Los estudiantes fueron dirigidos en compañía de un profesor a la ciudad. Se pusieron en camino hacia la gran biblioteca en busca de un libro que necesitaban para estudiar.
—No sería más fácil que ellos compraran los libros —refutó la rubia.
—No siempre tendremos todo a la mano; a veces tendremos que movernos por cuenta propia —mencionó el moreno.
—Mira el lado positivo, Caddy. Estamos fuera de la escuela —Dennett se acercó y la tomó de los hombros.
—Es el único punto a favor.
—Hablando de eso, debemos entrenar para el evento de Huntkill, la próxima semana. El profesor dijo que iba a elegir a algunos alumnos de los nuevos equipos y nos íbamos a enfrentar contra los jugadores del año pasado.
—De todos modos, vamos a perder. Ellos ya tienen experiencia.
—Ay, Caddy, ¿por qué tienes que arruinar la diversión? —Rupert se cruzó de brazos.
—Estoy siendo realista.
—Bueno, aquí lo importante es que nos vamos a divertir un poco. No perdemos nada con intentar —Dennett le miró con esa chispa de entusiasmo.
—Ya que...
Dennett y Rupert la tomaron de los hombros y la sacudieron.
Los alumnos comenzaron a buscar el libro que necesitaban. La mayoría subió a la parte de arriba y otros se quedaron abajo.
En cuanto obtuvieron su libro, se acercaron a su profesor.
Dennett se acercó a la sección de cuentos infantiles y, por curiosidad, comenzó a buscar su historia favorita. Después de largos minutos de búsqueda, sus ojos se abrieron ante la sorpresa. La joven no dudó en tomar el libro y analizarlo. Se veía menos usado que el suyo.
—"La gran Klahoma". Una bella fantasía para niños de jardín de infancia.
Dennett volteó bruscamente.
—No quería asustarte —se disculpó el joven de mirada plateada.
La joven le miró atónita, pues le había tomado por sorpresa.
—Quería disculparme por la otra vez. No debí tratarte así; tú solo fuiste amable y yo no me porté adecuadamente.
Dennett acomodó el libro en su lugar y esbozó una sonrisa.
—No te preocupes. Supongo que no siempre tendremos un buen día.
Yagurth hizo un movimiento con los hombros.
—Yagurth Taurus —extendió su mano.
—Dennett Fitzgerald —la tomó—. Aunque ya sabías mi apellido.
—Bueno, eres otra estudiante de esta escuela y estás en el equipo de Huntkill.
—Por lo visto a ti también te leyeron la historia de Klahoma.
—En realidad, supe de la historia en el jardín de infancia. La profesora lo leía siempre porque era la favorita del grupo. Seguramente tus amigos también la recuerdan.
Dennett abrió los ojos con alegría.
—Quien haya sido su autor, hizo muy buen trabajo —Yagurth tomó el libro. Al pie de la portada podía leerse: Anónimo.
—Será mejor que vayamos con los demás o nos quedaremos aquí —Dennett tomó el libro que necesitaba.
—Tienes razón.
Nahir observó al par cruzado de brazos y con una sonrisa siniestra.
Caddy y Rupert miraron a la morena salir en compañía de Yagurth, ella se despidió y salió a su encuentro con el par.
—Gracias por esperarme.
El par de amigos se miraron confundidos.
—¿Estabas hablando con Taurus? —Caddy levantó una ceja.
—Sí. Bueno, más bien arreglamos un malentendido. Pero todo bien.
—Ten cuidado, Denn. Ese tipo no habla con nadie que no considere a su nivel; él y Nahir fueron amigos y no me fiaría de ninguno —Rupert dijo serio y siguió con la mirada a Taurus.
—Gracias por su preocupación. Pero dudo que se atreva a hacer algo malo, además... No voy a permitir que nadie me use como blanco de burlas.
—Así se habla, Dennett —Caddy le tocó el hombro.
Los estudiantes regresaron a las instalaciones. Nahir se acercó a Taurus y le dio una palmada; el joven se dio la vuelta y le agarró la mano.
—¿Cuál es tu problema? —arrugó el ceño.
—Ninguno —zafó su mano.
El joven se dio la vuelta ignorando al pelirrojo.
—Al parecer ya encontraste nueva amiga. Estás a nada de rebajarte al nivel de ese trío ridículo.
—Que te importe poco lo que yo haga o deje de hacer, Nahir. Si sigues molestandome, no voy a responder por lo que pase —amenazó.
El trío entraba por la puerta, manteniendo una conversación.
—Estuve en la sección de cuentos infantiles y no adivinarán lo que encontré.
Caddy rió.
—¿Qué buscabas en la sección de bebés?
Rupert le codeó.
—¿Qué encontraste?
—Encontré el legendario cuento, el favorito de todos. ¡Klahoma!
Caddy soltó una carcajada, el moreno le miró con alegría.
—Recuerdo esa historia —sonrió el joven—. Y sí, era de mis favoritas.
—No hables por todos, Denn. Esa historia me parece ridícula ahora que lo pienso mejor. Pero era una historia para niños, es normal que nos entusiasmará en aquel entonces.
—No le hagas caso. Caddy sigue frustrada porque jamás encontrará a alguien como su primer amor... El rey Ragna de Klahoma —se mofó.
La rubia comenzó a pegarle en el brazo con el libro. Dennett comenzó a reír.
—Aww... No te preocupes, Caddy. Seguro que un día lo encontrarás.
—Sí, cuando encuentres el reino perdido —Rupert volvió a reír.
El moreno se echó a correr en dirección a su aula.
—Ya verás, Rupert —se cruzó de brazos.
Dennett y la rubia se alejaron a su aula correspondiente. A la hora de la salida, los jóvenes caminaron de prisa. Estaban ansiosos por irse a casa.
Rupert guardó sus cosas de prisa y le siguió el paso a Yagurth.
—Taurus.
El joven se detuvo de golpe y le miró sorprendido.
—¿Puedo ayudarte en algo, Onyl?
— No te hagas. ¿Dime de una vez qué traman tú y Nahir?
—¿De qué hablas? —dijo serio.
—Escúchame bien, Taurus. Dennett es mi amiga, y no sé qué pretendes con acercarte a ella, pero si tú o Nahir la lastiman, lo pagarán —dijo con determinación.
Yagurth levantó una ceja con arrogancia.
—¿Te estás escuchando, Onyl? No te atrevas a relacionarme con Nahir y mucho menos a cargarme sus líos. Analiza bien tus palabras... —le miró de pies a cabeza —No vaya a ser que tu amenaza se voltee en tu contra.
El joven levantó la mirada con altivez y continuó su camino. Dennett y Caddy salieron del aula, la joven miró de reojo a Taurus y sacudió la mano. El joven le devolvió la despedida con un perfil bajo.
Rupert pasó por el pasillo casi rozando al joven. Yagurth le miró serio.
Nahir se acercó a sus espaldas con una risa burlesca, el joven le miró y le dio un empujón antes de alejarse.
Al llegar el fin de semana. La rutina pesada de los Dragón disminuyó. Safiye se sentó en la orilla de una barda y escribió algunos mensajes de texto a su madre, también dejó algunos en el chat de Dennett; un par de minutos después, recibió respuesta de la joven. Valentine dibujó una sonrisa, la morena le envió una foto de un gatito callejero, pues le había parecido lindo.
Dennett tecleaba manteniendo su chispa. Su padre se acercó con la bolsa de pan en mano, la joven se percató de su presencia y guardó el móvil.
—Déjame ayudarte con eso —tomó la bolsa de pan y la guardó en un carrito de tela.
—Apuesto a que estabas hablando con Safiye.
—Debimos apostar antes. Hubieras ganado.
—¿Qué tal todo?
—Bien. El entrenamiento es duro, pero Safiye dice que vale la pena. Te envío saludos por cierto.
—Dale las gracias y devuelve el saludo por mí.
Dennett asintió con la cabeza. Continuaron caminando entre los vendedores. Rupert se encontraba acompañando a su madre también, cuando levantó la vista, diviso a la chica y se acercó un poco más. Dennett giró la mirada y vio a alguien sacudiendo la mano. Enfocó la mirada y reconoció con alegría a su amigo.
—Papá, mira. Es Rupert, mi amigo de la escuela.
—El joven que te dio los consejos de cocina.
—Exacto. Vamos a saludar.
Dennett jalo a su padre del brazo y avanzaron hacia ellos. Rupert se acercó también.
—Dennett —dijo con emoción.
—Rupert —le saludó con un abrazo.
El joven dirigió su vista al padre de Dennett.
—Rupert Onyl —saludó de mano—. Un gusto conocerlo, señor.
—Aixa Fitzgerald. El gusto es mío —dijo con una sonrisa — Dennett me habló de sus nuevos amigos. Por cierto, gracias por los tips —hizo un guiño.
Rupert miró a Dennett con un gesto de alegría.
—¿Viniste de compras? — preguntó la morena.
—Sí. Bueno, estoy con mi madre —señaló a una mujer en la carnicería —Qué bueno verte por aquí, Dennett. En otro sitio que no es la escuela —murmuró.
Dennett miró a su padre con una sonrisa de complicidad.
—Así es.
La madre de Rupert, buscó a su hijo y le observó en compañía y no tardó en acercarse.
—Hola —miró a los Fitzgerald alegre.
Rupert le explicó a su madre y ambos Fitzgerald saludaron y se presentaron con la mujer.
—Yo soy Anastasia Onyl. Un gusto conocerlos, Rupert también me había hablado de Dennett su nueva amiga.
—Mi hija también. Esto fue una grata coincidencia.
—Los fines de semana son buenos para hacer las compras.
—Yo pienso lo mismo.
Ambos padres asintieron con un gesto de ventura. Las familias continuaron su camino en compañía; los padres caminaron juntos a comprar lo siguiente en la lista mientras compartían algún que otro consejo y conversaban de su rutina.
Dennett y Rupert miraron a sus padres con contento. Se sintieron muy bien al ver lo bien que se habían entendido. Los jóvenes se quedaron cuidando las compras y comiendo de ellas.
—Ahora solo te falta conocer a los padres de Caddy.
—Sí —sonrió.
—¿Tu mamá se quedó en tu casa?
Dennett tragó el trozo de pan con dificultad.
—No, no tengo mamá —se sacudió las manos —En realidad no la conozco. Sabes, mi padre biológico murió cuando yo tenía cuatro años. Mi papá Aixa, me adoptó y ha cuidado de mí desde ese entonces.
Rupert se quedó sorprendido ante tal revelación.
—Siento lo de tu padre, Dennett. Si no me hubieras dicho, jamás habría notado la diferencia.
La joven sonrió.
—¿Y no supiste si tu madre te buscó alguna vez?
—No. Ella no lo ha hecho, han pasado tantos años y jamás se dignó en acercarse aunque sea por un día.
Rupert la tomó de los hombros.
—Seguro que estarás mejor sin ella. A veces pasa que hay personas que restan en lugar de sumar y quizá la vida hace las cosas de ese modo porque sabe que no estaremos bien con ellas. Como lo que pasó con mi papá.
La joven le miró manteniendo su dicha.
—Eso es verdad, Ru. Yo soy muy feliz con mi papá y no necesito de ella para serlo, mi padre me ha dado amor y con eso me basta. Mientras lo tenga a él, no necesito de la presencia de alguien a quien no le importa mi vida.
Dennett dirigió la mirada a donde su padre, sintiendo esa paz en su corazón.
—Tenemos a las personas que nos aman de verdad, Rupert. Y eso debe ser suficiente.
El joven asintió con la mirada.
El momento se vio interrumpido por un alboroto. Los chicos dirigieron su mirada al origen.
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