4.- Un nuevo destino.

Al reaccionar, Leo estaba observándome con una gran sonrisa.

— veo que también es dueño de está cabecita perversa— se levanta hasta besar mi frente— bueno bebe, me voy para que descanses y por cierto buen viaje.

— gracias beba— la acompaño hasta la puerta y al abrir está él, ahí parado.

Mi sorpresa fue mucha al tenerlo aquí, cuando más lo pensaba, de reojo veo venir a Bernart, quien no deja de ver a Bazil— Kailin venia a in...— Leo se apresura a entrelazar su brazo.

— gracias por venir hermanito, vámonos, es tarde— yo solo veo la escena, mientras que el sexy hombre frente a mí no deja de ver a Bernart como desafiándolo.

Dan unos pasos alejándose cuando mi amiga voltea notando su gran sonrisa, Bazil hace un ademán con su cabeza en modo de saludo o agradecimiento la verdad no sé, Leo se despide agitando su mano hasta que nos quedamos solos, aún estábamos parados uno frente al otro sin decir una sola palabra y sin dejar de hacer conexión con nuestras miradas.

Lamió sus labios e hizo un movimiento tan rápido que me rodeo con sus fuertes brazos hasta besarnos con desesperación, me tenía contra la pared cuando por falta del bendito oxígeno nos tuvimos que separar, me sonrió pegando su frente a la mía— no pude resistirme— suspiré hasta asentir.

Jale de su brazo hasta llevarlo a la sala— ponte cómodo, ya regreso— él asintió sin perderme de vista.

Entre al baño para tratar de tranquilizarme, este hombre con solo besarme provoca que pierda la cordura, enjuague mi rostro con bastante agua intentando bajar la temperatura del momento.

Me acomode mi ropa e intenté arreglar un poco mi cabello, suspire más de tres veces y salí del baño caminando hacia la cocina, mientras Bazil estaba sumergido en su teléfono.

Tome de la nevera una botella de vino junto a dos copas, camine hasta llegar a él, puse la botella sobre la mesa dándole la espalda o mejor dicho mi trasero, cuando sentí sus enormes manos jalarme hasta caer en sus piernas.

— eres mucha tentación para mí— me dice al oído provocando que mi temperatura corporal aumente considerablemente— me encantas preciosa.

No tenía idea de que decir y al ver a lo lejos el enorme ramo, gire mi vista dándome cuenta de que él me estaba observando— gracias por el ramo, está hermoso.

Me abrazo más hacia él, dejando un beso en mi hombro— pero no más que tu preciosa.

Asentí sintiendo mis mejillas arder, trate de levantarme, pero sus grandes manos me lo impedían, me sentó en una de sus piernas y él hizo el resto, sirviendo las copas.

— este, solo es el inicio de nuestro destino— chocamos las copas, pero en verdad no entendía a que se refería.

— ¡salud!— bebimos y solo fue una tras otra.

Aumentando la temperatura de nuestro alrededor, entre besos, caricias y afirmaciones extrañas de su parte.

Hasta que todo cambio, él me tenía contra el sofá mientras ejercía fuerza con su cuerpo sobre mí, al verlo, sus ojos penetraban mi alma y no necesito decir una sola palabra, sabía bastante bien que quería saber.

— Bernart y yo no somos nada— se levantó sentándose, apoyando sus brazos en sus piernas.

— y porque tanta confianza, eres amiga de la pelirroja, no de él— suspire hasta asentir, me levante sentándome a su lado.

— hace más de año y medio tuvimos nuestra historia, pero solo duró un mes o quizás dos— asintió levantándose, agarro la botella y le tomó de golpe.

No entendía su actitud, esto que estaba pasando entre nosotros no tenía título o, ¿si?, solo lo observé sin decir una palabra más, le había dicho mas que la verdad, suspire levantándome del sofá, tome las copas y camine hacia la cocina ignorando por completo lo que hacía Bazil.

Me concentré en lavar los pocos trastes que había en el fregador cuando sentí un beso en mi hombro, al voltear su mirada me decía lo apenado que estaba, suspiro hasta que volvió a verme con esos ojos cafés profundos.

— perdóname por ser un idiota— negué terminando de lavar, gire para estar frente a él y solo pose mis manos en sus muy duros pectorales.

— solo olvidemos— asintió volviendo a ver esa sonrisa sexy— ¿tienes hambre?.

— mucha— asentí abriendo la nevera buscando alguna opción para prepararle algo, cuando me cargo en su hombro— pero no es de comida preciosa.

Solo reí de camino a mi habitación, me sentó en la orilla de mi cama, quito su saco, desabotono lentamente su camisa viendo parte por parte ese delicioso manjar, tomó mis manos e hizo que tomara su torso tan duro como una roca.

Sonrió tocando con delicadeza mi barbilla— te ves aún más hermosa así— sabía que mis mejillas estaban rojas, mordí consiente o inconsciente mis labios.

Y fue el detonante prefecto para besarnos con demasiada necesidad, me cargo de nuevo mientras yo entrelazaba mis brazos en su cuello, para este punto el ya me tenía contra la pared.

Beso con desesperación mi cuello bajando a mi sostén, todo esto era tan excitante y único, la habitación de inmediato fue llenada por los ruidos que nuestros cuerpos hacían.

— eres perfecta y siempre serás solo mía— asentí por el momento del éxtasis.

Mis gemidos era callados por sus besos, hasta que toque el cielo con mis propias manos, después de regresar, mi cuerpo estaba agitado, mis piernas temblaban, pero sin dudar valía la pena las consecuencias que provocaba la pantera que tenía frente a mí.

Nos dimos una ducha y solo nos acostamos abrazados sintiendo el calor mutuo...

Al despertar me estiré y por inercia palpe el otro extremo de mi cama la cual está vacía, me levante y solo vi una caja negra sobre las sabanas.

Al abrirla un pequeño sobre estaba encima de la rosa negra y un hermoso collar, abrí el sobre sacando una hoja.

...〰️〰️〰️...

...Nuestros momentos son únicos, solo recuerda y no me olvides...

...Bazil Russo...

...〰️〰️〰️...

Suspire, tome entre mi mano la rosa al llevarla hacia mi nariz su loción estaba impregnada en sus pétalos de bellísimo color, al ver el collar tenía un pequeño colgante con su inicial, sonreí, pero al final me lo puse.

Y después de estar oliendo la rosa embriagándome de su enigmática loción, me di cuenta de que ya era tarde, me di una ducha veloz, me cambié por algo cómodo, tome mi maleta y salí de mi casa para subir al transporte que esperaba por mí para llevarme al aeropuerto.

Al estar en la fila para abordar me sentía ansiosa y solo toque mi collar para tratar de relajarme un poco, cuando logre controlarme ya estaba abordo del avión a la espera de mi nuevo destino...

Al descender por la escalerilla de inmediato fui por mi maleta y al salir del área de equipaje vi una pancarta enorme que decía mi nombre, camine al hombre quien la sostenía.

Me miró de arriba abajo por un instante hasta que estiró su mano para saludarme, mostrando su mejor sonrisa.

— hola, soy Alex, un gusto conocerte, he escuchado muy buenas cosas sobre tu trabajo— sonreí tomando su mano en un ligero apretón.

— gracias, pero en verdad no sabía que hablaban de mí— solo negó hasta tomar mi maleta.

— pues ya sabes, tú eres él hada madrina de todos los arquitectos, arreglas los desastres así como el mío— paso su mano por su nuca sintiéndose incómodo por lo que dijo— es bueno tener un respaldo.

Suspire asintiendo y negando a la vez, salimos del aeropuerto hasta subir a una camioneta, manejo hasta un complejo habitacional donde se quedaban la mayoría de los trabajadores foráneos, subimos hasta el último piso.

Abrió una puerta mostrándome mi departamento provisional— siéntete como en casa, si necesitas algo— señaló hacia una puerta frente a la mía— yo vivo allí, Kailin mañana temprano iremos a la construcción para que eches un vistazo al plano.

Asentí despidiéndome de Alex, lo vi salir y cerré la puerta, recorrí el lugar hasta llevar mi maleta a la habitación, sentandome sobre la cama.

Observe el lugar y creo que lo que dure aquí será eterno para mí, me recosté soltando el aire de mis pulmones, me di la vuelta estirando mi brazo hasta alcanzar mi maleta y de su interior saque la caja negra, la abrí tomando entre mis manos la rosa aromática.

Volví a suspirar con solo sentir el cosquilleo en mi nariz al oler la exquisita loción, gire de nuevo poniendo sobre la cama la rosa y solo reí por lo patética que me estoy comportando, negué viendo hacia el techo.

Y en un segundo me perdí en mis candentes recuerdos con el sexy hombre.

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