El par se acercó a William que venía con la maleta lista.
— Willy, ¿por qué te echaste la culpa? — preguntó Zephir.
— A alguien tenían que expulsar.
— Pero tú no tuviste la culpa.
— No lo sé. Quizá Ridantor no es tan genial. Tengo nuevos planes y esta fue una gran oportunidad.
William colocó sus manos en los hombros de sus compañeros.
— Cuídense chicos. Procuren no hacer otra tontería, a menos que haya otro compañero que quiera irse. — rió. — Adiós.
— Adiós Willy.
El joven se alejó. Obi miró a Zephir.
— Estaremos bien, Obi. Ya verás.
El pelirrojo sintió un escalofrío.
— Vamos a la enfermería.
Temprano por la mañana, los alumnos fueron reunidos nuevamente.
— Hoy empezamos una nueva etapa en su formación. Prepárense porque de ahora en adelante vendrán las excursiones de búsqueda fuera de Ridantor. Así que les pido que sean responsables y evitemos incidentes como el de ayer.
Shubara y Samuri entregaron a los alumnos sus nuevos uniformes; Camisas blancas y chaquetas de color amarillo hasta la cintura, estos tenían bordado el blasón del colegio, un ciervo de dos cabezas y tres ojos.
— Recuerden que conforme avancen de nivel, el uniforme también cambiará. Al finalizar su preparación, cada uno escogerá la agrupación a la que va a pertenecer; los Clover de Reshiam, los Sailor de las islas Limbo o los Magician de Candleland. Una vez aclarado esto, pueden volver a sus clases, tendrán mucho tiempo para reflexionar y descubrir su talento.
— Ya lo he decidido. — Velvet miró a Amery con una sonrisa.
Los estudiantes se colocaron sus uniformes y volvieron a clases.
Tergan entró al aula con una expresión de alegría.
— Armen sus equipos y preparen todo para salir de búsqueda.
— ¿A dónde?
— Iremos a las cascadas Etéreas. Buscaremos material para trabajar con el elemento agua. Con ayuda de su grimorio buscarán los objetos necesarios. Pero cada uno creará su propio grimorio de hechizos, empezando con este elemento.
— ¿Y eso para qué?
— Nos servirá para uso propio y como ayuda para futuras generaciones. Como en su caso.
Los jóvenes revisaron sus libros.
— Quiere decir que otros estudiantes hicieron lo mismo.
— Así es, Randall. Recopilaremos los hechizos de cada uno y verán el nacimiento de un grimorio.
— Me agrada la idea. — dijo Zoel.
— Entonces salgamos de una vez.
Los alumnos armaron sus equipos y salieron enseguida. Tergan se colocó al frente para que le siguieran el paso.
— ¿Está muy lejos?
— No. Mañana temprano estaremos ahí.
La expresión soporífera en los estudiantes no tardó en aparecer.
— Lo peor de todo es que iremos caminando. — Zephir refunfuñó.
— Será divertido, tendremos contacto con la naturaleza. — dijo Amery a su lado.
— Ojalá tuviera optimismo.
Obi revisaba su grimorio.
— ¿Qué haces? — Zephir le arrebató el libro.
— Estaba memorizando los objetos que buscaremos.
— Muy bien, Obi. — le devolvió el libro — Entonces no te interrumpo.
Randall volteó a sus espaldas y miró a Amery, después se acercó a su amigo para decirle algo entre risas.
— Podemos darles una lección. Estamos fuera del colegio. — Velvet le dijo en voz baja.
— No, no quiero problemas. Con ignorarlo bastará.
La joven rodó los ojos.
Al llegar al punto de descanso, cada equipo armó sus tiendas.
— Dense prisa, que la fogata y los bocadillos nos esperan. — Tergan lanzó una chispa para hacer fuego.
Los chicos se acomodaron en los troncos y tomaron sus ramitas.
— ¿Y los malvaviscos? — preguntó un alumno.
— Aquí están. — Tergan dio un malvavisco por estudiante.
— ¿Solo uno?
— No creo que tengan problemas con eso.
El profesor encerró el malvavisco entre sus manos y al abrirlas de nuevo, se habían multiplicado.
— Es muy sencillo.
— Para usted.
— Perdón.
— Tienes razón.
Los jóvenes imitaron la acción. Randall no se demoró en hacer más.
— Toma. — Le cedió algunos a su amigo.
— Deja que tu compañero lo intente.
— Es sencillo, Cliffe. — Se dirigió a Zephir.
El joven cerró sus manos.
— Recuerda lo que vimos...
— Lo tengo, Obi.
Zephir se concentró y recordó la frase.
— «Crecium moone.»
Abrió sus manos y los malvaviscos cayeron al suelo por montones.
Randall parecía disgustado.
— Muy bien.
— Son demasiados.
Zephir levantó una ceja en señal de victoria y le dio los malvaviscos a Obi.
Los alumnos estaban en sus respectivas tiendas, descansando.
— Olvídalo, Randall. Nos vamos a meter en problemas.
— Nadie va a señalarnos.
— Pero el profesor está aquí.
— ¿Y? Date prisa o yo te daré la lección a ti.
— Está bien.
El joven vació un polvo brillante en su mano y lo sopló hacia la tienda de Zephir.
— Vamos. — Randall se marchó de inmediato.
Zephir dormía plácidamente envuelto en la manta que sus ronquidos despertaron a su compañero.
— Zephir. — dijo en voz baja, mientras intentaba quitarle la manta — ¿Estás roncando?
El joven tomó sus gafas y se las puso.
El joven de cabello negro entreabrió los ojos.
— ¿Qué pasa?
— Hace frío. Podrías compartir la manta, por favor.
Zephir le cedió la mitad. Obi le miró extrañado; el joven se había quitado la camisa.
De pronto, la tenue luz de la luna que apenas les iluminaba se apagó. Obi miró a su alrededor; algo parecía extenderse sobre la tienda.
— Zephir. — Le movió.
El joven le aventó la manta en la cara.
— Ya duérmete, Obi.
— Despierta, tonto.
— ¿Cómo?
Se levantó de inmediato.
— Hay algo afuera.
Zephir observó y abrió la carpa.
— ¿Qué es esto?
Ambos se quedaron perplejos al ver la entrada bloqueada por ramas.
— Estamos atrapados, la naturaleza nos está atacando.
— No, Obi. Estoy seguro de que esto es obra de Randall. Salgamos de aquí... Después le romperé la cara.
— «Dureza de piedra, filo de espada»
Obi utilizó su báculo para hacer un círculo.
— ¿Estás seguro?
— No nos quedaremos aquí hasta mañana. — dijo al pelirrojo.
Zephir esparció el polvo de piedra.
El círculo se iluminó y ambos se colocaron boca abajo. Las ramas se partieron y una hoja afilada liberó la tienda y cortó el árbol a su lado.
Los chicos se levantaron de inmediato, Zephir tomó a Obi del brazo y se alejaron rápidamente para no ser aplastados por el árbol.
El retumbar de este llamó la atención de todos los demás. Tergan observó la escena. La tienda se había destruido.
— ¿Qué ocurrió?
Velvet y Amery miraron a los chicos fijamente. Randall miró a su amigo entre risas.
— ¡Él lo hizo! — Zephir señaló a Randall y se acercó a pasos rápidos.
— ¡Alto! No.
El joven intentó darle un golpe, pero este lo frenó con su escudo; sin embargo, aunque sus nudillos se habían lastimado, logró hacerle una grieta.
— Jóvenes, ya basta.
El profesor los separó.
— ¿A qué se debe el salvajismo? — Les miró a ambos — Lo que hacen está muy mal. Son compañeros y no deberían estar peleando entre ustedes.
— Él destruyó nuestra tienda.
— Yo no hice nada. Fue Clyde. — Señaló a su amigo.
El joven le miró anonadado.
— ¿Por qué lo hizo, joven Clyde?
— Yo...
Randall le amenazó con la mirada.
— Estaba aburrido.
Zephir se cruzó de brazos.
— Miente, profesor.
— Cálmense, por favor. — Cuando regresemos al colegio, irás a detención. Escuchen bien, no quiero más problemas entre ustedes o voy a tener que informarle al director. — Ustedes dos, pueden quedarse en mi tienda. Ahora a dormir, todos.
Tergan tomó sus cosas y le cedió su sitio a los jóvenes.
— Que descansen.
— Igualmente, profesor.
Los chicos se acomodaron.
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