El mundo se derrumba

Al final del día, Meredith y Leonel decidieron pasar la noche en casa de Alexander.

Y en la habitación de Beatriz...

Meredith se expuso al viento de la noche desde el balcón de la habitación y allí, apreció la vista del gran árbol de orquídeas que dejaba caer sus flores lilas siguiendo el viento. 

Meredith: Qué vista más bonita…Si no me equivoco en tu casa también había un árbol con flores amarillas, ¿no es así? 

Beatriz: ¿También recuerdas al roble amarillo? La primera vez que floreció fue un verdadero espectáculo.

La expresión de Beatriz al recordar el pasado fue conmovedora.

Beatriz: En ese entonces mi hermana estaba tan contenta que hicimos un picnic debajo de nuestro árbol para celebrarlo.

Los preciados recuerdos de su fallecida hermana, Vivian, hicieron que su corazón temblara por la nostalgia. En cada rincón de su rostro expresó cuánto la extrañaba.

Meredith: Me gustaría verlo también… si decides ir a visitarlo, debes llevarme contigo.

Beatriz compartía el mismo deseo, una vez más, le gustaría ver el roble en floración, pero hasta ahora le había faltado el coraje para regresar al cálido hogar de sus recuerdos, con miedo a enfrentarse a una casa vacía y silenciosa. 

Beatriz: ...Es verdad, debería regresar pronto y no causarle más problemas a Alexander.

Meredith, que se percató de la mirada de su amiga, agregó:

Meredith: Pero ¿qué dices?

Beatriz: Alexander no guarda ningún parentesco conmigo y, sin embargo, le he robado demasiado de su tiempo cuidando de mí. Cuando cumpla los dieciocho años me iré y lo dejaré seguir con su vida.

Meredith: Beatriz, no creo que él piense de esa manera…

Beatriz: Pero es verdad que he sido una molestia.

….

Por otro lado, en la habitación de Alexander.

Leonel se acomodó sobre la cama esperando a que su amigo saliera de la ducha y durante la espera, el aburrimiento se convirtió en su más grande enemigo.

Leonel: ¡Oye, Alexander! ¿Me escuchas?

Del otro lado de la puerta, Alexander, cerró la llave de la regadera.

Alexander: ¿Qué sucede? 

Leonel: ¿Recuerdas a Alicia?

El nombre de aquella chica lo desconcertó, aún si su memoria fuera así de mala es poco probable olvidarse del nombre de su exnovia, sobre todo si se trataba de la última chica con quien compartió tantas emociones cuando era un poco más joven.

Alexander: ¿qué sucede con ella?

Alexander se recompuso y respondió con una sospechosa indiferencia. 

Leonel: Hace unos días me encontré con ella, parece que le está yendo bien, me comentó que pronto se casará. 

Alexander: ...Es así. …Me alegro por ella.

Alexander finalmente salió del baño, fresco y reluciente.

Leonel sintió una profunda molestia al ver a su amigo con el rostro ruborizado por el vapor y con las gotas de agua deslizándose desde su cabellera negra hasta sus hombros.

Leonel le aventó una almohada que golpeó fuertemente su rostro.

Leonel: No intentes seducirme, maldito. No eres mi tipo.

Alexander: ¿Quién quiere seducirte?

Leonel: Incluso Alicia terminó sufriendo a causa de ese maldito rostro, pobrecilla.

Alexander se dejó llevar por el enojo que surgió de esa acusación y terminó respondiendo antes de darse cuenta.

Alexander: ¿Qué hay de mí? ¿Yo no sufrí?

Leonel: Claramente tuviste la culpa de que su relación terminara o eso dicen los rumores. Pensaría diferente si decidieras contarme lo que realmente pasó, pero nunca hablas del tema.

Alexander: ¿En verdad quieres saber?

Leonel: Por supuesto.

Alexander: Alicia estaba saliendo con otro hombre además de mí, fin.

Leonel permaneció en blanco por un momento, luego se río a carcajadas.

Leonel: Dios mío, si no quieres contarme la verdad simplemente no lo hagas. ¿Qué estupidez es esa? Alicia era la reina y ángel de la universidad.

Alexander permaneció en silencio, era debido a esa reacción que decidió mantenerlo en secreto.

Alexander: Solo olvídalo.

Leonel nuevamente sintió una onda de disgusto y sintiendo que esto no podía quedarse así, se levantó de la cama y caminó hacia Alexander a quien pateó justo en la espinilla de la pierna.

Leonel: Escucha, me dijo que te pasara un mensaje. Ella se arrepiente de lo que sucedió y que, a pesar de todo, aún te considera su amigo, así que espera hablar contigo una vez más.

Alexander protegió su espinilla con ambas manos en lo que las punzadas del dolor desaparecían.

Alexander: ¿En serio dijo eso? Qué locura.

Leonel: ¿No es Alicia demasiado amable?

Alexander: Sí, claro.

Leonel: Todos saben lo encantadora que es.

Alexander: Seguro que sí.

Leonel: En serio, no te la mereces.

Alexander: Sí, sí, no me la merezco.

Leonel: ¡Me estás haciendo enojar!

Alexander: De cualquier forma, dile que ya todo está en el pasado.

Leonel se levantó de la cama y cuando Alexander pensó que le daría otro golpe, pasó de él y caminó hacia el escritorio.

Leonel: No me gusta que me tomen por mensajero. Puedes decírselo tú mismo, te escribiré su número de teléfono.

Sobre el escritorio, Leonel se encontró con la agenda de su amigo y su curiosidad lo llevó a revisar el interior, allí se encontró con una cita que parecía ser muy, muy importante.

Leonel: ¡Hey, Alexander! ¿Por qué tienes que ir al hospital mañana?

Alexander: ¿Por qué estás revisando mis cosas?

Leonel: Da igual, dime.

Alexander: Es debido al accidente.

Leonel se detuvo y volteó la mirada hacia su amigo, cualquier cosa que estuviera relacionado con aquel horrible suceso no era algo que se debiera tomar a la ligera, ni siquiera un payaso como él.

Leonel: ¿A qué te refieres?

Ante la expresión preocupada de su amigo que no era propia de él, Alexander se encogió de hombros como diciendo que solo se estaba preocupando en vano.

Alexander: No pongas esa fea cara. Tanto Beatriz como yo nos hemos sometido a constantes chequeos de salud solamente por seguridad. Es solo otra revisión de rutina.

Leonel: Que alivio. Fue solo por un segundo, pero realmente me preocupé por ti, solo por un segundo. Como sea, discutir contigo y con Meredith me dejó agotado. Apaga las luces, me voy a dormir.

Alexander: ¿Apenas son las 9 de la noche? ¿Y con esa resistencia pretendías que vayamos a beber? Eres realmente un payaso.

Leonel se levantó de inmediato con unos ojos llenos de brillo.

Leonel: No estoy cansado, ni un poco. ¡Quiero un trago, lo quiero, lo quiero!

Alexander: Vístete entonces.

Al día siguiente en el hospital.

Durante su revisión médica de rutina, Alexander que pensó que esta visita no sería diferente de las anteriores, se enfrentó a una terrible noticia que le congeló la sangre.

Alexander: Doctora, ¿qué acaba de decir?

Francisca: El resultado de tu tomografía muestra una tumoración en el cerebro, eso explica por qué en las últimas semanas has tenido constantes cefaleas que limitan tus actividades y la pérdida de sabor que sufriste hace unos días.

Alexander: …no, ¿no es eso simplemente una migraña? Pero un tumor es…qué está diciendo…

La Doctora Francisca presenció cuando la mente de Alexander entró en conflicto, esa expresión la había visto muchas veces, el de una persona que ha recibido una noticia absurda.

Se inclinó hacia él para tocar su hombro, no importa cuánto la mirase en la espera de un diagnóstico erróneo, la verdad no podía ser cambiada.

Francisca: Existe la posibilidad de someterte a una cirugía de extirpación antes de que su crecimiento comprometa otras estructuras cercanas, sin embargo, el riesgo de la intervención es muy elevado.

El muchacho retrocedió.

Alexander: No, no, no lo haré. ¿Una cirugía en el cerebro? Definitivamente no.

Francisca: El riesgo está ahí así que todo depende de lo que creas mejor para ti, aunque sin la cirugía la evolución será lenta y muy dolorosa. En el momento en que su crecimiento comprima una parte importante de la corteza cerebral, ya no habrá vuelta atrás y tú pronóstico de vida se acortará drásticamente…

Alexander: Dígamelo y sea honesta. ¿Cuántos años podré vivir como hasta ahora?

La Doctora Francis miró firmemente al muchacho, era su deber informarle, pero eso no quería decir que fuera fácil, siempre era la misma reacción, los mismos sentimientos desesperados de los pacientes, pero en los jóvenes que hasta el día de ayer pensaban que eran saludables, la desesperación era aún peor.

Francisca: Como máximo, un año o dos. Todo depende de la velocidad de crecimiento de la tumoración, por supuesto que lo trataremos farmacológicamente para que no ocurra demasiado rápido.

Alexander vio todo su mundo venirse abajo, su vida, sus planes, sus aspiraciones, todo se derrumbó en un segundo.

Alexander: ... ¿Solo un año? 

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play