Que gran error

Camilhe

El señor Rossi preparó su cena para sus clientes y yo me encargue la de los niños de sus clientes, creo que Ghinger se divirtió y me encargue de esos preparativos, porque sus ideas me parecieron muy buenas. Ella es brillante e inteligente, su padre lo sabe muy bien, por eso trata de explotar eso en ella, aunque solo es una niña.

Luego de dos semanas de preparativos y llegó esa noche, estaba nerviosa. Me arreglaba mientras veía sobre la cama ese traje que el señor Rossi pidió para mi, aunque debo pagarlo yo, él insistió en meterlo en la cuenta de los gastos que fueron muchos. Él me miraba y sonreía cada vez que le decía: Lo siento, pero fue muy costoso — sin embargo, no le importaba lo que gastaba.

— A ellos no les importa gastar lo que sea por lo que les ofrezco, y por eso ganó. Así que esa noche no importa lo que gaste si ellos me hacen ganar tres veces eso. — fueron sus palabras.

Me vestí y me miraba en el espejo mientras la niña de cabello despeinado me miraba con un brillo en los ojos.

— Linda mami — dice y me acerco a ella y se guinda de mi cuello.

— Gracias nena, tu también lo estás — Alison tiene un pijama de princesa que le compré para que no se sintiera tan mal por no salir hoy a la fiesta. 

Susan la chica que la cuidaría esa noche entra a la habitación.

— Señora, creo que la buscan — me dice y me miró. Me aplicó el labial rojo y me fui al salón.

Reviso que todo esté cómo lo pedí y me sorprenden los ojos azules mirándome.

me pongo a transpirar por la manera en la que sus pupilas azules me escanean.

— ¿Le gusta? — pregunto.

— Me encantas — responde y mi nerviosismo no mejora. Le expliqué de qué se trata la decoración y creo que no me escucha. Sus ojos van de mi boca a mi ropa, veo como se relamen los labios y soba su mentón. Sus movimientos son tan sensuales y varoniles, sus ojos se ven más intensos con ese traje azul oscuro y verlo pasar su lengua por sus labios me hicieron estremecer mi interior.

Esa noche no sería nada fácil. Pase parte de la noche escuchando los caprichos de las mamás que parecía que no  les gustaba nada de lo que había, mientras los niños se notaban lo felices y entretenidos que estaban. Venían las mamás y hacían comentarios que no me hacían sentir bien. En una veo al señor Rossi que se me acercó.

— ¿Todo bien? — me pregunto al ver uno de los niños con su madre peleando porque el lleva un vestido de princesa puesto.

— Creo que sí — susurro, estoy algo estresada pero no por los niños, si no por las mamás.

— Le tengo un regalo — me susurro al oído — pero lo deje arriba, ya lo busco.

Lo miro sorprendida, no sé de qué va eso, mi corazón se ha enloquecido un poco y no logré calmarlo hasta que lo ví volver. Sonreía con algo de picardía. Lo sentía algo animado, quizás el whisky, porque su aliento me dice que ya había tomado algunos ya.

 Llega al salón y lo miro, me acerca.

— Venga— me saca del salón y me siento aún más nerviosa, su mano, su agarre, me hace sentir una descarga por todo mi cuerpo.

Me pega a la pared y luego acerca su cuerpo al mío.

— Señor Rossi — le digo  sin voz de los nervios que siento.

— Te falta esto, aunque te veas tan perfecta —  tomo mi corbata y sentía su aliento tibio golpear mi rostro, casi ni podía respirar.

Le coloca la pendiente y se queda mirándome, pensé en que me besaría cuando fuimos interrumpidos por Ghinger.

— ¿Papi?  ¿que haces?.

— Hola cariño, solo…

— Tu papá me dio esto — tan nerviosa que estaba al ver a la niña que no pude mentirle — es lindo ¿cierto? 

— Si — el rostro de Ghinger es de desconcierto — vamos a la fiesta — tomó mi mano y llevo de vuelta al salón.

Lo que faltaba en la noche fue cuando Julia D'Luca aparece y me siento incomoda.

— Mírate, después de ser una simple suplente al creerte ahora la señora de la casa — dice con ese tono tan desagradable de voz que tiene.

— Su hija la está pasando bien ¿no le parece? — le cambio el tema.

— No veo como zorras como tú les dan licencia para enseñar — la miro con rabia.

— Disculpe, pero tengo cosas que hacer — la dejo ahí, pero ella estaba empeñada en insultarme esa noche, me sigue.

— ¿Ya le dijiste a la niña que solo estás aquí para acostarte con el papá? — sigue sus insultos y la veo — no te creas tan especial, todas las de la fiesta has cabalgado a ese potro, que es Franco Rossi.

— Entonces supongo que lo de usted es celo ¿no? Pero vaya — la aliento — cabalguelo usted también, si tanto le molesta mi presencia, tranquila, no me importa lo que el señor haga.

— ¿Lo llamas señor? Seguro es tan pervertido como tú, ¡maestrucha de segunda! 

— Usted es suficientemente zorra para saber quién es o no es un pervertido, o¿Me equivoco? — dije ya fuera de mis cabales y solo sentí el manotazo en la cara que me dió la mujer.

— ¡Creo que no fui claro Julia! — aparece el señor Rossi exaltado y la agarra por el brazo, la veo forcejear con él para soltarse, pero el hombre la mira con rabia, mientras la sacude.

— ¡No quiero ver más tu maldita cara en mi casa! — le dice amenazandola — te vas a arrepentir de esto — lo escucho decir con fuego en sus ojos.

Sin embargo, no me muevo y solo me subo a ese lugar donde la mano de esas mujeres me golpeó. No debí insultarla, lo sé, pero no me dejó opción.

— Lo siento — el hombre me dice y lo miro mientras quita mi mano y ahora es él quien me acaricia haciendo que mi corazón enloquezca así como solo su presencia lo sabe hacer — No creí que esa bruja…

— No importa — lo interrumpo.

 Mis nervios enloquecen aún más al ver cómo mira mi boca y delinea siento su aliento y, retengo un suspiro que casi se llama sale y cuando creía que me besaría alguien nos interrumpe y sale del salón. Pensé en alejarme, irme lejos de él, pero me tomó por la cintura y me hizo entrar con él en una alacena dónde se guardan la sábanas y algunas otras cosas más.

En la oscuridad del lugar siento como se pega a su cuerpo sosteniendo mi cintura con la otra tomó mi rostro y me besó.

Se que es un error y trato de apartarme pero su aliento el sabor embriagante de su boca hacen que me venza, lo beso casi con la misma intensidad con la que él lo hace, sentir sus dientes rozar mis labios me hace estremecer al mientras acaricia mi espalda y bajó su manos hasta mi trasero, mi cuerpo reacciona a su caricia, no puedo esconder más mis gemidos y se escapa uno que hace que le ponga más intensidad a su beso. Mientras restregaba su excitada erección apretando mis nalgas, me siento tan excitada que deseo también sentir su cuerpo, acarició sus brazos y subo hasta su cuello, gruñe al llegar a su cabello y lo despeino. Su mano en mi rostro la baja hasta encontrarse con mi senos y eso hace que desee sentir mas de el, me roso contra su sexo.

— ¡Oh Camhile! te deseo tanto — lo escucho en voz ronca llena excitación ahora que sus dos manos aprietan con fuerza mis nalgas y se restriega con mi cuerpo. 

— No debemos — digo tratando de recuperar algo de cordura.

— Si queremos — muerde mi labio — a la mierda todos. — dice y lo escucho reír, mientras sube sus manos a mi espalda. otra vez.

Escuchamos un ruido que hace que nos separemos un poco, mientras que sus manos se tensan sobre mi.

 — El señor Rossi ¿lo han visto? Es importante — alguien habla detrás de la puerta en el momento que sentí que se volvía a apretar a mi.

— Quiero que Todos se vayan — susurra en mi boca — deseo tanto tenerte — para mi caderas pero yo me aparto, esto es una locura.

— Tenemos que salir — digo nerviosa y abro un poco la puerta y miro, mientras siento que el pega su erección de mi trasero y me sorprende su gesto y volteo a verlo, pero solo recibo un beso fugaz de su parte y rie al ver la sorpresa en mi rostro en la oscuridad.

— Te quiero en mi cuarto está noche, Camhile — apenas los escucho decir cuando me alejo lo más rápido que puedo con mi correo y mi cabeza enloquecida por lo que acaba de pasar.

Y aún cuando me tropiezo con Ghinger y me siento avergonzada con la niña.

— Maestra y tú labial ¿Por qué lo tiene en tu cara? — tocó mi cara y noto que se me corrió todo la besarme con su padre.

¡Eso era! Me puse completamente roja como mi labial, avergonzada con la niña por lo que acaba de pasar.

— No es nada — digo y casi corro a esconderme en el primer baño que encuentro.

¿Qué hice? ¿Por qué tenía que permitir eso? ¿Por qué dejé que me besara? ¿Por qué lo bese?

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