Al día siguiente, cuándo Dalia se despierta, Maritza ya no está en la habitación. Ella se preocupa y sale corriendo.
— Ignacio. IGNACIO.
— Dígame señorita.
— ¿Dónde está Maritza?
— El señor Eliseo se la llevó.
— ¿En qué momento?
— Por la madrugada.
— ¿A dónde se fueron?
— Creó que a su casa.
— Ese idiota. — Dalia se molesta mucho. — Prepara el auto, nos vamos.
— Si señorita. — Dalia se va a casa a toda prisa. Cuándo llega busca a Elíseo.
— ¿Dónde está mi hermano? — Pregunta a una empleada.
— En su habitación. — Dalia sube inmediatamente, entra sin tocar y ve a Maritza en la cama, dormida y sin ropa.
— Mari. — Ella la mueve un par de veces. Maritza se sobresalta. — Tranquila. Soy yo. ¿Dónde está mi hermano? — Ella le señala el baño. — Vamos a mi habitación. Báñate allá. ¿Si? — Ella asiente. Eliseo sale del baño y las ve.
— ¿A dónde la llevas?
— A mi habitación. ¿Cuál es el problema?
— El problema es que ella es mi esposa, no la tuya.
— Mari ve a mi habitación.
— No vas a ningún lado.
— Vete. — Repite Dalia. Ahora sí ella le hace caso.
— ¿Por qué te metes en mi matrimonio?
— ¿A eso llamas matrimonio? Tu esposa no te quiere.
— Eso no te importa. Yo la compré. Es mía.
— No. Lo que hiciste fue una canallada. Y lo que estás haciendo es peor. ¿Cómo puedes obligarla?
— Ese es asunto mío. No te metas.
— Es mi asunto también. Ella es cómo una hermana para mí.
— Pero no es tu hermana, es mi esposa.
— Hablar contigo es imposible. — Dalia sale de la habitación. En la suya ve a Maritza. — ¿Cómo estás? — Ella le pide papel y pluma. Dalia se acerca.
"Por favor ayúdame a escapar."
— No puedo. No tengo dinero.
"Entonces, ayúdame a no quedar embarazada."
— ¿No te estás cuidando?
"Eliseo no me deja."
— No te preocupes. Le pediré a mi ginecóloga que te revise. Para estar segura de que todavía no lo estás.
"Gracias"
— Ojalá pudiera hacer más por ti.
"Haces mucho"
— No lo suficiente.
"Nada de lo que me pasa es tu culpa, mi padre fue quién me vendió."
— No puedo creer que un padre le pueda hacer algo así a su hija.
"El no me quiere, nunca me ha querido, me culpa por la muerte de mi madre."
— ¿Por qué?
"Ella murió en un incendio, cuándo entró a rescatarme."
— Lo hizo por amor. No es tu culpa.
"El siempre me ha dicho que lo fue." — Maritza llora y Dalia la abraza.
— Ese hombre está loco. — "Tan loco cómo mi hermano" piensa Dalia.
... Ese mismo día, por la tarde, Dalia manda traer a su ginecóloga, le explica la situación a medias y le pide que le de a su cuñada un método anticonceptivo.
— ¿Tu hermano está de acuerdo con ésto?
— Ya te explique.
— Aún así. Yo no puedo ir en contra de los deseos de tu hermano.
— ¿Te gustaría tener un hijo de un hombre que no amas?
— Dalia, no me metas en problemas. Por favor.
— ¿A qué le tienes miedo?
— ¿A qué va ser? Tu familia podría dejarme sin trabajo de por vida.
— No lo harán, tú me has atendido siempre. No aceptaré a otra. Te prometo que no te quedarás sin trabajo, pero has lo que te pido.
— Está bien. — Isadora le da una prueba de embarazo para que se la haga, está sale negativa así que le da pastillas que debe tomar todos los días. — Ésto puede alterar tu periodo, y tú peso. Si no quieres que el te descubra debes hacer ejercicio y cuidar tu alimentación. Maritza asiente. Apenas ella se va, Maritza le escribe a su cuñada.
"¿Qué puedo hacer para no ser descubierta?"
— Puedes dejar las pastillas aquí, ven a tomarlas todos los días a la misma hora.
"Gracias"
— De nada.
Dias después, Dalia regresa de su tercer día de preparatoria, ella le pide a Ignacio que vaya por ella temprano. Planea saltarse una clase. Cuándo llega a casa, va a la cocina para pedir que le sirvan un aperitivo, y ve a una empleada maltratando a Maritza.
— Eres una inútil, dejaste todo sucio. Vas a volver a lavar todos esos platos. Después trapeas el piso, y está vez déjalo bien. — Maritza asiente con la cabeza y empieza a lavar. Dalia se indigna.
— ¿Quién te crees para hablarle así a mi cuñada?
— Señorita. — La criada muestra pánico. — Ésto no es lo que...
— Tú no eres nadie en esta casa. No eres nada, ¿y te atreves a darle órdenes?
— Señorita...
— Te largas de mi casa. Ahora. — Dalia le truena los dedos.
— Pero señorita.
— Lárgate.
— No, por favor perdóneme.
— No es a mi a quién debes pedir perdón. Es a Maritza. Quiero que te arrodilles ante ella. — Su cuñada niega con la cabeza. — Hazlo ahora. — La empleada se arrodilla.
— Lo siento mucho.
— Ya puedes levantarte.
— Señorita...
— Ahora sí puedes irte.
— Pero usted dijo que me daría otra oportunidad.
— Yo nunca dije eso. Yo te di la opción de disculparte. Haber si así te queda claro que nunca debes meterte con una Lazcano. — Dalia llama a Ignacio para que la saque.
"No tenías que hacer eso."
— ¿Cómo puedes dejar que ella te humille así?
"¿Qué puedo hacer? Yo no nadie."
— Desde el momento en que te casaste, te convertirse en una Lazcano. Eso te hace alguien superior al resto.
— Sólo soy la esposa de un Lazcano.
— Eso es más que suficiente. Nunca debes dejar que nadie te humille, y mucho menos el personal.
"Gracias"
— Oye, ¿Puedes hablar con señas?
"Unas cuantas palabras"
— ¿Por qué?
"Mi padre no me quiso mandar a esas clases, aprendí muy poco a escondidas."
— ¿Y te gustaría aprender? — Maritza asiente.
"¿Crees que tú hermano me deje?"
— No le vamos a pedir permiso.
"No quiero que el se enojé"
— No te preocupes. Yo hablaré con el.
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Comments
Elvia Crespo
Me encanta Dalia!!!! me enoja la gente soberbia, y esa sirvienta prepotente y agrandada peor tadavia
2025-03-05
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Lisbeth Valbuena
dios mio que le pasa a esa gente esta la.sirvienta maltrata a Maritza pobre muchacha 🤬🤬🤬🤬🤬🥺🥺🥺🥺
2025-02-01
1
C Matacruz
que barbaridad 😞😡😠😀😆😵💫🤔🤪😊😁😲🙃😜😃😱🤨😝😄☺️😛😏🙂
2025-01-09
0