Sirah
¿Puede alguien escucharme pensar? Espero que los superpoderes no sean reales porque en estos momentos soy un bendito caos. ¿Cómo elijo entre mi cabeza y mi corazón? Estoy manejando de mi trabajo a casa, la cámara a un lado de mí está picándome para que me desvíe a Bricktown, no queda lejos de donde estoy y definitivamente puedo ir un rato a ser Sirah.
Antes de bajar del auto envío un mensaje y para no darme tiempo de dudar dejo el celular en la guantera. Las luces encendidas en todos los locales me encantan. Llevo viniendo toda una vida y aun no pierde su belleza. Paseo por el lugar tomando mil fotografías. Si me fuera de aquí sería aquí el segundo lugar que más extrañaría y por eso y mil cosas más me pregunto ¿dejaría este lugar para ser fotógrafa en el otro lado del mundo?
¿Cómo logra Owen irse cada vez? Tal vez es porque hace lo que sabe y lo hace feliz. Mi cabeza dice que me vaya, que no lo piense dos veces y que de las cosas que me arrepentiré luego serán de las que no hice y mi corazón me dice ¿cómo voy a irme de aquí y dejar todo esto? Mi familia, Owen y Danielle. Mis deseos.
—¿Sirah? ¿Llegué tarde? —Noah aparece frente a mí con su siempre alegre sonrisa.
—No, acabo de llegar. —Hace una hora. —Ven sientate.
—¿En el suelo? —No veo que tiene de malo. Asiento, Noah se acerca y patea unas hojas para sentarse ahí. —¿Qué tal las cosas? Escuché en el segundo piso que te había ido muy bien.
—Me han ofrecido el viaje.
Noah y yo trabajamos en el mismo lugar y de lo mismo. Es una revista local que tiene un edificio organizado por niveles, en el segundo que es donde trabaja Noah están los deportes y en el cuarto donde estoy yo es todo lo social. Noah fue quien me dijo que buscaban a alguien y llegué ahí. Es Noah con quien he salido estos dos meses que Owen no ha estado y es Danielle la que no lo sabe lo que hago al salir del trabajo, de hecho no le he dicho a nadie que Noah y yo pasamos tiempo juntos.
—¡Es increíble Sirah! —Me abraza con sincera emoción. —¿Por qué no estás feliz?
—No sé si quiero ir a vivir Inglaterra. Digo es un lugar de ensueño, pero ¿dejar Oklahoma por siempre?
Y la pregunta que no hago y que me ha golpeado todo este tiempo desde que me dijeron ¿dejar a Owen? Irme significa que la amistad de alguna manera deje de ser lo que es y por mucho que estemos acostumbrados a la distancia hoy solo se ha convertido en una cuerda a punto de romperse. Tal vez porque no sé cómo sentirme y lo he empujado de una manera metafórica claro.
—¿Por qué no pruebas antes de decir que no? —Lo miro y levanto una ceja. —No tiene que ser para siempre y en Oklahoma siempre tendrás un lugar.
—Irme unos meses. Eso puede funcionar. —Abrazo a Noah.
Noah se queda callado un rato.
—Sirah hay algo que he querido hacer desde hace unos días. —Tiene un ligero temblor en la voz. —Y creo que es mejor que lo haga antes de que lo piense demasiado.
—Oh bueno, tú lo acabas de decir... —No termino lo que sea que iba a decir.
Los labios palidos de Noah están besandome. Busco alguna señal de que me lo estoy imaginando aunque creo que no es así. Antes de siquiera animarme a responderle el beso él se separa.
—Oh no, lo siento mucho. No debí. —Sus mejillas está rojas como el día que lo conocí. —Solo quería probar.
—Está bien. —Respondo en una risa nerviosa. —Probemos una vez más.
Entonces me acerco a besarlo intentando descifrar si es eso lo que quiero y me responde gustoso. Sus labios tiene un ligero sabor a manzana y algo que no distingo que debe ser su sabor natural. No es un beso fantástico ni mucho menos, sin embargo, no está mal y tampoco se siente incorrecto. O no del todo, hay una parte de mi pecho que dice que no debería hacer esto porque no sé si es lo que necesito en este momento de mi vida y quizá es porque no siento nada por Noah, ni un poco de atracción. Bueno, un beso no malo ¿cierto?
En el Jeep los besos siguen con un poco más de soltura y cada vez se sienten mejor, aunque no siento energía electrizante, bien podría estar haciendo el súper y sería la misma adrenalina, incluso sería mayor en el pasillo de champú. Noah me recuerda al primer chico con el que salí a los quince años con su cabello rizado en la frente y sus besos inexpertos y torpes, pero claro ambos éramos inexpertos en ese entonces. Teníamos como dos meses saliendo cuando le dije que había tenido suficiente. Nunca me sentí cómoda.
En mi lista tengo aproximadamente a unos ocho chicos, con la mayoría salí un par de meses porque nunca existió esa conexión que siempre esperé, excepto Jordi. Salimos desde los 18 hasta que yo cumplí los 19, terminamos cuatro meses antes de que Stella muriera y me alegra que fuera así. Quedamos en buenos términos y la realidad es que le guardo un cariño especial a Jordi, el chico de mis muchas primeras veces.
Dejo a Noah en su casa recibiendo de su parte un último beso.
—Gracias Sirah. ¿Nos vemos mañana? —Le digo que sí con una sonrisa. —Sirah me gustas mucho, de verdad.
—Oh bueno... gracias. —Y arranco de nuevo. No volteo a verlo ni me doy la oportunidad de pensar en mi respuesta.
Danielle, debo correr a contarle a Danielle esto. Mi Jeep va por las calles lo más rápido que puedo y al llegar a su casa sueno la bocina tres veces. Su mamá abre y después de un rápido saludo subo corriendo a la habitación de mi amiga.
—¿Varias citas? ¿Qué rayos? ¿Citas? —Danielle ha dicho lo mismo desde que le conté. —¿Tuviste cien citas con Noah y hasta hoy se te ocurrió que era buena idea contarme?
—No fueron cien citas y no, no se me ocurrió hoy, lo pensé todas las veces que llegué a casa. —Le respondo agotada. —Y no eran citas, nunca lo fueron para mí.
—¿Y por qué lo dices hasta ahora? —Me golpea con su cojín de los Dodgers, uno que le trajo Owen en su primer viaje a Los Ángeles.
—Pues porque... me besó. —Danielle abre la boca. —Y luego yo lo besé. —Un grito sale de la garganta de Danie. —Y así fue por un largo rato.
—¿Y qué tal todo? —Pregunta ahora con más interés. —Tiene cara de que besa con suavidad, ¿que tan buen besador es?
—No sé, estuvo bien. No es la gran cosa. —La garganta de mi amiga hace un sonido indescriptible. —Quiero decir, no es el mejor beso que he tenido, pero puede mejorar.
—Que manera más sosa de describir un beso. ¿Besaste a una piedra? Ni siquiera tu primer beso fue así de simple.
—Danielle tú fuiste mi primer beso.
Danielle se ríe recordando el momento.
Estábamos en una fiesta Owen, Danielle y yo y otros chicos más que jugábamos a pasar la carta con la boca. Las rondas se hicieron más complicadas cada vez y la primera vez que se le cayó la carta a Owen fue con una chica castaña llamada Anne. Todas sus amigas estaban emocionadas por el beso, en ese entonces Owen era muy popular y todas las chicas morían por besarlo. Bueno creo que sigue siéndolo, solo que ya no somos tan adolescentes.
Él me miró alarmado y yo no supe que hacer más que reír y seguir con el juego. Entonces tiré la carta por estar pensando en como había reaccionado y como Danie estaba a mi lado nos terminamos besando. Fue un beso corto y casto, pero el primero.
—Mi mejor beso hasta el momento. Gracias a eso descubrí que me gustaban también las chicas. Excelente servicio Sirah. —Dice Danielle levantando el pulgar. —También recuerdo que esa noche tú y Owen se besaron.
—Sí bueno, esa noche todas besamos a Owen.
—Yo no. —Danielle habla muy orgullosa. —Incluso cuando él se cambió de lugar y quedó entre nosotras porque estaba cansado de que las chicas dejaran caer la carta.
—No puedo creer las fiestas a las que íbamos. Ni siquiera teníamos la edad suficiente para salir solas.
—Pero la edad justa para experimentar los besos. —Danielle levanta la mano como si brindara. —Que lindos fueron los ¿qué edad teníamos?
Me carcajeo porque la tonta de mi amiga no recuerda ni donde está parada.
—Estábamos a punto de cumplir los quince, Owen acababa de regresar de Los Ángeles por primera vez. —Le respondo para que no quede con dudas.
—Es cierto. —Se avienta a la cama aún riendo. —¿Y bien?
—¿Qué? —De nuevo el cojín alcanza mi cara. —Basta.
—Me detendré cuando respondas. ¿Qué conclusiones sacaste de Noah?
—Noah es divertido y es sencillo. —Hasta yo frunzo el ceño con mi respuesta tan básica. —Sencillo como que no tengo que explicarle nada de mí, no me conoce así que no espera que sea de cierta forma.
—Yo no espero nada de eso, solo quiero que estes bien contigo misma. —Aprieto los labios. —Owen tampoco espera que seas perfecta y alegre todo el tiempo si es a lo que te refieres. Creo que debes sentir la tristeza y aceptar todos tus sentimiento Sir.
—¿Aceptarlo? ¿Te refieres a sentirme triste o molesta?
—Pues sí, no es malo. —Creo que es mi nuevo tema para la terapia. Aceptar mis sentimientos, todos ellos. —Sirah ¿Te incomoda la forma en la que hablamos contigo? Porque puedes decírnoslo.
—No, yo sé que puedo decir lo que quiera cuando hablamos. —Rebusco una explicación más extensa en mi cerebro. —No intento decir que no me siento cómoda con su compañía o hablando de lo que sea, o de nada o de ella con ustedes. —Suspiro porque no puedo darme a entender como deseo. —Es que Noah no sé, no me conoce de toda la vida y no tiene ninguna expectativa de mí. No tengo más historia que la que quiero tener. Solo soy Sirah su compañera fotógrafa que casi lo atropella.
—No le has dicho de Stella y no quieres hacerlo. —Concluye Danie.
—No, no quiero. —Danielle me escruta con la mirada. —Danie yo sé que ella no va a volver ¿de acuerdo? Creo que es algo mucho más personal como para decírselo.
—Lo entiendo Sir, no tienes que decirle algo que no quieres. —Me aprieta las mejillas. —Oye hablando de chicos y chicas y besos y todo eso. Tengounacitamañanaynoséqueponermeasíqueayudame.
Mi cerebro toma un par de segundos para procesar la situación y lo que acaba de decir Danie. Cuando descubro el mensaje oculto grito de emoción.
—¿Cómo se llama? ¿A dónde irán? ¿Por qué no lo dijiste antes?
—Es María, creo que iremos solo a donde nos lleve el viento y no lo dije antes porque no estaba segura de ir.
—¿Por qué? ¿Dónde la conociste?
—Fue a ver la práctica de baseball de hoy y entonces desde que nos vimos quise salir con ella, entonces el entrenador la llamó "hija". —Danie pone cara de pánico. —Eso ya no importa tanto porque de verdad quiero salir con ella.
El armario de Danielle es extenso, tiene tantos estilos que nunca se sabe con que aparecerá en el día. Es parte de su encanto. Danie me recuerda a las chicas hermosas de la televisión con la piel brillante y la sonrisa de comercial y es tan linda y me da mucho gusto que esté tan feliz. Danielle y Owen me hacen muy feliz. Lo digo siempre en mi cabeza, pero nunca ante ellos o para ellos.
—¿Danie? —Interrumpo su desfile de blusas. —Te amo y estoy muy contenta de que seas mi amiga. Gracias por quedarte conmigo.
Ella se queda quieta y corre a abrazarme, de los tres ella es la más alta y esbelta. Sus brazos son largos y creo que eso hace sus abrazos siempre cálidos.
—Mi linda Sirah, seremos mejores amigas hasta el final de los tiempos. —Besa mi mejilla. —También te amo y amo esta amistad.
Se siente bien decirle cuánto la quiero. Tal vez debería dejarlo en claro mucho más veces. Seguro voy a extrañar esto cuando me vaya. Como dijo Noah, no diré que no sin probar.
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