Abriendo los ojos lentamente, pude notar que era de noche. Seguíamos todavía en el caballo llendo hacia el castillo imperial; sin poder evitarlo mi estomago gruño y yo bostece
- por fin despiertas, ¿deseas algo para comer señorita Vanessa?
El príncipe Raden me estaba hablando, pero ¿utilizar mi voz en estos momentos sería algo bueno?
- sí príncipe, tengo un poco de hambre- con la cabeza agachada le respondí
- tú voz es diferente a la de esa noche - se bajó del caballo ágilmente mientras yo sentía que en cualquier momento podían salirse mis ojos. ¿Noche? ¿De que noche habla? ¿Acaso Vanessa y el príncipe Raden ya se conocían?
- sí, me duele un poco la garganta, esa noche mi voz era más melodiosa, lo siento- Raden me tomo de la cintura y con mucho cuidado me bajo del caballo.
En el momento en el que mis pies tocaron el suelo, él me envolvió entre sus brazos
- esa noche fue mágica y especial - ¿mágica y especial? ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿Dónde carajos se habían encontrado estos dos?
- ¿por qué lo dice su alteza? - al decir aquellas palabras él soltó una carcajada, luego una de sus manos tomo mi rostro que aun se encontraba cubierto por la capota. Mi corazón estaba muy acelerado, tenía miedo de que el pudiera deducir quien era en verdad.
Acercándose a mi oído, respiro profundo y luego soltó un sonoro suspiro.
- hueles mejor que antes, el haberte hecho mía aquella noche hizo qué tu olor mejorará, además no tienes porque decirme su alteza, cuando esa noche gemías mi nombre hasta desgarrar tus cuerdas vocales- si el corazón de una persona podía ir más rápido de lo que ya estaba, el mio estaba bombeando tanta sangre que me sentía mareada, estaba sonrojada de eso no me cabía la menor duda.
Estando aun cerca el príncipe Raden tomo mi capucha con la intención de quitarla y poder ver mi rostro, por suerte fui más rápida y la atrape antes de que el logrará hacer algún movimiento que pudiera delatarme.
- quiero verte, dejame quitártela- aun con mis manos sobre la tela negué con la cabeza muy fuerte
- esta haciendo frio, si llego a absorber mucho viento puedo enfermarme...peor- el pareció no estar muy convencido, hasta que se reincorporo y acepto mi petición, aun así, me dio un casto beso en la cabeza.
Todos los soldados esperaban e incluso el príncipe a que yo terminará de comer, no era el gran bufet pero no estaba mal. Para cuando termine me levante del suelo, limpie mi vestido y volvimos nuevamente a emprender nuestro viaje.
...
Habíamos llegado al castillo imperial al amanecer, mirando mi reloj de bolsillo eran las 2:37 de la madrugada; estaba cansada y quería irme a dormir en una cama suave que me envolviera con su calor.
Al llegar Raden me ayudo a bajar, mientras que algunos soldados llevaban al interior del castillo mis maletas, maletas qué contenían la ropa de Vanessa.
Caminando por los grandes pasillos del lugar llegamos a una de las tantas puertas, aunque esta tenía un color distinto, un color claro, no como las otras que eran oscuras; aunque todo el castillo imperial se catalogaba por ser así, lúgubre con sus enredaderas en las paredes exteriores y un frío que te calaba los huesos, siempre acompañado con un viento el cual no se sabía de donde provenía, pues todas las ventanas estaban cerradas.
- Ésta es la habitación en la que te vas a quedar, espero qué te guste. Yo voy a dormir en la habitación de al lado, si deseas algo solo tienes que tocar a mi puerta... - acercándose a mi lentamente, con su gran mano tomo la mia- aunque si quieres que durmamos juntos yo no tengo ningún problema. - el pensamiento de que mi hermana mayor hubiera estado con él me intrigó y las ganas de preguntar me invadieron.
- eres lindo... Pero no
- esta bien, pero solo por esta noche te dejo ir, ya es de madrugada y debes descansar, así que duerme bien, mi esmeralda- así que su apodo era por los ojos de Vanessa, pues estoy segura de que si viera mis ojos no estaría del todo complacido.
Luego de que Raden se fuera me quede sentada un rato en la cama, quite mi capota y respire hondo, ¿por que me había metido en esto y como se suponía que debía salir? Y la pregunta del millón ¿Dónde estaban mis hermanas?
Con tantas cosas en que pensar, me cambié de ropa y me fui a dormir, ya pensaría luego la forma en como resolvería todo esto.
...
Lentamente quite las cobijas de mi rostro, mientras me desperezaba, mire para todos lados desorientada por no saber donde me encontraba, al sentarme vi mis maletas en el suelo y como la luz entraba por la ventana. Empecé a recordar que hacía en este lugar.
Me levante, arregle mi cama, saque ropa de Vanessa y fui a bañarme y arreglarme. Debía esconder mi cara, pero seguir con la capa no era bueno, el príncipe Raden notaria qué algo estaba mal, a estas alturas lo mejor sería evitarlo de todas las maneras posible.
Tome mi capa, y antes de salir de la habitación me la puse. Caminaba por el pasillo hasta llegar a las escaleras qué me conducirian al primer piso, por suerte la habitación donde me quedaría no estaba escondida en un laberinto de pasillos.
Baje las escaleras tomando con mis manos el vestido para no llegar a caerme, no sabía cómo Vanessa podía caminar con vestidos tan largos y tacones, yo los utilizo cortos y con baletas, eran cómodas y elegantes. Aunque mi hermana mayor tenía muy buen gusto y la forma de los vestidos eran preciosos, al igual que sus colores, pero yo no tenia tanto busto como ella para rellenarlo, para que esto se viera bien tuve que meterme papel higiénico.
Pase por la sala, hasta llegar a la cocina, allí por suerte no se encontraba nadie, acercándome a las puertas de la cocina las cerré con sumo cuidado, luego me quite la capa, levante mi vestido y como pude la amarre por debajo de este, al terminar arregle el vestido bajandolo y alisando cada una de las capas de velo qué este tenía.
Esconder la capa por si alguien llegaba era lo mejor, las sirvientas no reconocerían mi cara, pero con un vestido así, supondrian qué yo era una invitada.
Tome el delantal qué había en la encimera y empecé a buscar ingredientes para preparar mi desayuno; aunque en nuestra casa habian personas que nos atendían, mamá nos había enseñado a ser autosuficientes.
Batiendo los huevos, el sonido de la puerta al abrirse hizo qué me sorprendiera y soltara el bol; los huevos se esparcieron por el vestido de color rosa pastel, me sentía pegajosa era un asco, al voltearme la persona que había entrado estaba recostado en el marco de la puerta, con las manos sucias y una cara llena de pánico, no sabía que decirle a Raden.
El príncipe Raden me miraba con enojo e indiferencia, si salía viva de esto sería todo un milagro.
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Comments
Madelein 😍
queeeee
2024-08-21
0
Irene Salas
bueno para preguntar si ya había papel higiénico no precisamente hay que preguntar por la época ya que debemos considerar que es una novela de Fantasía y en ese tipo de historias todo puede ser posible 😉
2024-04-04
2
Grinilda Vargas
y de que época estamos hablando que ya hay papel higiénico.?
2023-10-09
2