Sirah
Acompañar a Owen al aeropuerto es uno de mis eventos favoritos, su partida en cambio me parece cada vez más dolorosa porque con el tiempo voy pensando con más fuerza que no va a regresar y eso me hace querer alargar el momento de despedida lo más que puedo.
Aún dentro del Jeep está el chico rubio que ha sido mi vecino y amigo desde que tengo memoria. Su familia debe estar esperándonos desde hace un largo rato o al menos Danielle. Lo miro unos segundos en silencio admirando el momento que estamos viviendo. Su sonrisa me hace sentir más tranquila y no puedo dejarlo ir solo así. Si mi hermana siguiera con nosotros hubiera venido a buscarnos hace media hora, pero ya no está y no estará nunca más.
—Stella estaría muy feliz por ti. —Le comento con una punzada en el pecho.
Mi hermana murió hace unos meses, cuando Owen estaba haciendo la audición que le daría el papel de Alex Mercer. Han sido meses duros y es que una cosa es saber que estaba enferma y era muy difícil que sobreviviera y otra muy diferente que de hecho, ya no pudiera ganarle la batalla a sus pulmones.
Recuerdo haber sentido que todo se detenía por un momento cuando me enteré y fue como vivir en cámara lenta por un largo rato. Tal vez he bloqueado los recuerdos más dolorosos como el funeral y la llegada a casa después de eso, pero recuerdo bien el momento en el que Owen llegó acompañado de Danie que lo había ido a recoger a aeropuerto. Recuerdo también que me abrazó sin esperar que le hablara y que él y Danie fueron conmigo a la primera sesión de terapia, me esperaron en el auto y lo hicieron cada una de las ocasiones hasta el día de hoy.
—Sabes que aún puedo quedarme, no subiré al avión y me quedaré contigo.
—¿Crees que me haría más feliz? —Lo miro directo a los ojos, el verde en su mirada es profundo e hipnotizante. Él niega. —No, porque sentiría que te hago infeliz.
—Tú nunca me harías infeliz Sirah, eres la persona que siempre me acompaña y me levanta el ánimo. Solo quiero hacer lo mismo por ti.
—Lo sé y creéme que quiero tener a alguien que me entienda a mi lado, pero sobre todo quiero que ese alguien brille. —Lo abazo dejando que todo lo que no puedo decir quede entre nosotros y se diga a través de la piel. —Solo prométeme que vas a volver.
—Siempre volveré contigo Sirah. —Deja un beso en mi mejilla que se queda caliente por un rato. —Solo necesitas una llamada y estaré aquí ¿de acuerdo?
Bajamos del Jeep con caras largas y pesadez intentando buscar dentro del aeropuerto a su familia o a Danielle, quien aparezca primero y nos dé una señal de que ya es hora de su partida.
—¡Lennox! ¡Joyner! —El grito de la chica morena que ha sido nuestra amiga por años recorre al menos diez metros llamando la atención de todos. —Por aquí tontos. He estado esperando una hora.
—¡Hey Jones! —Owen le grita de regreso.
Me quedo en donde estoy parada mientras Owen camina, busco por todo el suelo como si mi vida dependiera de ello. La mano de Owen entrelazada con la mía se jala y se separa. Owen gira de inmediato con esa cara que me pregunta que está sucediendo.
—¿Qué haces? —Regresa el metro que había avanzado.
—Esperando que la tierra me haga un favor.
—¿Un favor? ¿La tierra? —Esta desconcertado.
—Que me trague. —Él se ríe y de verdad me parece maravillosa su risa. —No entiendo porque Danie es tan escandalosa.
—Tú eres igual Sirah.
—No, no es cierto. —Grito ofendida. Él levanta las cejas como mostrando su punto. —Eso no cuenta y no significa nada.
Owen regresa y toma mi mano una vez más arrastrandome al encuentro con Danielle.
—Oigan nunca voy a entender porque no pasaron por mí. —Danielle nos reclama a modo de saludo. Sus largos brazos se cuelgan de nuestros cuellos.
—Íbamos a llegar tarde y nos íbamos a desviar mucho. —Le respondo.
—Que grosera, igual llegaron tarde.
—No es verdad, hemos estado aquí desde hace hora y media.
Danie chilla con la respuesta de Owen, no es algo que debió decirle ahora seré yo quién la soporte en el camino de regreso. Danielle es el tipo de amiga dramática que te quiere lo suficiente como para estar parada bajo el sol en una larga fila esperando a que obtengas el autógrafo de tu banda favorita.
—Como sea, vine aquí en autobús y fue horrible y ahora resulta que el tiempo que llevo esperando es el tiempo que llevan en el estacionamiento.
—Yo te llevaré a casa Danie. Solo quería despedirme de Owen. —Danie levanta la ceja derecha y pone una cara pícara. —Mejores amigos ¿recuerdas? —Ella niega con cansancio cuando ve que señalo a Owen y a mí con obviedad.
Acompañamos a la fila de registro a Owen para que termine de hacer su papeleo con la aerolínea que le corresponde. Danielle y yo nos quedamos hablando en una esquina mientras él está en el mostrador. Danie me abraza por la espalda y respira muy cerca de mi oreja provocando que las cosquillas se apoderen de mí con cada exhalación.
—¿Te dijo que se quedaría? —Pregunta viendo a mi rubio favorito.
—Lo ha dicho desde que consiguió el papel.
—Creo que le gustas. —Dice pensativa, la miro sorprendida de que diga eso. —Creo que también te gusta a ti.
—No lo creo Danie, solo somos amigos. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza y tal vez a él tampoco. —Pensándolo bien nunca nos hemos sentido atraídos de esa forma o nunca me lo he planteado. —Siempre pensé que tu y él estarían juntos algún día.
—¿Owen y yo? Nah, fue solo un enamoramiento de niña. —La miro cuando sonríe, está preciosa como siempre. —¿Recuerdas que me gustaba demasiado?
—Solo hablabas de él. —Nos reímos.
—Y él nunca me hizo caso, siempre estaba interesado en los autos de juguete.
—Los niños son estúpidos a esa edad. —Miro a Owen que sacude su cabello mientras habla con la señorita del mostrador. —Algunos lo son aún. ¿Ya no sientes nada por él?
Danielle se queda mirando a Owen unos segundos. Danielle es todo lo contrario a mí tanto física como mentalmente. Donde Danie es pura gracia y elegancia yo soy torpeza pura. Podría decir que es una chica de estatura promedio muy delgada con largas extremidades que no usa ni una gota de maquillaje en su vida diaria y que en ocasiones especiales se transforma y por eso creo que es hermosa de verdad. Yo por otro lado soy más alta que ella y cualquier chica qué hay conocido, incluso soy más alta que Owen unos centímetros, siempre tuve una tantas curvas más de las que mi edad sugería y no salgo de casa sin la producción del maquillaje.
—Nada más que amor fraternal. —Suspira y me da un suave golpe en la cabeza. —¿De verdad quieres que se vaya?
—Sí definitivamente quiero que se vaya y no es porque quiera deshacerme de él. —Owen gira como si supiera que hablamos de él y nos sonríe. —Míralo, está feliz de ir allá.
—También sería feliz si se queda contigo.
—No, no como lo está ahora. —Suspiro. —Que mi hermana muriera no significa que deba atar a las personas a mí.
—Bueno, creo que la terapia te ha ayudado a aceptarlo ¿no? —Asiento, la pesadez de antes ya no es tan fuerte.
—Owen es mi mejor amigo Danie, quiero que haga esto porque lo ha deseado con fuerza.
—Creí que yo era tu mejor amiga.
—Lo eres. —La abrazo más.
—Yo me quedaré contigo, Sir. —Lo sé y es por eso que sé que podré seguir adelante. Tengo a Danie, a mi familia y a Owen así esté a kilómetros de distancia. —Mira ahí está su familia.
Giro y mi mirada choca con la de Lu que me saluda con efusividad a pesar de que nos vimos antes de salir de su casa. La señora Dinah está mucho más cerca del mostrador revisando que todo esté bien con su hijo. Danielle tira de mi manga para que vayamos a saludarlos y a consecuencia a que nos despidamos una última vez de Owen.
—Entonces este es el adiós defintivo. —Digo con los ojos encharcados.
—¿Qué? No, por supuesto que no. Te llamaré todos los días, como hemos hecho siempre ¿de acuerdo? —Estoy a punto de suplicar que no se vaya. Sus manos toman mis mejillas y me mira con intensidad. —Hablaremos hasta que nos quedemos dormidos, serán solo unos meses.
—Te has ido más tiempo y lo hemos logrado. —Que dramática estoy sonando. —Diviértete mucho y deslúmbralos.
Owen deja un beso en mi frente como cada vez que nos separamos, en esta ocasión en lugar de alejarse sólo me aferra con más fuerza y me mira un largo rato decidiendo si debe decir algo más o no, toma aire y entonces dice lo que se le está cruzando por la cabeza y los ojos.
—Te amo Sirah. —La intensidad en su voz no me deja pensar que lo diga por hablar. Mi corazón se ha detenido.
No puedo pensar en una respuesta, tal vez no debería pensarla tanto porque igual lo amo. Me quedo callada por completo boqueando, ahí es cuando se separa y se despide de el resto de su familia. Sigo con el shock en el cuerpo, mientras todos le dicen cosas sobre cuidarse y llamar. Danielle le revuelve el cabello y le suplica por una mini réplica del letrero de Hollywood.
Lo veo hacer la fila para entrar a la sala de espera con el corazón en la boca o la garganta o cualquier otro lado del cuerpo que no es el que le corresponde. También debí decirle que lo amo, las palabras están ahí, sin salir de mi cuerpo y atoradas en mi garganta. Owen gira una última vez y leo en sus labios lo mismo que escucho muy lejano a mí.
—Una llamada ¿sí? —Asiento sonriendo y tomo la mano de Danielle.
—Una llamada. —Susurro una vez que se ha ido.
La salida del aeropuerto es caótica, cientos de carros queiren pasar primero y Danielle está insoportable por el hambre que tiene. Bufa cada cinco segundos y se ha comido todo lo que tenía en la guantera, cuando la chica tiene hambre es mejor no hablarle a menos que quieras ser insultado en diferentes idiomas.
Paro en un McDonalds cerca de su casa, pasamos por el servicio de autos y pedimos como para un batallón.
—¿Amas a Owen? —Le pregunto a Danielle mientras esperamos.
—Claro que sí, como te amo a ti. —Responde de inmediato. —¿Tú lo amas?
—Por supuesto.
—¿Es por lo que te dijo en el aeropuerto?
—Nunca nadie me había visto con tanta seguridad para decirme que me ama y nunca había dudado en responderle.
—Es porque está seguro de amarte Sirah y tal vez te abrumó el hecho de que se fuera. ¿Te gusta de manera romántica?
—No lo creo. —El corazón me golpea una vez más con fuerza. —Lo dijo como si fueramos amigos ¿no? No tendría que darle tantas vueltas.
—Mira Sirah, se quieren ¿quién sabe cómo? Solo ustedes puede decirlo, pero van a estar lejos por un largo rato. El suficiente para que tus sentimientos se esclarezcan, ¿sí? —Asiento. —Cuando Owen regrese lo resolveran, como siempre lo han hecho.
De aquí a que Owen regrese muchas cosas pueden pasar. Una llamada, dijo que regresaría si se lo pedía y desería haberle pedido que se quedara. Recuerdo su mirada alegre cuando obtuvo el papel y lo mucho que ha luchado por estar donde está. No puedo solo arrebatarle esto.
Avanzamos en el auto cuando el chico de la ventanilla nos hace la señal y entrega nuestro pedido. De inmediato Danielle toma la bolsa y se mete comida a la boca.
—No sé como puedes comer tanto Danie. —Digo arrancando.
—Yo tampoco. —Dice y después se mete una papa a la boca. —¡CUIDADO! —Grita y jala el volante con fuerza.
Un pelirrojo nos mira con susto, no tengo idea de dónde ha salido. Bajo del Jeep lo más rápido que puedo para asegurarme de que el chico esté bien. Está tan asustado como yo, sus mejillas se han puesto rojas y la frente tiene perlas de sudor. Es lindo.
—Lo siento mucho, no debí cruzar así.
—No, no, debí fijarme mejor. Perdona. —Tomo su hombro. —¿Quieres que te lleve al doctor?
—No, tranquila. —Me mira ya menos nervioso. —Pero podrías darme tu número.
—Vaya hermano, no pierdes el tiempo ¿cierto? —Danielle le grita desde el auto.
La miro con desaprobación y ella levanta un pulgar. Ruedo los ojos y miro al pelirrojo que sonríe sin prestarle un poco de atención a Danielle. Me llaman la atención sus ojos verdes claro, se parecen un poco a los míos.
—De acuerdo. —Acepto a darle mi número. —Soy Sirah.
—Noah, encantado de conocerte. —Me entrega su teléfono.
Regreso al auto donde mi amiga ya ha terminado con sus papas y sigue con las mías.
—No digas nada. —Le pido en cuánto meto las llaves para encender el auto.
—De acuerdo. —Levanta las manos como si fuera muy inocente. —Pero no será la última vez que sepamos de él.
Solo atino a gruñir y arrancar directo a casa.
Owen
El teléfono en mi oreja está caliente de todo el tiempo que llevo intentando hablar con Sirah y solo me manda a buzón. Resoplo todo molesto y frustrado, Charlie al otro lado de la habitación me mira en silencio. Intento una vez más y está de nuevo apagado o desviado o no sé. No sé cómo funcionan los teléfonos, solo los uso. Una idea se me cruza por la cabeza como iluminándome. Busco en mis contactos y ella responde al segundo timbre.
—¿Owie? —Danielle responde, suena demasiado cansada. —¿Está todo bien?
—¿Qué quieres decir?
—Bueno son las once de la noche y tú estás llamando desde la más lejana punta del país. Espera... ¿la punta más lejana es Nueva York o Los Ángeles? No importa. ¿Qué tal todo?
—Maravilloso, todo es maravilloso. —Grito con más euforia de la que tengo y Charlie levanta una ceja, me giro para ignorarlo. —¿Y ustedes cómo van?
—Owen, esta es la conversación más forzada que hayamos tenido y estoy incluyendo esa vez que te dije que me gustabas. —No sé cuántas veces le he pedido perdón por hacerla sentir incómoda con mi respuesta de ese día y aun no me siento bien por más que ella diga que no importa. —Dime de una vez que sucede. —Sigue hablando antes de que me desvíe del tema.
—¿Por qué Sirah no me responde? —Creo que Danie se ha desmayado, algo azota del otro lado del teléfono, escucho pasos y un pequeño grito. —¿Danie? ¿Estas bien? ¡Danie!
—¿Hola? ¿Owen? Quítate de encima Danielle. —La suave voz de Sirah está en la bocina haciendo que mi corazón se quede mucho más tranquilo. —Lo siento, debí responder antes. No pensé que llamarías a Danie.
Parece que lo siente porque llamé a Danie y ella me la ha pasado y no porque no ha respondido por días. Siento a Charlie sentado a un lado mío, parece mi papá a punto de atraparme haciendo algo que no debía. Me revuelvo incómodo en mi lugar y lo empujo.
—¿Está todo bien Sir? —Charlie se pega de nuevo a mí para escuchar. Que terco es.
—Oh sí, es solo que... —Está dudando, así que está a punto de inventar algo. —Amm, no sé. Todo está bien, de verdad. Muy bien, sí. Estoy convencida de que está bien.
—¿Está evitándote? —Charlie pregunta con la intención de que ella también escuche. Lo empujo una vez más y gruño.
—¿Owen? ¿Quién está ahí? —Ella me pregunta confundida. —Ya cállate Danielle. —Creo que no soy el único con quien está hablando. —Mira no estoy evitándote, han sido dos semanas duras, de locos ¿de acuerdo? —Oh no, ahora está más que molesta. —Tengo un trabajo nuevo y paso mucho tiempo en él. A veces solo no respondo la llamada de nadie.
—No tienes que explicarme nada Sirah. —Ahora yo también estoy enojado. ¿Por qué? —Solo quería saber si estabas bien.
—Estoy malditamente bien. No entiendo porque deben preguntarme lo mismo todos los días. Estoy bien y lo estuve ayer y lo estaré mañana. —Está gritando contra el teléfono, pero sé que también le grita a Danie. —Dejen de tratarme así.
—¿Tratarte cómo? Por si no lo habías notado me importas y es algo que te pregunto siempre que hablo contigo. Desde siempre. No es algo que me haya inventando de un día para otro. —Escucho gruñidos frustrados del otro lado, algo que Danie dice intangible y como al final se tira a la cama y aprieta un peluche chillón de nuestra amiga.
—Lo sé, créanme que lo sé. Lo siento. —Suelta el aire en un frágil suspiro. Se queda callada un largo, muy largo rato. Puedo imaginarla sentada en la cama de Danie, mientras la morena le arregla el cabello con cariño. —¿Sigues ahí?
Su pregunta temerosa me parte el corazón, Charlie me pregunta si está llorando. Mi cabeza se mueve en una afirmación.
—Sigo aquí. No iré a ningún lado. —Como me gustaría de verdad estar con ella.
—Lo siento, no debí gritarles, ni ignorarte porque sí lo estaba haciendo. —Charlie se mueve incómodo de tener razón. —Pensé que sería más fácil, pero no lo es porque te extraño demasiado y todos los días quiero levantarme y salir corriendo a tu casa y quedarme ahí hasta que regreses. ¿Qué tan patético es?
—No lo es, porque me siento igual. No sé como antes pude pasar tanto tiempo separado de ti. —Me levanto porque de verdad no quiero que Charlie escuche esto, pero él viene detrás de mí. —Sirah, ha sido el mes más horrible sin ti y no quiero ponerme dramático, pero desearía que todo desapareciera y fuéramos tú y yo.
—Debí decírtelo cuando te fuiste porque lo sentía, debí responderte y por eso también lo siento. No estaba lista para decírtelo, pero realmente lo sentía. De verdad lo sentía y aún lo siento. —Estoy confundido, ha dicho muchas veces la palabra "siento" y me he enredado un poco. Charlie por el contrario tiene una cara que me asusta.
—¿Decirme qué?
—También te amo. —También me ama. Oh Dios, que buen día para estar vivo. —Te amo Owen Joyner y lamento no haberlo dicho antes. —Charlie revolotea por toda la habitación. —Eres el mejor amigo que he tenido y te amo.
Oh, algo dentro de mí se deja caer cuando escucho que me ama y que soy su mejor amigo. Cuando se lo dije claro que lo sentía y claro que hablaba de ella como mi amiga, pero ahora solo siento que me ha golpeado el estómago. Ni siquiera entiendo porque está siendo todo tan difícil, las cosas se han revuelto de una manera que nunca esperé.
—Tú también eres mi mejor amiga Sir y como te dije, volveré contigo. —Charles detiene su baile cuando me escucha decir eso y regresa corriendo a escuchar. —Volveré y hablaremos de esto ¿de acuerdo?
—Está bien Owen, puedo esperar por ti el tiempo que sea necesario.
Para empezar no sé a qué me refiero con "esto" y agradezco que no pregunte. Que diga que puede esperar por mí me da una esperanza que no sabía que quería. De verdad ¿qué rayos está pasando? Cómo sea sé que pedirle que lo haga es mucho, así que debo buscar una forma de que todo esto que está pasando en mi cabeza y mi cuerpo completo lo asimile.
—Nunca te pediría algo así. Estará bien si no lo haces, no voy a enojarme. —Mi corazón dice que no sea idiota. —Todo tiene su tiempo correcto.
—Lo sé. —No lo estoy siendo porque ella de verdad merece ser libre y feliz.
—Así que un empleo nuevo. ¿Fotografía? —Pregunto ya para cambiar el tema que tanto nos ha confundido.
—Oh sí, es todo lo que he soñado Owie. —Danielle y ella me han llamado así toda la vida y son las únicas a las que se lo permito. —Tengo muchas oportunidades.
Sirah sigue hablando de lo que ha hecho estas dos semanas por dos horas en las que Charlie se queda a mi lado escuchando, llega un momento en el que Sirah decide poner el altavoz para que Danie también hable y hago lo mismo. Charlie comienza a hablar como si se conocieran de siempre. Hasta la una de la mañana que Danielle nos manda a dormir a todos porque debe madrugar. Al colgar me siento mucho mejor, no puedo creer que estuve dos semanas sin saber de ella.
—Así que por eso actuabas como actuabas. —Dice entre risas Charlie. —Quiero decir que fuiste un caos completo toda este tiempo.
—Fueron semanas largas y me estaba acostumbrando. —Evito darle una respuesta concreta. Charlie finge que me cree. —¿Qué te pareció?
—¿Sirah o Danielle?
—Ambas. —Sí ambas, pero más Sirah.
—Danielle es muy divertida y creo que es buena escuchando. —Tiene toda la razón, Me quedo callado esperando que hable de Sirah. Él también se queda callado.
—¿Y bien? —Sacude los hombros. —¿Sirah? —Si no le agradó me voy a sentir destrozado. Charlie me importa de verdad.
Charlie comienza a reír como desquiciado. Lo detesto.
—Owen, Sirah es tal como la describiste. —Ajá ¿eso qué significa? Debe notar la pregunta en mi cara porque sigue sonriendo como loco. —Eres un tonto. La adoro. —Me abraza, es cómodo tener un amigo como él.
El alivio que siento se nota cuando relajo mis hombros con un suspiro. Era muy importante que ellos se agradaran y con el inicio que tuvieron no era muy prometedor. Debo ahora preguntarle a Sirah. Suspiro.
—Ella te gusta bastante ¿cierto? —Volteo la mirada hacia mi amigo, creo que le han salido dos cuernos en las mejillas.
—No, Sirah no me gusta. —La voz me sale como una octava más arriba. —Somos solo amigos, los típicos vecinos que se hacen mejores amigos.
—¿No te gusta? —Niego. —¿Y tú le gustas a ella?
—No lo creo, Siempre me ha llamado mejor amigo. Si alguien te gusta no lo llamas así. —Charlie asiente con lentitud. Suelto aire que no sabía que estaba conteniendo. —Me gustaría ir a verla, quisiera abrazarla al menos una vez más para seguir trabajando tranquilo.
—Que cosas más románticas dices, tal vez deberías darle ideas a Jeremy para que le escriba su canción a Carolynn.
—No te puedes tomar nada en serio. —Lo golpeo con la almohada. —Hablo en serio Charlie. ¿Escuchaste que lloraba?
—¿Es por su hermana?
—Stella solo era dos años mayor que ella. Iban juntas a todos los lugares que podían y cuando enfermó el mundo de los Lennox se detuvo. Intentaron de todo, pero a Stella le dolía mucho respirar. ¿Cómo vives tranquilo sabiendo que una de las personas más importantes para ti sufre cada segundo?
—¿Qué tenía? —Pregunta en un hilito de voz.
—Cáncer de pulmón. Nunca voy a olvidar el día que lo diagnosticaron. Sirah y yo esperábamos en su Jeep afuera del hospital, habíamos llegado tarde porque ella debía atravesar toda la ciudad por sus prácticas. Hablamos por todo ese rato de las fotografías que deseaba tomar y como haría que Stella fuera su modelo. —Me siento en el Jeep una vez más. —Cuando salieron de ahí los Lennox tenían la cara blanca y Stella lloraba como nunca la había visto. Charlie si hubieras visto la cara que puso Sirah al saberlo... mi corazón se partió.
—Lo siento mucho Owen. —Niego. —¿Sufrió mucho?
—¿Stella? —No espero que responda. —Los últimos meses fueron una tortura. Ella solo tosía sangre, no podía comer y el dolor en el pecho era tan insoportable, que nunca encontró las palabras para describirlo. Perderla hizo que Sirah se sintiera muy mal, el primer mes fue horrible. Para toda la familia y para la mía también, mi hermana era muy amiga de ella quizá no tanto como Sirah y yo, pero...
—Es por eso que no querías venir. —Charlie al fin entiende porque me negaba a dejarla.
—Creo que si me hubiera quedado ella nunca me lo hubiera perdonado. Y también creo que en el fondo deseaba que me quedara.
—Te ama lo suficiente como para verte triunfar, es algo muy bonito de su parte. —No lo había visto de esa manera. —Y tú la amas tanto como para no pedirle que te espere.
—Solo no quiero ser egoísta y pedirle algo así.
—Se aman Owen ¿no puedes verlo? —Claro que la amo, tal vez no como él está dando a entender, pero lo hago.
Charlie se acomoda para dormir, se nota cansado y con toda la razón del mundo el día ha sido tan largo en las grabaciones que solo debimos llegar a dormir. Me alegra que no me reproche por hacerle perder horas muy valiosas de sueño, nunca me lo reclamaría tampoco o eso creo.
—La quiero mucho Charlie. —Digo al final porque los sentimientos por ella me desbordan. —Creo que mi vida no sería la misma sin ella y de verdad la extraño.
—Lo sé Owie.
—Vuelve a llamarme así y tendrán que buscar un nuevo Luke. —Lo golpeo en el brazo con el puño.
—Auch. —Se ríe a pesar de que no fue tan fuerte. —Hay que dormir, mañana será un día pesado.
Charlie se duerme al finalizar la frase. Salgo de su habitación y llego a la mía con el corazón satisfecho y por primera vez desde que llegué no tengo que dar mil vueltas para dormirme rápido.
Sirah
¿Puede alguien escucharme pensar? Espero que los superpoderes no sean reales porque en estos momentos soy un bendito caos. ¿Cómo elijo entre mi cabeza y mi corazón? Estoy manejando de mi trabajo a casa, la cámara a un lado de mí está picándome para que me desvíe a Bricktown, no queda lejos de donde estoy y definitivamente puedo ir un rato a ser Sirah.
Antes de bajar del auto envío un mensaje y para no darme tiempo de dudar dejo el celular en la guantera. Las luces encendidas en todos los locales me encantan. Llevo viniendo toda una vida y aun no pierde su belleza. Paseo por el lugar tomando mil fotografías. Si me fuera de aquí sería aquí el segundo lugar que más extrañaría y por eso y mil cosas más me pregunto ¿dejaría este lugar para ser fotógrafa en el otro lado del mundo?
¿Cómo logra Owen irse cada vez? Tal vez es porque hace lo que sabe y lo hace feliz. Mi cabeza dice que me vaya, que no lo piense dos veces y que de las cosas que me arrepentiré luego serán de las que no hice y mi corazón me dice ¿cómo voy a irme de aquí y dejar todo esto? Mi familia, Owen y Danielle. Mis deseos.
—¿Sirah? ¿Llegué tarde? —Noah aparece frente a mí con su siempre alegre sonrisa.
—No, acabo de llegar. —Hace una hora. —Ven sientate.
—¿En el suelo? —No veo que tiene de malo. Asiento, Noah se acerca y patea unas hojas para sentarse ahí. —¿Qué tal las cosas? Escuché en el segundo piso que te había ido muy bien.
—Me han ofrecido el viaje.
Noah y yo trabajamos en el mismo lugar y de lo mismo. Es una revista local que tiene un edificio organizado por niveles, en el segundo que es donde trabaja Noah están los deportes y en el cuarto donde estoy yo es todo lo social. Noah fue quien me dijo que buscaban a alguien y llegué ahí. Es Noah con quien he salido estos dos meses que Owen no ha estado y es Danielle la que no lo sabe lo que hago al salir del trabajo, de hecho no le he dicho a nadie que Noah y yo pasamos tiempo juntos.
—¡Es increíble Sirah! —Me abraza con sincera emoción. —¿Por qué no estás feliz?
—No sé si quiero ir a vivir Inglaterra. Digo es un lugar de ensueño, pero ¿dejar Oklahoma por siempre?
Y la pregunta que no hago y que me ha golpeado todo este tiempo desde que me dijeron ¿dejar a Owen? Irme significa que la amistad de alguna manera deje de ser lo que es y por mucho que estemos acostumbrados a la distancia hoy solo se ha convertido en una cuerda a punto de romperse. Tal vez porque no sé cómo sentirme y lo he empujado de una manera metafórica claro.
—¿Por qué no pruebas antes de decir que no? —Lo miro y levanto una ceja. —No tiene que ser para siempre y en Oklahoma siempre tendrás un lugar.
—Irme unos meses. Eso puede funcionar. —Abrazo a Noah.
Noah se queda callado un rato.
—Sirah hay algo que he querido hacer desde hace unos días. —Tiene un ligero temblor en la voz. —Y creo que es mejor que lo haga antes de que lo piense demasiado.
—Oh bueno, tú lo acabas de decir... —No termino lo que sea que iba a decir.
Los labios palidos de Noah están besandome. Busco alguna señal de que me lo estoy imaginando aunque creo que no es así. Antes de siquiera animarme a responderle el beso él se separa.
—Oh no, lo siento mucho. No debí. —Sus mejillas está rojas como el día que lo conocí. —Solo quería probar.
—Está bien. —Respondo en una risa nerviosa. —Probemos una vez más.
Entonces me acerco a besarlo intentando descifrar si es eso lo que quiero y me responde gustoso. Sus labios tiene un ligero sabor a manzana y algo que no distingo que debe ser su sabor natural. No es un beso fantástico ni mucho menos, sin embargo, no está mal y tampoco se siente incorrecto. O no del todo, hay una parte de mi pecho que dice que no debería hacer esto porque no sé si es lo que necesito en este momento de mi vida y quizá es porque no siento nada por Noah, ni un poco de atracción. Bueno, un beso no malo ¿cierto?
En el Jeep los besos siguen con un poco más de soltura y cada vez se sienten mejor, aunque no siento energía electrizante, bien podría estar haciendo el súper y sería la misma adrenalina, incluso sería mayor en el pasillo de champú. Noah me recuerda al primer chico con el que salí a los quince años con su cabello rizado en la frente y sus besos inexpertos y torpes, pero claro ambos éramos inexpertos en ese entonces. Teníamos como dos meses saliendo cuando le dije que había tenido suficiente. Nunca me sentí cómoda.
En mi lista tengo aproximadamente a unos ocho chicos, con la mayoría salí un par de meses porque nunca existió esa conexión que siempre esperé, excepto Jordi. Salimos desde los 18 hasta que yo cumplí los 19, terminamos cuatro meses antes de que Stella muriera y me alegra que fuera así. Quedamos en buenos términos y la realidad es que le guardo un cariño especial a Jordi, el chico de mis muchas primeras veces.
Dejo a Noah en su casa recibiendo de su parte un último beso.
—Gracias Sirah. ¿Nos vemos mañana? —Le digo que sí con una sonrisa. —Sirah me gustas mucho, de verdad.
—Oh bueno... gracias. —Y arranco de nuevo. No volteo a verlo ni me doy la oportunidad de pensar en mi respuesta.
Danielle, debo correr a contarle a Danielle esto. Mi Jeep va por las calles lo más rápido que puedo y al llegar a su casa sueno la bocina tres veces. Su mamá abre y después de un rápido saludo subo corriendo a la habitación de mi amiga.
—¿Varias citas? ¿Qué rayos? ¿Citas? —Danielle ha dicho lo mismo desde que le conté. —¿Tuviste cien citas con Noah y hasta hoy se te ocurrió que era buena idea contarme?
—No fueron cien citas y no, no se me ocurrió hoy, lo pensé todas las veces que llegué a casa. —Le respondo agotada. —Y no eran citas, nunca lo fueron para mí.
—¿Y por qué lo dices hasta ahora? —Me golpea con su cojín de los Dodgers, uno que le trajo Owen en su primer viaje a Los Ángeles.
—Pues porque... me besó. —Danielle abre la boca. —Y luego yo lo besé. —Un grito sale de la garganta de Danie. —Y así fue por un largo rato.
—¿Y qué tal todo? —Pregunta ahora con más interés. —Tiene cara de que besa con suavidad, ¿que tan buen besador es?
—No sé, estuvo bien. No es la gran cosa. —La garganta de mi amiga hace un sonido indescriptible. —Quiero decir, no es el mejor beso que he tenido, pero puede mejorar.
—Que manera más sosa de describir un beso. ¿Besaste a una piedra? Ni siquiera tu primer beso fue así de simple.
—Danielle tú fuiste mi primer beso.
Danielle se ríe recordando el momento.
Estábamos en una fiesta Owen, Danielle y yo y otros chicos más que jugábamos a pasar la carta con la boca. Las rondas se hicieron más complicadas cada vez y la primera vez que se le cayó la carta a Owen fue con una chica castaña llamada Anne. Todas sus amigas estaban emocionadas por el beso, en ese entonces Owen era muy popular y todas las chicas morían por besarlo. Bueno creo que sigue siéndolo, solo que ya no somos tan adolescentes.
Él me miró alarmado y yo no supe que hacer más que reír y seguir con el juego. Entonces tiré la carta por estar pensando en como había reaccionado y como Danie estaba a mi lado nos terminamos besando. Fue un beso corto y casto, pero el primero.
—Mi mejor beso hasta el momento. Gracias a eso descubrí que me gustaban también las chicas. Excelente servicio Sirah. —Dice Danielle levantando el pulgar. —También recuerdo que esa noche tú y Owen se besaron.
—Sí bueno, esa noche todas besamos a Owen.
—Yo no. —Danielle habla muy orgullosa. —Incluso cuando él se cambió de lugar y quedó entre nosotras porque estaba cansado de que las chicas dejaran caer la carta.
—No puedo creer las fiestas a las que íbamos. Ni siquiera teníamos la edad suficiente para salir solas.
—Pero la edad justa para experimentar los besos. —Danielle levanta la mano como si brindara. —Que lindos fueron los ¿qué edad teníamos?
Me carcajeo porque la tonta de mi amiga no recuerda ni donde está parada.
—Estábamos a punto de cumplir los quince, Owen acababa de regresar de Los Ángeles por primera vez. —Le respondo para que no quede con dudas.
—Es cierto. —Se avienta a la cama aún riendo. —¿Y bien?
—¿Qué? —De nuevo el cojín alcanza mi cara. —Basta.
—Me detendré cuando respondas. ¿Qué conclusiones sacaste de Noah?
—Noah es divertido y es sencillo. —Hasta yo frunzo el ceño con mi respuesta tan básica. —Sencillo como que no tengo que explicarle nada de mí, no me conoce así que no espera que sea de cierta forma.
—Yo no espero nada de eso, solo quiero que estes bien contigo misma. —Aprieto los labios. —Owen tampoco espera que seas perfecta y alegre todo el tiempo si es a lo que te refieres. Creo que debes sentir la tristeza y aceptar todos tus sentimiento Sir.
—¿Aceptarlo? ¿Te refieres a sentirme triste o molesta?
—Pues sí, no es malo. —Creo que es mi nuevo tema para la terapia. Aceptar mis sentimientos, todos ellos. —Sirah ¿Te incomoda la forma en la que hablamos contigo? Porque puedes decírnoslo.
—No, yo sé que puedo decir lo que quiera cuando hablamos. —Rebusco una explicación más extensa en mi cerebro. —No intento decir que no me siento cómoda con su compañía o hablando de lo que sea, o de nada o de ella con ustedes. —Suspiro porque no puedo darme a entender como deseo. —Es que Noah no sé, no me conoce de toda la vida y no tiene ninguna expectativa de mí. No tengo más historia que la que quiero tener. Solo soy Sirah su compañera fotógrafa que casi lo atropella.
—No le has dicho de Stella y no quieres hacerlo. —Concluye Danie.
—No, no quiero. —Danielle me escruta con la mirada. —Danie yo sé que ella no va a volver ¿de acuerdo? Creo que es algo mucho más personal como para decírselo.
—Lo entiendo Sir, no tienes que decirle algo que no quieres. —Me aprieta las mejillas. —Oye hablando de chicos y chicas y besos y todo eso. Tengounacitamañanaynoséqueponermeasíqueayudame.
Mi cerebro toma un par de segundos para procesar la situación y lo que acaba de decir Danie. Cuando descubro el mensaje oculto grito de emoción.
—¿Cómo se llama? ¿A dónde irán? ¿Por qué no lo dijiste antes?
—Es María, creo que iremos solo a donde nos lleve el viento y no lo dije antes porque no estaba segura de ir.
—¿Por qué? ¿Dónde la conociste?
—Fue a ver la práctica de baseball de hoy y entonces desde que nos vimos quise salir con ella, entonces el entrenador la llamó "hija". —Danie pone cara de pánico. —Eso ya no importa tanto porque de verdad quiero salir con ella.
El armario de Danielle es extenso, tiene tantos estilos que nunca se sabe con que aparecerá en el día. Es parte de su encanto. Danie me recuerda a las chicas hermosas de la televisión con la piel brillante y la sonrisa de comercial y es tan linda y me da mucho gusto que esté tan feliz. Danielle y Owen me hacen muy feliz. Lo digo siempre en mi cabeza, pero nunca ante ellos o para ellos.
—¿Danie? —Interrumpo su desfile de blusas. —Te amo y estoy muy contenta de que seas mi amiga. Gracias por quedarte conmigo.
Ella se queda quieta y corre a abrazarme, de los tres ella es la más alta y esbelta. Sus brazos son largos y creo que eso hace sus abrazos siempre cálidos.
—Mi linda Sirah, seremos mejores amigas hasta el final de los tiempos. —Besa mi mejilla. —También te amo y amo esta amistad.
Se siente bien decirle cuánto la quiero. Tal vez debería dejarlo en claro mucho más veces. Seguro voy a extrañar esto cuando me vaya. Como dijo Noah, no diré que no sin probar.
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