Al llegar a casa, salgo lentamente del coche y camino hacia la entrada. Escucho a Armando presionar el botón para cerrar el coche y venir justo detrás de mí.
Armando: ¿Qué vas a hacer ahora?
Pregunta justo después de alcanzarme.
Mia: Ah, ¡creo que un baño me vendría bien!
Armando: Es verdad. Haré lo mismo.
Yo: entonces está bien.
Al pasar juntos por la puerta, todavía hablando de algo aleatorio, nos encontramos con Jhony, que estaba sentado en uno de los taburetes de la barra. Nos mira, pero permanece en silencio y no expresa nada en su rostro.
Mia: Hola Jhony.
Digo alegremente al verlo.
Jhony: Hola Mia.
Dice con el rostro totalmente serio.
Mia: ¿Todo bien?
Digo sentándome a su lado, mientras Armando fue a la sala a hablar con sus padres.
Jhony: Estoy genial, Mia.
Dice bruscamente.
Mia: Hum, ¡entonces está bien! Voy a subir.
Digo ya bastante molesta con toda la frialdad con la que me ha estado tratando.
Antes de subir, voy con Diana y Max, hablamos durante unos minutos y enseguida subo las escaleras y me encierro en mi habitación.
Después del largo baño caliente, me pongo ropa ligera y me tiro en la cama sin siquiera secarme el pelo, y allí, entre las mantas calentitas, observo las gotas de agua caer sobre el cristal de mi ventana, hasta que el sonido de la fuerte lluvia me hace dormir.
MÁS TARDE ESA NOCHE:
TOC TOC TOC, me despierto asustada con alguien llamando a mi puerta, miro la hora en el móvil que cargaba en la mesita de noche junto a la cama y pienso ¿PERO QUÉ ES ESTO?, ¿quién llama a la puerta de otra persona en plena madrugada a las 2 de la mañana?
Me levanto rápidamente, ya angustiada, con la idea de que algo haya pasado.
Abro la puerta ligeramente pero sin hacer ruido.
Y allí estaba él, Armando estaba parado sosteniendo una bandeja con algo.
Armando: Hola.
Dice con una sonrisa tímida.
Mia: Hola.
Digo devolviéndole la sonrisa tímida y frotándome los ojos.
Armando: Perdona que te despierte. Pero es que...
Mira a los lados y suspira.
Armando: Vi que no bajaste a cenar.
Mia: Ah, no pasa nada, ¡es que ni siquiera tenía hambre!
Armando: Pero tienes que comer, toma, no hagas que haya perdido el sueño para nada.
Mia: ¿Cómo así?
Armando: ¿El qué? No es nada.
Cruzo los brazos negándome a coger la bandeja de sus manos.
Resopla y enseguida empieza a hablar.
Armando: Me preocupé, mañana te despertarías indispuesta si no comes nada. Y si te despiertas indispuesta, no vas a poder trabajar bien, ¿no?
Dice intentando disimular su acto bondadoso y preocupado.
Mia: Ah, ¡gracias!
Digo cogiendo la bandeja de sus manos, al sentir ganas de reír, pero intento contenerme, él se da cuenta.
Armando: Ay, qué va, no te rías de mi sándwich.
Dice sonriendo y abriendo los brazos.
Mia: No, no me estoy riendo, no.
Digo sin poder contener la risa, pero me tapo la boca para no despertar a nadie.
Armando: Ya ves, intento ser amable, pero se ríe de mí.
Dice levantando los brazos fingiendo rendirse.
Mia: ¡Pues está mono!
Digo mordiendo un trozo de su sándwich mixto.
Mia: ¿Dijiste que habías perdido el sueño?
Armando: Pues sí, ¡estaba pensando en las reuniones de mañana!
Mia: Entonces, por eso tienes que descansar para ir preparado.
Digo tragando otro trozo de sándwich.
Armando: Ya lo intenté, me tumbé en la cama, me tapé con las mantas e incluso en el suelo lo intenté. Pero el sueño no me quiere hoy.
Sonrío con la mejilla llena.
Él borra la sonrisa que tenía en el rostro y me mira diferente, y se queda así durante unos segundos, hasta que...
Armando: ¿Quieres ir a tomar un zumo a la cocina?
Dice ya girándose hacia la escalera, pero enseguida se gira y dice.
Armando: Ah, no, Milena, perdón, estás cansada y con sueño, el que tiene insomnio aquí soy yo, ¿quieres entregarme la bandeja? Yo la llevo.
Mia: No, vamos allá, el sueño se me ha pasado ya.
Armando: Espero que no te vengues por esto. Me imagino estando en un sueño de otro planeta, totalmente dormido, y tú llamas a mi puerta, me volvería loco.
Me acaba de dar una idea estupenda, jaja.
Armando: Mierda, te di un arma, ¿verdad?
Dice ya bajando los primeros escalones y yo justo detrás.
Mia: Sí, me la diste.
Digo riendo bajito.
Abre la nevera y coge una jarra de zumo de naranja ya hecho, y lo sirve en dos vasos.
Mia: ¡Gracias!
Digo cuando me entrega uno de ellos.
Después de unos tragos al vaso, se sienta en el taburete y observa algo afuera, parece concentrado o pensando en algo, pero de repente dice.
Armando: ¡Te toca, Milena!
Mia: ¿Me toca qué?
Digo dejando el vaso de nuevo en la mesa.
Armando: Te toca contarme algo que nunca le hayas contado a nadie, me siento invadido por ser el único que lo sabe de mí.
¿PERO QUÉ? ÉL FUE EL QUE ME LO CONTÓ, NO FUE COMO SI YO LE HUBIERA TORTURADO O ALGO ASÍ, pero decido continuar.
Mia: ¿Tipo qué?
Armando: ¡No sé!
Dice con una sonrisita y también dejando el vaso en la mesa.
Respiro hondo y analizo todos mis recuerdos parecidos a secretos, y empiezo a hablar.
Mia: Bueno, puede que no te lo creas, pero hay algo que solo mi corazón sabe, siento miedo, miedo al futuro, para algunas personas puedo parecer la persona más segura del mundo, pero todo es una actuación, siempre he preferido guardarme mis dolores para mí, y siempre finjo que todo está bien, cuando en realidad todo está devastado dentro de mí. En el fondo solo soy una chica llena de traumas y dolores ocultos.
Se queda en silencio, parece absorberlo todo con atención y enseguida dice.
Armando: Te entiendo, la gente se parece en eso, como bien sabes, yo tampoco soy tan duro como aparento ser, y creo que nuestro corazón crea esa barrera como forma de protegerse, porque ya ha pasado por muchas situaciones en las que ha sido herido y decepcionado por las personas en las que más confiaba.
Mia: Sí, puede ser.
Digo desviando la mirada hacia la pared.
Armando: Venga, vamos a subir, vamos a intentar dormir un poco.
Dice recogiendo los vasos y poniéndolos en el fregadero.
Subimos las escaleras sin hacer ningún ruido. Y cuando los escalones terminan, se gira hacia mí y dice.
Armando: ¡Gracias por confiar en mí! Te prometo que nunca se lo contaré a nadie.
Dice cogiéndome de la mano, lo que me produce una crisis de nervios.
Mia: Gra-gracias.
Armando: Buenas noches, Milena.
Dice soltando mi mano lentamente y alejándose todavía de frente a mí, pero enseguida se gira.
Y allí me quedo durante unos segundos, viéndole ir hasta el otro lado del pasillo y desaparecer justo después de entrar en su habitación.
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