5: Rêve

Los golpes fuertes contra la puerta hicieron que se levantara preocupada. Al sacarse las mantas sobre su cuerpo, quedó mirando la puerta principal de su cuarto, por donde se escuchaba la voz de la señora Banner.

-Lae, querida. Es hora de levantarse. Apróntate y ve al comedor para el desayuno-los golpes cesaron por unos segundos, pero luego volvieron a resonar- ¿Estás despierta? ¿Está todo bien? ¿Quieres que entre?

-¡No!-chilló al instante- Ya me desperté. Perdón, tengo el sueño pesado-escuchó que la sirviente soltaba una leve risa, que obviamente sonaba más falsa que cualquier cosa.

-Perfecto. Nos vemos abajo-los pasos se iban disminuyendo.

Suspiró agotada y se lanzó sobre la cama nuevamente, estirando sus brazos hacia los extremos y clavando su vista en el techo que la acompañaba. El sueño de anoche rondaba por su cabeza. Al darse cuenta que algunas cosas estaban siendo menos notorias y empezando a olvidarse. Se levantó de un respingo de la cama y fue corriendo al escritorio en busca de algo para escribir. Por suerte, dentro de uno de los cajones había algunos papeles viejos. Pero lo único para escribir era un tintero con una pluma.

-Por Dios, ¿pueden ser más a la antigua?-gruñó molesta y trató de abrir el pequeño frasco lleno de tinta. Al tomar la pluma entre sus dedos, quedó mirando su filosa punta. Respiró profundo, estaba segura que no podría escribir como si fuera una lapicera normal o un simple lápiz, asi que prefirió escribir palabras claves que le recordarían a lo que pasaba.

Como sospechó, su habilidad con la pluma era pésima. Con suerte podía leer algo. Las palabras anotadas fueron francés, tuo et lui, azul, mujer rubia, Alexandre.

Se separó lentamente del escritorio, apreciando su letra a mano. Debía hablar lo antes posible con Ryan, sin la presencia de nadie del palacio. Dudaba si debía considerar a Wolfgang también, pero como había dicho su amigo ayer: él aún no era de fiar.

Frunció los labios al leer nuevamente cada una de las palabras. Al menos había un nombre. Pero debía haber un millón de Alexandres por ahí. Suspiró y miró la puerta, sería mejor que busqué su ropa y baje rápido.

📷

Iba bajando las escaleras pasando por al lado del cuadro de quien se supone sería el anterior Lord. Lo quedó mirando. Tenía levemente el ceño fruncido. Pero, atravesando todo su rostro se podía ver una larga línea que solo se podía ver si alguien estaba muy cerca. Miró hacia todos los lados, esperando que ninguno de los sirvientes o alguien estuviera cerca. Se puso de puntillas y alzó su mano, pasando sus dedos sobre la línea que atravesaba el rostro del hombre pintado.

Estaba levantada, y era algo rasposa. Miró las demás pinturas en busca del mismo error, pero era la única, al menos de ese lugar, que poseía dicha línea. Parecía como si hubiera sido rota y llevaron a arreglarla pero, ¿por qué?

Frunció levemente cuando apartó su mano y se deshacía de su pose en puntas. Sería mejor que vaya rápido al comedor.

Siguió bajando las escaleras rápido y volteó hacia el corredor que daba directo a donde debía ir. La puerta doble estaba ahí, cerrada. No quería abrirla y que todos ahí adentro estuvieran mirándola fijamente. Se acercó rápido ante la idea de que la puerta se abriera de par en par, sola, como pasaba en las películas. Empujó levemente una de las alas y metió con cuidado su cabeza, mirando el interior. Solo estaba el señor Reinhardt.

-"¿Debería preocuparme?"-pensó mientras tragaba en seco. El Lord alzó su vista de la carta que tenía la mano mientras estaba tomando una tasa de té. Sus cejas se levantaron y sus ojos se veían a través de los anteojos.

-¡Laetitia! Buenos días-esbozó con una enorme sonrisa. Sus ojos se había iluminado y aquel desinterés latente desapareció por completo- Por favor, siéntate.

-¿Los demás?-el hombre suspiró.

-Wolfgang decidió que desayunaría en su cuarto. Para variar-dijo lo último en voz baja al darle otro sorbo a su tasa- Y Ryan supongo que seguirá dormido. ¿Tiene el sueño pesado?

-Algo así-mintió. La verdad era que, entre los dos, Ryan era el más despabilado. Cuando hacían pijamada era el primero en despertarse si había algún ruido extraño- ¿Ha dormido bien?-preguntó mientras tomaba asiento.

El hombre alzó las cejas, parecía sorprendido de que alguien le preguntara como estaba. Dobló el papel que tenía en la mano y lo dejó a un lado, junto con sus gafas. Parecía estar pensando en qué responder. Junto sus manos y clavó sus ojos sobre ella, ampliando una sonrisa en el rostro.

-Normal. Como siempre-dijo con simpleza. Lae frunció levemente el ceño, no tanto para que él no lo notara. ¿Por qué sentía que aquella sonrisa no estaba relacionada con lo que su boca soltaba?- ¿Qué hay de ti? ¿Dormiste bien?

-Bien... como siempre-sonrió. También estaba mintiendo. La verdad era que estaba preocupada por aquel raro sueño y tenía todavía más respuestas que antes. Sentía que él sabía que estaba mintiendo pero, tal como ella hizo, no preguntaría nada. Sus ojos color océano bajaron un poco, pero aun estaba clavados sobre Lae. Siguió la línea invisible que dibujaban en el aire, notando que estaba viendo sus piernas- Uhm...-soltó nerviosa.

-Tienes pantalón puesto-ahora su voz sonaba distinta. Y hasta su mirada parecía perdida.

-Son más cómodos-el hombre asintió- ¿No están permitidos?-estaba decidida a discutir con él si fuera necesario.

-Por mi no hay problema-tomó la tetera de al lado y se sirvió un poco más de té- Pero si alguien viene o debemos ir a donde hayan más Lores, debes usar falda. No se permite que las mujeres utilicen pantalones es... -alzó la vista. Notaba que estaba reacio con lo que decía. Bufó cansado- ... anti ético, digamos.

-¿Anti ético para quien? No estamos en el siglo XIX-el hombre sonrió- Lo siento. Suelo decir lo que pienso.

-Me agrada-dijo divertido, lo que hizo a Lae sonreír- Digamos que a los integrantes están... chapados a la antigua. Pero como he dicho, aquí dentro puedes andar como quieras-antes de que Lae pudiera contestar aquello, volvió a hablar- ¿Quieres té? Es Chai. Muy rico-le acercó su tasa en el momento.

La puerta fue abierta lentamente, llamando su atención. Sintió un gran alivio cuando Ryan se encontraba en la sala. Su cabello no estaba del todo arreglado y tenía un extraño nudo en el cuello.

-¿Qué te paso?-le dijo por lo bajo cuando se acercó a ella.

-Esta cosa—señaló la corbata mal hecha—Está cosa es el puto infierno. ¿Cómo es posible que anudar un pedazo de tela sea tan difícil?

-La clase no es para todos—dijo de forma burlona haciendo que el frunza levemente el ceño.

-La clase no es para todos—imitó su voz— Lo dice María Antonieta—Lae sonrió ante la voz irritada de su amigo, se notaba que seguía irritado. Desvió su mirada hacia el Lord y luego hacia una de las sillas vacías- ¿Y el misterioso?

-¿Hablas de Wolfgang?-el chico alzó las cejas, indicando la obviedad- Oh, dijo el señor Reinhardt que desayunará en su cuarto-Ryan frunció levemente el ceño- No comiences con tus conspiraciones, es temprano- él negó.

-Seguiré diciendo que algo no cierra-suspiró y volteó hacia el Lord- Buenos días, señor Reinhardt. Disculpe la tardanza.

-No hay problema, veo que el nudo te llevó más de lo esperado-sonrió.

-¿Tanto se nota?-le susurró por lo bajo a Lae quien lanzó una pequeña risa al ver que las mejillas se tornaban carmesí de la vergüenza.

-Ven-le hizo un movimiento de la mano indicándole que se acerqué a él. Ryan, sin muchas opciones fue caminando a pasos largos hasta el señor, posicionándose a un lado de su silla- Agáchate un poco- nuevamente obedeció. La mano del señor Reinhardt se estiró hasta su cuello, posicionando sus dedos sobre el nudo. Con cuidado lo desarmó, algo que molestó un poco al joven teniendo en cuenta que estuvo mucho tiempo tratando se lograr... lo que sea que hizo- No deberías estresarte, a mi me tomó bastante tiempo aprenderlo-comenzó a mover sus manos junto con las tela rozando por sus dedos. Luego de unos segundos, se separó de Ryan- Rojo punzó, buena elección-sonrió.

El chico, como acto de inercia, llevó una mano a su corbata, sintiendo que ahora se trataba de un nudo normal, aceptable. Su rostro mostraba algo de consternación ante la ayuda del hombre.

-G-gracias-dijo con un poco de nerviosismo. Al igual a como llegó, fue de zancada en zancada hasta su silla frente a Lae. Tomó su lugar y rápidamente se sirvió algo de té. Al darle un sorbo quedó tieso, mirando la taza y analizando su color.

-Es té Choi-le respondió Lae. Él levantó su cabeza, encontrándose con su mirada, su ceño estaba algo fruncido, seguramente preguntándose cómo es que ella sabía sobre tés.

-¿Choi?-dijo extrañado.

-Té Chai-corrigió el Lord con una sonrisa.

-Lo que él dijo-Ryan esbozó una sonrisa y le dio un sorbo a su taza mientras negaba con la cabeza. Al menos el ambiente amigable entre ellos no se veía afectado por esta extraña situación.

El desayuno siguió tranquilo. No había de lo que hablar, o mejor dicho, no se podía hablar sobre ello. Ambos jóvenes tenían muchas dudas y preguntas, pero ayer el Lord había dejado en claro que no era su intención darles información alguna. Las conversaciones comenzaban cuando estaban comiendo algo nuevo o cuando al señor quería comenzar. Normalmente preguntaba que le gustaba, cuando Lae dijo que le gustaban las tartas de manzanas, alzó las cejas y sonrió. Le había asegurado que mañana iban a desayunar tarta de manzana.

Ni bien salieron del comedor, Lae arrastró a Ryan al patio trasero por donde habían entrado. Era inmenso, asi que serpia imposible que alguien los escuchase. Fueron directo a la fuente, sentados en el borde.

-¿Qué sucede?

-Tuve un sueño muy raro-dijo mientras revolvía en sus bolsillos.

-¿Otra vez soñaste que Pickles tenía el tamaño de King Kong e invadía Berlín?-arqueó una ceja- No creo que sea más raro que eso.

-Solo pasó una vez.

-Como digas-alzó las cejas. La verdad que no era cierto. Siempre que a la noche comían algo dulce sus sueños eran invadidos por cosas sin sentidos. Una vez había soñado que todos eran mitad gusanos y vivían en una cuerva, pero no iba a contarle eso a Ryan- ¿Qué soñaste?

-En francés. Y había una pareja que me estaba hablando.

-¿En francés?-parecía confundido- ¿Estabas hablando en francés? Pero si de suerte puedes hablar inglés sin trabarte.

-Que gracioso-entrecerró los ojos- No, no estaba hablando. Sino que me hablan a mi. Yo... no podía. Tampoco les entendía-subió y bajo sus hombros- Anoté algunas cosas-le tendió el papel- Sentía que me tenían en brazos... como si fuera un bebé.

-¿Un bebé?-frunció levemente el ceño y desvió sus ojos al trozo de papel, leyendo cada palabra que aparecía- ¿Alexandre? ¿Quién es?

-No lo sé. Lo nombraron-posó su dedo sobre el papel- La mujer que me tenía tenía el cabello rubio y un collar azul-hizo una mueca- Pero no pude ver su rostro, estaba todo muy borroso-suspiró- Sonaba muy triste cuando dijo esto: toi et lui.

-Toi et lui... -murmuró por lo bajo- ¿Habrá algún diccionario de francés aquí?-la miró de repente- ¿No recuerdas toda la oración?

-Aunque la recordara, no sé como se escribe-el chico hizo una mueca. Era cierto. Ninguno de los dos sabía francés o había escuchado a alguien hablarlo. Ambos quedaron en silencio, viéndose fijamente hasta que abrieron los ojos- ¿Piensas lo mismo que yo?

-¿Empieza con W y me irrita?

-Bingo

📷

Fueron a los tropezones hacia arriba, tratando de no ser vistos ni por el señor Reinhardt ni por alguno de sus sirvientes. Lae miró el cuadro del antiguo Lord, dándose cuenta que no le había contado a su amigo sobre ello pero retiró el pensamiento al considerar que seguramente no era algo importante para su misión. Al estar en el pasillo miraron por todos lados, con sus orejas bien atentas por pasos de enemigos. Ante el silencio, fueron de cuclillas hasta la puerta de Wolfgang, tocando impaciente.

-Marie, no necesito nada-se escuchó una voz cansada desde adentro. Volvieron a tocar- Marie. Ya dije que estoy bien-tocaron con más fuerza. Escucharon un bufido de molestia y unos pasos fuertes hacia la puerta. Al abrirse, ambos casi se caen de cara dentro del cuarto- Marie, te estoy diciendo que... ¿Qué rayos hacen ustedes dos aquí?-frunció el ceño con molestia.

-Buenos días también-contestó primero Ryan, ayudando a su amiga a levantarse del suelo y sacarse un poco el polvo- Nos alegramos por verte.

-Ambos sabemos que no es cierto-siguió con su ceño fruncido. Los ojos oscuros de Ryan se posicionaron sobre Lae, pidiendo socorro.

-Wolfgang, ¿podemos entrar rápido? No queremos que nos vean aquí-miró nerviosa hacia los dos lados del pasillo. Ante la ausencia de una respuesta- ¿No? Bien, entramos igual-le empujó con fuerza hacia adentro y metió a Ryan jalándolo de la camisa. El chico de ojos azules la miró con sorpresa, desde arriba abajo, quedando mirando sus pantalones.

-¿Por qué tienes pantalones?-parecía confundido.

-¿En serio? ¿Es lo que se te ocurre preguntar?-soltó irritada— Necesitamos de tu conocimiento—el chico arqueó una ceja— ¿Sabes algo de francés?

-¿Francés?

-Sí, francés—volvió a repetir la chica de melena oscura.

-Lo siento, no hablo francés y tampoco sé nada sobre él-hubo una pausa- ¿Por qué pensaron que sabría algo?

-Porque de nosotros tres eres el único que se ha criado en un palacio y se ha comunicado con gente ostentosa, ¿tal vez por eso?-esta vez interrumpió Ryan con un tono de obviedad en su voz.

-¿Conoces a alguien que lo hable?

El joven de ojos azules hizo una mueca y desvió la mirada. Luego de fruncir con fuerza el ceño, miró a la pareja.

-Yo no. Pero tal vez conozca a alguien que pueda darnos algún contacto-Lae y Ryan voltearon para verse a si mismos, desconcertados.

-¿En donde? ¿El señor y la señora Banner?-el joven rápidamente negó con la cabeza, casi desesperado.

-Por el bien de los tres. No le pregunten nada de esto a ellos. Y mucho menos a mi padre-les dijo severamente- Los Banner les son fieles a los Lores Reinhardt, toda información que llegué a sus oídos será trasladada al cabecilla-hizo una pausa y prosiguió- Esta noche traten de sacarle información a papá sobre el Markt Oben. Él les contará un poco sobre el lugar. Entonces digan que tienen muchas ganas de visitarlo y ver que tal es porque nunca conocieron un lugar así, ¿entendido?

-No creo que tengamos que actuar mucho esa parte-comentó Ryan alzando las cejas, imaginando un sitio labrado en marfil y oro en donde las familias del Circulo se juntaban a hablar y reírse de los mundanos- ¿Nos dejará ir por nuestra cuenta? Dejó bastante en claro que las demás familias no estaban contentas con que haya salvado a Lae y a mi... de rebote, pero igual.

-Me obligará a ir con ustedes-dijo con simpleza mientras se acercaba a un perchero que descansaba a un costado de la puerta, sacando un abrigo largo de color gris.

-¿Cómo estás tan seguro de ello?-preguntó ella.

-Digamos que le gusta reflejarse-se puso el abrigo-Ahora váyanse antes de que Marie venga a acomodar las cosas. Jamás nos vimos.

Y sin más, cerró la puerta tras de sí.

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