Gian se sentó en el amplio escritorio. Antes había despedido tanto a Shiu como a Louis , al que envió a la sala de estar en la planta baja, con la esperanza de hablar a solas con el joven príncipe heredero
-No creo que sea posible retrasar mucho más su regresó a palacio.-
-Mis padres creen que estaré fuera una semana...pero es verdad. Tampoco quiero inquietar al resto de mi compañía. -
Gian se quedó contemplando al joven príncipe mientras tamborileaba con sus dedos en la dura superficie. Amaru estudio esos ojos indescifrables que lo observaban con obstinación, decidió hablar primero.
- ¿Hasta cuándo planea engañarla? -lanzo sin ningún rodeo- ¿Sus intenciones son mantenerla aquí para siempre?
-Por supuesto que no...pero ella aún es una niña. Sería peligroso...-
- ¿Llevarla de vuelta? Imagino que ese es el motivo por el cual no lo habían anunciado ya... ¿Mis padres lo saben? - la pregunta se pronunció en un tono anhelante, una esperanza que parecía demasiado frágil en la mirada del príncipe-niño.
-Si su Majestad, ambos están enterados. -
- ¿Y ella?
Gian negó con la cabeza y se puso de pie para acercarse a una estantería llena solo de fotos en la pared norte de la habitación, contraria a los ventanales. Varias de ellas eran solo de Shiu, algunas eran de una niña pequeña, jugueteando con perritos, con juguetes, en el lodo...siempre sola.
-La noche en que nació, Shiu sobrevivió a duras penas-Rememoro Gian- como Ud. sabe, a partir de ese día mi cuñada perdió la capacidad de manejar su mano derecha, eso es debido a que en el forcejeo con la asesina contratada para matar al bebe en caso de nacer niña, esta consiguió apuñalar a Shiu, pero mi cuñada interpuso su mano tratando de evitar la muerte de la pequeña...no podemos estar seguros de que ese fuera el único intento por matarla, tampoco si en los futuros ataques ella será capaz de sobrevivir, por eso elegimos entrenarla lejos de todos.-
Los gusanos de la memoria tejieron su red de recuerdos tan pronto como Gian contemplo las fotos.
Shiu había nacido apenas unas horas antes, llovía terriblemente y en la mansión eran muy pocas las personas presentes. Un médico, el tutor principal del reino, Gian, su hermano, Emanuel y 2 o 3 sirvientas de absoluta confianza. Incluso la niñera que se había seleccionado para Shiu era sobrina de la ama de llave principal, por ello se la consideraba absolutamente cercana y de fiar. ¿Quién iba a decir que, mientras madre e hija descansaban en la habitación y los hombres brindaban felizmente, aquella ponzoñosa mujer tomaría una daga para apuñalar en el corazón a la beba recién nacida?
Fue una coincidencia, Gian quería ver a la beba, entro justo en el momento que su cuñada dio un alarido, descalza, despeinada y con el rostro aun pálido por el esfuerzo de dar a luz, logro interponer su mano en el camino de la hoja afilada, giro sobre su cuerpo aun con la daga clavada en su muñeca y logro derribar a la mujer vestida con un simple vestido negro. En el suelo, la sangre comenzó a derramarse mientras se oponía tenazmente a que la otra lograra ponerse de pie. Gian estaba allí, llego en solo dos pasos junto a la cuna, y con saña desenvaino su espada y perforo el corazón de la asesina, sintiendo como el líquido carmesí del cuerpo de la odiosa mujer salpicaba su cara, mientras sus ojos lo miraban de manera terrorífica, no había miedo en la mirada de aquel demonio vestido de mujer, solo un odio profundo en ese rostro desencajado, que produjo un extraño escalofrío en la persona de Gian.
El alboroto llamó a los demás, Gian dejo caer la espada mientras Ronan corrió hacia su esposa y Shiu lloraba desconsolada, la punta de la daga logro perforar el pequeño hombro de la niña, Gian la tomo en sus brazos y trato de cubrir la herida, desesperado, sintiendo cuan frágil y pequeña era aquella vida. Los ojos de la niña cerrados fuertemente mientras los sollozos de dolor rompian el alma del poderoso Dios de la Guerra. Avivando todos sus miedos ocultos.
-¿Cuándo piensan decirle la verdad?-La pregunta de Amaru lo saco de sus pensamientos, regreso a su lugar original frente al escritorio.
-Al cumplir 20., al mismo tiempo se planeaba informar su compromiso y casarlos casi de inmediato
- ¿¿¿Sin conocernos???- El pequeño príncipe se alarmó, mientras se sonrojaba incontrolablemente.
-Shiu está siendo educada para los deberes que asumirá en el futuro- Ignoro significativamente la reacción del príncipe sentado frente a él- Así que no debe estar preocupado por eso, además ella sabe artes marciales, manejo de armas de fuego, esgrima. – Enumero, como si aquellas habilidades asesinas, si fuera lo único que realmente importaba
-Y de pasada me odia. - Amaru hizo los ojos hacia atrás en una mueca casi grotesca.
-Si su majestad no hubiese aparecido aquí de imprevisto... ella no tendría esta impresión. -
Gian miro hacia el jovencito sentado cruzando los brazos, parecía muy concentrado y su rostro infantil se mostraba muy contrariado. Casi tuvo el impulso de reírse. De no ser por qué podía ofender a su futuro monarca, le habría pellizcado las mejillas aun con algo de apariencia infantil.
AFuera una tenue llovizna había empezado a caer, el frío de otoño se empecinaba en hacerse notar. Pegada a la pared, Shui podía escuchar las palabras amortiguadas de las dos personas en la oficina. Vestida con un conjunto deportivo de campera y pantalón, una gorra cubriendo su pequeña cabeza y debajo se está , el cabello recogido en una trenza baja y zapatillas negras. Shiu no estaba dispuesta a dejar ir al joven que parecía tener las respuestas a todas las preguntas que hace años se hacía. Las noches en vela, las lágrimas cada vez que se sentía sola y cansada y que no recibía consuelo, solo palabras que no lograba entender, siempre instandola a seguir adelante; los constantes viajes sin explicaciones de su padre, en los cuales frecuentemente le era imposible contactarlo. Su madre.
Pero su padre parecía empecinado en seguir ocultándole cosas. Está era su oportunidad.
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