3.- La rosa del amor.

Hoy iniciaba una semana más de mi estresante trabajo, al sentir las gotas caer en mi rostro por un instante cerré mis ojos y aún tenía las imágenes en mi mente de su cuerpo sobre mí, en verdad ese hombre era candela pura, al salir me cambié con lo primero que vi, ya que ayer por vivir un apasionado día no hice mis deberes y hoy no tenía ropa limpia.

Desayune rápido y salí corriendo para subir a mi auto, el tráfico era fatal, pero a pesar de pelearme con medio mundo por su transitar a nivel tortuga, llegué a la tolerancia, cheque mi entrada subiendo por las cansadas escaleras porque para mi muy mala suerte el bendito ascensor estaba en reparación.

Después de subir cada escalón sintiendo un calambre en mi pierna por fin llegaba al onceavo piso, en este preciso momento odiaba con toda mi alma trabajar en este edificio, llegue casi muriéndome, el aire me faltaba notándose mi pésima condición física, tosí infinidad de veces hasta que el aliento regreso a mí, carraspee y avance hasta mi diminuta oficina como si nada hubiera pasado.

Al sentarme no pude ni relajarme cuando entro el hombre más fastidioso que podrá existir— Kailin llegas quince minutos tarde.

Negué ante su absurda afirmación— el checador demostrará lo contrario, quizás me tarde en subir por las escaleras once odiosos pisos.

Me vio serio y me entregó unos planos— el jefe necesita que los revises y cuando estén listos se los entregas al arquitecto— asentí sin decir una palabra más.

Cuando él se fue, me levante cerrando la puerta con seguro, en este momento necesitaba toda concentración para revisar si no había algún error en el plano.

Mi trabajo en esta empresa consistía en que yo siendo arquitecta solo arreglaba los desastres y grandes errores de mis colegas de alto renombre, sé que suena pésimo ser yo la autora intelectual de majestuosas edificaciones, pero ovacionando a terceros.

Que más quisiera renunciar y buscar donde me den un mejor trato y que aprecien mi talento, pero lamentablemente esta profesión es muy reñida entre cavernícolas y si a mí me dejarán sobresalir obvio los desbancaría de inmediato.

Así que por el momento este es mi escape, ya que no es una opción regresar con mi familia y soportar a mi madre junto a sus lamentaciones.

Me senté y extendí el plano en la mesa, lo observé por unos segundos y mientras la cafetera prepara mi preciado impulsador, comencé a medir y leer el informe de que edificio sería, pasando toda la mañana corrigiendo en su totalidad el plano.

Ya que por un minúsculo error todo el trabajo se vendría abajo, después de tomarme dos tazas de café me levante estirando mi columna, pues las largas horas sentada y en una sola posición era un poco molesto.

Volví a enrollar el plano, lo metí en su contenedor y salí de mi oficina dirigiéndome a las malditas escaleras, subí cuatro y acalorados pisos más, camine hasta la oficina de mi jefe, toque y al escuchar el pase, entre bajo su mirada.

— buenas tardes— asintió indicándome para que tomara asiento— el plano ya está listo.

— puedes extenderlo para revisarlo— asentí levantándome, me acerqué al escritorio y lo extendí.

Lo vi acercarse y como siempre su observación era tan minuciosa, volteo a verme hasta sonreír— por esta obra es que confío mucho en ti.

Solo me limite a asentir, guarde el plano entregándoselo en sus manos, me indicó que me sentará y de un cajón saco una carpeta.

— abre la carpeta, esas son las imágenes de una construcción— asentí viendo las imágenes y leyendo unos escritos— será un hospital, pero están mal los planos de una área, Kailin necesito que viajes para que corrijas esos planos y supervises la obra.

Me sorprendí por lo que había dicho mi jefe— gracias por esta oportunidad, de verdad no lo defraudaré.

— lo sé, por eso es que tú eres la indicada para que arregles los desastres que a ocasionado Alex— asentí con una enorme sonrisa en mis labios— en tres semanas te vas.

— gracias, gracias— asintió y solo volvió su vista a sus papeles.

Salí de la oficina tan contenta que al bajar las escaleras no me queje y ni mucho menos maldije, seguí con mi trabajo hasta la hora de mi salida, mi reloj marcaba las ocho con quince y ya iba en camino a mi casa.

Al estacionar, entre y al revisar mi buzón, se encontraba una rosa negra con una pequeña nota.

...〰️〰️〰️...

...Te extraño preciosa...

...〰️〰️〰️...

Al leer esas tres palabras mi corazón se aceleró, suspire tan profundo que mi corazón se estrujó, iba a dar el primer paso cuando sentí que me detuvieron, al girar era él con su traje a la medida viéndose tan, tan, uff que calor.

— ¿vamos a cenar?— lo vi por un instante hasta que mi estómago protesto por la falta de alimento y solo asentí— te gustará el postre.

Cuando dijo lo último fue de una manera tan sexy y extraña que una sensación erizante recorrió todo mi cuerpo.

Al ser guiada a su auto a lo lejos vi a Leo, quien solo me saludaba y me mostraba sus pulgares en forma de aprobación, sonreí por lo que hacía mi amiga cuando la voz profunda de este sexy hombre me hizo voltear.

— esa hermosa sonrisa, quisiera provocarla yo— volví a sonreír mientras él se me acercaba tan pausado.

Sintiéndome acorralada o como una presa feliz que se la coma esta deseosa pantera, beso mi cuello y todo mi cuerpo templo por ese toque, se escapó de mis labios un pequeño gemido al sentir su lengua recorrer mi piel hasta llegar a mis labios donde nos devoramos sin piedad.

Al separarnos mis mejillas las sentía arder al igual que nuestro espacio se sentía más cálido de lo que era, él tomó mi barbilla regalándome una sexy sonrisa.

Y en total silencio manejo por las calles iluminadas, tomando diferentes calles hasta que llegamos a un restaurante diferente, abrió mi puerta y al posar mi mano en la suya dejó un beso sobre mi dorso.

Caminamos tomados de la mano que cualquiera que nos viera, jurarían que somos pareja, pero sé que eso está a millas de serlo.

Entramos sentándonos en la mesa más apartada del lugar, cenamos bajo nuestras miradas juguetonas y una que otra insinuación, al terminar salimos, pero antes de poder llegar al auto me atajo a él cargándome.

Devoro mis labios con dedicación y solo sentí que camino y en ese lugar apartado, desolado, oscuro, era perfecto para dar rienda suelta a esta tensión que ambos sentíamos.

Me subió a una pequeña cerca abriéndose paso entre mis piernas, ahogue mi gemido en su hombro, mientras él seguía embistiéndome con fuerza, los árboles eran los testigos de nuestro apasionado encuentro.

— me encantas preciosa— nos besamos mientras yo suspiraba entre sus labios.

Al bajarme mis piernas no respondían mientras mi risa de nervios me delataba y nuevamente me cargo para llevarme a su auto.

Me sentó y mientras abrochaba el cinturón de seguridad dejo un beso en mi frente— y tú a mí— solo dije eso, al verlo directo los ojos pude notar su curvatura en sus labios volviendo a besarme siendo más diferente, pero igual de rico y adictivo.

Puso en marcha su auto y solo me perdí viendo por la ventanilla, era la primera vez que salía mi lado perverso el cual pensé que no existía, no sé que tiene él que lo causaba, pero en definitiva me encantaba.

Sentí un toque en mi pierna y lo tenía frente a mí con su emblemática sonrisa, tome su mano para darme cuenta de que estábamos en el subterráneo, baje y antes de poder dar un paso me cargo como si fuera un costal de papas.

Me mantuvo sobre su hombro hasta que entramos a su departamento, me bajo y al ver a mi alrededor me quede boquiabierta, este lugar era hermoso y demasiado lujoso, camine por el lugar escuchando su carraspeo.

— ¿te gusta?— asentí sin verlo, estando aún maravillada— ¿te gusto?— asentí en automático a pesar de que lo que dijo fue muy bajo.

No le tomé importancia, cuando sentí sus brazos rodearme mi cintura, beso mi cuello sintiendo mis vellos erizarse, me giro y con solo verme me abalance sobre él, sintiendo en mi intimidad su muy firme herramienta de placer.

Camino conmigo entre sus brazos, nos recostamos en la cama, sintiendo su cálida mano recorrer mi pierna y con esa habilidad que lo caracteriza mi ropa está sobre el suelo, seguimos besándonos hasta que termino susurrándome el oído.

— eres mía Kailin— con delicadeza se comenzó a mover provocando un escandaloso gemido gracias a la maravillosa sensación que él me producía, beso mis labios y terminó hablando entre ellos— dime que eres mía.

Y al estar rendida a tan extenuante placer asentí hasta confirmárselo con mi voz soñolienta— soy tuya Bazil...

Cada noche al llegar de mi trabajo rosas negras me recibían y con un pequeño mensaje en ellas, era tan romántico y a la vez tan salvaje, que ese hombre tenía todo para complementarme.

Todas las noches, teníamos nuestros apasionados encuentros, acostumbrándome a su manera tan ruda, pero exquisita de llevarme al cielo.

Hasta que la última noche que estaría aquí, un enorme ramo de rosas negras me recibió en mi puerta de mi departamento y con una pequeña nota.

...〰️〰️〰️...

...Me harás mucha falta preciosa...

...〰️〰️〰️...

Sonreí por su manera de ser, levante el enorme ramo y entre a mi casa, aliste mi maleta, al terminar me senté en la sala a intentar ver una película, pero solo pasaba de canal tan rápido que ni cuenta me daba que era lo que estaban dando.

Suspire, porque sería la primera noche que no lo vería, odiaba comenzar a depender de sus besos y caricias tan únicas, me levante sintiéndome como leona enjaulada, cuando se escuchó el timbre corrí con la esperanza que fuera mi hombre sexy, pero al abrir era Leo.

— quita esa cara, perdón por decepcionarte bebe— sonreí negando dándole el pase— ¿y tu hombre misterioso?.

— me imagino que trabajando— asintió caminado hacia el ramo de rosas que estaba sobre una pequeña mesa.

— que clase de hombre regala flores negras, acaso es funeral— ruedo los ojos jalándola del brazo para ir a la cocina.

— no es un funeral beba, pero a mí me gustan— asintió sentándose.

Y mientras le servía café, mi amiga no perdía pisada como intentando descifrar mis movimientos o mi mirada, hasta que deje caer mis manos en la mesa viéndola fijamente.

— ¿qué quieres saber?— sonrió tan ampliamente que daba escalofríos.

— todo, has sido muy mala en no contarme nada— sonreí negando, me senté frente a ella.

Y le conté absolutamente todo, pero no a gran detalle de nuestros acalorados encuentros.

— ¿Qué opinas?— la escuché suspirar.

— ¡ay bebe!, que envidia y de la buena, creo que le pediré clases para que le enseñe al tarado de Argenis— me carcajeo por lo que dice— es verdad dile que le pago lo que quiera con tal que le muestre como debe ser un verdadero macho alfa.

— no inventes, como le voy a decir— reímos las dos hasta terminar suspirando.

Nos quedamos en silencio perdiéndonos ambas en nuestros pensamientos, Leo no sé que estará pensando, pero yo solo revivo cada encuentro hasta que sin darme cuenta tenía una gran sonrisa dibujada en mis labios.

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Comments

GiovannaXchelMayaCejudo

GiovannaXchelMayaCejudo

esto es muy bueno para ser real.

2024-11-20

1

Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz

Delfina Del Carmen Henriquez Ruiz

Ojalá leas dure, no será que esconde algo

2024-09-21

2

🌷Liz PG🌺🌺💛

🌷Liz PG🌺🌺💛

Y vaya postrecito

2024-09-21

1

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