba durante el día justo antes de irse a dormir.

Alexander: Lo siento ¿Te desperté?

Fue un alivio para ella escuchar la voz de Alexander en lugar de uno desconocido, pero era extraño, la voz de Alexander se sentía un poco ronca.

Beatriz bajó la mirada a sus pies y se percató de los cristales brillando en el suelo.

Beatriz: ¿El vaso se rompió?

Alexander: Se me resbaló de las manos.

Beatriz: ¿Te lastimaste?

Alexander: No, pero no te acerques más o podrías pisarlos.

Su figura solitaria bajo las tenues luces, como si las sombras detrás de su espalda tratasen de engullirlo, era muy inquietante.

Beatriz se mordió los labios, debido a la pesadilla de la que recién despertó, su corazón se encontraba sensible por lo que al verlo vagando en la oscuridad vino a su pecho una terrible ansiedad.

Beatriz: ¿Qué estabas haciendo en medio de la noche?

Alexander: Solo estaba tomando un vaso de agua.

Beatriz no respondió, de repente bajó la cabeza y se quedó callada.

Alexander: Beatrice, ¿qué ocurre?

El muchacho se sobresaltó cuando notó el rostro de la chica que se encontraba al límite de las lágrimas.

Alexander: ¿Por qué...?

Alexander estiró la mano, mientras que Beatriz, sorprendida, miró como ésta se detuvo sobre su mejilla.

Alexander: ¿Tuviste una pesadilla?

La tuvo.

Beatriz había tratado de controlarse, se dijo que solo era un mal sueño, pero en el fondo tenía miedo de que llegase a ser real.

Beatriz: …Soñé con mi hermana.

Alexander: ¿Vivian?

Beatriz: En mi sueño, ella estaba muy preocupada por ti. No supe la razón, ella no me dijo y no saber nada era aterrador.

Alexander, por un segundo vaciló en su respuesta.

Alexander: Tranquila, fue solo un sueño.

Le pareció extraño. Al parecer en esa casa los sueños y las preocupaciones de los dos estaban conectadas, tal vez fue su mala energía de estos últimos días lo que afectó a Beatriz.

Alexander: ...Debo tener más cuidado —murmuró.

Beatriz: ¿dijiste algo?

Alexander: No. Regresemos a dormir.

Alexander pasó su mano sobre la cabeza de Beatriz, cuya suavidad de su roce la reconfortó.

Una vez más era claro que él estaba presente y emitía calidez, no tenía razón para temer.

Beatriz: No quería decir esto, pero, me quité mis lentes de contacto así que no veo muy bien.  

Alexander: ¿Eh?

Beatriz: ¿Podría molestarte con el camino de regreso?

Alexander: Ah, claro. Puedes tomar mi mano.

Aliviada, atrapó la mano del muchacho y este la miró con sorpresa.

Beatriz: ¿Por dónde debo caminar para no pisar los vidrios?

La expresión de Alexander permaneció en blanco por un buen tiempo y una pequeña risilla se escapó de él.

Alexander: Había olvidado de tus serios problemas de la vista... Beatriz, pareces una viejita.

Beatriz: No te burles.

“Beatriz se ve tierna”, eso fue lo que pensó con las mejillas levemente coloradas y también, “no puedo preocupar más a esta chica”.

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