State Of Grace

State Of Grace

Alpheratz

Sirah

Acompañar a Owen al aeropuerto es uno de mis eventos favoritos, su partida en cambio me parece cada vez más dolorosa porque con el tiempo voy pensando con más fuerza que no va a regresar y eso me hace querer alargar el momento de despedida lo más que puedo.

Aún dentro del Jeep está el chico rubio que ha sido mi vecino y amigo desde que tengo memoria. Su familia debe estar esperándonos desde hace un largo rato o al menos Danielle. Lo miro unos segundos en silencio admirando el momento que estamos viviendo. Su sonrisa me hace sentir más tranquila y no puedo dejarlo ir solo así. Si mi hermana siguiera con nosotros hubiera venido a buscarnos hace media hora, pero ya no está y no estará nunca más.

—Stella estaría muy feliz por ti. —Le comento con una punzada en el pecho.

Mi hermana murió hace unos meses, cuando Owen estaba haciendo la audición que le daría el papel de Alex Mercer. Han sido meses duros y es que una cosa es saber que estaba enferma y era muy difícil que sobreviviera y otra muy diferente que de hecho, ya no pudiera ganarle la batalla a sus pulmones.

Recuerdo haber sentido que todo se detenía por un momento cuando me enteré y fue como vivir en cámara lenta por un largo rato. Tal vez he bloqueado los recuerdos más dolorosos como el funeral y la llegada a casa después de eso, pero recuerdo bien el momento en el que Owen llegó acompañado de Danie que lo había ido a recoger a aeropuerto. Recuerdo también que me abrazó sin esperar que le hablara y que él y Danie fueron conmigo a la primera sesión de terapia, me esperaron en el auto y lo hicieron cada una de las ocasiones hasta el día de hoy.

—Sabes que aún puedo quedarme, no subiré al avión y me quedaré contigo.

—¿Crees que me haría más feliz? —Lo miro directo a los ojos, el verde en su mirada es profundo e hipnotizante. Él niega. —No, porque sentiría que te hago infeliz.

—Tú nunca me harías infeliz Sirah, eres la persona que siempre me acompaña y me levanta el ánimo. Solo quiero hacer lo mismo por ti.

—Lo sé y creéme que quiero tener a alguien que me entienda a mi lado, pero sobre todo quiero que ese alguien brille. —Lo abazo dejando que todo lo que no puedo decir quede entre nosotros y se diga a través de la piel. —Solo prométeme que vas a volver.

—Siempre volveré contigo Sirah. —Deja un beso en mi mejilla que se queda caliente por un rato. —Solo necesitas una llamada y estaré aquí ¿de acuerdo?

Bajamos del Jeep con caras largas y pesadez intentando buscar dentro del aeropuerto a su familia o a Danielle, quien aparezca primero y nos dé una señal de que ya es hora de su partida.

—¡Lennox! ¡Joyner! —El grito de la chica morena que ha sido nuestra amiga por años recorre al menos diez metros llamando la atención de todos. —Por aquí tontos. He estado esperando una hora.

—¡Hey Jones! —Owen le grita de regreso.

Me quedo en donde estoy parada mientras Owen camina, busco por todo el suelo como si mi vida dependiera de ello. La mano de Owen entrelazada con la mía se jala y se separa. Owen gira de inmediato con esa cara que me pregunta que está sucediendo.

—¿Qué haces? —Regresa el metro que había avanzado.

—Esperando que la tierra me haga un favor.

—¿Un favor? ¿La tierra? —Esta desconcertado.

—Que me trague. —Él se ríe y de verdad me parece maravillosa su risa. —No entiendo porque Danie es tan escandalosa.

—Tú eres igual Sirah.

—No, no es cierto. —Grito ofendida. Él levanta las cejas como mostrando su punto. —Eso no cuenta y no significa nada.

Owen regresa y toma mi mano una vez más arrastrandome al encuentro con Danielle.

—Oigan nunca voy a entender porque no pasaron por mí. —Danielle nos reclama a modo de saludo. Sus largos brazos se cuelgan de nuestros cuellos.

—Íbamos a llegar tarde y nos íbamos a desviar mucho. —Le respondo.

—Que grosera, igual llegaron tarde.

—No es verdad, hemos estado aquí desde hace hora y media.

Danie chilla con la respuesta de Owen, no es algo que debió decirle ahora seré yo quién la soporte en el camino de regreso. Danielle es el tipo de amiga dramática que te quiere lo suficiente como para estar parada bajo el sol en una larga fila esperando a que obtengas el autógrafo de tu banda favorita.

—Como sea, vine aquí en autobús y fue horrible y ahora resulta que el tiempo que llevo esperando es el tiempo que llevan en el estacionamiento.

—Yo te llevaré a casa Danie. Solo quería despedirme de Owen. —Danie levanta la ceja derecha y pone una cara pícara. —Mejores amigos ¿recuerdas? —Ella niega con cansancio cuando ve que señalo a Owen y a mí con obviedad.

Acompañamos a la fila de registro a Owen para que termine de hacer su papeleo con la aerolínea que le corresponde. Danielle y yo nos quedamos hablando en una esquina mientras él está en el mostrador. Danie me abraza por la espalda y respira muy cerca de mi oreja provocando que las cosquillas se apoderen de mí con cada exhalación.

—¿Te dijo que se quedaría? —Pregunta viendo a mi rubio favorito.

—Lo ha dicho desde que consiguió el papel.

—Creo que le gustas. —Dice pensativa, la miro sorprendida de que diga eso. —Creo que también te gusta a ti.

—No lo creo Danie, solo somos amigos. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza y tal vez a él tampoco. —Pensándolo bien nunca nos hemos sentido atraídos de esa forma o nunca me lo he planteado. —Siempre pensé que tu y él estarían juntos algún día.

—¿Owen y yo? Nah, fue solo un enamoramiento de niña. —La miro cuando sonríe, está preciosa como siempre. —¿Recuerdas que me gustaba demasiado?

—Solo hablabas de él. —Nos reímos.

—Y él nunca me hizo caso, siempre estaba interesado en los autos de juguete.

—Los niños son estúpidos a esa edad. —Miro a Owen que sacude su cabello mientras habla con la señorita del mostrador. —Algunos lo son aún. ¿Ya no sientes nada por él?

Danielle se queda mirando a Owen unos segundos. Danielle es todo lo contrario a mí tanto física como mentalmente. Donde Danie es pura gracia y elegancia yo soy torpeza pura. Podría decir que es una chica de estatura promedio muy delgada con largas extremidades que no usa ni una gota de maquillaje en su vida diaria y que en ocasiones especiales se transforma y por eso creo que es hermosa de verdad. Yo por otro lado soy más alta que ella y cualquier chica qué hay conocido, incluso soy más alta que Owen unos centímetros, siempre tuve una tantas curvas más de las que mi edad sugería y no salgo de casa sin la producción del maquillaje.

—Nada más que amor fraternal. —Suspira y me da un suave golpe en la cabeza. —¿De verdad quieres que se vaya?

—Sí definitivamente quiero que se vaya y no es porque quiera deshacerme de él. —Owen gira como si supiera que hablamos de él y nos sonríe. —Míralo, está feliz de ir allá.

—También sería feliz si se queda contigo.

—No, no como lo está ahora. —Suspiro. —Que mi hermana muriera no significa que deba atar a las personas a mí.

—Bueno, creo que la terapia te ha ayudado a aceptarlo ¿no? —Asiento, la pesadez de antes ya no es tan fuerte.

—Owen es mi mejor amigo Danie, quiero que haga esto porque lo ha deseado con fuerza.

—Creí que yo era tu mejor amiga.

—Lo eres. —La abrazo más.

—Yo me quedaré contigo, Sir. —Lo sé y es por eso que sé que podré seguir adelante. Tengo a Danie, a mi familia y a Owen así esté a kilómetros de distancia. —Mira ahí está su familia.

Giro y mi mirada choca con la de Lu que me saluda con efusividad a pesar de que nos vimos antes de salir de su casa. La señora Dinah está mucho más cerca del mostrador revisando que todo esté bien con su hijo. Danielle tira de mi manga para que vayamos a saludarlos y a consecuencia a que nos despidamos una última vez de Owen.

—Entonces este es el adiós defintivo. —Digo con los ojos encharcados.

—¿Qué? No, por supuesto que no. Te llamaré todos los días, como hemos hecho siempre ¿de acuerdo? —Estoy a punto de suplicar que no se vaya. Sus manos toman mis mejillas y me mira con intensidad. —Hablaremos hasta que nos quedemos dormidos, serán solo unos meses.

—Te has ido más tiempo y lo hemos logrado. —Que dramática estoy sonando. —Diviértete mucho y deslúmbralos.

Owen deja un beso en mi frente como cada vez que nos separamos, en esta ocasión en lugar de alejarse sólo me aferra con más fuerza y me mira un largo rato decidiendo si debe decir algo más o no, toma aire y entonces dice lo que se le está cruzando por la cabeza y los ojos.

—Te amo Sirah. —La intensidad en su voz no me deja pensar que lo diga por hablar. Mi corazón se ha detenido.

No puedo pensar en una respuesta, tal vez no debería pensarla tanto porque igual lo amo. Me quedo callada por completo boqueando, ahí es cuando se separa y se despide de el resto de su familia. Sigo con el shock en el cuerpo, mientras todos le dicen cosas sobre cuidarse y llamar. Danielle le revuelve el cabello y le suplica por una mini réplica del letrero de Hollywood.

Lo veo hacer la fila para entrar a la sala de espera con el corazón en la boca o la garganta o cualquier otro lado del cuerpo que no es el que le corresponde. También debí decirle que lo amo, las palabras están ahí, sin salir de mi cuerpo y atoradas en mi garganta. Owen gira una última vez y leo en sus labios lo mismo que escucho muy lejano a mí.

—Una llamada ¿sí? —Asiento sonriendo y tomo la mano de Danielle.

—Una llamada. —Susurro una vez que se ha ido.

La salida del aeropuerto es caótica, cientos de carros queiren pasar primero y Danielle está insoportable por el hambre que tiene. Bufa cada cinco segundos y se ha comido todo lo que tenía en la guantera, cuando la chica tiene hambre es mejor no hablarle a menos que quieras ser insultado en diferentes idiomas.

Paro en un McDonalds cerca de su casa, pasamos por el servicio de autos y pedimos como para un batallón.

—¿Amas a Owen? —Le pregunto a Danielle mientras esperamos.

—Claro que sí, como te amo a ti. —Responde de inmediato. —¿Tú lo amas?

—Por supuesto.

—¿Es por lo que te dijo en el aeropuerto?

—Nunca nadie me había visto con tanta seguridad para decirme que me ama y nunca había dudado en responderle.

—Es porque está seguro de amarte Sirah y tal vez te abrumó el hecho de que se fuera. ¿Te gusta de manera romántica?

—No lo creo. —El corazón me golpea una vez más con fuerza. —Lo dijo como si fueramos amigos ¿no? No tendría que darle tantas vueltas.

—Mira Sirah, se quieren ¿quién sabe cómo? Solo ustedes puede decirlo, pero van a estar lejos por un largo rato. El suficiente para que tus sentimientos se esclarezcan, ¿sí? —Asiento. —Cuando Owen regrese lo resolveran, como siempre lo han hecho.

De aquí a que Owen regrese muchas cosas pueden pasar. Una llamada, dijo que regresaría si se lo pedía y desería haberle pedido que se quedara. Recuerdo su mirada alegre cuando obtuvo el papel y lo mucho que ha luchado por estar donde está. No puedo solo arrebatarle esto.

Avanzamos en el auto cuando el chico de la ventanilla nos hace la señal y entrega nuestro pedido. De inmediato Danielle toma la bolsa y se mete comida a la boca.

—No sé como puedes comer tanto Danie. —Digo arrancando.

—Yo tampoco. —Dice y después se mete una papa a la boca. —¡CUIDADO! —Grita y jala el volante con fuerza.

Un pelirrojo nos mira con susto, no tengo idea de dónde ha salido. Bajo del Jeep lo más rápido que puedo para asegurarme de que el chico esté bien. Está tan asustado como yo, sus mejillas se han puesto rojas y la frente tiene perlas de sudor. Es lindo.

—Lo siento mucho, no debí cruzar así.

—No, no, debí fijarme mejor. Perdona. —Tomo su hombro. —¿Quieres que te lleve al doctor?

—No, tranquila. —Me mira ya menos nervioso. —Pero podrías darme tu número.

—Vaya hermano, no pierdes el tiempo ¿cierto? —Danielle le grita desde el auto.

La miro con desaprobación y ella levanta un pulgar. Ruedo los ojos y miro al pelirrojo que sonríe sin prestarle un poco de atención a Danielle. Me llaman la atención sus ojos verdes claro, se parecen un poco a los míos.

—De acuerdo. —Acepto a darle mi número. —Soy Sirah.

—Noah, encantado de conocerte. —Me entrega su teléfono.

Regreso al auto donde mi amiga ya ha terminado con sus papas y sigue con las mías.

—No digas nada. —Le pido en cuánto meto las llaves para encender el auto.

—De acuerdo. —Levanta las manos como si fuera muy inocente. —Pero no será la última vez que sepamos de él.

Solo atino a gruñir y arrancar directo a casa.

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