UNAS HORAS DESPUÉS:
No veo a Armando desde hace un rato, ¿se habrá enfadado por el café? ¡Bah!, si siempre es un cretino con todo el mundo, ¡le vendrá bien probar un poco de su propia medicina!
En cuanto pienso en él, se materializa delante de mí, con ese pelo rubio, esos ojos azules que hipnotizan y esos músculos… ¡DIOS MÍO, ¿QUÉ ESTOY DICIENDO?!
Y ahí está, sentado en el sofá del salón haciendo zapping sin parar, al parecer buscando algo que ver o simplemente dejando pasar el tiempo.
Lo observo en silencio, sin hacer ruido, y él está con la mirada distante, ¡no solo la mirada, sino también la cabeza! Así que decido hacer algo de lo que probablemente me arrepienta después, y es probable que lo haga…
Me acerco sigilosamente al sofá y me siento, llamando su atención. No dice nada, me mira directamente a los ojos y permanece en silencio.
Mia: ¿Estás bien?
Pone los ojos en blanco y suspira.
Mia: ¿No tienes ganas de hablar, eh? Pues vale.
Mientras hablo, me levanto ligeramente del sofá y, cuando estoy pasando junto a él, me agarra del brazo.
Armando: Quédate.
Lo miro y vuelvo a sentarme en el sofá, pero esta vez fríamente, con los brazos cruzados y mirando a la pared.
Armando: Te encanta cruzar los brazos, ¿verdad?
Se ríe entre dientes después de hablar.
No digo nada, solo me encojo de hombros.
Armando: Me has preguntado si estaba bien, ¿verdad?
Vuelve a suspirar.
Armando: Bueno, últimamente tengo muchas cosas en la cabeza: trabajo, estrés y una persona. Demasiado para una sola cabeza.
¿UNA PERSONA? Debe de echar de menos a Mendy.
Mia: Si la echas de menos, ¿por qué no hablas con ella?
Lo digo todavía con los brazos cruzados y mirando a la pared.
Armando: ¿Echar de menos a quién?
Lo dice en un tono confuso y curioso.
Mia: A la persona.
No dice nada y, cuando lo miro, tiene una cara aún más confusa. Estaba tirado en el sofá en una postura totalmente incorrecta, se incorpora, aparentemente para entender lo que estoy diciendo.
Mia: ¡Ay, Armando! Has dicho trabajo, estrés y una persona, es Mendy, ¿no? Pues si la echas de menos, díselo.
Resopla y vuelve a poner los ojos en blanco, y también cruza los brazos como un niño pequeño malcriado.
Armando: ¡Pero no estaba hablando de Mendy, Mia!
Lo dice con firmeza y con voz tranquila y baja,
Lo que me provoca escalofríos por todo el cuerpo.
Sigue mirándome fijamente a los ojos. Respondo con lo primero que me viene a la cabeza.
Mia: E-entonces, ¿t-tienes o-otra?
Sonríe con malicia y se acerca cada vez más, muy despacio.
Armando: Sí, y es preciosa, delicada y sensible. Tengo ganas de protegerla todo el tiempo, tiene los ojos más inocentes e ingenuos que he visto en mi vida y el pelo más sedoso y brillante que mis ojos han podido ver, y no puedo quitármela de la cabeza ni un segundo.
Sus palabras me impactan de una manera extraña, un sentimiento que nunca antes había sentido invade mi pecho, mi cuerpo recibe una descarga eléctrica y mi corazón late tan fuerte que parece que me va a salir por la boca, y no puedo apartar los ojos de los suyos.
Mia: Vaya, ¡m-me alegro p-por v-vosotros!
Digo atropellando todas las palabras, pero él no me quita los ojos de encima.
Armando: ¿De verdad no sabes quién es esa persona, Mia?
Lo dice con voz ronca y baja, y está tan cerca que puedo sentir su calor y el olor de su perfume.
¿Cómo era esa frase?... "SALVADA POR LA CAMPANA". En ese mismo instante, el pequeño Fernando entra en el salón hablando alto y con la tableta en la mano.
Fernando: ¿Alguno de los dos puede ayudarme? Mi juego se ha quedado bloqueado.
Me levanto de un salto del sofá y me acerco a Fernando.
Mia: Yo te ayudo, Fefeh, ¡ven!
Antes de desaparecer de su vista, miro hacia atrás y veo a Armando de nuevo tirado en el sofá con las manos en alto. DIOS MÍO, ¿QUÉ HA SIDO ESO? ¿QUÉ CLASE DE ELECTRICIDAD HA SIDO ESA, QUÉ TIENE ESTE HOMBRE QUE ME DESCONCIERTA TANTO? ESTABA TAN CERCA, Y SI FUERA TONTA HABRÍA ENTENDIDO ALGO EQUIVOCADO.
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