Mientras tanto, el joven de cabellera azabache se encontraba en una animada reunión de estudiantes universitarios. Así es, él es un universitario que se encuentra a un semestre de concluir su carrera y seguir con la maestría en derecho. La buena música y las animadas risas hacían del lugar un ambiente agradable.
—André, hombre, ¿por qué llegaste tarde? —preguntó un joven de cabellera rubia, ojos negros y piel blanca. Vestía una sudadera azul, pantalones de mezclilla grises y tenis negros con blanco.
André simplemente sonrió, mostrando sus colmillos puntiagudos, algo característico de él. —Mat —nombró al rubio, dándole leves palmadas en la espalda—. Hombre, eso no importa —dijo animadamente, levantando un tarro de cerveza lleno para tomárselo de un trago.
Ante la acción de André, no se hicieron esperar las risas y los elogios hacia el joven de estatura alta, quien los recibía de manera animada. Dio inicio a la fiesta al levantarse y tomar a una de sus compañeras para comenzar a bailar bachata.
Los movimientos de ambos eran fluidos y sensuales ante la vista de todos. Monserrat y André eran la pareja perfecta, ambos igual de apuestos y populares, sin mencionar la gran química que se sentía entre ellos dos. Y parece que sus compañeros no eran los únicos en notarlo.
Al mismo tiempo que sus cuerpos rozaban debido al baile y el movimiento, la tensión se hizo más fuerte, terminando en un apasionado beso entre ambos. Obviamente, los gritos no se hicieron esperar.
La castaña se separó de André con un leve rubor en sus sonrojadas mejillas. —Voy por un trago —a lo cual el azabache asintió. Despejó la pista para que sus demás compañeros se animaran a bailar. De manera sutil, se acercó a uno de sus compañeros que tenía un cigarrillo en la mano y le pidió uno, a lo cual el otro aceptó.
Para mayor comodidad, salió del lugar donde estaba y encendió el cigarro, inhalando el aroma a menta del mismo. En cuanto el aroma inundó sus fosas nasales, una sensación de picor inundó su nariz, causando que frunciera el ceño. "Mentolados, qué asco", pensó para sí mismo, dando otra calada al cigarro. Aunque la marca no era su favorita, no lo iba a tirar. Necesitaba algo de nicotina recorriendo su cuerpo.
—No puede saber su nombre —dijo un tanto divertido, al recordar lo ocurrido hace una hora con el camarero de cabellera grisácea.
Mientras disfrutaba de su cigarrillo, André observaba a su alrededor, sumergido en la animada atmósfera de la reunión. La música seguía sonando, y los estudiantes se divertían bailando y riendo. Era un momento de desconexión y celebración antes de enfrentar los últimos meses de su carrera universitaria.
De repente, una joven de cabello castaño se acercó a André con una sonrisa juguetona en su rostro. Era Monserrat, la misma compañera con la que había compartido ese apasionado beso momentos atrás. Llevaba en la mano dos vasos llenos de una bebida colorida.
—Aquí tienes, André. Un trago para ti —dijo Monserrat, entendiendo uno de los vasos.
André tomó el vaso con gratitud y dio un sorbo a la bebida. Era refrescante y tenía un sabor dulce que le agradó. Miró a Monserrat y le guiñó un ojo.
—Gracias, Monserrat. Parece que sabes cómo consentir me —respondió André con una sonrisa pícara.
Ambos se unieron nuevamente a la pista de baile, moviéndose al ritmo de la música. La química entre ellos era innegable, y cada movimiento que compartían estaba lleno de complicidad y pasión. Los demás estudiantes los observaban con admiración y aplaudían su talento para el baile.
Mientras disfrutaban del momento, André decidió romper el hielo y comenzar una conversación más profunda con Monserrat.
—Oye, Monserrat, ¿alguna vez has pensado en lo que quieres hacer después de graduarte? —preguntó André, mirándola con curiosidad.
Monserrat se detuvo por un momento, pensativa, y luego respondió con una sonrisa.
—Bueno, André, la verdad es que me gustaría seguir estudiando y especializarme en derecho penal. Siempre he sentido una pasión por la justicia y quiero contribuir a hacer del mundo un lugar mejor desde esa perspectiva.
André asintió, impresionado por las aspiraciones de su compañera.
—Eso suena increíble, Monserrat. Estoy seguro de que serás una abogada formidable. Yo también tengo planes de continuar con la maestría en derecho, pero aún estoy explorando diferentes áreas para encontrar mi verdadera vocación.
La conversación continuó mientras bailaban, compartiendo sus sueños, experiencias y expectativas para el futuro. Ambos se sentían cómodos y conectados, disfrutando de la compañía del otro en medio de la fiesta universitaria.
La noche avanzaba y la música seguía sonando. André y Monserrat decidieron aprovechar al máximo el momento y seguir bailando y divirtiéndose junto a sus amigos. La universidad les había brindado una amistad especial y momentos inolvidables, y estaban decididos a disfrutarlos al máximo antes de enfrentar los nuevos desafíos que les esperaban en el futuro.
La fiesta continuaba en su apogeo, con la música vibrante y la energía contagiosa de los estudiantes universitarios. André y Monserrat se encontraban en un rincón del lugar, disfrutando de un breve descanso entre bailes y risas.
André miró a Monserrat con una sonrisa en su rostro, admirando su belleza y su espíritu libre. Se sentía afortunado de tenerla como compañera y amiga.
—Monserrat, ¿sabes qué es lo que más me gusta de ti? —preguntó André, con una mirada llena de sinceridad.
Monserrat levantó una ceja, curiosa por saber qué pensaba André.
—¿Qué es lo que más te gusta de mí? Cuéntame, André —respondió, intrigada.
André tomó un momento para pensar en sus palabras, queriendo expresar sus sentimientos de la manera más genuina posible.
—Lo que más me gusta de ti, Monserrat, es tu autenticidad. Siempre te muestras tal como eres, sin miedo a ser juzgada. Eres valiente y tienes una pasión por la vida que es inspiradora. Además, tu sentido del humor y tu alegría contagian a todos los que te rodean. Es un verdadero regalo tenerte como amiga —dijo André, con una voz suave y sincera.
Monserrat sonrió, emocionada por las palabras de André. Se sintió profundamente valorada y comprendida.
—André, no sabes cuánto significan para mí tus palabras. También valoro mucho nuestra amistad y la conexión que tenemos. Eres una persona especial, llena de talento y bondad. Siempre estás dispuesto a apoyar a los demás y a alegrar el día de quienes te rodean. Eres un verdadero amigo, y estoy agradecida de tenerte en mi vida —respondió Monserrat, con gratitud en su voz.
Ambos se abrazaron, sellando su amistad con un gesto cálido y sincero. La música seguía sonando, y decidieron regresar a la pista de baile para disfrutar del resto de la noche.
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Comments
Mabel Figueroa
lo unico que espero( dado que ya está escrita) que no empiece col pelinegro con el peli ceniza o castaño,abandono.
2024-02-04
3
Elizabeth Moreno
dos buenos amigos
2024-02-03
1
Valito.C
😍 Me he enamorado de este, ¡necesito más de tus escritos!
2023-12-23
3