Capítulo #1 El más codiciado

Darien, un hombre de 30 años, muy guapo, ojos grises, pelo negro, siempre en finos trajes de gala. Asesor de negocios y socio de una compañía de distribución, multimillonaria y muy importante; sin embargo ¡Soltero! Y de eso se hablaba mucho en los medios de comunicación. Llevaba un par de años soltero y lo llamaban “El Más Codiciado” puesto que era conocido por ser invicto en el concurso “El Mejor Empresario Del Año”, de una famosa revista de economía y comercio; lo que lo había llevado a, también estar, en la lista de “Los Empresarios Más Guapos y Ricos” de otras revistas. Por eso su vida había dejado el anonimato a los 24 años de edad, y con solo un año y medio de estar trabajando. Por lo que al año siguiente tuvo algunos avistamientos, con algunas de las hijas de las familias más pudientes de la ciudad, y aunque tres de ellas insistieron, y hasta se dieron a conocer como sus parejas, nada se concretó, quedando como puro rumor. Desde ese momento habían pasado aproximadamente 5 años, y aunque su fama crecía, nada se sabía de su vida amorosa.

Comenzaba aquel año con la idea de que sería igual y mejor que los anteriores, estaba tranquilo, relajado, confiado ¡Nada Perturbaba Su Mente! Se sentía muy bien, realizado y con un futuro excelente en sus manos, alcanzando más y más metas ¡Accediendo A Lo Alto! Pero en febrero, al reincorporarse en la empresa, asistiendo a la asamblea de bienvenida, recibió una noticia; después de las instrucciones y salutación del presidente (dueño de la empresa), Mr. Henríquez, a todo el personal, y despedirlos para quedarse solo con la junta directiva y los socios, para hablar de las metas del año; lo miró fijamente y le dijo:

_Mr. Henríquez: ¡Kem! Queremos que este año tomes la vicepresidencia, ya lo hemos hablado, y estamos todas de acuerdo ¿Asumes el reto..?

_Kem: ¡Claro! Mr Henríquez. (Contestó estando allí sentado, con mucha confianza).

_Mr. Henríquez: ¡Maravilloso..! Sabemos que será una experiencia muy buena para ti y la empresa. Sin embargo, déjame recordarte, que hay un requisito que no cumples en este momento para ese cargo…

Kem se queda extrañado, sus ojos rodean la mesa, las caras, y se detiene de nuevo en Mr Henríquez, sospechaba saber a qué se refería.

_Tu sabes, que para esta empresa es importante mantener el mensaje de la familia intacto, aunque cumples con los demás requisitos, debes casarte este año para tomar el puesto; sabemos que te debemos la oportunidad, pero sin ese requisito…

Sí, así era, todos los que estaban allí (siete hombres, incluyéndole), todos, menos él, ya habían asumido ese cargo… Pensaba que por fin había llegado su momento, pero no con esa sorpresa; para él, la soltería, se había vuelto la vida perfecta. Terminó la junta y Kem, se quedó solo con Mr. Henríquez, y le dijo:

_¡Mr. Henríquez! Entiendo que el matrimonio sea un requisito importante, por lo que me parece descabellado que pretenda que me case de la noche a la mañana.

_Bueno Kem, bien puedes verlo de esa manera, o como el estímulo de darte una oportunidad con alguien; conoces a muchas mujeres y cualquiera de ellas aceptaría tener una relación contigo, así que tienes para escoger. Yo sé, y tú sabes, la razón por la que no te has casado, así que no vengas a querer hablarme de ideales. Sí, la vida de soltero es fantástica, pero créeme que formar una familia es mejor…

Y así lo dejó… Ese era su discurso de siempre, pero creyó que podría hacer que fuera diferente. Decidió no asistir a la recepción acostumbrada. Llegó molesto y desesperado a su lujoso penthouse, pensando: ¿Cómo voy a dejar que una mujer entre a mi vida?

Le perecía irracional, porque desde los 15 años, cuando su madre murió, vivió solo, y se había adaptado a ese estilo de vida. Romper su mundo ideal por un puesto, le parecía poca cosa, más ya había dado su palabra… Decidió relajarse y se sumergió en su jacuzzi, mientras pensaba en las opciones que tenía:

1- Contratar a una mujer que fuera muy buena actriz,

2- Conseguirse una novia de verdad o

3- Rechazar la propuesta…

La más sencilla, era la que menos le gustaba. Rechazar sería darles el gusto a algunos. Contratar, tenía sus riesgos, si se descubría, no solo quedaría muy mal en la compañía, sino que sin duda, sería un escándalo; pero prácticamente era la única opción que veía factible.

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