Samira.

Han pasado dos años. Samira está por cumplir 17 años. Y está más pendiente que nunca que pronto el abogado la llamará para la lectura del testamento. Sin embargo, no quiere que eso suceda. Ya ha sentido que su tío la comenzó a mirar diferente. Y eso le da mas miedo que la forma en que la trataba antes.

Aún está estudiando en la universidad tiempo completo. Por lo tanto depende de su tío. Ya que la mensualidad que le envía ya no es suficiente para mantenerse. Debe ir más seguido a la oficina de su tío a pedirle dinero. Sospecha que lo está haciendo a propósito para que ella se vea obligada a ir a él.

Está situación la ha motivado a esforzarse aún más en sus estudios para obtener su título más rápido. Sin embargo sabe por su conversación con el abogado dos años antes, que hay ciertas condiciones para poder acceder a la herencia de sus padres. *Qué dirá exactamente el documento?* pensó.

- Amiga, amiga. Samira a la tierra ahora. - la llamó su mejor amiga Rosa, es decir su única amiga. - Samira que tienes? le preguntó, abrazándola y sentadose a su lado. Estaban en los jardines de la universidad.

Había bastante movimiento hoy, todos andaban presentando los últimos parciales del semestre. Otros andaban llevando documentos para allá o para acá. Y otros más, andaban buscando a los profesores para buscar una oportunidad más para aprobar alguna asignatura.

Samira y Rosa, eran de las estudiantes que habían salido excelente en este semestre y podían descansar un rato, sin embargo sabían lo que era buscar a un profesor para que les dieran una oportunidad más para poder aprobar una asignatura. Ellas estaban sentadas en los banquitos en los jardines de la Universidad bajo un frondoso árbol. Estos estaban dispuestos de tal manera que los estudiantes pudieran sentarse a estudiar, conversar o merendar cómodamente mientras se encontraban en la universidad.

- Ay, Rosita, amiga. Tengo que volver a la oficina de mi tío a pedirle dinero. - le explicó Samira con angustia. - No quisiera ir amiga, pero necesito algo de dinero para realizar los trámites de inscripción. Dios, porque acepte esto. Hubiera dicho que no y tal vez... - dijo Samira y luego calló dándose cuenta que no era cierto lo que decía.

- Si hubieras dicho que no, tu tío probablemente te hubiera dejado sin herencia y no hubieras vuelto a ver ni un solo centavo de ese dinero. Inclusive probablemente no estuvieras aquí. - le replicó Rosa mirando a su amiga. - Tu misma me dijiste eso. Recuerdas? - le preguntó su amiga.

- Si, tienes razón. Lo he dicho varias veces. Pero me estoy arrepintiendo de haber aceptado. Hubiera preferido llegar a un acuerdo de entregarle la mitad y quedarme yo con una parte. - le explicó Samira cabizbaja.

- Pero no tenías ese poder amiga. Porque aún hoy ese dinero no es tuyo. - le dijo Rosa mirándola. - Pero cuanto necesitas, yo te lo presto y luego me lo devuelves, Recuerda que mi padre es muy estricto con mis finanzas. lleva registro de todos mis gastos. - le dijo su amiga sonriendo.

- En serio amiga? Me los puedes prestar? Gracias Rosita. Al menos para no ir hoy. Me siento agotada mentalmente para enfrentarme a mi tío hoy. Cada vez que voy siento que algo se trae entre manos. No sé qué es pero puedo imaginarme algo por la forma en que me mira. Y me da terror que sea lo que estoy pensando. - dijo Samira con un escalofrío.

- Y que piensas que sea? - le preguntó Rosa intrigada.

- Mmmm no, mejor lo hablamos luego. Ven vamos a las oficinas administrativas para que me prestes ese dinero. - dijo Samira levantándose y tomando la mano de su amiga para ayudarla a levantarse de los banquitos dónde estaban sentadas.

- Dios, si si está bien. - dijo Rosa riendo y se fueran juntas caminando a los edificios de la universidad.

.................

Félix Herrera sabía que muy pronto su sobrina política tendría que ir a verlo para pedirle más dinero. Había ordenado a su secretaria que mantuviera las cantidades iguales a las de hace un año, y que lo hiciera de esa manera para poder verla, al menos una vez por mes.

Era la misma cantidad que le había dado mensualmente durante ese último año. Ya Samira había solicitado se ajustará el monto. Pero Félix se había adelantado a ella y había ordenado denegar la solicitud de la chica. Asi que tenía acorralada a la chica, económicamente hablando.

Félix calculaba que ese día iría a su oficina por que sabía perfectamente que el dinero que les había dado llegaba hasta el día anterior. Así que esperaría hasta que apareciera. Últimamente sentía que estaba obsesionado con Samira. Eso no debía ser por múltiples razones. Sin embargo, había pasado de querer malversar los fondos que se le habían confiado para quedarse con algo del dinero de esa herencia, ha querer tener todo, poseer todo, incluyendo a Samira.

Esto no lo entendía, su sola presencia lo estaba volviendo loco, y la única manera que el conocía para curar está sensación era tener a Samira solo para él en todos los sentidos. Había llegado a pensar en casarse con ella pero era muy joven, casi diecisiete años, así que aún no le convenía hacerlo. Pero estaba claro que era una posibilidad, ya que había conversado con el abogado, y le había logrado sacar que una de las condiciones para entregar la herencia era casarse y que su esposo se hiciera cargo de la empresa y todos los negocios, administrando la fortuna familiar con sabiduría. Félix solo pensó que era su momento para quedarse con ella. Le negaría el ajuste de la mensualidad y de esta forma el podría acercarse a Samira.

Miró su reloj, *ya debieron haber salido de la universidad* pensó impaciente.

- Señorita por favor, mándeme al señor Carlos. Gracias. - dijo por teléfono a su secretaria.

- Si, señor. ya se lo envío. - dijo la secretaria del otro lado. Él colgó el teléfono. Y se quedó parado en el gran ventanal de su oficina, mirando la ciudad y como el sol iba bajando del cielo a medida que pasaba el tiempo. Era una vista majestuosa de la ciudad, verla cuando comenzaba a atardecer. En eso tocaron la puerta.

- Pase - dijo Félix sin dejar de ver el paisaje. El señor Carlos entró.

Félix se dió la vuelta, y preguntó,

- Le pusiste vigilancia a mi sobrina Samira. -

- Si, jefe. Precisamente acabo de recibir el reporte. - dijo el señor Carlos.

- Qué dice? Me quedé esperando a Samira y no vino por aquí. - dijo Félix.

El señor Carlos estaba algo asustado por la reacción de su jefe.

- Estuvieron en la universidad, por los jardines y luego se fueron a las oficinas administrativas. Luego de allí, salieron de la Universidad y se fueron directo al departamento de Samira. Aún permanecen alli, señor. - concluyó el señor Carlos.

- Qué hicieron en las oficinas administrativas? - preguntó Félix.

- Al parecer su amiga le prestó dinero para pagar la inscripción. -

- Quéee??- preguntó alarmado Félix, dandole un golpe a su escrito que retumbó dentro de su oficina.

- Si, señor. - dijo el señor Carlos sin saber que decir.

- Okey. Puedes retirarte. - dijo Félix con cara de pocos amigos. En realidad, el señor Carlos solo estaba pasando una información que ni siquiera él había recolectado.

*Así que por eso no viniste* pensó Félix.

En pocas semanas Samira cumpliría años, diecisiete años para ser exactos, y ya todo estaba listo para la llegada del abogado, ahí en esa reunión, el ofrecería una solución lógica y razonable solo para él. Sin importar la diferencia de edad, y el que no haya amor, propondría que se casará con él. Todo para saciar sus deseos oscuros hacia ella, y quedarse con toda la herencia de los padres de Samira. Muy pronto la tendría en sus brazos y no podría escapar.

..................

- Hola, Nana. Cómo estás? - gritó Samira al entrar a su departamento. - Traje a Rosita. Dónde estás? Tenemos hambre. - le informó Samira a la mujer, mientras dejaba sus llaves sobre la cómoda, y colgaba su carterita. Samira le hizo señas que la siguiera.

Ana estaba en la cocina como siempre que llegaba Samira a casa. Ella lo hacía para que Samira consiguiera la comida caliente. Y se emocionó mucho.

- Rosita, que bueno que estés aquí, ven a saludarme niña. - le pedía la señora mayor.

- Hola, Nana. cómo estás? - le dijo Rosa , y oliendo la rica comida que estaba preparando la amable señora, dijo - Que rico huele. -

- Siéntense mis niñas. Ya voy a servirles. Que alegría que hayas venido Rosita. - le dijo Ana mientras les servía generosamente ensalada, pollo horneado, y aparte un poco de arroz y pan, para casa una.

- Muchas gracias Nana. - dijeron al mismo tiempo y comenzaron a comer sus porciones vorazmente.

.................

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Comments

Concepción Rivero

Concepción Rivero

cada capítulo me atrapa seguir leyendo y autora ya te di mi regalo tiene buena imaginación 👍👍👌

2024-07-09

1

Esther Villatoro

Esther Villatoro

será q él no se su tío de sangre 🩸 un impostor e asesino maldito loco psicópata aberración lo q pretende hacer con la chica Dios protegerla de ese pedófilo enfermo 😡👊👊👊👊👊

2024-07-08

2

Liliana Bonilla

Liliana Bonilla

Viejo asqueroso y ambicioso 🤢🤮

2023-12-30

1

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