Luego del largo viaje hasta su casa, Hanna se quitó los tacones que cargaba y caminó por el apartamento en dirección a su habitación, mientras se despojaba de toda la tela que cubría su cuerpo, quedando solo en ropa interior. Estaba tan cansada que ni siquiera quiso darse un baño antes de lanzarse a los brazos de Morfeo. No sabe cuento tiempo pasó desde que se quedó dormida, hasta que el timbre la hizo levantar un poco exaltada. Se dirigió a la entrada y sin miedo alguno abrió la puerta, pues ya imaginaba que era Edward quien llamaba. Éste le regaló un sonrisa al ver como Hanna no podía ni mantenerse en pie por el sueño.
—Nena. ¿Qué pasó con la chica que estaba en la cafetería?
—Está muerta en vida, Edward. Lamento que hayas tenido que venir porque te lo pedí. Pero en estos momentos no estoy para hacer un viaje hasta el cielo.
—No pasa nada, preciosa. Al menos voy a desearte buenas noches.
—Igual para ti.
Ambos se despidieron con un beso fugaz. Ella cerró la puerta. Tenía tanto sueño, que no se molestó en llegar hasta la cama esta vez, sino que se terminó acostando en el sofá de la sala.
A la mañana siguiente, la morena se levantó tarde, pues nunca escuchó la alarma de su teléfono, el cual, quedó tirado en la mesa de noche que está al lado de su cama.
—¡Mierda! El jefe me va a matar—exclamó.
El cuerpo le dolía cada vez que se movía. La posición en la que durmió toda la noche, estaba haciendo estragos ahora.
Se dirigió al baño: hizo sus necesidades, se bañó. Luego buscó algo de ropa en su closet. Tomó una taza de café y tomó su cartera y telefono antes de irse rumbo a la clínica.
Para su mala suerte, había trafico. Al llegar, firmó la nómina de asistencia y se adentró al área de personal autorizado para iniciar con su jornada.
El día estuvo movido. Cuando por fin pudo relajarse, decidió salir a almorzar. Pensaba hacerlo acompañada de su amante, pero éste se encontraba manejando una situación complicada en el quirófano. Mientras esperaba el ascensor, comenzó a mover y masajear su cuello, para calmar un poco la tensión y el dolor producto de la noche anterior. Levantaba los brazos y los extendía hacia los lados, para luego hacer movimientos circulares.
Ella estaba tan entretenida en su cuestión, que no se dió cuenta en qué momento llegó alguien, quien sin querer, terminó recibiendo un golpe en la cara.
—¡Carajo!—Exclamó quejándose—¿Tienes complejo de helicoptero o qué?—continuó diciendo muy cabreado.
La chica volteó y muy apenada dijo:
—¡Qué pena, señor!. Discúlpeme. ¿Se encuentra bien? Déjeme revisarlo—trató de quitar sus manos de su rostro para poder inspeccionarlo y asegurarse de que no le haya roto la nariz.
Para su sorpresa, ¡era el mismo hombre de anoche! 《Dios mio, pero que guapo es. ¿Por qué me obligas a medir mi fe con semejante tentación?》
—¿Por qué te quedas ahí parada viendo tanto? Más bien dime, ¿estoy sangrando?—La chica reaccionó al oír tal pregunta. No había caído en cuenta que le estaba viendo fijamente mientras se perdía en sus pensamientos pecaminosos.
—No señor. No está sangrando.
Que vergüenza con usted. Es solo que ayer tuve una mala noche y pues ahora tengo tensión.
—¿Me ves cada de que me importa?—le contestó obstinado. Cargaba un dolor de cabeza de los mil demonios debido a la resaca. Y para su mala suerte se había topado con una loca que le metió tremendo golpe en toda la cara. El día definitivamente no podía terminar de una mejor manera.
—No era necesario responder de esa manera. De nuevo le pido disculpas. Si quiere, le invito un café como arrepentimiento.
—No es necesario. Estoy muy ocupado. No tengo tiempo para eso—en ese momento llegó el ascensor, por lo que aquel hombre se acomodó el traje que cargaba y se subió—Algo más: No tomo café—terminó de decir con una voz mucho más gruesa, antes de que presionara el botón para que las puertas se cerraran, dejando a la chica sola en aquel pasillo.
《Maldito arrogante. ¿Por qué lo bueno decepciona, Diosito? Tanta belleza desperdiciada por semejante personalidad... espero no tener que verlo nunca más》
La chica fue al restaurante más cercano muy indignada por lo que había pasado. Y para empeorar la situación, aquel Dios Griego estaba allí también, hablando con otros dos hombres de forma entretenida.
Hanna estaba que botaba fuego por la boca. Recién le había dicho que estaba muy ocupado para aceptarle una miserable taza de café, pero allí estaba, disfrutando de un pollo a la brasa acompañado con un vino.
La hora de almuerzo terminó. La mujer casi que ni probó bocado por estar pendiente del hombre ebrio.
Ella lo miraba con mucha atención. Al principio sentía mucho enojo debido al desplante que le hizo, que luego iba desapareciendo y era sustituido por un peculiar interés, pasando por su mente preguntas como: ¿Cuál es su nombre? ¿Dónde trabaja? ¿Tendrá novia, esposa? ¿O será que terminaron y por eso ayer estaba tan ebrio?
Sus ojos marrones le atraían enormemente. Su porte tan masculino y sexy, su cabello de lado y su barba tan bien cuidada... su cuerpo estaba bien definido y marcado, esos brazos que parecían fuertes...
《¿Qué maravillas hará en la cama?》
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Comments
AYA
que loca /Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
2024-07-31
0
Evelin Mota
/Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
2024-06-11
0
Yuranzi Vasquez
Dios santo está mujer está loca por machete 😂😃🤣
2024-03-15
4