La habitación estaba iluminada por el tenue resplandor de las velas que adornaban la mesita de noche. Theo y Alex compartían un momento de pasión y entrega mientras se entregaban a sus deseos mutuos.
—Te amo —Susurró Alex al oído de Theo.
—Yo también —exclamó Theo entre gemidos.
Theo se había decidido viajar al día siguiente a Colorado, para ir al rancho, y se encargaría de hacer esa noche especial para Alex, ya que no se verían en un par de semanas. El sexo era muy importante para ellos, especialmente para Theo, que adoraba a Alex y quería sentirlo dentro de él.
La puerta de la habitación estaba ligeramente entreabierta, permitiendo que la luz de las velas reflejara la silueta de los amantes en la penumbra. En medio de las embestidas que Alex le daba con fuerza, Theo percibió una sombra que se filtraba por la rendija de la puerta. No pudo distinguir nada, así que trató de olvidarlo y concentrarse solo en el placer.
Pero la puerta se abrió un poco más, para sorpresa de Theo. Entonces, y solo con la pequeña luz que había en la habitación, en medio de la penumbra, Theo distinguió la silueta de un hombre joven, rubio, con una pequeña barba rubia en las mejillas. Su presencia era inquietante, y un escalofrío recorrió la espalda de Theo.
El corazón de Theo dio un vuelco en su pecho mientras observaba al extraño en silencio. Su presencia era inquietante, y un escalofrío de miedo recorrió su espalda. Sin embargo, no quería arruinar el momento íntimo con Alex, por lo que intentó ignorar la presencia del desconocido.
Pero de repente, el misterioso hombre se movió, y Theo pudo distinguir mejor su rostro iluminado por la tenue luz de las velas.
—¡H-hay… hay alguien ahí! —gritó Theo, sobresaltando a Alex.
—¿Qué pasa, cariño? ¿Qué viste? —preguntó Alex, preocupado.
Theo miró al lugar donde había visto la sombra, pero ahora ya no había nada.
—Había un hombre en la puerta, lo juro. —dijo Theo, confundido y asustado. —. Era rubio y tenía una barba en las mejillas. Pero ahora… ahora no está.
Alex se levantó de la cama y revisó el pasillo y las áreas cercanas, pero no encontró rastro alguno del hombre que Theo había visto. Sin embargo, el miedo seguía latente en Theo.
—No hay nadie, amor. Quizás solo fue tu imaginación jugándote una mala pasada —dijo Alex, mientras envolvía a Theo entre sus brazos para tratar de tranquilizarlo.
Theo asintió, aunque aún se sentía inquieto. ¿Habría sido solo su imaginación? La duda lo atormentaba, pero no quería arruinar el momento íntimo con Alex.
Al día siguiente, Theo se preparaba para su viaje a Colorado. Olivia y Eric, un amigo productor de teatro, lo acompañaron al aeropuerto. El sentimiento de ansiedad persistía en Theo, pero el apoyo de sus amigos lo reconfortaba.
En el aeropuerto, Eric se despidió de Theo con un abrazo, y ya de paso le susurró al oído:
—Trae una gran obra de vuelta, amigo.
Olivia también abrazó a Theo con cariño.
—Cuídate, cariño —Le dijo —. Espero que vuelvas pronto.
Theo le sonrió con cariño.
Alex se acercó a Theo, sosteniendo su mano con ternura.
—Me encantaría acompañarte, pero no puedo. Tengo un caso importante en la ciudad, pero estaré contigo en espíritu. Cuídate y vuelve pronto —dijo Alex, mirándolo con amor.
Theo asintió y se levantó de puntillas para poder rozar los suaves y cálidos labios de Alex, como un beso de despedida.
El avión despegó, llevando a Theo rumbo a su pasado en Colorado. Mientras volaba por los cielos, los recuerdos de su infancia y adolescencia en el rancho se agolparon en su mente. Recordó los momentos felices junto a su madre y los días de soledad y acoso que sufrió a manos de los hijos del capataz.
Theo se encontraba en los establos, dedicando tiempo a cuidar a los caballos con cariño y paciencia. Cepillaba a Jamie con movimientos suaves, sintiendo la conexión que había desarrollado con el noble animal a lo largo de los años. La paz y tranquilidad del lugar le brindaban un respiro de las tensiones que enfrentaba en el rancho.
Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando Jack y Matt, los hijos del capataz, se acercaron con expresiones burlonas en sus rostros. Theo mantuvo su compostura, aunque estaba preparado para lo que podría venir.
—Vaya, mira quién está aquí—, dijo Jack con un tono de desprecio, mientras miraba a Theo de arriba a abajo.
Matt se rió en complicidad.
—Parece que al mariquita le gusta pasar tiempo con los caballos. ¿Te estás convirtiendo en uno de ellos, eh?—, provocó.
Theo apretó los dientes, resistiendo la tentación de responder a sus provocaciones. Siguió cepillando a Jamie, tratando de mantenerse concentrado en su tarea.
Jack se acercó aún más, bloqueando el camino de Theo.
—Oye, mariquita, ¿por qué no dejas de hacerte el valiente y admites que eres un perdedor? Nadie te quiere aquí—, declaró con crueldad.
Theo finalmente dejó el cepillo a un lado y miró a los chicos con una mirada desafiante.
—No me importa lo que piensen ustedes. Estoy aquí para cuidar a los caballos, no para escuchar sus tonterías—, respondió con determinación.
Matt se rió y empujó a Theo con fuerza.
—Creo que este mariquita necesita una lección—, dijo antes de que ambos chicos se abalanzaran sobre Theo.
Una lucha se desató en los establos, con Theo defendiéndose lo mejor que podía ante los ataques de
Jack y Matt. Los insultos y golpes se intercambiaban mientras la tensión llenaba el aire.
Finalmente, la pelea culminó con Jack y Matt logrando encerrar a Theo en uno de los establos, riéndose mientras lo dejaban atrás. Theo se apoyó contra la pared, respirando agitadamente mientras observaba a los chicos alejarse con triunfo.
—¡Eso es lo que te mereces, mariquita!—, gritó Matt antes de desaparecer de la vista.
Theo se quedó solo en el establo, sintiéndose humillado y enojado. Golpeó la puerta con frustración antes de deslizarse al suelo, abrazando sus rodillas mientras procesaba lo que acababa de suceder.
La escena concluyó con Theo encerrado en el establo, sintiendo una mezcla de emociones que iban desde la ira hasta la tristeza. Sabía que tendría que encontrar una manera de superar esta situación y enfrentar a los chicos en el futuro.
El avión aterrizó en Colorado, y Theo se encontró de pie frente al viejo rancho que alguna vez llamó hogar. La mezcla de emociones lo abrumaba mientras daba un paso hacia su pasado, dispuesto a enfrentar las sombras que lo acechaban. Mientras se adentraba en la vasta extensión del rancho, el viento soplaba suavemente, como si susurrase secretos del pasado y del futuro.
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