El Demonio Necesita Una Esposa

El Demonio Necesita Una Esposa

Es hora de escapar

El día de hoy, a la puerta de nuestra casa, había llegado una carta dirigida a la hija mayor de los Vanderscot. En ella, el emperador de Wardwell pedía que Vanessa Vanderscot se casara con su hijo y príncipe imperial, Raden Wardwell.

"Debemos irnos, niñas. Alisten sus cosas. Las enviaremos a vivir con sus tíos", dijo alguien. Todas las personas del imperio rezaban para que el emperador Sorgen no fuera a tomar a sus hijas, hermanas o hasta madres.

La familia imperial Wardwell era conocida por lo sádicos que eran. Liberaban su forma demoníaca cada vez que se presentaban ante el mundo. Nadie los había visto en su forma humana, puesto que esta era la forma más débil de ellos y con la que cualquiera podía matarlos.

"¡¡MAMÁ NO!! Si nos envían a vivir con nuestros tíos, los matarán", se negaba Genevieve a tener que abandonar a nuestros padres. Mi hermana Genevieve era la del medio, junto con Aylin, mientras que yo era la menor. Mi nombre es Izel.

"Hijas mías, no tenemos otra opción. Yo no pienso dejar que alguna de ustedes se case con... Con algún monstruo de la familia imperial", dijo mi madre mientras lloraba. Mi padre la abrazaba. Nunca había visto llorar a mi padre, y fue ahí que entendí cuánto miedo le tenían a aquella familia.

"Necesito que vayan a sus cuartos y recojan sus cosas. Serán enviadas a vivir donde sus tíos", dijo mi madre. Genevieve seguía protestando, Aylin miraba a mamá con tristeza y Vanessa, quien era la persona a la que le pedían su mano en matrimonio, miraba un cuadro con flores pintadas. "GENEVIEVE, LES ESTOY DANDO UNA ORDEN, ASÍ QUE AHORA MISMO HACEN LO QUE LES ESTOY DICIENDO".

Sin decir más, cada una se fue a su respectiva habitación. Cuando había terminado de alistar mi maleta, la noche ya había caído. Me cambié de ropa y me puse un camisón. Fui a la cama y apagué la lámpara que se encontraba en mi mesa de noche.

A la mañana siguiente, el sonido de caballos desbocados hizo que me sobresaltara y abriera los ojos de inmediato.

Empecé a escuchar voces en la entrada de la casa. Cuidadosamente y sin hacer ruido, me acerqué un poco a las escaleras, agachándome en el barandal para que no pudieran verme. Agudizando mi vista lo más que podía, logré ver que el príncipe Raden y el capitán de la guardia imperial hablaban con mis padres. Se suponía que mamá nos iba a mandar antes de que ellos llegaran. Corrí hasta la habitación de mi hermana Vanessa y no la encontré, así que seguí con Genevieve y Aylin, pero ellas tampoco se encontraban en sus habitaciones. ¿Se habían ido? ¿Me habían dejado? Pero mamá no lo hubiera permitido. Volví a la habitación de Vanessa y empecé a buscar alguna nota, pero al abrir el armario logré ver su equipaje. Con cuidado de no hacer mucho ruido, lo saqué. Al abrirlo, observé todas sus prendas muy bien acomodadas. Las tres habían desaparecido y su equipaje no se lo habían llevado.

– MUJEEEER, SI NO QUIERES QUE TU ESPOSO SEA DEGOLLADO, DANOS A TU PRIMERA HIJA – asustada al escuchar aquellas palabras, me tapé la boca con las dos manos. A estas alturas no podía perder tiempo. Si lo que él quería era una esposa, yo me convertiría en lo que él quería. Tomé unas cuantas prendas de mi hermana Vanessa y me fui a bañar. Para cuando ya me encontraba lo suficientemente decente, con un vestido amplio y abotonado hasta el cuello sin mucho adorno, tomé una capa blanca, haciendo que ésta tapara lo más que podía mi rostro.

Sabía que si me descubrían, me matarían. Los demonios solo podían tener como esposas a las primeras hijas de cada familia. Siempre me habían dicho que me parecía a Vanessa, a excepción de una cosa: los ojos de ella eran verdes, cual esmeraldas, y los míos eran negros, cual carbón. Con la ropa de Vanessa puesta, la capa cubriendo mi rostro y un montón de perfume sobre mi cuerpo, bajé con cuidado las escaleras. El príncipe Raden no tardó en poner su atención en mí, al igual que los demás presentes.

– Hi-hija, ¿tú? – la voz de mi madre temblaba más de lo normal. Parecía no entender lo que hacía allí, pero al mismo tiempo logré ver que en sus ojos yo era Vanessa y no su pequeña Izel.

Raden se me acercó. En su forma de demonio era completamente blanco, bastante alto y con piernas y brazos largos. Su cabeza parecía una mezcla entre una cabra y un cocodrilo, tenía cuatro ojos y cuando hablaba, su boca se abría tan grande que le llegaba hasta el inicio de la mandíbula. Tenía demasiados dientes, todos tan afilados como espadas, listos para cortar la carne de sus enemigos y, ¿por qué no?, también de sus amigos. El poco cabello que tenía era blanco y bastante largo, ya que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Iba vestido elegantemente, pero lograr ver algunas partes de su cuerpo era atemorizante.

Haciendo una leve reverencia, tomó mi mano entre la suya. La de él era una mano bastante grande con uñas que parecían más bien garras, al final mi extremidad se perdía entre la de él.

– No, Vanessa, vuelve. No tienes que aceptar este compromiso – tanto el capitán de la guardia como el príncipe la escucharon. De inmediato fue claro que para ninguno de los dos les había agradado lo que mi madre había dicho.

El príncipe tomó su espada y en un ágil movimiento se movió hacia mi madre. Al ver lo que él estaba a punto de hacerle, corrí para interponerme. En ningún momento alcé la cabeza para retarlo, no podía ser descubierta y mucho menos alterarlo y faltarle al respeto.

Dudando un poco bajo su espada, volvió a tomar mi mano y jalandome hasta la salida de la casa emprendió su camino hasta su caballo. Para ser honesta, no creía que un caballo normal aguantara su peso, y es que no podía, pero un caballo del infierno era más grande que todos los demás y este, este sí podía.

– Vanessa, Vanessa no... Mi... Pequeña Vanessa no lo hagas – su voz cambió gradualmente al decir la palabra "pequeña". Mi madre, por desgracia, sí se había enterado de que era yo, pues en mis recuerdos ella siempre me decía que, aunque ella tuviera más hijas y yo hermanas, ella siempre tendría un apodo especial para cada una.

Al llegar al caballo endemoniado, el príncipe se subió. Debo admitir que lo hizo con bastante elegancia. Luego, estiró su mano en mi dirección para ayudarme a subir. Él no tuvo que hacer mucha fuerza, puesto que yo era pequeña y lo que más peso tenía era el vestido.

Cuando me senté frente a él con las piernas hacia un solo lado, iniciamos la marcha. Vi a mis padres en la entrada de mi casa, y por primera vez en muchos años una lágrima se había hecho presente.

Luego de varias horas de trote, el sueño empezaba a manifestarse, hasta que sutilmente solté un bostezo y me recosté sobre el pecho del príncipe, y aunque no me quedé dormida al instante a causa del frío, el brazo del príncipe hizo que al final no pudiera evitar caer en los brazos de Morfeo o en este caso, en sus brazos.

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Comments

Paola Martiz

Paola Martiz

pinta buena buen comienzo 🤗

2024-06-28

1

More more ❤️❤️

More more ❤️❤️

Me gustó el inicio,vamos a ver cómo se desarrollará la historia

2023-07-03

3

Dabi

Dabi

me gusto mucho el inicio, ya quiera saber mas.

2023-06-09

3

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