Siete

Denisse llegó a la silenciosa casa que compartía con su tía,  la casa de donde hacía un mes había salido triste y llorosa, pero que hoy regresaba distinta, por la hora sabía que la hermana de su madre estaba en el trabajo, así que sin más se despojó de toda la ropa que traía puesta y se metió a la cama para descansar, había tenido una noche más que movida entre tragos, baile y mucho sexo,  su cuerpo se sentía como si hubiera corrido una maratón.

Salió de la habitación en la tarde, todavía medio dormida, pero muy hambrienta y en la cocina se encontró a su tía Letty que acababa de llegar del trabajo y sin pensarlo mucho se lanzó al cuello de la mujer llena de alegría.

- Hey, ese crucero fue todo un éxito,  o te cambiaron y me enviaron otra para suplantarte.- bromeó su tía con la evidente felicidad que volvía la chica de su viaje,  no era aquella Denisse que se había ido amenazada con ser despedida.

- Soy yo, solo que la versión mejorada- le siguió el ritmo ella con la broma.

- Me alegro, y puedo saber que mejoró tanto a la versión dos punto cero de mi sobrina.- la chica la miró y los ojos le brillaron.

- Hacer lo que debí haber hecho hace mucho tiempo.- le contestó sin entrar en detalles.

- Noooo- escuchó gritar a su tía- ¿Todo de todo?- ella movió la cabeza de arriba a abajo- Alabado seas Señor- dijo mirando Letty hacia arriba- Que te den Damián,  te lo perdiste.- le dijo a su sobrina y las dos rieron con deseos.

El fin de semana lo usaron las dos mujeres para ir a hacer algunas compras, Denisse no estaba en condiciones de gastar mucho dinero pero quería marcar un antes y un después en su vida y para eso también tenía que hacer algunos cambios en su armario, ya no tenía que vestirse como si viviera en el siglo quince porque según su ex las mujeres decentes era así como iban, ahora ella se sentía hermosa y lo iba a mostrar al mundo.

Y tal como lo pensó,  con aquella ropa que no era para nada escandalosa ni depravada o enseñaba más de lo debido ella iba arrancando miradas por donde quiera que pasara con su tía y más de una frase de elogio escuchó de los labios de los hombres que no se escondían para mirar a la pelirroja alta y de curvas hermosas que caminaba junto a otra mujer,  que no por ser mayor que ella dejaba de ser admirada también.

Esos dos días antes de comenzar a trabajar le sirvieron a Denisse para afianzar su autoestima y volver a ser la chica de antes de que un imbécil la dejara apagada y sin deseos de empezar otra vez y cuando llegó el lunes a su puesto, los que la escucharon por teléfono cuando los llamó para cancelar la boda y después la vieron partir al viaje de su truncada luna de miel, se quedaron con la boca abierta, no podían pensar que aquella que regresaba era la misma Denisse.

- Buenos días señor Roberts- le dijo la chica que ya estaba en su puesto con una sonrisa cuando vio llegar a su jefe, que sólo pudo mirarla con la boca abierta.

- Denisse ¿ Qué te hiciste, dónde dejaste a la chica del medioevo?- le preguntó asombrado sin que ni siquiera recordara responderle el saludo de su secretaria.

- Soy yo misma- le respondió ella sin dejar de sonreir- Lo que cambió es que comprendí que no tenía que morirme por quién no lo merece.- le explicó al hombre lleno de canas y este sonrió con satisfacción, como si hubiera sido su hija la que le estuviera hablando.

- No sabes cuanto me alegro, sobre todo por que al perecer la vida está floreciendo para nosotros en esta época.- el hombre se notaba más feliz que de costumbre y no solo por la buena cara de la chica- Al fin logré que mi hijo se decida y venga a trabajar aquí,  o bueno no se quién lo logró,  solamente sé que apareció el viernes y me dijo que ya era hora de tomar el mando, y yo casi salto de la alegría. Tú mejor que nadie sabe todo lo que le he rogado para que venga, y ahora que ya lo había dejado en paz, se aparece él solo. Espero que no te moleste tener nuevo jefe- el hombre hablaba y hablaba como si temiera olvidar algo- Esta misma tarde vendrá y hoy mismo voy a comenzar a dejar las cosas más importantes en sus manos, yo ya estoy viejo y quiero un respiro, hasta me cambiaré de oficina, ya veré donde me pongo, pero no quiero que Óscar vaya a sentir que no está a gusto con algo y quiera marcharse otra vez.

- Bueno parece que vamos a tener muchas cosas a estrenar en estos tiempos- le dijo ella- Nueva vida, nuevo jefe, nueva oficina.- y los dos rieron mientras los demás que trabajaban en aquel piso los miraban también alegres, estaban acostumbrados a ver la forma jovial en la que se trataban jefe y empleada y sabían perfectamente que todo estaba basado en el más estricto respeto.

- Pues entonces señorita, vamos a trabajar, quiero dejar todo preparado para cuando llegue mi querido sucesor, que si no me engaña, aparecerá aquí después del almuerzo, así que hoy come lo suficiente para que resistas una tarde bien movida.- mientras hablaba le hacía un gesto con la mano a la chica invitándola a sentar en su silla- Busca los balances del último año y tráelos, quiero verificar algo antes de entregárselos,  te espero- y entró a su oficina.

La mañana fue una locura y un ir y venir ayudando al hombre que pronto dejaría de ser su jefe a dejar todo en orden para recibir a su hijo y único heredero de la Naviera Roberts que venía a tomar posesión de su cargo y cuando llegó la hora de el almuerzo y el Roberts padre salió, la chica corrió a comer las delicias que le había puesto su tía para esa hora y a conversar un rato con los compañeros de trabajo que estaban en la especie de cafetería que tenían en aquel piso.

Denisse terminó de alimentarse, fue al baño y con calma se dirigió a su puesto, por la hora no tenía problemas pues le quedaba suficiente tiempo hasta que hicieran su entrada los Roberts.

Bastante rato después se escuchó el sonido del ascensor y la pelirroja se puso de pie pues estaba segura de quienes eran los que subían,  vio salir del aparato de metal a el hombre mayor y lo que vio detrás de él le heló la sangre.

- Arthur- dijo en voz baja y por el sudor frío que tenían sus manos sabía que no debía tener buen color en la cara.

- Denisse- le dijo el hombre acercándose a ella- Te presento a mi hijo Óscar Roberts- y ella no podía procesar aquellas palabras mientras miraba el rostro serio del joven castaño a su lado.- Denisse ¿ Estás bien?- le preguntó al ver que ella no reaccionaba.

- Sí señor Roberts- al fin dijo la chica- Mucho gusto señor Roberts- y extendió su mano hacia el hombre que había estado persiguiéndola todo el tiempo en el crucero.

- El gusto es mío señorita- le dijo, pero no le tomó la mano y ella apenada la retiró.

- Vamos a entrar- intervino el padre en el vergonzoso momento y la chica se quedó parada frente a su silla.

Toda la jornada Denisse estuvo buscando y entregando documentos en la oficina de su nuevo jefe y el hombre no se dignó a mirarla ni una vez, y ya al final de la tarde, cuando la chica se disponía a marcharse vio salir al padre.

- Denisse,  dice Óscar que antes de que te vayas necesita hablar contigo, que si no te molesta, pases un momento.

- Señor Roberts, ¿ no puedo seguir siendo su secretaria?- le pidió la chica.

- Denisse,  cuanto más quisiera yo, pero necesito que Óscar esté acompañado de alguien que lo guíe y tú eres la mejor, yo sé que él intimida un poco, pero no es malo.- ella lo miró como no queriendo entender- Te prometo que si cuando él se estabilice en las cosas de la empresa, sigues queriendo irte conmigo,  te transferiré.- Denisse suspiró,  no era eso lo que necesitaba,  pero era una esperanza.

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